001.
Cuando el día terminaba y el cansancio le calaba los huesos se dispuso a sentarse sobre la banca de madera que quedaba justo frente al púlpito de la iglesia, su lugar favorito para tomar un descanso. Mientras caminaba hasta allí se fijo que ya no quedaba nadie alrededor, tan solo unas monjas que se dirigían al convento para irse a dormir. Se podía decir que aquella era su parte favorita del día, cuando el lugar estaba asumido en completo silencio y hasta podía escuchar sus pensamientos. Después de cinco años había comenzado a desarrollar cierta comodidad con la soledad ya que durante el período que duró su seminario siempre tuvo que estar en compañía de más personas aunque el no quisiese, ya fuese por sus guías, los demás sacerdotes, estudiantes o la gente de la congregación en general. Durante todo ese tiempo se había enfocado en ayudar al resto, pensar en el prójimo durante todo el día antes que en si mismo.
Ahora que ya era oficialmente un sacerdote ante los ojos de Dios se daba aquellos pequeños placeres.
Respiraba varias veces bajo la luz directa de la luna enfocándolo como un reflector. Le dolían las piernas al estar la mayor parte del tiempo de pie así que las estiró en silencio debajo de la sotana hasta que los huesos de sus rodillas sonaron. A decir verdad aquello se debía a la tensión que estaba sintiendo hace días, la misma que no le dejaba dormir por las noches y lo tenía hasta la madrugada sentado en la misma banca pensando. Muchas cosas cruzaban su mente como ideas fugaces y ninguna le dejaba tranquilo, quizá porque se trataban de heridas dentro de él que jamás sanaron o que evocaban la ira que había estado acumulando durante años.
Esa noche se parecía mucho a las anteriores aunque era la última que pasaría en esa iglesia. Por la mañana debía subirse a un tren que lo llevaría a su nueva congregación donde sería el Ministro a cargo. Era un puesto alto que se había ganado gracias al esfuerzo que puso durante el seminario y su llegada con la gente. Su sacerdote guía le decía que era una oportunidad que se les daba a muy pocos y que debía agradecer a Dios que se le hubieran concedido a el a pesar de que tenía 23 años solamente. Él lo aceptaba, sabía que no era algo que se podía tomar a la ligera y estaba bastante dispuesto a dar lo mejor de sí mismo para hacer sentir a todo el mundo orgulloso.
Pero Jungkook tenía miedo de volver a ese lugar.
− ¿Tan solo a estas horas, Jeon?
Aquella voz resuena por todo el lugar y Jungkook gira su cabeza para encontrarse con la silueta de su ministro guía acercándose hacia el. Soltó un suspiro, quizá quería estar solo pero el hombre llego en buen momento porque su mente estaba consumiéndose en pensamientos que le hacían sentir mal.
− Estaba disfrutando de la quietud de la iglesia por unos momentos −contesta−, el día es tan ajetreado aquí dentro que a veces necesito un respiro.
El hombre toma asiento a un lado suyo mientras mira al púlpito como Jungkook lo hacía minutos atrás.
− ¿Acaso hay algo que te tiene inquieto, chico?
Jungkook no sabía qué responder, o mejor dicho, no quería responder. Hacía días que su mente le estaba jugando malas pasadas y que el pecho se le llenaba de emociones que había reprimido durante los últimos cinco años. Parecía que se había colocado sobre los hombros un enorme peso que antes había dejado de lado ignorándolo. Deseaba estar más tranquilo y trataba de distraerse entregándose 100% a su trabajo como sacerdote pero ni siquiera eso era suficiente. Su cerebro seguía activo por la noche sin dejarlo descansar de aquellos pesados pensamientos.
− El viaje me tiene un poco preocupado, eso es todo.
El Ministro alza una ceja confundido.
− Deberías disfrutar de esta oportunidad. Hacerte cargo de una congregación entera a tu edad es un lujo que se le da a unos pocos, ya te lo he dicho.
− Lo sé, Ministro. Es por eso que me siento aquí a pensar, esperando hallar paz con nuestro Señor.
En eso no mentía. Cada vez que se sentaba frente al púlpito por las noches lo hacía con la esperanza de que aquella pesadez se fuera de su pecho pero no servía de mucho. Por más que rezara y le rogase a Dios que eliminase todo lo vivido anteriormente en su pasado todo seguía ahí ahogándole de a poco.
− ¿Acaso estas preocupado por lo que me contaste bajo secreto de confesión cuando llegaste aquí?
