004.
— No nos podemos hacer cargo lo que ustedes nos piden. La iglesia no tiene nada que ver en eso.
Había estado más de dos horas sentado en una maldiga silla con la pierna doliendole y escuchando lo mismo una y otra vez. Normalmente siempre era reconocido por su carácter bastante apacible y su forma calmada de llevar las cosas, pero en ese minuto ya todo le parecía una broma de mal gusto. Su paciencia había quedado muy lejos hacia horas atrás.
— ¿Me están diciendo que ni siquiera pueden hablar en su congregación sobre diversos crímenes de odio cometidos en nombre de Dios solo porque son en contra de homosexuales? —Suelta una risa melancólica mientras levanta una ceja increpando a quien habló antes que el— Pues esa doble moral cristiana me enferma.
Jimin estaba enojado.
Desde que entró a esa iglesia supo que las cosas no saldrían conforme lo esperado. Cuando Jin le estaba ayudando a bajar del auto en la entrada pudo distinguir a tres hombres mirándolos de pies a cabeza desde la puerta principal. Quizá esa fue su señal para no intentar hablar con personas tan cerradas de mente y tan solo concentrarse en su trabajo, pero de todas maneras entró con la frente bien en alto con alguna esperanza enterrada en su cerebro. No tardó mucho en darse cuenta de que de todas formas no funcionaría por más que le viniese con toda la predisposición.
— Eso es apoyar al movimiento homosexual y simplemente la iglesia no concuerda con su estilo de vida, al igual que nuestra congregación. Sería obligarles a tener una opinión que ellos no comparten.
Y ese era el meollo de todo el asunto. Según aquellos eclesiásticos el solo hecho de hablar sobre lo sucedido en medio de la misa significaría que están en la misma línea del movimiento homosexual, lo cual era una equivocación tremenda ya que solo se trataba de un poco de compasión para ayudar a que estas horribles tragedias terminasen de una vez. Jimin lo había planteado de todas las maneras posibles durante toda la reunión más parecía que no había forma de que accedieran a su idea.
— ¿Pueden dejar aquel maldito discurso de una vez y pensar en los chicos que ahora están graves en los hospitales devatiendose entre la vida y la muerte? —Ahora el que hablaba era Seokjin quien tenía la paciencia aún más agotada que Jimin— ¡Son solo niños!
Pero sin importar que su amigo hablase desde lo más profundo de su corazón los tres clérigos frente a ellos ni siquiera se inmutaron. Parecía que en vez de tener personas frente a ellos tan solo hablaban con estatuas que repetían el mismo mensaje una y otra vez, casi como máquinas que habían tragado un montón de argumentos sacados de la Biblia para responder a cualquier interrogativa.
— La iglesia no puede hacer nada en este asunto, por favor entiéndanlo.
Jimin estaba cansado, jodidamente cansado. No podía ni quería seguir escuchando las mismas palabras que simplemente le hacían sentir asqueado con aquella parte de la humanidad que se negaba a sentir un poco de empatía por otras personas solo porque su religión se lo prohibía y por ende no le quedaba otra opción que seguir su otro plan. El había ido hasta allí con toda la predisposición del mundo para solucionar esto de forma pacifica, tratando de crear conciencia en aquellos que parecían estar ajenos al tema. Pero como hablar definitivamente no funcionaba tendría que empezar a tomar otras medidas.
— Entonces es simple —inicia jugando con sus dedos sobre la mesa—. Intente que nos apoyaran en este asunto de la forma más humana posible, pero supongo que por más que profesan el amor al prójimo se olvidan de ello cuando son personas con orientaciones o identidades de género diferentes... Así que no me queda más remedio que pedir el comienzo conde una investigación policíaca sobre estos incidentes.
Apenas terminó de hablar los clérigos abrieron los ojos de par en par y Jimin sonrío satisfecho. Había captado su atención y es que sabía bastante bien que aquello era lo que menos deseaban esos hombres porque cualquier investigación policíaca podía llegar hasta la prensa de forma muy fácil y claro, ellos no podían quedar mal frente a la comunidad.
— ¡Ustedes están locos! —Exclama uno bastante alterado— ¡La iglesia no tiene nada que ver con esos ataques!
— Eso lo determinara la investigación —contesto Jimin seriamente—. Si es como ustedes dicen pues no deberían temer.
— ¡Tu no tienes idea lo que esto significaría, la iglesia se vería enormemente afectada!
— He intentado hablar con ustedes pero se niegan a dar su brazo a torcer y yo no dejaré que ningún otro chico salga lastimado.
Jimin pensó que eso era suficiente y le hizo un gesto a Seokjin para indicarle que ya era hora de irse. Su amigo se levantó de la mesa y luego el lo hizo por su cuenta apoyándose en el bastón que tenía a un costado de su asiento. Así daba por terminada aquella reunión tan tediosa que terminó siendo una completa perdida de tiempo.
— No sabes con las fuerzas que estas jugando, Park.
Alzó la mirada para fijarse en los hombres frente a él y sonrío de lado porque se equivocaban. El sabía con quien se estaba metiendo y también tenía claro que esta sería una batalla dura que de seguro le haría caerse una y otra vez, pero sin importar aquello no iba a dejar a su comunidad de lado. Ahora detrás de él había un montón de personas que confiaban en que el podría hacer algo para cambiar las cosas en esa ciudad y no tenía estipulado dentro de sus planes defraudarlos.
— Si lo sé y no tengo miedo.
Seokjin se adelanta y ya tiene la puerta abierta para cuando el esta listo para caminar. Jimin tan solo aparta la vista de los hombres y sale de allí con la cabeza tan en alto como la tenía cuando llego. Esto apenas empezaba y lo sabía perfectamente.
