013.
Cuando el señor Jeon entra a su hogar lo primero que ve es a su esposa dejando comida sobre la mesa y le sonríe a modo de saludo esperando divisar a su hijo, quien había sido invitado a una cena familiar, en algún lugar dentro de la habitación. Su mayor deseo era construir una relación mucho más cercana con el chico y aquella había sido la meta, al menos desde la llegada de Jungkook, para poder presumir a su hijo como el nuevo Ministro de la iglesia frente a la congregación y a la ciudad en general, pero no había podido cumplir aquello ya que no se encontraba nunca a solas con él, ni siquiera en ese momento donde parecía que aún no había llegado.
— ¿Dónde esta Jungkook? —Le pregunta de inmediato a su mujer y esta indica la escalera.
— Subió a lavarse las manos, no debe tardar.
Su esposa no termina de decir aquello antes de que el corazón le de un vuelco en 180 grados. Tan solo de la sorpresa se quedó quieto de inmediato mientras un oscuro sentimiento de que algo no iba bien le llenaba por completo.
¿Dónde estaba Jungkook?
Como buena hiena rastrera que era su alarma de peligro se había activado de inmediato al saber que su hijo se encontraba cerca de su despacho en el segundo piso donde habían demasiadas cosas que nunca debían ver la luz del día y que él mismo se había empeñado en esconder con esmero. El señor Jeon era desconfiado y tenía claro que cualquier movimiento en falso podría terminar por arruinar todo lo que había construido durante cinco años seguidos. Le había costado demasiado llegar hasta ese punto donde todo parecía marchar perfecto, por lo que no estaba dispuesto a retroceder en ello, menos ahora que era su propio hijo el Ministro de la iglesia...
Además, tenía perfectamente claro que ya estuvo a punto de perder a Jungkook gracias a un desviado, no dejaría que eso sucediera de nuevo mientras siguiera con vida.
Sin esperar mucho se dio media vuelta para ir directamente a subir las escaleras y así asegurarse de que nada hubiese sucedido, pero apenas pisa el escalón que marcaba la mitad del camino fue detenido por una voz familiar justo en la cima de la escalera.
— Es bueno verte, padre —saluda Jeon Jungkook mirándole desde arriba y con una sonrisa en el rostro.
Sintiéndose atrapado en el acto intentó mantener la compostura y devolverle la sonrisa a su hijo como si allí no ocurriese nada. Otra cosa que el señor Jeon hacía a la perfección era guardar las apariencias y mentir como si hubiese nacido para ello.
— También es bueno verte a ti, hijo —saludo de vuelta—. Estábamos esperando tu visita con ansías junto a tu madre.
Era divertida la escena porque más que padre e hijo parecía que allí solo habían dos desconocidos tratando de entablar una conversación.
— Lo siento si no he podido venir antes, he estado muy ocupado con la congregación y adaptándome a mi cargo —es ahí cuando Jungkook comienza a bajar la escalera quedando frente a frente con su padre—. Pero ahora ya estoy aquí y eso es lo importante.
Aunque el señor Jeon deseaba revisar su despacho para asegurarse que nadie hubiese entrado allí en el fondo sabía que sería demasiado obvio con su hijo plantado justo delante suyo, y si quedaba en evidencia aumentaría las posibilidades de que todos los secretos que guardaba esa habitación fuesen descubiertos. Solo le quedaba una opción y esa era hacer como si nada pasara.
— Entonces bajemos a comer —dice de la forma más cordial posible—, tu madre ya tiene listo todo.
Asintiendo ambos bajan las escaleras para dirigirse a la cocina. Mientras el señor Jeon pasa el brazo por los hombros de su hijo se dice a si mismo que esta siendo demasiado paranoico. Jungkook había tomado el camino que siempre habían pensado para él y cuando hace semanas atrás vio como trató al chico que tanto les trajo problemas hacia cinco años se dio cuenta de que ya todo había terminado. No importaba si Park Jimin volvía a aparecer, su hijo lo odiaba y eso le aseguraba que se mantendría lejos de él para siempre...
O eso pensaba.
Porque no se dio cuenta que debajo de la sotana Jungkook había escondido la carpeta de archivos que yacía en el interior de su escritorio.
• • •
— Esto es muy lindo, Jongdae. Jamás había venido a este lugar.
Jimin estaba anonadado ante el hermoso restaurante al que había sido invitado por su compañero de trabajo. El lugar era realmente sencillo, pero los detalles de la instalación que eran todos hechos de madera y el aura rustica que le rodeaba le hacían parecer un sitio perdido y exótico en medio la ciudad. Además, el hecho de que la iluminación fuera media y casi anaranjada hacía que todo el cuerpo de Jimin vibrase encantado.
