033.
"Hay tres venenos primordiales: la pasión, la agresión y la ignorancia."
PEMA CHÖDRON
Más de 30 años antes...
Baja la mirada, han comenzado el último rezo del día y luego todos se irían a casa. Está cansado, ha pasado la noche en vela leyendo la biblia en busca de respuestas sin encontrar nada muy alentador. Tiene miedo y espera que una oración sea suficiente para detener todos los sentimientos que surgían en su interior desde hacía meses. ¿Era mucho pedir un poco de tranquilidad? Porque lo necesitaba con urgencia para no levantar sospecha con sus padres. Si seguía así pronto se enterarían de su secreto y no podía permitirlo.
Así que reza.
— Por favor, Señor —pide en su mente con todas las fuerzas que tiene—. Por favor curame antes de que sea demasiado tarde.
Y así la oración termina y escucha como las personas empiezan a levantarse. Sus ojos se abren para ver el crucifijo de Jesús frente a él. Asiente. Ahora todo lo dejaría en sus manos y esperaba que su pesadilla se terminara...
Pero quizá aún no era el momento.
— ¿Ya terminaste, Jeon Youngheen?
Tiembla. No quería verlo. Había estado exitosamente evitando verle durante más de dos semanas seguidas. ¿Por qué ahora tenía que encontrarse con su cara sonriente y ojos de ensueño? Se negaba. Debía salir de allí. Sus manos sudan.
— Sí —contesta evitando su mirada—. Ya me voy. Ten un buen día, Chanmin.
Trata de irse, pero el chico dos años mayor le toma del brazo con suavidad para impedírselo. Siente el cuerpo caliente. Aquella cercanía le hace marearse.
— ¿Podemos hablar, Youngheen? Por favor...
Se da vuelta. ¿Debería? Claro que no. Pero Chanmin le veía con esos ojos y se le hacía imposible negarse por más que supiera que era lo correcto. Es por eso que termina asintiendo y le sigue en silencio a las afueras de la iglesia, esperando que todo sea rápido y se pueda ir pronto a su hogar para dejar de pensar en el pelirrojo.
Llegan al patio trasero donde no hay nadie. Hace bastante tiempo que aquel era su lugar predilecto para encontrarse y charlar durante horas, pero lo había evitado durante dos semanas para no tener que estar a solas con Chanmin. Su corazón latía demasiado rápido, justo como le sucedía siempre que el chico estaba cerca y apenas podía pensar correctamente una vez que se sientan sobre el césped tan cerca el uno del otro.
— Me haz estado evitando, Youngheen —dice Chanmin con una pequeña risa de por medio—. Estoy dolido, a decir verdad.
Se conocían porque sus familias asistían a la misma iglesia y hace ya un año comenzaron a hablar. Se podría decir que eran amigos, pero Jeon Youngheen nunca vio a Chanmin de esa forma y ese era el problema de todo. Si se alejaba era para evitar malos entendidos, para evitar pecar.
— Claro que no —miente—, solo he estado ocupado.
Tenía que alejarse. Sabía que estaba mal. Un chico no podía sentir ese tipo de cosas por otro chico. La biblia lo condenaba, Dios estaba en contra y era uno de los peores pecados. Por eso quería alejarse de Chanmin, su cabello rojizo, ojos oscuros y piel clara. Eran esos detalles los que lograban que su corazón se desbocara por completo y ya no podía permitirlo. No cuando sabía como sus padres y los del chico iban a reaccionar si se enteraban.
No sería un fenómeno. Claro que no.
— Mírame y dímelo —susurra Chanmin cerca de su oído—. Porque si me evitas no voy a creerte.
Lo mira, pero la fuerza que logra reunir desaparece y se siente débil. Le gusta la forma en que los ojos de Chanmin desaparecen al sonreír y como los labios de este parecen tener el tono rosa perfecto para fundirse con los suyos.
Muere de miedo y de cosquillas en el estomago.
— Debo irme, Chanmin...
Pero intenta levantarse y es sentado de nuevo antes de que el pelirrojo tome su rostro con ambas manos y deje un beso en su boca que le mando el alma muy lejos de allí. Si pudiese describir los sentimientos que se le juntaban en el pecho en ese momento diría que era como si hubiesen encendido una enorme fogata que ahora veía imposible de apagar. Ni siquiera se alejó, solo fue capaz de aferrarse al pecho del chico deseando que aquello durase para siempre, que no fuese uno de los muchos sueños que tuvo durante semanas.
Tenía 16 años. Era su primer amor.
Cuando se separan ni siquiera puede respirar correctamente. Ver la cara de Chanmin tan cerca era algo que ni siquiera en su mente se daba el lujo de imaginar. Definitivamente no quiere alejarse, no quiere que el chico se vaya de su lado.
Pero eso estaba mal.
—Jeon Youngheen, te amo... Por favor no tengas miedo...
Y cayó. Chanmin lo hizo caer por completo.
