001
❝Nuestro amor no puede ser, nuestro amor es un pecado…❞
[ ꗃ pecado ♡ ]
—Que Jeová Dios los acompañe, hermanos— fueron las últimas palabras que dijo el padre, dado que la misa del domingo había concluido.
Jungkook luego de hacer una leve inclinación, metió una de sus manos al bolsillo de su pantalón, en busca de algo de dinero, puesto que en un segundo pasarían a recoger el diezmo. El joven pelinegro empezó a tararear una de las canciones cristianas que habían sonado y mientras cerraba sus ojos.
—La verdadera paz la tiene aquél que ya conoce a Jesús. Un sentimiento más hermoso que viene de nuestro señor: el-
—El amor~, es de aquél que ya conoce a Jesús.
Su canción fue interrumpida y terminada, por nada más y nada menos que Jimin: su mejor amigo. Con una sonrisa en su rostro, este estiró un plato frente suyo, para que en el colocase con lo que quisiera/pudiese apoyar a la iglesia.
—¿Por qué te fuiste a mitad de la misa? —inquirió, siguiéndolo.
—Uno de los cables de los bafles se dañó, por lo que fui a buscar el repuesto —murmuró Jimin, mientras seguía pasando por las demás personas.
—Oh, ya veo; con razón el padre Gunjoo dijo que surgieron problemas técnicos.
—Sí —respondió, parando su andar, ya que había terminado con su tarea—. Oye, Kook, ¿por qué no me habías dicho que te ibas a casar?
Y es que de por casualidad había escuchado por parte de la señora Shin —la cual es la suegra de Jungkook—, que la pedida de mano de su hija había sido esplendida, y no había que ser un genio para saber quien era el ahora prometido de Ryujin.
Elevando una mano a su cabeza para rascarla, sintió como sus mejillas se calentaban por ser descubierto.
No era su intención ocultar aquella información, pero sin duda alguna, no estaba en sus planes comprometerse por ahora, más sin embargo cuando ayer sus padres lo habían tomado casi de improviso, diciéndole que ya era hora que formase su familia —pese a sus intentos de negarse e inventar más de una excusa—, nada sirvió para seguir posponiendo lo “inminente”. Una vez se vio contra la espada y la pared, no tuvo más que la noche anterior en medio de la cena que estaba programada en casa de los Shin —junto con su familia—, pedir la mano de la cual era su novia por más de un año.
En su defensa, él estaba apuntó de contarle aquellos acontecimientos a Jimin, solo que el azabache se había adelantado…
—¿Y bien? —volvió a cuestionar su mejor amigo.
—Nada fue planeado, pero papá y mamá volvieron a insistir con el tema, y no tuve otra alternativa.
Dejando el plato con el diezmo a un lado, llevo la punta de sus dedos al puente de su nariz.
—Claro que sí había y hay otra alternativa, Kook; si no quieres, si no te sientes seguro de dar ese paso, no lo des.
—Pero yo la quiero.
—El matrimonio es mucho más que “querer a una persona”, tienes que amarla, no dudar de ese sentimiento y del paso que darás. Recuerda que es una unión sagrada.
Él lo sabía. Jungkook tiene más que claro lo que significa aquel acto, más sin embargo, cree no conocer esa clase de amor.
—Hijo, ¿por qué no te quedas junto con Ryujin, para que puedan hablar sobre su matrimonio con el padre?
Fue sacado de sus pensamientos, solo cuando la voz de su progenitora irrumpió en ella, viendo al lado de esta estaba su prometida, quien le miraba con una dulce sonrisa.
—Claro.
Y con un leve suspiro, Jimin de despidió del trío, para ir a adentro, siendo seguido por la mirada de Jungkook.
[ ꗃ pecado ♡ ]
Una vez Jeon y Shin se pusieron de acuerdo con el padre del con las fechas del curso que tomarían para que se pudiese llevar a cabo con la boda, Jungkook se encargó de llevar a su prometida a la puerta de su hogar, para devolverse a la iglesia.
Ya estando allí, se adentro —con el permiso de una monja— en busca de su mejor amigo, el cual vivía en una de las habitaciones que habían.
Estaba apunto de tocar y llamar a la puerta de Jimin, cuando vio como se encontraba medio abierta; y estaba apunto de cruzarla, cuando escuchó como este entre lágrimas oraba…
—Por favor, señor Dios, a-ayúdame. Guíame una vez más por el ca-camino del bien, Señor. Te-te… lo ruego. Amén.
Jungkook estaba helado. No sabía qué era lo que le ocurría a Jimin. Pero de lo que sí estaba seguro y comprobó una vez más, era que pagaría cualesquier costó, con tal de aliviar cual rastro de dolor y aspereza que atormentase a Park.
Alejándose de la pared que anteriormente se había recostado, tomó una bocanada de aire, para acercarse una vez más a dicha puerta y hablar:
—¿Jimin? ¿Estas ahí?
—S-sí. ¿Qué haces aquí?
Escuchó como el contrario respondió, luego de un minuto silencio.
—Escuché que llegó en donde la señora Kim, el nuevo sabor de helado, y venía por ti para que fuéramos por uno antes que se agotasen.
Aquello no era mentira, pues en los planes de Jungkook estaba ir con Jimin, luego de la misa por un helado; pero entonces surgió la platica con el Padre y el ir a dejar a su prometida en casa.
