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029.

A veces le gustaba crear diversos escenarios en su mente que se alejaran lo más posible a su realidad general. Se dedicaba a inventar dimensiones en las que él era completamente libre de prejuicios y opresiones. Perdía el tiempo imaginándose a sí mismo teniendo una familia, muchos animales y una casa enorme donde todos se reunían. Las fantasías cambiaban, a veces se veía a si mismo en la figura de un médico respetado que disfrutaba ayudando a las personas, en otras ocasiones imaginaba que había sacado una maestría y enseñaba en una escuela pequeña por amor a los niños, o simplemente terminaba fantaseando que era el dueño de un pequeño negocio que llevaba una vida tranquila y sin mayores problemas. La única cosa que no cambiaba en todos esos sueños era que no estaba solo, sino que contaba con la compañía de la única persona que le aspiraba a querer un futuro mejor.

Jungkook quería estar con Jimin por siempre, por eso acepto los anillos sin dudarlo ni un poco.

El rubio ahora dormía plácidamente sobre la almohada que estaba a su lado y Jungkook se dedicaba a observar como el pecho de este subía y bajaba indicando que estaba profundamente entregado a algún sueño que su mente le había preparado para descansar. Le gustaba la forma en que las cejas de Jimin se relajaban mientras dormitaba, como si con solo eso todas las preocupaciones que le opacaban se fuesen sin dejar rastro. Allí, justo frente a sí mismo, estaba la parte de Jimin más frágil, la que no le mostraba al resto del mundo porque se rompería en mil pedazos si lo hiciera y esa era la parte que Jungkook deseaba proteger a toda costa. Quería ser el escudo de ese chico que dormía tranquilamente a su lado, aquel que no tuvo oportunidad de ser feliz ni siquiera durante la infancia.

A pesar de que dentro de sí se sentía pleno porque ahora podía estar al lado de la persona que amaba después de haber cometidos tantos errores que los llevaron a separarse, la tristeza y enojo no le dejaban en paz. Doyoung había muerto. El único amigo que había hecho durante su camino como ministro y que le había apoyado una vez que despertó de la pesadilla tóxica en la que se encontraba atrapado ya no estaba en este mundo y era culpa de nada más y nada menos que de su padre. Eran todos esos sentimientos combinados los que le mantenían despierto a esas horas de la noche después del largo día que había tenido. No se veía capaz de conciliar el sueño porque su alma no estaba tranquila. Sentía que cada minuto que pasaba era tiempo perdido dejando que su progenitor anduviera libre por las calles sin pagar por todos los crímenes que llevaba a su espalda y ya era tiempo para que todo terminase de una vez, Jungkook sabía que debía enfrentarlo.

Para eso debía llevar a cabo el plan que tenía en mente, pero no quería que Jimin fuese parte de él. 

A pesar de que había hablado, tanto con el rubio como con Seokjin, de lo que habían planeado con Doyoung se había guardado detalles bastante importantes de la operación, porque quería ambos chico se mantuviesen lo más alejados posible de su padre. Antes era capaz de subestimar al hombre y otorgarle el beneficio de la duda, pero ya no podía hacer semejante estupidez. El señor Jeon no dudaría ni un segundo en tomar la vida de ambos y por eso el único que se iba arriesgar sería el mismo, eso lo había decidido mucho antes siquiera de volver a encontrarse con Jimin y el hecho de que ahora hubiesen vuelto a estar juntos no cambiaba nada. 

Remediaría todo lo que hizo mal sin poner en peligro a nadie más. Debía ser el escudo de Jimin.

A pesar de que ya tenía en su poder una confesión del matón que ocupo su padre para no ensuciarse las manos, sabía que eso no sería suficiente para inculparlo de forma definitiva. Es por eso que debía conseguir una última prueba, una que fuese tan clara que cuando llamasen a la policía para entregarla nadie dudara de lo que decían. Además, debía ser lo más cuidadoso posible. Era una de las únicas oportunidades con las que contaba para detener a su padre, si no funcionaba el hombre sabría que iban tras él y de seguro ocultaría cualquier pedazo de evidencia que pudiesen usar a su favor. Cada paso debía ser pensado minuciosamente antes de darlo, porque cualquier falla podría significar si por fin los días oscuros en la ciudad terminarían o si simplemente todo seguiría el mismo orden tóxico de antes, dejando impune a un hombre que había llevado muchas vidas consigo.

Suelta un suspiro y vuelve a mirar la cara de Jimin. Le gustaría que todo fuese más fácil. Que pudiesen congelar ese momento y vivir en él para siempre. Pero las cosas no eran como las deseaba y por eso para mantener la paz de su chico debía terminar de una vez por todas con quien era la semilla de maldad que había estado atormentándolos durante todo este tiempo. Ya se lo había dicho a Jimin, haría cualquier cosa por mantener una sonrisa en sus labios aunque eso le costase su propia vida.

Recuerda cuando se subió al tren hacia cinco años. Los pies le pesaban tanto que parecía que estaban hechos de plomo y sentía que su pecho estaba tan apretado que apenas podía respirar. La mirada de su padre estuvo sobre él en todo momento, mientras que Jungkook solo era capaz de llorar mientras dejaba atrás todo lo que había vivido. No sabe como no se dio cuenta de la maldad en los ojos del hombre o de su tono lúgubre al mostrarle las supuestas fotos de Jimin con alguien más. Jamás podría dejar de reprocharse a sí mismo el hecho de que le dio la espalda a un maravilloso chico por quien termino siendo el monstruo más temible que haya conocido. A pesar de que la mayoría dice que la familia era lo único que te quedaba en épocas de tormenta, había aprendido de la manera más dura que tu propia familia podía hacerte daño y la sangre que compartían no era una excusa para seguir manteniendo los lazos que les unían.