Jungkook se pone rígido apenas escucha lo que dice el Ministro. No pensó que el se acordaría de aquella confesión que hizo unas semanas después de que llegase a esa ciudad. Recordaba estar muy afectado por todo lo que había ocurrido con él y tan solo podía recriminarse como se decepcionó de si mismo por haberse alejado de la iglesia pensando que era lo correcto. Esa fue la primera vez que habló con alguien de todo lo que había sucedido, ni siquiera con sus padres intercambió palabras antes de subirse al tren. Se había encerrado en si mismo con toda la tristeza que acarreaba por dentro y aquella confesión había sido una cierta liberación para no envenenarse solo.
− Supongo que sí −suelta después de unos minutos−. Volveré al lugar donde todo ocurrió, ni siquiera yo pensé que eso sería posible.
Cuando le dieron la noticia hacía una semana Jungkook quedó literalmente en shock. Siempre pensó que cuando terminase el seminario le asignarían a alguna comunidad de una ciudad cercana o que se quedaría en esa iglesia hasta que sus servicios fuesen solicitados en otra. Por lo que no estaba listo para que su Sacerdote guía le dijera que se haría cargo de su antigua iglesia ya que el Ministro que estaba allí había fallecido hacía unos días y necesitaban un reemplazo con rapidez porque la congregación estaba teniendo problemas con movimientos liberales que buscaban sacarlos del mapa. Quiso negarse pero cuando escuchó que se trataba de un asunto de suma urgencia no pudo hacerlo y menos por la organización en concreto que estaba en contra de la iglesia.
− ¿Sabes? −Dice el Ministro un tanto ido−. Yo mismo te recomendé para el cargo. Me parecía bastante idóneo porque tu te criaste con esas personas, las conoces. Lo que ellos necesitan es un guía que les deje claro que Dios no se ha ido a ninguna parte y que debemos mantenernos unidos para combatir todos los demonios que se están apoderando de los que no son cristianos. Estoy seguro de que harás un gran trabajo en eso, Jungkook.
− ¿De verdad lo cree?
− Claro que sí. Además tu mismo viviste la tentación del diablo y lograste salvar tu alma. Puedes usar eso para encaminar a tu rebaño que ahora esta siendo acosado por esas asquerosas instituciones homosexuales.
Jungkook había escuchado de los disturbios que se habían generado frente a la iglesia donde un grupo de activistas LGTBQ+ se sentaron en la calle para pedir que cerrasen la iglesia por supuestos crímenes de odio que habían provocado miembros de esta. Le parecía insólito al igual que al resto de la comunidad y se notaba a leguas que tan solo buscaban llamar la atención.
− Es una aberración −Concluye con voz apagada.
− Lo es, por eso nuestros hermanos necesitan de ti, para que los guíes en este camino que cada vez se dificulta más.
− Sí, Ministro.
Otra vez el silencio se instaura entre ambos mientras la mente de Jungkook comienza a viajar por sus propios recuerdos. Todo lo que había sucedido hace cinco años parecía estar tan vivo como el primer día dejándole el pecho frío, como si de un enorme hielo atravesando su corazón se tratara. Las primeras noches qué pasó allí fueron así, no paraba de llorar y lamentarse, tan solo meses después logró controlarlo al ser reemplazado con una enorme ira hacia alguien en particular.
− Ten claro, Jungkook. Que Dios te ha perdonado por tus pecados y haz salvado tu cuerpo a través de lo que haz echo por la comunidad durante tu seminario. Puedes estar seguro que esto no hará otra cosa que incrementar tu fé.
− Lo sé, lo sé.
Pero por más que el Ministro tratase de tranquilizarlo el miedo seguía ahí carcomiéndole por dentro. No podía dejar de pensar, dejar de recordar. Era horrible y en ese momento deseaba ir a cualquier iglesia menos a la de su antigua ciudad.
− Dios siempre pone pruebas en nuestro camino para medir nuestra fe. Toma esto como una prueba que tienes que pasar para así darte cuenta de que estás 100% curado de todo mal.
Cuando llegó a su nueva comunidad lo habían tratado así, como un enfermo que necesitaba con urgente un tratamiento basado en la fe. Al principio Jungkook se molestaba en sobre manera porque más que estar enfermo estaba dolido y roto, necesitaba algún tipo de consuelo y no que le dijeran que estaba sufriendo de algo más allá. Pero luego de unos meses logró entender a través de las escrituras que si lo estaba, un demonio le había contagiado de ello para alejarlo de la iglesia para siempre.
