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Capítulo 14


El golpe de la espalda de Katherine en la colchoneta fue fuerte y preciso, Clarisa la había hecho caer por cuarta vez, Katherine volvió a ponerse de pie mientras limpiaba el sudor de su frente.

—Otra vez —exclamó Katherine al momento de ponerse en guardia, Clarisa lanzo varios golpes a puño cerrado, Katherine los esquivaba e intentaba responderlos, pero la guardia de Clarisa era impenetrable, optó por lanzar una patada directo a la cabeza que hizo tambalear a Clarisa.

—Buen golpe.

Katherine sonrió por el alago, volvió a posicionarse y dio otro golpe para romper la guardia, pero antes de que pudiera dar el golpe, Clarisa la jalo del brazo derecho para distraerla y darle un rodillazo en el estómago, Katherine sintió el aire salir de sus pulmones junto con una tos que no se detuvo hasta que Clarisa la soltó para dejarla caer en la colchoneta.

—Has olvidado una de las reglas de esta ciudad.

Katherine la miró de reojo mientras abrazaba su estómago e intentaba recuperar el aire, pero la tos se lo impedía.

—Aquí nadie pelea limpio.

Esas palabras siempre eran repetidas por Clarisa cuando los entrenaba, les hacía entender que todos en esa ciudad eran unos tramposos de los que no se podían confiar a la hora de enfrentarlos, siempre tenían que estar alerta y pensar rápido para defenderse.

—Lo recuerdo, pero...... me he confiado.... por el cumplido —Katherine volvió a ponerse de pie, el dolor del estómago era tolerable y volvió a ponerse en guardia —otra vez.

Clarisa acepto el siguiente combate al ver la determinación de Katherine de ganarle, se puso en posición y siguieron entrenando hasta que sus cuerpos quedaron agotados.

──⇌••⇋──

Alice presionaba el botón del control remoto varias veces al no encontrar un programa que la entretuviera, comenzaba a aburrirse en la gran recámara que le habían asignado, no podía salir a conocer el edificio porque la consideraban una intrusa y solo le llevaban el desayuno junto con algunas golosinas para que pudiera alimentarse, apagó el televisor al no encontrar nada de su interés, volvió a recostarse en la cama mirando el techo blanco con la poca paciencia que le quedaba, se enderezó cuando oyó la puerta abrirse y bajo de la cama apresurada cuando vio a Katherine entrar, la abrazó y escucho un quejido de su amiga que la hizo apartarse.

—¿Te has lastimado?

—No te preocupes, estuve entrenando con Clarisa y esto es lo que obtuve.

Alice no vio ningún golpe en el rostro de Katherine, pero si en el resto de su cuerpo en especial el torso.

—Su forma de entrenar es bastante ruda.

—Ya estoy acostumbrada, esto no es nada en comparación a los golpes que recibíamos en los enfrentamientos.

—Me lo imagino, pero deberías evitar dañar tu cuerpo a este nivel.

—Ya te dije que estoy bien, además no he venido para que me regañes, te traje algo.

Katherine saco de su bolsillo el celular de Alice y se lo entregó.

—Gracias, ya estaba a punto de morir de aburrimiento.

—Si, disculpa por el encierro, pero mi padre necesitaba asegurarse de que no fueras un peligro.

—Me ofendes, pero lo entiendo, he visto la seguridad que tienen y da algo de miedo.

Alice enciende el aparato, las notificaciones aparecieron con varios mensajes.

—Tengo otra noticia.

—Dime.

—En unas horas iré con mi familia a un evento, tendrás que quedarte de nuevo encerrada aquí por tu seguridad.

—No te ves muy entusiasmada por el evento.

—Tengo que asistir, es una tradición entre las familias más poderosas de la ciudad, además mi padre quiere mostrarles que los eventos de estos días no nos han debilitado.

Katherine se sienta en el borde de la cama con mirada cansada, Alice hizo lo mismo para escucharla.

—Si quieres puedo acompañarte, así podría quitarte a todos los idiotas que se te acerquen.

—Eso me gustaría, pero por tu seguridad debes quedarte.

—Que mal —Alice se deja caer en la cama fingiendo lamentarse —voy a perderme un evento bastante glamoroso.

—No te lo perderás —Katherine la tomo de la mano para levantarla y acercarla a la ventana —el evento será frente a este edificio —le dice al señalarle el lugar y Alice logra ver las grandes carpas que cubren la entrada con varios hombres a su alrededor.