Pero ya no podía seguir lamentándose. Las cosas ya habían pasado al igual que lo años. Ahora solo le quedaba reparar lo que había roto e intentar construir un nuevo futuro después. Con ese pensamiento besa la frente de Jimin suavemente cuidando no despertarlo y lo abraza por la cintura para cerrar los ojos e intentar dormir. Sabía que no merecía estar al lado de ese maravilloso chico, pero haría mérito toda su vida para tan solo poder admirarle y ver como se convertía en la persona maravillosa que siempre estuvo destinado a ser.

Apenas sus parpados comenzaban a cerrarse pudo sentir a lo lejos la vibración de un teléfono sobre la mesa de noche que estaba ubicada en el costado derecho de la cama y no puede evitar sentirse confundido. Lentamente giró su cuerpo y se dio cuenta que la pantalla del teléfono de Jimin estaba siendo iluminada con el nombre de Seokjin en ella. Quizá era miedo mezclado con un poco de preocupación debido a todo lo que había sucedido horas antes, pero de inmediato se sentó sobre la cama y contestó el aparato. Era de madrugada. Si Seokjin estaba llamando era porque algo importante había sucedido...

Y ciertamente no se equivocó con esa conjetura.

— ¿Seokjin? —susurra y al otro lado se puede escuchar la respiración entrecortada del nombrado.

— ¿Jungkook? —Pregunta el chico y el castaño puede sentir un poco de desesperación en su voz— ¿Dónde está Jimin? Debo hablar con él ahora mismo.

— Está durmiendo... ¿Estás bien? ¿Ha sucedido algo?

Puede sentir como el mayor traga saliva antes de contestar:

— Acabo de recibir una llamada del hospital... Taehyung ha despertado... Por fin lo ha hecho...

Y aquella frase solo podía significar una cosa. Un testigo había despertado de su coma.    




    • • • 


  


Toma un sorbo del tercer vaso de whiskey que se había servido esa noche mientras cierra los ojos debido al cansancio. El trago amargo viaja por su garganta quemando al pasar, pero poco importa. Necesitaba calmarse y por eso ahora ahogaba sus pensamientos con alcohol, aunque eso no evita que su mente reviviera por sí sola una y otra vez la conversación que había tenido con el Diácono de la iglesia durante la tarde.

Todo se estaba yendo a la mierda para el señor Jeon.

— Esto está fuera de control, Jeon. Primero tu hijo escapa y ahora ese estropajo de Doyoung ha escuchado nuestra conversación. Hemos sido descuidados, muy descuidados. Ya no podemos seguir así. ¡No podemos dejar que la iglesia se hunda por nuestros actos!

Las manos le tiemblan y solamente porque la rabia le consume cada vez que ve la cara de su hijo asomándose por su mente. Pensó que ya había terminado su odisea con Jungkook, pero desde que había vuelto a la ciudad todo lo que había construido para poder llevarlo por el buen camino se estaba desmoronando justo frente a sus ojos. Ni siquiera tenía una idea cercana de donde podría estar ahora, pero podía estar seguro de que habría vuelto al lado del sucio prostituto del que tanto le advirtió.

Park Jimin era una maldita piedra en su camino que se negaba a desaparecer.

— Ese niño sabe lo que hemos hecho, Jeon. Lo más probable es que le diga a tu hijo y después de eso no sé cuanto duraremos antes de que vengan por nosotros. ¿Acaso no te das cuenta?

— No sé preocupe, Diácono —contestó intentando mantener la poca calma que le quedaba—. Yo me encargaré de ello. Esto no es nada más que un contratiempo.

Y lo hizo. Fue el mismo quien le disparo a ese marica a lo lejos y luego se fue en su auto lo más rápido posible. Con eso estaba seguro de que el maldito no hablaría y por lo tanto la iglesia estaría segura... Eso era lo único que le importaba.

— ¿Y tu hijo? ¿Qué harás con él? No podemos dejarlo andar por las calles de la ciudad sin tener una idea de lo que sabe y lo que no.

Había evocado todas sus fuerzas en alejar a Jungkook de la vida que deseaba llevar. A veces creía que era una maldición. Primero Yoongi y luego Jungkook, quien en su momento parecía ser el hijo perfecto, pero finalmente siguió los mismos pasos de su hermano mayor. Había intentado salvar a ambos, pero tuvo que deshacerse de Yoongi una vez que vio que su alma ya estaba podrida y que solo traería vergüenza para el apellido Jeon.

Y ahora era el turno de Jungkook. Ya no podía perdonar las deshonras que les había traído a la familia.

— Yo me encargaré de él. No nos molestará más. Lo juro por Dios.

Para cumplir con sus palabras sabía que solo había una forma de hacerlo. Si ya no podía enderezar a Jungkook tendría que destruir todo lo que era y para eso debía quitarle para siempre a quien había comenzado toda esta locura. Si de algo estaba seguro era que si no fuese por eso el podría seguir teniendo a su perfecta familia y no tendría que estar llegando hasta estos extremos para arreglar los errores que su hijo iba cometiendo.

Mataría a Park Jimin con sus propias manos si era necesario.





  [ ⛪️ ]  

Nota: Ya estamos acercándonos al final y no puedo creerlo, ayyyy. Había pensado hacer un en vivo en instagram el día que suba el capítulo final y el epílogo, para comentar la historia y que me pregunten sus dudas porque igual entiendo que la trama ha estado bastante enredada. Hasta podría ser con otra autora, para hacerlo más entretenido jeje. No sé, díganme si les agrada la idea. Besooooosss.

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