• • •
Es empujado contra la pared una vez más. Le duele la cabeza y el brazo porque es ahí donde ha recibido la mayoría de los golpes. No es capaz de contestar. Simplemente se queda allí recibiendo todo el castigo. Sabía que aquello sucedería, así que solo le tocaba esperar a que su padre se detuviera. Ya habían descubierto todo, no podía seguir ocultando su amor por Chanmin.
Quizá así era mejor.
—Soy tu padre —decía el hombre golpe tras golpe—, y si te digo que te alejes de ese marica de mierda lo harás, Youngheen.
Pero no quería alejarse, no cuando ya le había dado todo. Su primer beso, su primera vez, sus primeros sentimientos verdaderos. No podía alejarse de Chanmin ahora, si lo hacía no sabía si podría recuperarse del corazón roto que dejaría tras de sí. El pelirrojo era su todo. Lo amaba, lo amaba más que a la vida misma.
— Por favor —le susurra a su padre rogando—... Yo lo amo...
Le dan una bofetada. Luego otra. La piel le quema y los ojos le lloran. ¿Acaso no había sido lo bastante cuidadoso? No contaba con que uno de los chicos de la iglesia los siguiera hasta la casa de Chanmin y viese todo lo que hacían para luego decirle a la familia de ambos. Ahora la verdad se había descubierto. Ya no podían esconderse por más que quisieran.
— Tu no estas bien, Youngheen —siguió su padre y lo tomo del brazo—. Yo te voy a enderezar, yo y el poder de Dios.
Pero se suelta del agarre del hombre empujándolo para luego salir corriendo por la puerta. Si ya no podía contar con sus padres se iría con quien le amaba sin importar nada. Quizá no le volverían a hablar nunca más, pero con tal de ser feliz junto al amor de su vida iba a enfrentar todos los riesgos.
Corrió durante media hora hasta que llegó a la casa del pelirrojo. Esperó detrás de un arbusto que los padres de este se fueran para tocar la puerta y una vez que Chanmin contesto se abalanzo de inmediato a abrazarlo mientras las lagrimas se deslizaban por sus ojos como cascadas desenfrenadas.
— ¡Escapemos! —Gritaba a todo pulmón incapaz de controlarse— ¡Escapemos juntos, Chanmin! ¡Dejemos todo esto atrás, por favor!
Pero el chico le toma de los brazos y lo aleja con una mirada sombría cubriendole el rostro. Es ahí, justo ahí donde lo pierde todo sin aviso alguno.
— Vete de aquí, Youngheen. Haz provocado mucho problemas.
Duele. Todo duele mucho.
No lo entiende. Estaba allí porque lucharía contra quien sea por su por Chanmin. ¿Dónde se había equivocado, acaso no lo había dado todo? Parecía una cruel broma del destino después de todo lo que había soportado.
— ¿Qué..? ¿Por qué..?
Pero Chanmin ya no es su Chanmin. Lo nota en su mirada y en su tono de voz.
— ¿Qué? ¿Pensaste que seguiría contigo si todo se sabía? No seas idiota. No dejaré que mi vida se arruine por esto. Fuiste un buen polvo, pero nada más.
El corazón se le triza de a poco y le duele más que los golpes que recibió anteriormente porque se esparce a todo su cuerpo y siente hasta el alma pesada. ¿Chanmin le mintió durante todo este tiempo?
— Dijiste que me amabas —susurra y las lagrimas se detienen porque esta en shock—... Tu dijiste...
El pelirrojo suelta una risa burlona.
— Por favor, vete. Soluciona tus conflictos tú solo, yo ya tengo los míos.
Y la puerta es cerrada frente a su cara terminando así la historia de su primer amor. Tuvo todo en sus manos y luego se lo quitaron. Creyó en alguien que no fue sincero y ahora estaba pagando el precio. Finalmente su padre siempre tuvo razón, todo fue un maldito juego para hacerle pecar. Chanmin solo era un demonio asqueroso. Nada más que eso.
Una vez que Jeon Youngheen deja la casa del pelirrojo tras de sí, éste último toma su teléfono para llamar mientras ve como el chico se aleja a pasos lentos. Toda historia tiene dos caras. Toda historia tiene secretos.
Contestan en la otra línea y Chanmin dice:
— Está hecho. Ahora cumpla con su parte del trato y no le toque ni un pelo, ¿entendió?
El padre de Youngheen contesta:
— No te le acerques nunca más o ya sabes quien lo pagará.
La llamada termina y Chanmin cae al piso para llorar. Una semana después su padres lo mandarían fuera del país y jamás volvería a ver a Youngheen y en lo que éste se terminó convirtiendo después de lo sucedido.
Mientras tanto Youngheen vuelve a casa donde su padre lo encerró durante tres días en un armario sin comida ni agua con solo una biblia y un crucifijo haciéndole compañía. Ese fue el momento en que se perdió a si mismo, lleno de odio y rencor porque se enamoró y le rompieron el corazón. Aquella tortura solo le sirvió para prometerse a sí mismo que nunca más viviría lo mismo y tampoco dejaría que otros fueran engañados de esa manera.