—Tendré una buena vista del evento y podre gritarle a cualquier idiota que se quiera pasar de listo contigo.

Ambas ríen y siguen platicando del evento. Un golpe en la puerta las hace voltear y es cuando entra una de las mucamas.

—Señorita Ptricof, su vestido ya se encuentra listo.

—Iré enseguida.

La mucama asiente y sale de la habitación, Alice le da un último abrazo a su amiga y se despiden.

Katherine camina con paso lento a su habitación, al entrar es recibida por dos mucamas y el personal que se encargara de vestirla.

—Bueno, no hay que hacerlos esperar.

──⇌••⇋──

Las carpas blanquecinas eran alzadas y adornadas con varias luces que las resaltaban, las mesas junto con sus sillas eran colocadas sobre las alfombras que cubrían el suelo de las calles, por último, se colocaban los toques del color negro que eran una representación de las familias. Cuando el reloj marco las ocho en punto, los guardaespaldas se colocaron alrededor de las carpas y entonces fue cuando los primeros autos comenzaron a llegar, los anillos de cada familia resaltaban en sus dedos y se acercaban a la entrada demostrando su poder.

Cada familia era colocada en su lugar asignado, algunos conversaban con su pareja o entre ellos, los vestidos de diversos colores resaltaban en todo el lugar. El evento era uno de los más esperados, los hijos e hijas de cada familia podían asistir al cumplir los quince años para conocer el mundo que sus padres les heredarían, también se esperaba que los jóvenes socializaran y lograr una alianza a futuro con un matrimonio.

La puerta de la entrada del edificio se abrió, todos guardaron silencio y posaron sus ojos en la pareja que entró, Alexander vestía un traje completamente negro, con un toque plateado en los bolsillos, su cabello estaba peinado hacia atrás, a su lado y sujetándolo del brazo se encontraba Clarisa vistiendo un vestido negro que llegaba a sus pies y se pegaba a su cuerpo mostrando cada una de sus curvas, las mangas eran igual de largas, pero se abrían a la mitad mostrando sus brazos donde resaltaba el anillo de la familia Ptricof, de su cuello colgaba una cadena de plata que se detenía en el escote en forma de corazón. Sus labios estaban pintados de un color café, al igual que sus ojos combinados con el negro, su cabello estaba recogido en una coleta que dejaba ver aquel cuello que tentaba a cualquiera.

—¡Amigos míos, bienvenidos! —exclamó Alexander recibiendo varios aplausos —mi familia y yo les agradecemos que pudieran asistir, esta tradición ha sido celebrada gracias a ustedes, que se unieron a mi lado para acabar con la discordia que gobernaba nuestra ciudad, esto nos ayudó a lograr la prosperidad que hemos desarrollado a través de los años y espero que podamos celebrar más a futuro, diviértanse.

Terminado su discurso varios hombres se le acercaron para hablar con él, Clarisa se apartó de Alexander y se dirigió por una copa, uno de los meseros la recibió con una sonrisa y le entregó una copa de cristal con aquel liquido burbujeante. El sabor dulce inundó su lengua y la hizo relajarse, tomo otra copa lista para beberla, pero se detuvo al oír unos tacones acercarse.

—Clarisa, ¿ya vas por la segunda copa?

—Hola Cherry.

La mujer, de voz chillona y vestido dorado tan escotado que parecía que no llevaba nada, la miraba con burla.

—No te he visto en las reuniones, supuse que tú y Alexander, ya estaban separados.

—Pues te equivocas, he estado ocupada en estos días manejando la empresa.

—Ya veo, pero déjame decirte que, si descuidas a tu esposo, puede terminar en la cama con otra.

—¿En la tuya? —Clarisa tomo otro sorbo de la copa para soportar a Cherry.

—Claro que no querida —Cherry tomó una de las copas, la acercó a sus labios para marcarla con el dorado y seguir hablando —pero, no dudaría en tomarlo.

Clarisa prefería ignorar los comentarios de Cherry, solo que esta vez si quería darle una lección, lo que quedaba de su copa lo vacío en el vestido dorado de esa maldita.

Cherry de inmediato se quejó cuando su vestido quedó manchado, algunos la voltearon a ver por su voz chillona.

—Discúlpame querida, déjame limpiarte —Clarisa la jaló del escote para pasar una servilleta sobre la mancha y acercarse al oído de Cherry —mi Alexander jamás tocaría a un juguete usado por cada vejestorio de esta ciudad, grábate eso, zorra.