Por suerte reaccionó a tiempo.
− Voy a hacerme cargo de lo que Dios tiene para mí −susurra hacia el Ministro−, el me salvó y si esto es lo que quiere que haga con mi vida voy a aceptarlo.
− Me alegra, Jeon. Me alegra. Entonces, deberías irte a dormir o mañana estarás muy cansado para realizar el viaje.
− Claro, ahora mismo me iré a mi habitación.
Ambos se despiden y Jungkook comienza a alejarse ha paso lento hacia su cama para dormir. Muchas veces había echo esa ruta, pero era la primera vez en que sentía que no estaba dispuesto a dejar su rutina. A pesar de la conversación con el Ministro nada había cambiado dentro de el. Miedo, enojo, desesperación, todo seguía ahí y su corazón le rogaba que no volviese a ese lugar donde le habían echo sufrir de la peor manera posible.
Hacia cinco años, cuando Jungkook se subió al tren, se prometió a sí mismo olvidar todo lo sucedido. Buscar un nuevo motivo para su vida y dedicarse a eso con todo su ser mientras intenta dejar atrás todo lo vivido durante los últimos meses de su vida. Al principio, después de los llantos, pudo lograrlo. Casi olvidó por completo lo había sucedido ya que estaba demasiados abocado a su seminario, no le quedaba tiempo para pensar en algo más. Pero ahora que todo había vuelto creía que no sería capaz de soportarlo, Jungkook jamás sanó aquellas heridas, solo se dedicó a tapar la tristeza que se había llevado en el corazón con odio. Odio por haber confiado, odio por haber amado, odio porque lo rompieron por completo, odio porque jugaron con el.
Antes de recostarse en la cama se puso de rodillas, junto sus manos y comenzó a rezar. Dijo las plegarias de siempre, pero además comenzó a pedirle a Dios que lograse tranquilizarlo antes de hacer el viaje mañana. Que le diese fuerza para mantenerse firme frente a lo que tuviese que enfrentar. Que le diese la inteligencia suficiente para guiar a la comunidad que le habían asignado. Y por último, la petición más importante...
No volver a ver nunca a Park Jimin.
[ ⛪️ ]
Nota: Esto será un poco pesado de mi parte, quizá. Pero se me hace importante escribirlo gracias a los comentarios que ha recibido la historia por su final y todo. Que quede claro que esto no va a las niñas que me dijeron que no les gustó el final porque JM y JK no se quedaron juntos, a ustedes las entiendo, cuantas veces no me ha pasado a mi con otras ffs. Me refiero a los comentarios (hasta mensajes) donde denigran la historia porque dicen que el final fue demasiado falso, que JK debió haber dudado de lo que decía su padre, que es mi peor historia y la escribí pésimo, blah, blah, blah.
Primero, escribí a un JK que fue criado toda su vida en una iglesia, 17 años exactamente, se me hace mucho más difícil poner que se entrega tan fácilmente hacia su amor por JM que poner que duda de el. Segundo, si se fijan bien JK hasta el día de hoy no sabe que su padre miente y está detrás de tantas confabulaciones, el solo sabe que lo golpeó por verlo con un chico, nada más, ósea si le muestran fotos de JM con otro tipo y le llega el puto mensaje del teléfono de este, ¿a quien le va creer? Eso es lo obvio, sufre de el síndrome de la mujer golpeada con su padre pensando en ese minuto que todo lo que hizo "lo hizo por mi bien" y así reaccionaria la gente porque créanme que a cualquiera nos cuesta menos dudar de los demás que confiar plenamente. Tercero, Tentación es una historia con trama que vas mucho más allá, con cosas que siguen pasando (sí, porque aunque leamos ffs con temática homosexual aún existe la discriminación) y la escribo lo más pegado a la realidad posible, además que le puse vivencias de mis amigos, creo que por eso le tengo tanto cariño. Cuarto, si no les gustó no la lean, el hecho de que me exijan que escriba mejor conforme a lo que ustedes desean me hace sentir mal y no lo haré, prefiero escribir lo que yo deseo y si alguien lo disfruta seré la más feliz, no estoy dispuesta a cambiar para darle el gusto a algunos pocos.
Eso es todo, cualquier duda de la historia pueden preguntarme vía interno. Gracias a los que respetan mi forma de escribir, ustedes son todo, los amo 💕.
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