—No puedo ahora, Kook, debo terminar de preparar las clases que impartiré en el jardín-
—Mañana es festivo, por lo que lo que tienes el día entero para prepararte. —Y al no percibir respuesta alguna, preguntó—: ¿Puedo pasar, Jimin?
—Este…
—Voy a entrar. —Dicho esto, cruzó la puerta, para encontrarse con su mejor amigo sentado en forma de flor en su cama.
Jimin podría estar ya casi cerca de los 25, más sin embargo ahí no pudo más que recordar al pequeño infante que había conocido años atrás y el adolescente con el cual a compartido sus mejores momentos.
Tomando asiento a su lado, llevó una de sus manos al rostro del contrario, para acomodar un par de mechones que bloqueaban su conexión con los hermosos ojos azulados que portaba el contrario. De manera delicada su pulgar se deslizó por una de sus mejillas, hayando en esta, rastros de humedad.
Jimin ante tan sutil tacto, no hizo más que cerrar sus ojos, y abrazar más a su cuerpo a la almohada que estaba entre sus brazos.
Y es que podrían pasar años y nunca se acostumbraría al efecto que tenía su mejor amigo en él.
—¿Por qué llorabas? —inquirió el pelinegro.
Pará cualquier persona hubiese sido fácil mentir, diciendo que «no lo había echo», pero Park es distinto, Park sabe que las mentiras no son buenas, por ende, aunque no miente, no da la información completa:
—Estaba o-orando —respondió, pasando de manera rápida sus manos por cara, en afán de limpiar cualquier rastro de ello.
—Hmm… Bien.
Jungkook sabía que ello era cierto, y pese a querer saber más al respecto y al mismo tiempo todo, decide que esperara el momento en el que Jimin se sienta listo para compartírselo, después de todo, entre ellos nunca ha habido secretos…
[ ꗃ pecado ♡ ]
La noche ya estaba cayendo, y luego de que el par de amigos hayan tomado un helado, habían decidido ir a dar una vuelta por el parque. A ellos les gustaba estaba esto: pasar tiempo juntos y dejar el resto y a los demás para después.
Jungkook atesoraba estos momentos en demasía, pero no a comparación a como lo hacía Jimin, pues el azabache sabía que solo era cuestión de tiempo, para que ello llegase a su fin. Decir que le causaba temor y tristeza, era poco, por ende, aunque trató de alejar aquel pensamiento deprimente y concentrarse en con quien platicaba ahora, su rostro no hizo más que reflejar sus sentimientos.
Y Jungkook, Jungkook no pudo evitar ser consciente de él y que este le afectase.
—¿Sucede algo?
Jimin salió de sus pensamientos, sólo cuando el tacto de la mano contraria, tomó la suya —que se encontraba en su regazo— con delicadeza.
—N-no —murmuró, agachado su mirada a sus manos.
Quería responder a ese toque. Quería entrelazar sus dedos con los del pelinegro. Quería tomar su mano y no soltarla nunca.
Pero no podía, porque aquello estaba mal.
Sentir que anhelaba algo que no debía, le hacía crear constantemente una frustración consigo mismo.
Jungkook a ver la actitud de su amigo, tomándolo de manera delicada del mentón, le alzó el rostro para verle, encontrándose con la mirada de Jimin cristalizada.
—¿Sabes que puedes confiar en mí para lo que sea? ¿Cierto? —cuestionó, viéndolo luego asentir—. Entonces dime qué sucede, para poder ayudarte.
—No-no puedes ayudarme —respondió por medio de un sollozo.
—Dime que pasa, sé que puedo hacer algo; anda, dime —insistió algo ya desesperado, ante sus ojos vio como sus mejillas eran empañada.
Jimin ante la actitud de Jungkook, no hizo más que negar efusivamente con su cabeza.
—Dime por favor qué es lo que tanto te atormenta. —De manera desesperada tomó con ambas manos el rostro del azabache.
Y mientras Jimin miró de manera fijada a los ojos de Jeon, llegó a la conclusión de que si quería parar todos estos sentimientos y aspirar sus pecados, debía poner distancia ahora, antes de que fuese demasiado tarde.
—Cre-creo que nos deberíamos dejar de ver por un tiempo.
Aquello tomó por sorpresa a Jungkook, y estando en shock alejó sus manos de él, poniéndose de pie.
—¿Esto es una broma? —Pasó su mano derecha por su cara, para tomar un gran bocanada de aire, y volver a mirar al contrario que se había vuelto un mar de lágrimas—. Jimin, ¿qué sucede? —volvió a preguntar, para después sentarse nuevamente—. Dime, Jimin, habla conmigo.
—No puedo —volvió a negar entre lágrimas.
Jungkook se sentía desesperado, por lo tomó el rostro de Jimin para alzarlo y que así le mirase. Necesitaba que se lo dijera todo a la vez que conectaran los ojos, pues solo ahí es que podría saber si el castaño le estaba hablando con la verdad. Sus intenciones eran verle para poder llegar a comprender la situación, pero entonces cuando aquello sucedió, no supo descifrar ese sentimiento extraño que una vez más hizo aparición, luego de hace unos cuantos días, esta vez se sentía más fuerte, más doloroso, al punto que se apoderó de su ser y le hizo actuar sin pensar.
Nadie supo, nadie vio el momento exacto en el que arrojaron todo a un rincón.
Nadie fue testigo en aquel instante en el que solo era Jungkook siendo esclavo y fiel a su sentir. Nadie fue testigo de cuando solo era Jimin dejando a flote sus dedeos reprimidos, al momento que decidió coresponder al beso de su mejor amigo.
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