Clarisa se apartó con una sonrisa en los labios, le entregó otra servilleta a Cherry y volvió con Alexander que la recibía con afecto.

Las personas comenzaron a degustar los postres y el vino que poco a poco se terminaba, Clarisa reía con la esposa del segundo jefe alemán, el ruido del violín armonizaba el lugar y fue cuando dio inicio el entretenimiento principal. La pista de baile fue vaciada, dando entrada a tres mujeres con vestimenta negra y maquillaje llamativo, que cargaban tiras de luces que enredaban su cuerpo, el lugar se quedó a oscuras y fue cuando el tono del violín cambio a un tono más movido, las mujeres pasaban las tiras de luz por todos su cuerpo mientras se movían al ritmo de la melodía, sus movimientos eran seductores y coquetos, la melodía se complementaba con cada movimiento y acrobacia, hasta que se detuvo y las tres mujeres dieron un último giro para dar por terminado el espectáculo, los presentes aplaudieron con gran entusiasmo, las mujeres agradecieron y se retiraron, la música esta vez continuo con un pianista que tocaba con ritmo menos clásico, algunos invitados se acercaron a la pista para bailar y fue en ese momento en el que la puerta del edificio volvió a abrirse dando la bienvenida a la primogénita.

Katherine robo más de un suspiro al entrar vistiendo un vestido de color negro que llegaba a sus pies, solo que este estaba abierto de la pierna izquierda mostrando su piel cobriza, el vestido se pegaba a su figura, de la parte de atrás colgaba una tela de color negro transparente que se elevaba por el aire, pero uno de los detalles que más destacaba era la única manga que cubría el brazo izquierdo de Katherine, la cual llevaba varios accesorios de plata que cubrían en su totalidad la manga. El labial que llevaba era negro con leves toques de gris, sus ojos estaban pintados de plateado y delineados de negro, las pestañas postizas eran incómodas, aunque Katherine admitía que la ayudaban a resaltar sus ojos, los únicos accesorios que llevaba puestos eran unos aretes largos de plata con incrustaciones de zafiro negro.

Katherine dio los primeros pasos hacia adelante con la cabeza en alto, Alexander y Clarisa se acercaron para recibirla.

—Te ves hermosa —le mencionó Clarisa al oído cuando la abrazo. Alexander solo le sonrió y le dio un beso en la frente.

—Amigos míos, quiero que le den la bienvenida a mi hija Katherine Ptricof.

Los presentes aplaudieron y algunos alzaron sus copas para alagarla.

—Muchas gracias, sigamos disfrutando de la velada.

Alexander regresó a la plática con sus socios, Clarisa sujeto de la mano a Katherine para que ambas pudieran sentarse en la mesa principal.

—Debo volver a decirlo, te ves hermosa Katherine.

—Gracias, tarde tres horas en esa habitación y ya estaba harta.

—Te creo, he tenido que lidiar con los socios de tu padre y una zorra que ha querido molestarme —Clarisa tomo de la copa de vino que tenía frente a ella —te perdiste el champagne y el espectáculo.

—No me apetecía verlo, prefiero robar las golosinas de la cocina —Katherine le acercó una cajita de chocolate blanco a Clarisa.

—Pequeña ladronzuela —Clarisa toma uno y se lo lleva a la boca agradeciéndole.

—¿Cuánto falta para que mi padre empiece con su discurso?

—En unos minutos y con eso podremos retirarnos.

—Eso sería bueno, no soporto la masa de maquillaje en mi rostro.

—Esa masa de maquillaje la hace ver espectacular, señorita Ptricof —ambas voltearon al ser interrumpidas por el hombre que se había colado a su lado.

Cyrus, bebía con tranquilidad a lado de Katherine, vistiendo un traje color gris y corbata blanca, la miró con una sonrisa coqueta.

—Cyrus, no crees que es descortés escuchar conversaciones privadas —exclamó Clarisa.

—Solo quería venir a conocer a la primogénita del señor Ptricof, James habla mucho de su hermana menor, que debía verla en persona, además, no he visto a James en toda la velada y comienzo a aburrirme.

—Mi hermano no se encuentra bien, es por eso que no ha asistido.

—Eso pensé —Cyrus tomó otro sorbo de su copa para refrescar su garganta antes de continuar — pero he escuchado rumores en estos días, que comienzan a preocuparme y quiero que sepan que mi organización estará dispuesta a ayudarlos si surge un problema grave.

