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Teresa sabe que está mal lo que hace, tienta mucho a la suerte. 

Con crucifijo en mano y penitencias vanas, intenta depurar lo que su alma turbia aguarda.

Aún así, con cada paso que da, sigue  sin siquiera saber que caerá.

Flaquea, sintiendo como su cuerpo y mente se consume en pensamientos oscuros, que deben estar lejos, muy lejos.

Debe guardar toda su atención en alguien más, pero aún así...

Allen, sonríe satisfecho al ver que la mujer, no sabe qué hacer y cómo actuar frente a él.

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Desde el primer momento que ambos se conocieron sus vidas se llenaron de pecados, sueltos desde el momento que sus pieles expuestas se rozaron por primera vez. En un gesto inocente de Teresa que desato más tarde el karma que la atormentaría.