— Ojalá Dios salve tu alma, Park.
Click.
Fue como si le hubiesen dado un golpe directo en el cerebro que le trajo los recuerdos que mejor tenía guardados. Cerró los ojos unos segundos mientras las imágenes le inundaban de a poco logrando que su corazón sintiese un tornado de emociones que parecían no querer abandonar su cuerpo por más que lo intentase...
Bueno, Jimin sabía que las memorias que tenía de Jungkook jamás se irían.
• • •
– ¡Dios santo! –grita un chico sorprendido por el golpe que ha dado la botella que acaba de tirar contra las paredes de la iglesia. No pudo evitar fruncir el ceño.
A decir verdad Jimin se molestó aún más de lo que ya estaba gracias a la borrachear de ese día. El solo quería profanar la casa de de Dios en paz y ahora un mequetrefe había salido de la nada a interrumpirlo.
– Dios mis cojones –le responde aventando otra botella.
– ¿¡Qué crees que haces!? –grita Jungkook, porque sí, lo conoce aunque no se da cuenta hasta el otro día.
Se queda quieto y mira al chico castaño frente a él.
– Lanzando botellas, tarado –No puede evitar tambalearse un poco al terminar la frase aunque por suerte no cae al suelo.
– ¡Deja de hacerlo!, ¡respeta la casa de Dios!
Jimin se ríe con fuerza.
– ¿Dios?, ¿por qué debería respetar a quien me lo ha arrebatado todo?
– Llamaré a la policía –le amenaza Jungkook.
– Ya se –contesta con desgano– no soy idiota.
En medio de la noche las sirenas de la policía hicieron presencia unos segundos después. No podía quedarse allí mucho más, si lo encerraban de nuevo lo dejarían allí hasta quien sabe cuando y no tenía dinero para pagarse la fianza. Debía huir lo antes posible o simplemente sería hombre muerto.
– Mierda.
Se da media vuelta para irse corriendo pero Jungkook lo tomo del brazo.
– Suéltame –le dice.
– Debes quedarte hasta que la policía llegue y expliques que estabas tratando de hacer.
– Déjame en paz, imbécil.
Como pudo se soltó del agarre para correr en dirección opuesta lejos de aquel chico que siempre veía entrar a la iglesia con sus padres y con el que nunca había hablado hasta ese día.
– ¡Dios te está mirando! –Escuchó gritar a Jungkook y no pudo evitar quedarse quieto para luego mirar hacia atrás y responder.
– ¡Dios no existe!
• • •
Respirando a fondo se dio media vuelta igual que ese día pero esta vez para responderle al clérigo que le había hablado anteriormente.
— Lamento informales esto, pero Dios no existe.
Con eso se da vuelta para seguir su camino, Jimin cierra la puerta tras de ambos y con eso se separan de aquellos tres hombres. Lo que les había dicho no era otra cosa que la verdad de sus pensamientos que fueron afectados por la decepción de hacía cinco años. Hubo un momento en el que pensó en que Dios si existía gracias al amor que llego a sentir dentro suyo, pero ahora, después de todo lo que perdió prefería pensar que aquella figura nunca existió y es que...
¿Acaso una fuerza así no pudo haber evitado que el amor de su vida se alejase de el para siempre?
Cansado camino por los pasillos de esa iglesia que le traía tantos recuerdos. Habían pasado tantos años en los que ni siquiera se había atrevido a mirarla cuando pasaba frente a ella y ahora estaba caminando a través de sus instalaciones, donde los recuerdos parecían ser mucho más fuertes de lo que alguna vez imaginó.
— ¿Estas bien, Jimin? —La voz de Seokjin resuena en las paredes y capta su atención.
— Sí, Mamá Jin. Solo quiero salir de aquí.
— Esta bien, cariño. Ya nos iremos de este lugar espantoso.
Siguieron su camino hasta la salida. La luz de la luna los golpeó cuando ya pasaron las puertas de entrada. Ahora el cuerpo de Jimin se sentía un poco más relajado y lo único que deseaba era llegar pronto a la organización, terminar el papeleo que le faltaba y luego irse a casa de una vez a descansar porque el dolor de su pierna le estaba matando.
Seokjin caminó un poco más rápido para poder ir al auto y estacionarlo frente a Jimin procurando que este no se esforzará de más. Por su parte Jimin se quedo quieto justo frente a la iglesia, tenía que esperar apoyado en su bastón hasta que su amigo llegara y ni siquiera se quejó porque enserio estaba demasiado cansado como para caminar hasta la otra esquina donde habían estacionado el coche. Esta vez no sería un idiota y aceptaría toda la ayuda que le pudiesen dar.
Mientras seguía esperando tarareaba una canción que escuchó recientemente en la radio y no pudo evitar girar la cara para dar un último vistazo hacia la iglesia teniendo en su mente de nuevo el recuerdo que le había invadido cuando dejó la reunión. Aquel lugar seguía igual si no fuese por...
Y su corazón se detuvo.
Porque cuando estaba mirando hacia la enorme fortaleza que se erguía frente a el dirigió su vista hasta una ventana que daba al segundo piso del lugar donde había un chico sonriendo hacia una monja que le hablaba animadamente. La verdad era que una escena así no sorprendería a nadie, pero Jimin quedó catatónico por una simple razón y esa era que conocía aquella silueta que estaba de pie con un traje de sacerdote puesto.
— ¡¿Jungkook?! —Gritó llevándose ambas manos a la boca y sintiéndose mareado de repente.
No pasó más de diez segundos antes de que Jimin perdiera la consciencia.
[ ⛪️ ]
Nota: Maratón 2/3.
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