— Me alegra que te guste —responde el más alto—, me parecía justo traerte ahora que por fin lo inauguraron.
Ambos se sonríen y luego pasan a tomar asiento a una de las mesas cercanas a la ventana. El ambiente es cálido, Jimin se deshace de su chaqueta y deja el bastón a un costado cuando Jongdae le ayuda a sentarse como todo un caballero. Hubo un momento en el que enserio pensó que le costaría mucho encontrar temas de conversación con él que no involucrasen el trabajo y eso le ponía bastante nervioso, pero con el paso del tiempo y mientras le hacían sus pedidos al camarero se dio cuenta de que si a alguien le sobraban tópicos para mantener una charla ese sería a Jongdae.
— Entonces, Jimin —le dice una vez que los platos que pidieron llegaron a su mesa—. ¿Puedo saber qué hice bien para que cambiases de opinión sobre salir conmigo?
La pregunta le avergonzaba un poco al recordar que había rechazado al hombre frente a él y luego, después de la conversación que mantuvo con Taehyung, cambió la idea y se dio a sí mismo una oportunidad para intentarlo. ¿Cómo podía explicarle aquello a Jongdae? Hola, me llamo Park Jimin y decidí salir contigo porque me di cuenta que ya era tiempo de olvidar a mi ex que ahora es Ministro de una iglesia y un homofobico de primera...
Ni siquiera en su cabeza sonaba como una buena respuesta.
— Es agradable pasar tiempo contigo —contesto en cambio—, supuse que me liberarías un poco del estrés del trabajo.
Termina la declaración con una sonrisa y Jongdae se la devuelve entusiasmado antes de tomar en una de las copas llenas de vino que se encontraban sobre la mesa y acercarla hacia Jimin.
— Entonces brindemos por ti y tu bella decisión de terminar con el estrés.
No puede evitar reírse con ello cuando chocan las copas en el aire. Era verdad que en aquel ambiente Jimin se sentía más relajado, pero tampoco podía mentirse a sí mismo. Muy en el fondo seguía triste, tan triste como lo había sido desde hacía dos semanas en que la decepción comenzó a carcomerle por dentro.se odiaba a sí mismo por no poder simplemente dejar el pasado atrás y seguir hacia adelante conociendo a Jongdae. Ni siquiera allí en esa hermosa cita preparada por su compañero de trabajo podía dejar de pensar en la única persona que alguna vez hizo latir su corazón a mil por hora y casi se atragantó con el vino cuando dirigió la vista hacia la ventana del local topándose con una silueta conocida a la perfección...
Jungkook.
— ¿Te encuentras bien, Jimin? —Le pregunta Jongdae preocupado mientras comienza a toser.
Cuando por fin recupera la calma y vuelve a fijar la vista en la ventana se da cuenta de que la silueta ya no está. De inmediato culpa a su cerebro por haberle jugado aquella mala pasada y cierra los ojos antes de contestar.
— Lo estoy... Lo estoy.
Mentía.
• • •
— ¿Esta bien, Ministro?
Los pensamientos de Jungkook fueron interrumpidos apenas escuchó la voz de Doyoung a un costado suyo. Había estado tan concentrado mirando hacia el púlpito de la iglesia que ni siquiera se dio cuenta que el chico estaba allí a su lado. Además, era viernes por la noche, suponía que como cualquier otro adolescente de su edad estaría haciendo otras cosa que no incumbiesen a la iglesia y que por eso podría disfrutar de unos momentos a solas en medio de la casa del Señor.
— Lo estoy, Doyoung —contesta con una sonrisa floja—. ¿Tú que haces aquí? Pensé que habías salido a despejarte un poco del trabajo que tenemos aquí.
El chico toma asiento junto a el y se queda mirando hacia el frente antes de contestar.
— No hay mucho que pueda hacer afuera, mi vida esta aquí... Mi familia es de otra ciudad, así que no cuento con invitaciones para cenar o algo parecido.
Jungkook se sorprende un poco al escuchar pequeño detalle sobre la vida de Doyoung ya que era la primera vez que compartía algo así con el. Por un segundo quiso indagar un poco más, pero pronto desistió de la idea. Si el chico deseaba compartir lo justo y necesario sobre su vida Jungkook no era quien para juzgar. Hasta podía jurar que no era otro sino el mismo quien tenía más secretos guardados sobre su persona.
Después de razonar aquello parecía que ninguno de los dos tenía ánimos de charlar porque Jungkook solo hizo un leve asentimiento ante la respuesta y luego ambos se asumieron en un silencio bastante notorio. Mientras que el castaño tenía mucho que pensar sobre lo que halló en el escritorio de su padre y que le venía carcomiendo la cabeza hace días, Doyoung también contaba con la mirada de un chico siendo sobrepasado por los problemas.
Y por eso Jungkook preguntó después de unos minutos:
— ¿Esta todo bien?
El chico miro hacia el piso como si estuviese avergonzado y Jungkook de inmediato pensó que algo había sucedido con él.
— No quiero molestarlo con mis problemas —aclara de inmediato—, sé que usted también tiene los suyos y son mucho más importantes.
El castaño se había dado cuenta con el paso de los días desde su llegada que Doyoung era la especie de chico demasiado servicial con el resto del mundo, mientras que con el mismo parecía no darse tregua alguna. Aquella característica de su personalidad le hacía recordar bastante a cuando él mismo era un adolescente y también hacia memoria de lo que sucedía si mantenías durante muchos años aquel comportamiento.
— Sea lo que sea puedes decirme, Doyoung... Tu nunca me haz juzgado y yo no lo haré, ¿bien?
Quizá eso era lo que el chico necesitaba escuchar porque de inmediato le escuchó decir:
— He teñido reunión con los clérigos, ¿sabe? Me han dicho que no debería pasar tanto tiempo ayudandole... Y creo que sé por qué es...
Lo primero que vino a la mente de Jungkook con aquella respuesta era la duda de quién le había exigido aquello a Doyoung y lo segundo fue el cuestionamiento sobre si los eclesiásticos de la iglesia estarían al tanto de su pasado. A pesar de eso no dijo nada y en cambio dejó que Doyoung siguiera su relato.
— Ellos tienen miedo por lo que yo hice en el pasado... No quieren que nos llevemos bien porque no desean que usted tenga lastima de un descarrilado como yo...
Pudo notar como el chico comenzó a frotar sus manos con claro nerviosismo una contra la otra. Doyoung parecía estar muy afectado y la voz le temblaba un poco cada vez que intentaba armar las frases. Instintivamente Jungkook miró a todos lados y a pesar que no había nadie más que ellos en ese momento en la iglesia supo que el chico no se sentiría cómodo hablando con el allí.
Así que antes de que siguiera le propuso algo.
— ¿Demos un paseo? Caminar ayuda a enfocar las ideas.
Agradecido Doyoung asiente suavemente antes de que ambos se levantasen de la banca en la que se encontraban para caminar a paso lento hasta la puerta de emergencia ubicada a un costado de la iglesia y salieron por allí siendo cubiertos por la luz de la luna más las estrellas que se encontraban esparcidas en el firmamento.
Jungkook no había recorrido la ciudad en años, la última vez que lo hizo fue días antes de que tomase el tren que lo alejó de todo. Parecía que la mayoría de las cosas seguían igual aunque tan solo algunas habían cambiado, más que nada detalles, como los colores de los edificios o los diversos parques que ahora rodeaban el centro de la ciudad. En silencio admiro todo eso mientras esperaba que Doyoung estuviese listo para hablar y aquello ocurrió casi media hora después de muchos osos y cuando ya se habían perdido en medio del lugar.
— Usted siempre me precio diferente, desde el día en que llegó. No sabría decirle por qué, tan solo lo sentía... Por eso intenté que se sintiera cómodo de inmediato, sentía que era mi misión, ¿sabe? Pero ellos no lo ven así. Ellos creen que intentaré manipularlo solamente porque cometí un error en el pasado... Fui condenado por mi familia y aquí parece que siguen castigándome por ello a pesar de que he intentado enmendarlo a cada segundo...
Jungkook se detiene en una calle desierta donde varios locales están abiertos para servir la cena para quedarse mirando a Doyoung y las pequeñas lagrimas que salían por los ojos de este. En ese momento comprende que aquel dolor que llevaba el chico en su interior era profundo y desgarrador, casi tanto como el mismo escondía del mundo entero.
Así que lo comprendió antes de que lo dijera.
— Yo también me enamoré de un chico, Ministro.
Y no sabe que fue peor, si el hecho de que Doyoung le hubiese confesado aquello, o el hecho de que sin saber cómo el chico estuviese al tanto de su secreto más escondido, o quizá sólo era el hecho de que justo en ese instante su mirada se va hacia uno de los ventanales de los restaurantes que tenían alrededor y es testigo de un sonriente Park Jimin en todo su esplendor siendo acompañado por un hombre desconocido.
Allí se dio cuenta.
Doyoung estaba equivocado.
El no se enamoró de un chico. El estaba enamorado de un chico.
[ ⛪️ ]
Nota: ¿Alguien quiere maratón el sábado?
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