—Se lo agradezco, señor Cyrus.

—Sin embargo —Clarisa lo miró, reconociendo esas palabras, sabía que no sería gratis la ayuda, Cyrus pediría algo a cambio de su apoyo —un matrimonio a futuro, haría valer más mi palabra —se puso de pie y se despidió de ambas dándoles la espalda.

—No sabía que el señor Cyrus tenía hijos.

—No los tiene —exclamo Clarissa con enfado —si te pone una mano encima, voy a cortársela.

Katherine siguió viendo al hombre y entendió, no era raro escuchar esas palabras de los jefes de las organizaciones, los matrimonios con diferencias de edad eran normales en esta ciudad, miró a Clarisa y luego a su padre, la diferencia de edad era de quince años. Llegó a conocer chicas más jóvenes que eran comprometidas desde los quince con los primogénitos de cada familia, eso era considerado suerte, porque si le gustabas a algún jefe anciano, entonces ahí si estabas perdida. Katherine bebió un poco del vino que Clarisa le dio de su copa, el sabor no era del todo de su agrado y siguió mirando a los invitados que reían, platicaban y bebían, perdió interés y le comento a Clarisa que iría a caminar. Se acerco a las afueras de la carpa, el guardaespaldas la reconoció al instante y no la molestó, Katherine miro las calles desoladas, las casas a su alrededor se mostraban vacías y sin luz en su interior, recordaba como James la llevaba a conocer el mercado de los callejones.

—Ojalá estuvieras aquí, hermano —dio un último vistazo a la calle y una figura llamó su atención, parecía alguien asomándose en uno de los callejones. Quiso acercarse, pero una mano la detuvo.

—Katherine, tu padre empezara su discurso —Clarisa la sostenía para llevarla adentro, Katherine volvió su vista al callejón y la figura ya no estaba —¿sucede algo?

—Creí ver a alguien, pero creo que han sido los efectos del vino.

—Te dije que era fuerte, vamos que tu padre nos espera.

Ambas regresaron a la mesa justamente cuando Alexander tomaba su lugar, los invitados también se sentaban y guardaban silencio. Alexander se puso de pie y uno de los meseros lleno su copa con un líquido de color negro que desprendía un olor a ciruela con toques de naranja.

—Antes de brindar, me gustaría volver a agradecerles que asistieran a esta cena anual, a mis amigos más cercanos quiero darles las gracias por darnos la seguridad más grande de la ciudad y por último, también quiero venir a callar los rumores que han invadido esta ciudad —Alexander mostró una mirada seria —Es cierto que mi familia ha sufrido diversos ataques en estos días, uno fue bastante grave que ha dejado a mi hijo James en cama, pero quiero que sepan que hemos organizado una búsqueda masiva para dar con el culpable, demostrando que la familia Ptricof no se dejara vencer por estos ataques y que es digna de llevar el manto de líder de Ciudad Killdrather —Alexander alzo su copa mostrando dominio —esta noche brindamos por todos nosotros y la ciudad que hemos creado, ¡Por Ciudad Killdrather!

—¡Por Ciudad Killdrather!

—¡Por la familia Ptricof!

Los jefes de cada familia se levantaron y alzaron sus copas mostrando el respeto a la familia, Katherine mira a su padre y este le regresa la mirada.

—Por mi familia —dice Alexander y cuando está a punto de beber el primer sorbo de la copa, esta se rompe en sus manos al momento que una bala lo atraviesa, seguida por otra y otra, los gritos dan comienzo cuando el lugar se llena de humo y varios disparos se escuchan, los guardaespaldas son inmovilizados de inmediato, Katherine es jalada por uno de los hombres de su padre para que se quede detrás de la mesa cuando esta es volteada para cubrirlos, Katherine no logra pronunciar alguna palabra cuando el hombre la cubre con su cuerpo y comienza a disparar, todo a su alrededor es borroso y cuando su vista al fin se aclara es cuando lo ve. Clarisa en el piso con otro hombre que le entrega lo que parece el mantel de la mesa.

—¡A que detener la hemorragia! —grita Clarisa y Katherine baja su mirada al hombre en el piso y la sangre que sale de su cuerpo, es tanta que comienza a alcanzarla en donde esta agachada, las imágenes vuelven a su cabeza, de la primera vez que vio ese color manchándola y la misma bala que atravesó el cráneo de su madre cuando era niña, pero esta vez la sangre es de su padre y se está muriendo frente a ella.

—¡Papá!


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