Se convirtió en un monstruo y su veneno fue el odio.
• • •
Vio como su hijo comenzaba a reaccionar. La sangre corría por la frente de este mientras comenzaba a levantarse. No pensó que despertaría después de haberlo arrollado con el auto, pero allí estaba. Aferrándose a la vida aún.
El señor Jeon estaba cabreado.
— Haz despertado —dice—. De verdad me sorprende, Yoongi.
El nombrado le mira. A pesar de que esta herido aún sus ojos se muestran sin miedo y eso era lo que más le molestaba. Yoongi siempre fue el tipo de chico que no podía controlar. El tipo de persona que no se dejaba manipular.
— ¿Qué? ¿Ahora estás intentando matarme de verdad? —el chico no puede evitar toser, pero sigue hablando— Puedes hacerme lo que quieras, eso no va a calmar tu alma podrida, padre.
Cuando dejó Yoongi en las afueras de la ciudad pensó que ese problema se había solucionado. No intentó convencerlo de nada, porque esa era la misma mirada que tenía ese día y que le hacia saber que en el fondo Yoongi no daría su brazo a torcer. Él estaba demasiado contaminado.
Y esos ojos le recordaban a los de Chanmin cuando le dijo que lo amaba y que no tuviese miedo.
Levanta la mano. Quiere golpearle. Quiere que deje de mirarle así. Quiere que se de por vencido. Pero cuando lo intenta hacer solo puede ver la cara de Chanmin ahí y no es capaz de moverse, ni siquiera puede respirar. No importa cuanto tiempo pueda pasar ni cuanto se esfuerce en borrar todo lo que sucedió durante esa época de su memoria. Su primer amor siempre volvía como las flores que desaparecían en invierno para luego florecer en primavera.
Pero el decidía odiar. Él decidía hacer daño porque le hicieron daño. Prefirió regodearse en el odio.
— No volveré a verte nunca más y vas a curarte —sentencia alejándose y dándole la espalda a su hijo—. No seguirás esparciendo tu enfermedad.
Metieron a Yoongi de nuevo al automóvil y comenzaron un recorrido de dos horas para llegar casi a la entrada de las montañas que rodeaban la ciudad. Allí había una iglesia que no muchos conocían, pero era un secreto a voces. Unas horas antes había llamado pidiendo que todo fuera bajo perfil una vez que llegasen al lugar. Nadie debía enterarse de quién era el chico a que estaba llevando. Le creyeron cuando dijo que se trataba de un sobrino lejano y eso basto. Era hora de deshacerse de su hijo, alejarlo para siempre de su vida y la de Jungkook, quien estaba siendo instruido para ser el chico perfecto y devoto.
Cuando se bajan del automóvil hay varias monjas y un Ministro esperándolos. Tienen una camisa de fuerza más una camilla lista para el traslado. Yoongi mira a todos lados confundido, mientras que el señor Jeon se adelanta para hablar con los anfitriones.
— Espero que puedan cuidarlo aquí —dice estirando su mano al Ministro—. Él está demasiado inestable, se ha golpeado la cabeza intentando que no lo trajéramos.
El hombre de la sotana toma la mano de Jeon y la estrecha.
— Nuestra terapia de conversión es la mejor que hay. Verá resultados de inmediato.
Yoongi abre los ojos y comienza a gritar mientras intenta zafarse del agarre al que es sometido. Es ahí cuando entre todos los presentes le colocan la camisa de fuerza y logran amarrarlo a la camilla, dejando que finalmente el señor Jeon se acerque a su lado para despedirse.
— Dios te perdonará, Yoongi —susurra cerca de la oreja de su hijo sin que nadie más pueda oír— . Él me perdonó a mi una vez.
Yoongi abre los ojos, pero por más que grita ya no puede hacer nada. Así es llevado a la parte interior de la iglesia y se pierde junto con el cerrar de las puertas.
El odio es algo oscuro y venenoso. Puedes elegir ser parte de él o romper el círculo vicioso al que te ata. Esa decisión es de cada persona en particular y nada, ni nadie, puede interferir en ello.
Jeon Youngheen tomó su decisión... Pero ahora le toca pagar por todo lo que ha hecho.
[ ⛪️ ]
Disclaimer: Este capítulo no es para simpatizar con el comportamiento del señor Jeon, sino para comprender de dónde viene, pero que a pesar de ello él siguió dentro del círculo vicioso de violencia al que después sometió a Jungkook y Jimin. Su pasado no borra el peso de sus decisiones.
Nota: A pedido del público Yoongi a resucitado como por vez número mil porque se cree gato. Muchas gracias por los mensajitos de apoyo que he estado recibiendo, los leo todos para que sepan. Un besito y nos vemos el domingo con el último capítulo jiji (quedan epílogos, don't worry).
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro