CAPÍTULO 8
Logan.
—Bienvenido amo, hemos preparado su alcoba y el licor para los treinta y siete, el personal se encargará de atenderlos.
—No quiero visitas indeseadas, no estoy de humor para formalidades.
—Nos mantendremos al margen de su visita, no se les dirá a los huéspedes que usted está aquí, ni siquiera a los clientes más frecuentes.
—Infórmales a los empleados, que ni mis kray están a su servicio.
—No tiene de que preocuparse, las jaulas de peleas clandestinas están llenas esta noche, la mayoría de visitantes disfrutan el espectáculo en los sótanos— toma mis botas y me las remplaza secando mis muslos con toallas calientes —Puedo conseguirle su asiento para verlas desde el palco.
—Quizá más tarde.
Veo el número treinta y siete en la placa dorada colgada en la pared de la taberna irlandesa de nuestra casa de compañía en Irlanda. El humo de la hierba recién quemada sube por el bar, tengo dos botellas de whisky escocés sobre mi mesa y dos paquetes de anfetamina cortada por mis kray.
Reviso las fotos que me envío mi vigilante, en la pantalla se ve una pasarela en Italia, Paulina sale en todas la fotos posando para las cámaras representando a su agencia.
El mesero pelirrojo sirve dos tarros de cerveza irlandesa y los desliza sobre el la barra. Contraté a un grupo de buenas bailarinas para entretenimiento de la noche, pero sin luces león, mi vista nunca será la misma, estos ojos de porquería nunca se compararán a los que me arrancó el lobo.
Me veo en el espejo y las quemaduras de la mitad de mi cara se burla de mi apariencia, puede que haya recuperado la vista por medio de cirugía, pero mi maldito hijo se llevó mi perfección Roe el tiempo que me torturó.
Pero le regresé el favor en Dinamarca.
Veo glúteos redondeados bailar frente a mí, esas mujeres atienden a cada empresario dentro de esta taberna, pero tienen atención especial para mí, tocan mis hombros y hasta le dan una calada a mi cigarrillo cuando me besan los pies.
Si tienen miedo de mi apariencia lo aguantan con tal de recibir mi maldito dinero, soy muy observador, el lugar está lleno cercas alrededor del escenario como si un cantante local se fuera a presentar.
—La herida ya quedó cerrada amo, afortunadamente el arma no toco el hueso— me informa un kray quitando la aguja ensangrentada de mi nuca cuando tengo a una bailarina removiéndose en mi rodilla gimoteando.
—¿Quién te lastimó brutalmente? — pregunta la bailarina tratando de tocar mi nuca.
—Un adicto enojado.
—¿Por qué está enojado?
Sonrío de lado metiendo mi mano entre sus piernas palpando la humedad de su sexo. — Porque no le han dado su dosis semanal de droga, pero yo mismo me encargaré de ayudarlo.
—Si me pagas bien yo puedo ayudarte, puedo trabajar como distribuidora de droga— se cotonea sobre mi miembro y es otra de las cosas por las que debería matar al lobo, la falla de actividad de mi miembro me sigue jodiendo.
Ya no se levanta como antes, las chupadas ya no son suficientes para satisfacerme, pero si no se pone erecto no cojo.
—No hace falta, ya tengo a una mujer latina que va a llevarlo a donde yo quiero.
Se prende a mi boca con ansias y me abstengo de clavarla contra la mesa para unos pocos minutos en los que mi pene no reaccionará, pero al menos podré meterle mano frente a los empresarios que hacen todo tipo de vulgaridades en la taberna con otras bailarinas.
—Escógeme a mí, las latinas no son confiables.
—No quiero que sea confiable, quiero que él tenga sentimientos por ella— me río dándole a fumar, acepta de buena gana y frota mi miembro.
—¿Y de qué te va a servir eso?
—El amor es el mal de todas las putas desgracias en esta vida, recuérdalo bien y no perderás el tiempo como mis hijos.
—Lo recordaré, pero vas a tener que repetírmelo mientras me follas.
Me encanta su descaro, la beso de nuevo, pero me da vueltas la cabeza unos minutos, palpo la herida aun sintiendo el escozor, ese maldito adicto hacker casi me mata, por la lluvia en la ciudad no puedo recordar si fue Bennett o el hacker del lobo el que me golpeó hasta dejarme inconsciente.
El adicto no pudo ser, es tan débil, el hombre que me atacó tenía fuerza en cada golpe y estaba mejor entrenado que los otros asesinos. Incluso por debajo del uniforme negro, se notaba su musculatura.
—Dina sigue en comunicación con nosotros, pero el lobo todavía no ha concretado una reunión privada de la organización de los treinta y siete— mi kray rellena mi vaso de cerveza.
—Me basta con saber que mi hijo cumple su palabra de estar unido a mí, esto es lo que estuve esperando por años.
—La muerte de la gacela fue la clave para que el lobo volviera— dice uno de los treinta y siete abriendo mi whisky.
—Que descanse en paz mi pobre hermana, siempre será recordada en mi casa— me signo como un religioso conteniendo mi sonrisa.
Habría dado mucho dinero para ver a la maldita Maya morirse. —Esperaba que peleara más esa noche del ataque.
—No quiero admitir que Rebecca trabaja bien, pero a veces le ciega tanto poder y no sabe enforcar su enojo, es demasiado impulsiva para trabajar conmigo, yo no comparto el mando con nadie.
—Lo harás con el lobo— otro obeso que fuma en una esquina me mira.
—Es un asunto diferente, tengo planes para mi hijo desde que era un niño, tener al lobo como nuestro aliado nos asegura la venta de anfetamina en Rusia y Dinamarca.
—Iré preparando los planes de distribución, ya la empezamos a empaquetar.
—Por primera vez, esa rusa mojigata me sirve de algo, nada me va a quitar el buen humor de hoy — beso a las dos rubias de mis piernas que saltan sobre mi regazo, pero me detengo cuando mi kray se remueve nervioso. —¿Qué te pasa imbécil? ¿No ves que estoy disfrutando?
—No quiero arruinar su noche amo, pero desde hace días queremos informaré lo que sucedió en Londres.
Entrecierro los ojos leyendo su expresión. — Fue culpa de esa niñata ¿verdad?
—Algo similar, Alesha se largó.
Empujo a las bailarinas lejos de mi regazo y se caen de espaldas al suelo. — ¿Qué mierda dices imbécil? ¡Los muertos no se largan!
—Antes de encontrarnos con Dina en Irlanda, Alesha la mantuvo secuestrada en las jaulas, se escapó durante la subasta de Hilton & Roe por la entrada donde solía entrar Caterva, cuando los kray lo descubrieron ya habían pasado más de doce horas, la buscamos por toda la ciudad, pero no hay rastro de la maldita.
—¿Cómo mierda se escapa una mujer parapléjica? — le clavo los dedos en las sienes y lo empujo junto a la bailarina.
—No lo estaba amo.
—¡Imbécil! ¡Esa perra! — quiebro las botellas de whisky y las bailarinas gritan asustadas arrastrándose lejos de los vidrios —¡Nos vio la cara a todos por meses! ¿Cómo mierda nadie notó que sólo fingía?
—¿Cómo lo íbamos a saber amo? Pasaba horas en cama y frente al espejo, no se movía ni para comer o defecar, se quedaba estática en su propia suciedad hasta que Dina estuvo a su cargo— se excusan.
Aprieto los bordes de la mesa con el enojo nublándome la vista mientras las luces neón rojas rebotan por la taberna. Imagino a Alesha caminando después de meses, quiero romperle las piernas.
— ¡Tráeme a esa idiota rusa! ¡No soy parte de un circo que montó! ¡Me va a dar la cara por Alesha! ¿A dónde se pudo largar? A buscar a su padre seguramente.
—Buscamos a pelirrojas por los aeropuertos y carreteras, no hay rastro de ella, ninguna de las mujeres que encontramos tienen sus características, dinero no tiene, recursos y personal tampoco.
—Huyó como una maldita indigente— respiro hondo, pero ya no veo con claridad —Yo le arranqué a ese feto de su vientre que engendró conmigo, yo le quite la voz, la estrangulé con cadenas a mis pies, lamió la propia sangre de su hijo— los ojos de una de las bailarinas se abren más y más mientras confieso mis actos menos perversos.
—La seguiremos buscando amo, fuera y dentro de Londres.
—La maldita huyó a su padre, no sirve para más, ha vivido toda su vida de las migajas de atención que los hombres le hemos ofrecido junto con sus caprichos, donde esté Caterva, está Alesha.
—Caterva está con el lobo.
—Si no lo ha encontrado, ya lo hará, mátenla, quiero que cuando me hablen de ella me entreguen sus malditas entrañas, su cráneo, sus ojos, todo lo que esa perra nunca supo utilizar.
La bailarina se levanta reacomodando su falda y cubriendo sus senos, me mira con horror y me clava el dedo en el pecho. — ¿Cómo puedes mandar a matar a una mujer que iba a tener a tu hijo? ¿Qué clase de demonio eres? ¿Dónde está tu instinto paternal?
La tomo del cuello levantándola sobre la mesa, la otra bailarina grita mientras su compañera patalea sobre la madera enrojeciendo. —Puedes decir lo que quieras de mí, pero nadie puede dudar que he sido un buen padre, no permito que nadie lo dude.
—No tienes alma— jadea tosiendo.
—Se la vendí al diablo hace mucho tiempo, no me servía para nada.
—Ella iba a tener un hijo tuyo.
—Cielo— lamo su barbilla y se tensa —En la mafia, los Roe sólo tenemos hijos con la misma persona, no manchamos nuestra sangre con bastardos— le aclaro —Y la única mujer con la que me interesó concebir ya quedó enterrada en mi pasado.
—Pues no parece que seas un hombre que sepa amar a esa mujer.
—Ella tampoco es una santa— pego mi boca a su oído —Ambos nos encargamos de quemarle el alma a nuestro primogénito y la mejor parte fue que lo disfrutamos mejor que cualquier droga, así de enfermos estamos.
—Hablas como si aún tuvieras sentimientos por ella.
—¡Cállate! ¡De esa adicta no hables en mi presencia! — aprieto las manos más fuerte y termino su sufrimiento de moral dejando su cuerpo sin vida sobre la mesa. Me giro al personal y la fila de mis kray —¡No olviden que durante más de veinte malditos años el nombre de la ramera de Meredith Hilton fue prohibido en la organización de los treinta y siete! ¡Y hasta el día que me vaya al infierno seguirá así hijos de perra!
Sostengo la mirada de los obesos miembros de los treinta y siete mientras tomo mis porros y me encamino a mi alcoba. No voy a sobre pensar ese maldito día en Turquía que la adicta apareció después de tantos años.
Fue en la subasta de Hilton & Roe que pude verla de nuevo, por primera vez en años, mismos ojos, mismo cabello, los mismos rasgos que vi durante años en Bennett, verlo a él era ver a Meredith día y noche.
Pateo los muebles que hay dentro de mi alcoba quebrando las antigüedades costosas que compramos en cada casa de los treinta y siete. ¿Cómo se atrevió esa maldita adicta a volver después de tantos años? Saco mi móvil llamando a la mojigata rusa. —Amo, no esperaba su llamada en tan pocas horas— su voz suena nerviosa en la línea.
—Comunícame con mi hijo.
—El lobo no se ha presentado conmigo, parece que está con su familia.
—Hazlo que te digo niñata.
Escucho sus pasos como corren y su respiración agitada, salgo al balcón de mi habitación con vista al palco de la taberna, las luces neones se encienden al escenario que tiene las rejas.
La música cambia y veo dos telares colgando del techo y caen hasta el suelo, bajo mi celular cuando veo salir a una mujer con un antifaz puesto, desde el segundo piso veo como camina hasta los telares para enrollarse a ellos.
Con la fuerza de sus piernas va enrollándose en los telares de dos en dos hasta subir a la altura del techo. Los bombos suenan al ritmo en el que escala, abre los brazos a su alrededor sacudiendo las caderas, el acto es peligroso, pero se sostiene de la tela con los muslos.
Se suelta y todo su cuerpo cae en picada desenrollando los telares, cuando el piso se acerca mueve su rodilla y detiene la caída. —¿Quién esa esa? — le pregunto a mi kray sin apartar los ojos del espectáculo.
—La llamamos Artemisa, es la mejor atracción de la casa de los treinta y siete en Irlanda desde hace siete meses, es bailarina en danza y acrobacias aéreas en telares, en poco tiempo ya se convirtió en la favorita de los clientes.
Sonrío de lado cuando corre alrededor sosteniéndose con una mano mientras el mecanismo la alza. Tiene muslos delgados y tobillos finos como de bailarina. —La quiero en Londres, el espectáculo es bueno para la casa de los treinta y siete en Reino Unido.
—Buena elección amo, aunque hay un par de exigencias de la bailarina.
—Trabaja para la mafia, no tiene derecho a exigir algo.
—Es un asunto muy simple, Artemisa no habla y nunca se quita el antifaz.
Frunzo el entrecejo cuando termina el espectáculo inclinándose en agradecimiento a la ola de aplausos que levanta su acto. Sólo una mujer que baila así de bien puede dar un espectáculo que termine en ovaciones.
— Me la llevo a Londres.
—Es una mujer confiable, siempre está presente en las reuniones de máxima seguridad de la organización, pero se limita a dar el espectáculo, hasta el momento no tenemos problemas con ella.
La voz de Dina me saca de mi estupor por la bailarina, regreso el celular a mi oído, pero no pierdo de vista a Artemisa hasta que desaparece detrás de las rejas, su único acto es bailar, no satisfacer a nuestros clientes.
—¿Te has imaginado alguna vez a los mejores hombres Roe trabajando juntos hijo? — hablo cuando escucho a Alexander en la línea.
—¿Quién dijo que puedes llamarme?
—Quiero que matemos a Meredith— voy directo al punto —. He planeado ese momento por años, pero se había escondido como una mugrienta, salió por su hijo y debemos aprovechar la ventaja sobre ella en Dinamarca y su amistad con el ministro Aslan.
—No tengo tiempo para tus estupideces, es más importante la distribución de anfetamina en Londres.
—¿Por qué mierda siempre quieres hacer las cosas tan complicadas? Dije que la mataremos y si no te gustan mis planes, siempre puedes quedarte a mi espalda.
—No recuerdo haberte dado la orden de decidir.
—No me hables como si fuera tu perra.
Se ríe del otro lado. — ¿Y para qué otra cosa me sirves?
—Guarda el sarcasmo lobo, no soy como el resto de incompetentes que han trabajado para ti en los últimos años, nos reuniremos en un mes en Londres para armar la estrategia contra Meredith— utilizo mis estrategia internas —Te servirá de motivación saber que estaba muy interesada en adquirir tus hoteles en la subasta.
—Nadie será capaz de pagar ni la mitad de lo que Hilton & Roe vale, menos una adicta con una fortuna limitada.
—Erick Jones y su padre lo hicieron, estoy seguro que utilizaron la fortuna de la gacela — le recuerdo.
—No menciones a ese traidor en mi presencia.
Lo tengo comiendo de mi mano. — No confíes en nadie más que en tu propia familia hijo, y en lo que respecta a nuestra podrida familia, ni Jack, ni Bennett sirven, tu padre es tu único aliado, te veré en un mes.
〘 〙
Emma.
—No quiero comer— escucho la voz de Volkan y los intentos en vano de Cora en la mesa del desayuno —. Quiero hablar con mi padre, por favor Coraline.
Dejo a Camille junto a Raven cuando los gritos se hacen más fuertes. Antes que uno de nuestros sirvientes me cargue por el pasillo encuentro dos folletos de danza aérea en el suelo cerca del estudio privado de Cora.
Los recojo observando las imágenes de mujeres y hombres en enormes telas, el nombre de dos academias está subrayado con marcador rojo varias veces. Dejo el folleto sobre el mueble para leerlo más tarde.
—¿Qué sucede? — entramos a la cocina, Aaron come una galleta de avena con el cabello todavía húmedo por el baño de esponja después del desastre del chocolate.
—Quiere hablar con el Borah, pero hace días que no se comunica y la regla que tenemos es que nunca debo llamarlo a menos que él lo haga conmigo— Cora alza el plato de Volkan sin tocarlo —Me estoy preocupando, estoy a punto de romper la regla.
Abre el horno poniendo una nueva charola de rollitos de canela, desde la mañana ha preparado los bocadillos como loca.
—Yo recibí una llamada suya hace poco, pondré a mi hacker a buscarlo, espero que esté en el infierno.
Bennett asiente a los lejos empezando a teclear, se pondrá a la búsqueda inmediata del turco. —Esos deseos no se cumplen tan pronto.
—Cora te preparó tu desayuno preferido, prueba un bocado Volkan— me siento al lado del pequeño que sostiene de forma adecuada los cubiertos, se limpia la boca con la servilleta de tela antes de hablar, es como un pequeño caballero.
—¡Mami! — se abraza a mí tan rápido como la cabeza de Bennett a lo lejos se alza, el sirviente que me cargó a la cocina casi se cae de espaldas.
—Ya lo hemos hablado cariño, no soy tu madre— asiente, pero no parece que lo haya entendido —. Si comes Cora te llevará a la tienda de arte y a donde tú quieras.
—¿De verdad? — ambas asentimos — Me gusta la tienda de arte huele como ella, a rosas, me gusta ese olor desde Turquía con la amiga del Borah— toma el tenedor y se lleva una buena porción de vegetales.
—¿Cómo lo haces? Llevo una hora tratando de alimentarlo.
—Ethan hacía lo mismo conmigo.
Ethan. Me da vueltas la cabeza, hay tanto por hacer, averiguar la prisión donde se encuentra, localizar el lugar de traslado. El mundo se le caerá encima cuando sepa sobre la muerte de Maya y Millie... también la desaparición de Jack.
—¿Si me termino todo el plato nos llevarás a la tienda de arte y te quedarás enseñándonos a pintar? — Volkan se apresura con los guisantes —Oliver juega con nosotros, pero cuando te vas me pongo muy triste.
Parpadeo confundida. —¿No pasas el día en la tienda de arte?
Cora me rehúye la mirada. —Sólo los he dejado una vez, tuve una reunión urgente con una clienta, pinté varios cuadros para ella y quiere más piezas. Confío completamente en Oliver y su esposa.
—Encontré un folleto de danza aérea frente a la puerta de tu estudio.
—Lo recibí por un cliente, hay un par de academias muy famosas en la ciudad, es una danza tradicional aquí, pero no estoy particularmente interesada.
—Es algo que yo haría, no con un brazo roto, pero como pasatiempo.
—¿Tú? ¿La reina del baile en danza aérea? Anótame un puesto para ver eso, siempre he estado celosa de la forma en la que mueves las caderas, yo nací con dos pies izquierdos.
—Si tan sólo tuviera tu habilidad en la pintura no bailaría como lo hago— me guiña un ojo mientras su celular vibra y me aseguro que Volkan termine su plato, su ceño se frunce y pone la pantalla frente a mí —Gallery Art— leo confundida —La galería de los Pitt fue subastada con Hilton & Roe.
—No entiendo por qué me enviaron un correo electrónico después de un año de no trabajar para ellos, pensé que los Pitt perdieron mi contacto después de la renuncia de Luke.
Releo el mensaje, donde dice que el nuevo dueño quiere reencontrarse con los antiguos autores que exponían en la galería. Se describe así mismo como un comprador compulsivo de arte contemporáneo y visual, además de un artista de interiores con años de experiencia en diferentes países.
En la subaste de el mismo Borah anunció que la galería había sido comprada de forma generosa, pero el dueño quería mantenerse en el anonimato. —No es una propuesta de trabajo, pero parece estar muy interesado en mis obras.
—La exposiciones de Irlanda se han hecho famosas, tu nombre está en todos los espectaculares de la ciudad, tienes buenas ventas, te quiere como autora reconocida en la galería.
—No pienso responder, además ni siquiera aparece su nombre en el correo electrónico— bloquea su celular —Mi vida está en Irlanda con mi hijo y mi tienda de arte, no planeo volver a Londres bajo ninguna circunstancia.
—Es tu decisión sexy, te apoyaré en todo.
—Me siento extraña, estoy tan agradecida con esa galería, pero no quiero dar un paso atrás en mi carrera y volver a ser una simple autora anónima en sus exposiciones.
—Te llegarán mejores ofertas, exponer por tu cuenta te darán muchas oportunidades, pero necesitas un nuevo agente que asesore tu carrera.
Suspira acariciando las mejillas de Aaron. —Desde Luke no he pensado en esa posibilidad y no tengo tan buenos contactos en este país para hacerme de un nombre que sea confiable.
—En las semanas que nos quedaremos en Limerick te ayudaré a tu búsqueda, enviaremos solicitudes de trabajo por todo el país.
—Estoy tan feliz que te quedes a ver una de mis exposiciones en el país, es una sorpresa de la que no puedo revelar detalles todavía.
—Estoy segura que los cuadros los tienes escondidos en el estudio donde está prohibido entrar.
—¡Yo entré! — Volkan salta de la silla —¡Aaron y yo estábamos jugando al escondite y corrimos por la puerta! ¡Había muchos cuadros de...! — Cora le tapa la boca sonrojada y se ríe nerviosa.
Bennett levanta de nuevo la cabeza del escritorio y la ladea. Ojalá pudiera ver su expresión a través del cubre rostro, tengo la sensación de que Cora me oculta cosas importantes.
—Pequeño parlanchín, ese fue un sueño que tuviste la otra noche ya te lo había dicho, ve a cepillarte los dientes para que puedas acompañarme a la tienda de arte— el niño la mira confundido, pero asiente corriendo por el pasillo, la miro con una ceja arqueada, pero pasea a Aaron de un lado a otro —Volkan es tan distraído.
—¿Puedo ver tu estudio secreto?
—¡No! — asusta a Aaron con el grito y se remueve nerviosa —Hay mucha pintura Emma, pinceles por todos lados y... y bocetos sin terminar ¿Recuerdas el cuadro que pinté para ti y para Alexander? Hay piezas únicas que sólo los dueños deben ver y... no he terminado el trabajo.
—Cora— le tomo la mano, pero se remueve —Está bien, no veré el estudio sexy ¿T encuentras bien?
—Tengo que duchar a Aaron, tiene azúcar en las mejillas.
Se va por el pasillo y Aaron le agita la mano a su padre desde lejos. Bennett y yo compartimos miradas, no hace falta decir nada, todo el mundo está tenso hoy, la puerta de la biblioteca sigue cerrada, Alexander lleva demasiado tiempo con Dina dentro.
—Algo está mal con Cora y no me gusta, voy a seguirla a la tienda de arte y toda la noche hasta que regrese a casa — dice Bennett sacándome de mis pensamientos y quitándose el cubre rostro—Lo hago por la seguridad de mi hijo — añade rápidamente.
—No es necesario, Cora es una persona adulta Bennett, dale su espacio.
—Lo hago por mi hijo, quiero saber que ella está bien, eso es todo ya te dije que no tengo intenciones de volver con ella, nos divorciamos y ya estamos en un punto maduro de nuestras vidas.
—¿Y qué tipo de relación podrían tener?
—Sólo la de padres de nuestro bebé, nada más, no hay tensiones, no hay mariposas revoloteando en el pecho de nadie, ni miradas, ya no hay nada.
Dejo caer mi rostro robre mis manos, habla como si mi mejor amiga ya no le provocará la más mínima reacción, no sé porque eso me duele, Cora está sanando, ambos merecen rehacer sus vidas, aunque no sea juntos.
—¿Has hablado con mi hermano sobre el viaje a Moscú?
—Lleva horas encerrado en la biblioteca en una reunión privada con los conservadores rusos.
—Tienen pocos días para dejar el país, tengo reportes del MI6 en los que me infiltré y Rebecca dio la orden de realizar la búsqueda del lobo por todo Irlanda. La mafia querrá hacer o antes posible la ceremonia de iniciación de sus herederos y debe ser en el Kript de Dinamarca, Londres o Rusia.
—Toda la mafia va a reunirse por esa ceremonia como en mi iniciación.
—Todos querrán conocer a mis sobrinos, se le colocarán las joyas familiares talladas a mano por el joyero personal de los Roe. Alexander debe tenerlas hace tiempo, tu collar del lobo es la joya más cara que ha realizado el equipo familiar.
—¿Cómo lo sabes?
—Cuando te fuiste a Brent, Alexander pasó la mitad del tiempo en Nueva York y la otra mitad en Dinamarca para estar presente en el proceso de elaboración, el eligió todas las incrustaciones de diamante una por una.
Voltea su ordenador a mí y cuando me acerco veo varias fotografías de un dibujo hecho a mano de la joya que llevo en el cuello.
—¿Reconoces esos trazos? Él los diseñó a mano, como diseña los planos de sus hoteles, me tuvo trabajando muchas malditas noches haciendo las mediciones de cortes exactos que debía tener el diseño.
Toco la imagen ampliándola, en una de ellas se ve parte de la mano de Alexander con su Rolex y Erick dormido en un sofá, pero el diseño del collar no es el único que se ve en las fotografías.
—Ese es mi anillo— señalo la pantalla y levanto mi mano para que se vea la argolla Roe que me dio en el Caribe.
—El joyero personal de la familia trabajó duró, regresó la pieza más de tres veces en Nueva York hasta que el diseño se baño en piedras esmeralda en Dinamarca.
Sonrío con el corazón encogido, impresionada de que cada fotografía sea mejor que la anterior, en una sale Alexander con las mangas de su camisa dobladas y un lápiz en su mano plasmando en un plano, en la mayoría de fotografías también sale Erick.
—¿Este es el secreto de los tres meses en Nueva York?
Erick se burlaba de Alexander todo ese tiempo y no lo entendía, mientras yo pensaba que él me odiaba, él se encargó de diseñar mis joyas matrimoniales, los meses que estuvimos separados.
Frunce las cejas castañas. — ¿Qué secreto?
Carraspeo para evitar ponerme a llorar como una loca con las hormonas todavía alteradas por mi reciente embarazo, respiro hondo viendo las fotos una última vez. —Si viajamos a Moscú tendrás que irte con nosotros.
Bennett carraspea levantándose por otro café, he notado que entre más pasan los días más tazas bebé al día, está sustituyendo una droga por otra, doce tazas no es sano. — Sería una mejor opción que me quede en Irlanda para informarles sobre los movimientos de Rebecca, pueden dejar a un grupo de sirvientes en este edificio.
—¿Y dónde planeas vivir?
—Puedo sacrificarme y quedarme a vivir aquí— se encoje de hombros y abre el horno encontrando una bandeja llena de rollitos de canela, le esparce trozos de coso rayado y se apoya sobre la encimera mientras me ofrece uno.
Se pasa la mano por los rizos alborotados, necesita un corte de cabello. —¿Te quedarán como nuestro hacker solamente?
—Te doy mi palabra Emma, jamás te he metido en los años que llevamos de conocernos — se pone una mano sobre el pecho.
Estoy alucinando con todo el mundo, necesito descansar más para pensar mejor todo lo que está sucediendo y todas las decisiones que debemos tomar. Quizá el folleto de danza aérea me distraiga de los celos irracionales que siento por Dina.
Lo dejo comiéndose los rollos de canela y me acerco al mueble de antes para leerlo, pero el folleto ya no está, ni siquiera está en suelo. —¿Dónde tengo la cabeza? Estaba segura que lo dejé aquí— abro mi celular y me río de la confusión, no es el mío, es el de Alexander.
Debimos intercambiarlos en la habitación, abro el buscador para encontrar las academias que mencionó Cora, pero entre más busco por la zona menos información encuentro.
¿Se confundió? De acuerdo con el buscador de internet, en Irlanda no existen los bailes tradicionales con danza aérea en telas, tampoco hay academias como las del folleto. Me rindo con la búsqueda más confundida que antes.
Me tomo los analgésicos para el dolor del brazo y la pierna. Tomo la mano de Raven que despierta mientras lo paseo, vuelvo a recordar las fotos de Alexander diseñando mis joyas y me recuesto en mi habitación mirando el techo con nuestros hijos a cada lado mío.
Raven se pega a mi calor como normalmente lo hace, pero Camille se mantiene durmiendo lejos de mí. La acerco a mi otro brazo y besos sus frentes mientras los medicamentos hacen efecto en mi cuerpo.
Así se siente tener el mundo en tus manos. Raven abre los ojos verdes y mira mi cabello, con una mano tira de él. ¿Cómo un bebé puede tener tanta fuerza en los brazos? No quiero irme a Rusia, no quiero pasar dos años sin ver a Cora, pero tengo que pensar en la recuperación del lobo.
El ruido de la ducha me despierta de mi ensueño, abro un ojo viendo a Raven comer una de sus manitas, la habitación huele a ese aroma mentolado de colonia costosa y un traje negro sobre el sofá perfectamente colocado.
Hay una pequeña caja negra al lado del traje, un poco más grande que una caja de joyas. ¿Es el parche del ojo que una vez sugirió Jack que Alexander utilizara? Quiero abrir los ojos y ayudarlo en la ducha, pero el medicamento sigue haciendo efecto en mi sistema.
Niles está a los pies de la cama con el pelaje esponjoso dándome calor. Vuelvo a dormirme por un par de horas más, estoy entre la vigilia del sueño y la realidad, me imagino a Alexander a mi lado.
Escucho un llanto muy fuerte, pero no puedo despertar, de nuevo estoy en el sótano de Dinamarca con Rebecca torturándome, sueño con el Borah y viene una pesadilla que hace tiempo no tenía... Seth.
Abro los ojos con el pecho desbocado mirando a mi alrededor, me duele la cabeza, me arde la garganta y no parece que hubiera descansado horas. Niles levanta la cabeza de la cama y me tranquilizo poco a poco.
—¿Qué me está pasando? — tengo las manos heladas y el cuerpo tenso, necesito a mis bebés cerca de mí para sentirme tranquila.
Bebo un poco de agua cerca de la cómoda y cuando extiendo la mano al otro lado de la cama no siento a ninguno de mis mellizos, me levanto sobresaltada y aunque me doblo por el dolor de la pierna camino por toda la habitación buscando a mis hijos.
No están. Tampoco está el servicio médico que siempre informa cuando entrarán a la revisión. Doy saltos hasta el vestidos y busco por cada maldito rincón con el miedo recorriéndome.
Sólo hasta que me veo en el espejo del vestidor noto que tengo mi habitual camisón rosa de seda puesto. Mi estomago se revuelve y doy traspiés temblorosos fuera de la habitación, el guardia de mi puerta es Caterva.
Tiene el rostro molido a golpes, la barbilla partida y más de tres heridas saturadas por el pómulo y la frente, uno de sus ojos estás tan hinchado y moretonada que lo mantiene cerrado.
—Mi señora — aparta la mirada rápidamente al ver mi apariencia y lo corto de mi camisón —Sólo falta que me maten por tener ojos y verla vestida así— pone sus manos sobre su espalda y se frota las sienes.
—Raven y Kiara no están.
—Déjeme guiarla, quisiera cargarla para ayudarla a caminar, pero aprecio lo que queda de mí vida, además que debo tener mis putas costillas rotas, no soporto mi propio peso.
No tengo tiempo en reparar en él, debo encontrar a mis hijos. Escucho el llanto de Raven escaleras arriba y camino lentamente a la biblioteca, pego mi oído a la puerta, las voces suenan amortiguadas. ¿Qué hacen mis bebés en la biblioteca?
— ¿Hace cuánto tiempo fue el ataque? —se oye la voz de Alexander.
—Hace catorce horas, toda la base del MI6 se incendió como ordenó su esposa, murieron los mariscales presos, pero ningún agente del MI6 resultó herido, el ministro Aslan dio la orden de evacuarlos— esa es Dina.
—¿El maldito turco salió a dar algún comunicado?
—A primera hora, él y su equipo dieron una rueda de prensa en Londres informando el accidente antes que los noticieros distribuyeran la noticia, aceptó las consecuencias, pero encontré información de que el parlamento se encuentra feliz de su decisión.
— Por supuesto que lo están, después de años de tener un dictamen egoísta con Richard Madden y Sarah Wall, llega el hombre que interpone la seguridad del MI6 por encima de imagen pública y su campaña política.
—Su rostro está en todos los noticieros, cada nota, articulo y debate en redes sociales que están a favor de sus acciones, tengo datos actualizados y su imagen está creciendo por todo el país.
—Todos los inversionistas londinenses que alguna vez lamieron el suelo por donde yo pasaba, ahora lamen el del Borah y le dieron la espalda a Hilton & Roe en la subasta donde no se atrevieron a pronunciar mi nombre como dueño de mi propio imperio.
—Entre más sube el nombre del Borah por el país, más cae el tuyo, desde el ataque en Dinamarca, el nombre e imagen del ex empresario y arquitecto Alexander Roe se quemó definitivamente como nunca lo hicieron antes.
—¿Y mi imagen criminal?
—De acuerdo con los reportes oficiales, te convertiste en la captura criminal más exitosa de la DEA, el MI6 y el Pentágono Estadounidense, con más de ciento cuarenta y siete cargos en la prisión de máxima seguridad de América por tu cabeza, tienes una sentencia mayor a la de los ex marciales presos.
El sirviente de la puerta se hace a un lado dejándome pasar, al igual que Caterva aparta la mirada bruscamente de mí. Dentro está el círculo de conservadores rusos sentados alrededor del escritorio.
En la silla más alejada está dina con un ordenador similar al de Bennett, busco a mis hijos por todos lados, aunque ya no escucho el llanto. Mi vista repara hasta Alexander de pie en la silla principal del escritorio con un montón de mapas abiertos sobre ella.
Mi boca cae abierta, tiene el traje negro puesto, pero no él saco, la camisa doblada hasta los codos mostrando el tatuaje del lobo y el que tiene de mi nombre, el cabello fijo con cera a un lado de sus rostro y la corbata arreglada perfectamente como si estuviera en una de sus reuniones habituales de Hilton & Roe.
Pero eso no es lo que me deja perpleja, es la expresión enojada que tiene en el rostro, está utilizando el parche en el ojo izquierdo. —¿Quién interrumpe mi reunión de ese modo? — mira la puerta enojado.
No hay rastro del hombre frustrado de hace dos días, aunque se ve más oscuro con esa nueva apariencia.
—Es su esposa mi señor— dice el hermano de Wren.
Los ojos se vuelven hacía mí y quiero decir algo coherente, juro que trato de soltar lo más mínimo, pero cuando mis ojos bajan a los brazos de Alexander y veo que carga a nuestros mellizos uno en cada brazo me quedo inmóvil.
La imagen contrasta con su apariencia, tiene dos armas de alto calibre en su cinturón de armas alrededor de su cintura, incluso las miradas que le dan los conservadores rusos son extrañadas, deben estar procesando lo mismo que yo veo.
Parpadeo para salir de mi aturdimiento, Dina me da una sonrisa amable y ondea la mano hacía mí. —Raven no... yo... — mi voz suena extraña en mis propios oídos —Desperté sin nuestros hijos— explico y los conservadores apartan la vista al instante al notar mi camisón.
—Estabas dormida y ellos en llanto, debías descansar— explica Alexander como si fuera una parte normal y crucial de una reunión de la mafia.
Tengo al mafioso más peligroso y buscado del toda Europa a mitad de una reunión con la mafia cargando a nuestros hijos. Caben perfectamente en la musculatura de sus brazos tatuados, el contraste más abismal que veré, la inocencia contra la oscuridad de Alexander Roe.
No soy la única perpleja, el hermano de Wren y el resto de conservadores lo miran de la misma forma, ninguno se explica lo que vemos, Caterva con el único ojo sano lo mira de arriba abajo y se pasa la mano entre el cabello pelirrojo —¿Y el lobo dónde aprendió a cargar bebés?
Si los mini Alexander no lloran es porque tiene colocados unos chupetes similares y más pequeños a los que utilizaba Millie. ¿Sigo dormida? Estoy por caerme al suelo por el esfuerzo de subir las escaleras, eso es seguro.
Mis bebés están en medio de una reunión de la mafia y justamente con el líder, su padre. —Debió preocuparse, se despertó sin su bebés ¿Quieres un poco de agua? — Dina me ofrece su asiento y es la primera vez que le agradezco.
—¿Se quedarán lo niños durante el resto de la reunión? — pregunta el hermano de Wren.
—Dame una jodida razón por la que no deberían de quedarse mis herederos frente a todos su malditos criados, inútil, inservible — Alexander vuelve a estar enojado.
—No la tengo mi señor, disculpe la interrupción.
—El derecho de dar su opinión pronto se los quitaré, de nada me sirven— habla a todos los conservadores —¿Te encuentras bien? — no debe caminar hacía mí o podría golpearse en alguno de los muebles sin su vista.
Me levanto antes que lo haga y camino hasta él, el aire golpea más arriba de mis muslos, mi camisón es extremadamente corto, los tirantes se agitan cuando me estiro para ver a nuestros bebés con los ojos abiertos, pero sin moverse como suelen hacerlo.
Ambos lo están mirando.
Ambos.
—¡Kiara! — me tapo la boca mirando los ojos de mi hija abiertos de par en par y fijos en Alexander cada vez que habla —¡Nuestra hija Alexander! — me sostengo de su hombro y con mi grito los tres pares perfectos de ojos verdes con genes Roe, en el mismo tono se dirigen hacía mí.
Nuestros hijos no sólo son la viva imagen de Alexander, tienen el mismo color de ojos verdes que los Roe. —Dos pares de ojos verdes.
—¿Dos pares de ojos verdes? — repite frunciendo el ceño hasta que el parche se mueve cuando da una sonrísa ladeada que rápidamente oculta —Era evidente, ya tenía la predicción.
Su mirada del único ojo visible se posa en mi y de nuevo por una fracción de segundo pienso que... extiende su mano al tirante de mi camisón y su expresión cambia cuando siente el material de seda y lo reconoce.
—Largo de mi vista inservibles y la mirada gacha, si alguien se atreve a mirar a mi mujer será la primera muerte que verán mis hijos— advierte posesivo.
Dina nos mira de lejos sin salir con el resto de conservadores, me apresuro a tomar a Kiara de los brazos de Alexander para ver más de cerca los ojos que me negó durante días ver, la sostengo besando sus parpados, pero no aparta la mirada de Alexander.
La herida ensangrentada de su abdomen me sigue causando conflicto, debe guardar reposo y no actuar como si todo estuviera normal. Incluso me levanta y me sienta sobre el escritorio de la biblioteca como si no pesara nada. —Te colocaste el parche— trato de tocarlo, pero tensa la mandíbula y asiente.
No deja de pasar su mano libre por mis piernas y la seda del camisón que el mismo debió colocarme. —¿Qué tan verdes son sus ojos?
No dejo que el rastro de tristeza se note en mi voz, quisiera que pudiera verlo el mismo. —El mismo que el tuyo, llevo días enteros suplicándole a nuestra hija que abra los ojos y lo hizo mientras estaba dormida.
—Genes Roe.
El ego le brota por todos lados y su voz está llena de orgullo, ni Millie tenía ese color de ojos, el suyo era azul como Sarah.
No dejo de mirar a Camille, debió reconocer su voz, lo amaban en mi vientre y cuando nacieron, Alexander fue el primero en cargarlos. —Esto es injusto ahora tengo tres versiones Roe contra mí.
—Sólo hay espacio para una pequeña seductora en la familia.
Su mano se enreda en el tirante del camisón y alzo la barbilla a su boca.
—Yo me encargaré de quitar los artículos difamatorios de los medios— la voz de Dina me saca de mi momento de felicidad y evita nuestro beso ¿Por qué no se fue con el resto?
—No sabía que teníamos una reunión privada, ninguno de los conservadores rusos me informó.
—Ya se terminó— Alexander cambia a su otro brazo a Raven mientras guarda su arma en la cinturilla de su pantalón de vestir.
—Entonces, trabajaré en los artículos que hay en los medios.
—Yo puedo hacerlo — se ofrece Dina —Tengo acceso a la base de datos de los noticieros locales, es muy sencillo, no me tomará más de cuatro horas, si quieres puedes observarme y aprender Emma.
Casi me disloco el cuello cuando la miro. —Tú tienes un simple acceso a la base de datos, pero yo comunicación directa con los ejecutivos del Daily Star, el New Times y los medios de economía más reconocidos del país, en media hora he terminado.
—¿Los ejecutivos de los medios más reconocidos de Londres y Europa trabajarían con una criminal?
Alzo la cejas y la colonia costosa de Alexander llena mis fosas nasales cuando me reclino sobre el escritorio mirándola. — Porque no te quedas, me observas y aprendes un poco.
—No quería decirlo de esa forma, sé que tienes un poco de experiencia.
—¿Un poco de experiencia? — me río de nuevo.
—Largo— Alexander la corre que salte sobre ella.
—Sí, lobo.
—Te quedas— la detengo y la rusa respira nerviosa mirando a mi marido —Lo que tu llamas un poco de experiencia es ser la publicista de la compañía de inversiones más grande de Trafford, la de Sawyer Taylor, trabajar en la cadena hotelera más grande de Europa, Hilton & Roe, ser la publicista del ministro de Reunido Unido, Richard Madden y ahora publicista de mi propia mafia.
—No tenía conocimiento de eso, pero tampoco creo que tu experiencia ayudará en mi trabajo.
—Estás despedida.
—¿Qué?
—Ya tenemos un hacker no nos hace falta otro.
—Por favor, dame la oportunidad de demostrarles que sí sé trabajar, sé que parezco inexperta con sólo diecinueve años, pero en Rusia fui entrenada sólo necesito que alguien poderoso me dé una oportunidad.
—Lo pensaré, de momento regresa tu alcoba— como quisiera poder azotarle la puerta en la cara cuando se va.
La risa ronca de Alexander me hace mirarlo fijamente —¿Qué te parece tan gracioso? Voy a trabajar en bajar artículos difamatorios.
Palpa mi cintura y me atrae hacía a él, como tengo a Kiara en brazos no puedo resistirme o ambas nos caeremos. —¿No es algo temprano para experimentar celos Emma?
¿Se volvió loco? — ¿Celos? ¿Por qué debería sentirme celosa de la rusa?
Raspa su nariz por el nacimiento de su cabello y baja los labios al tirante del camisón bajándolo probando mi pulso. — Eso mismo me pregunto yo ¿Por qué deberías? — alza la mano izquierda donde tiene la argolla de oro matrimonial.
—No vine a hacer una escena, sólo quería encontrar a nuestros hijos y acabo de decidir que trabajaré en los artículos Alexander, suéltame— me remuevo, pero se niega a soltarme —Y que no se te olvide que todas las reuniones de la mafia, privadas o no, nos incluyen a ambos.
—La reunión ya había terminado.
—Pues no lo parecí...— me callo cuando la habitación entera se queda a oscuras, doy un brinco sosteniéndome de Alexander y que actúe como escudo protector para mí y nuestros bebés —Las luces se apagaron.
—Maldita pocilga— se soba las sienes.
El chirrido de la puerta suena antes que la voz de Cora hable y se vea el reflejo de una linterna, me dan escalofríos imaginando una película de terror —Lo siento tanto, cortaron la energía eléctrica por un fallo en la ciudad debido a las fuertes nevadas, estaremos así al menos doce horas según informaron las noticias locales.
Alexandre gruñe —Esto es una verdadera pocilga, te lo dije Emma.
—No insultes mi casa cabezota.
—¿Por qué no te compras una planta de energía?
—¿Y tú por qué no te consigues nuevos ojos?
—Lo haré el día que le consigas un nuevo padre a tu hijo.
—Lo mato— casi le arroja la linterna.
—¡Suficiente! — detengo la pelea tomando a Alexander el brazo, desde que se conocieron tengo la ligera impresión que podrían matarse, pero no han llegado a esos extremos.
—Rubia teñida— gruñe Alexander por lo bajo, pero lo suficientemente fuerte para que lo escuchemos.
La boca de Cora se abre indignada. —Pobre.
Las cejas de Alexander se arquean. —Hablo la indigente que no tiene electricidad.
—¡Púdrete!
—Deseo que se queme tu tienda de arte.
Cora se toca el pecho y veo la linterna volar a la cabeza de Alexander, lo muevo antes que un mal golpe le dé a Raven que lo mantiene en brazos. —¡Pues yo deseo que Emma se divorcie de ti!
—¡Cora!
La mano de Alexander vuela a sacar su arma y le apunta con la mano libre. —¡Repite lo que dijiste y te vuelo el cráneo!
—¡Sí quiere te lo escribo y lo firmo!
Los miro con la boca abierta ambos con la poca luz que la linterna en el suelo brinda, me siento en una pelea escolar, no en una discusión de una mujer de veinticuatro años y un mafioso de veintinueve.
Erick se moriría si presenciara esta escena. Jalo el brazo de Alexander para quitarle el arma y como tengo un brazo roto cede ante mi toque bajándola, pero respira entrecortadamente, colocando una mano bajo mis muslos.
Jadeo con el movimiento, nos vamos a azotar los cuatro en el suelo, pasa a Raven al otro brazo y yo sostengo a Kiara sobre mi pecho, de modo que termina cargándome de forma segura.
Se agacha con los tres en sus brazos y recoge la linterna del suelo. —¿Cómo sabes dónde es...?
—Tú guías el camino a nuestra alcoba, no quiero estar cerca de esta mujer o la mataré a la primera oportunidad— me interrumpe.
Veo su rostro, el parche no tiene sentido si ambos ojos están dañados...
—Lo siento Emma, perdí la paciencia que no hay cuando están los Roe— escucho los pasos de Cora irse y me distraen de Alexander.
—Nos caeremos, no conoces los pasillos de la casa.
—Por Dios Emma, pasé años enteros encerrados en las jaulas, a oscuras día y noche después de cada tortura de los treinta y siete, mis sentidos se acoplan fácilmente a mi oído, mi vista siempre estuvo jodida desde que soy niño.
—Lo siento tanto cariño— toco tu rostro tratando de mantener el agarre en nuestros hijos.
Pega su rostro a mi toque finalmente desde que lo encontré. — Det eneste jeg fortryder er ikke at kunne se dine brune øjne— susurra en danés muy bajo que no alcanzo a entenderlo.
—Podemos ponernos frente a la chimenea los cuatro, a nuestros hijos les gusta acurrucarse junto al calor.
—Tenían que parecerse a ti de algún modo, con el llanto de hace unas horas, acabo de descubrir que Raven es un obstinado.
Sonrío de lado, el servicio médico ya me lo ha dicho antes. Quiero alcanzar suavemente sus labios en la oscuridad, rozo mi boca sobre la suya tratando de consolar toda la amargura y sufrimiento que tuvo durante años tratando de cuidar de Bennett, pero el grito de Cora interrumpe como Dina hace unos momentos.
Alexander aparta su boca de la mía mirando la puerta enojado. —¿Y ahora qué? — camina por dónde lo guío camino al piso de abajo para ir directo a la chimenea, voy muy preocupada que no de un tras pie y nos caigamos en las escaleras.
—¿Cora? ¿Cora? — la busco con la linterna mientras salimos de la biblioteca.
Está apoyada en una de las paredes del pasillo con la boca abierta y las mejillas sonrosadas. —Uno de tus asesinos— señala a Alexander palpándose la frente y tragando ruidosamente —Uno de tus asesinos... acaba de besarme.
Alumbro con la linterna por el pasillo y cómo es de esperarse solamente se ve una silueta delgada a los lejos, está de espaldas y corre por el pasillo.
—Imposible, imposible— se toca la boca mirándome confundida, los labios los tiene ligeramente entre abiertos y rojizos —Era...— niega con la cabeza —No, de ninguna manera, quizá fue mi imaginación.
—¿Estás segura?
—Por supuesto, estoy delirando.
—Tenemos que ir a la chimenea, me muero de frío— me remuevo nerviosa en los brazos de Alexander, antes que su cabeza conecte los puntos.
Hace tan sólo unas horas Bennett me dijo que no había posibilidades de volver con Cora, que sus sentimientos por ella habían quedado en el pasado.
Alexander nos lleva hasta la chimenea encendida, con la electricidad también se murió la calefacción del edificio entero, mis lobos están frente al fuego con las patas extendidas, Niles se pasea entre las piernas de Alexander cuando lo ve y es la primera vez que veo a la bestia de ojos verdes acariciar a un animal.
Pasa su mano en su pelaje mientas me deja sobre el suelo tomando a Kiara en brazos para evitar la fractura del mío. —Ese camisón es apenas un trozo de tela nena— pasa los dedos fríos por mis muslos antes de colocarme entre sus piernas sobre la alfombra.
Me acurruco en su pecho como solía hacerlo en el embarazo a diferencia que ahora tenemos a los mini Alexander con nosotros. —Tú me lo colocaste, es tu pieza favorita.
—Me encanta el roce de tu piel con la seda del camisón— pasa las manos por mis tobillos mientras mi piel va calentándose. —Pero me encanta más quitártelo y rozar tu piel con mi miembro— susurra en mi oído y le tapo por instinto los oídos a Raven.
—Pervertido, no frente a nuestros hijos.
—Ellos han comido mi desayuno por muchos días, no lo tendrás más, yo llegue primero.
—¿Cuándo vas a superar el tema de mis senos?
Raspa su barba en mi hombro bajando el tirante del camisón. —Cuando me entierren muerto.
El reflejo del fuego y a madera quemándose da contra nosotros y veo a nuestra hija seguir mirándolo, Alexander tiene su meñique enlazado con su pequeña mano. Estoy eufórica de verla despierta. Raven se remueve en mis brazos.
Me siento un poco celosa que tenga la atención de ambos de nuestros mellizos. Lo miran fascinados como si no pudieran creer que después de meses ven el rostro de la voz que les habló durante mi embarazo.
—Kiara — dice Alexander y nuestra hija remueve los pies como lo hace Raven, aprieta el meñique del lobo con entusiasmo. Su mano tan pequeña contra la enorme y tatuada mano de su padre.
—No puede ser, llevó días esperando esto cariño— tengo una sonrisa tonta en todo el rostro —Sólo necesitaba escuchar tu voz.
—Se nota la preferencia, es evidente nena.
Golpeo suavemente su hombro, pero me arrepiento al instante cuando hace una mueca de dolor. Niles camina en círculos a nuestro alrededor hasta tumbarse a los pies de Alexander, me acurruco contra los músculos de mi marido.
Y me río cuando noto que tanto Kiara como Raven están en la misma posición que yo. Beso las frentes de sus mini versiones con esos trajes de oso que Cora insistió en regalarles. —Niles se queda cerca de ellos a diferencia de los otros lobos.
—Te dije que no le pongas nombres a los lobos carroñeros Emma, son bestias encargadas de tu protección— niega —El lobo grisáceo es mi favorito, yo lo entrené personalmente, es el más agresivo de los cuatro.
—También es mi favorito, me puedo dormir entre su pelaje.
—No sólo tú, le podría confiar a nuestros hijos sin temor a que los ataque, los lobos se guían por el olfato, entre más huelan a una persona o una cosa, se adaptan a tenerlos en su entrono— con cuidado coloca a Kiara sobre el pelaje del lobo.
Me quedo tensa esperando que reaccione de forma agresiva como al inicio cuando recién conocieron a los mini Alexander, pero se queda quieto mirándola por encima de su espalda, extiende su patas traseras y me arriesgo a poner a Raven al lado de su hermana.
Puedo quedar inmóvil por segunda vez en la noche, una bestia de más de un metro de altura con un par de bebés recién nacidos en su espalda. Otro de los lobos carroñeros no se acerca a ellos, sólo se pone a mi espalda para estar más carca de la chimenea.
Alexander baja la boca a la mía suavemente, con su mano libre sobre mi vientre. —Y de esa forma, tengo a mi mujer conmigo— me jala sobre su regazo.
—¿El truco de los lobos es falso? — clavo mi barbilla en su pecho —Te acabas de inventar toda esa información, sólo querías tenerme para ti solo.
—¿Qué dice tu tatuaje Emma? — toca mi brazo derecho sin mostrarse culpable.
—Min— leo en danés.
—Exacto, min, mía, señora Roe, la mujer del lobo— me carga poniendo mi su boca en mi oído —Eso significa no compartir con nadie, ni siquiera con mis hijos.
—Te llevas el premio al hombre más racional del mundo.
—Di lo que quieras, no te comparto— mordisquea la comisura de mi boca y caigo en su pecado metiendo mi mano entre su cabello, su lengua sabe a whisky escocés, el sabor amargo se queda en mi boca mientras baja el tirante de mi camisón.
—Tienes que comer, no me gusta ver que sólo te alimentes de alcohol, no es sano para tu sistema.
—Llevo toda una vida con la misma dieta y sigo vivo, lo único que me mataría es no tomar ni comer lo que proveen estas tetas— la amasa por encima de la tela.
Lo único que impide que gima es el dolor en mis pezones, un mes, más, no debemos ceder. —Te prepararé una ensalada y te obligaré a comer todo un tazón.
—Esa es la única comida con la que serías incapaz de envenenarme.
Lo amo demasiado, pero hay ocasiones como esta en la que fácilmente podría estrangularlo, tomaré un curso de cocina y un día le prepararé una cena mejor que las de Octavian y nunca volverá a burlarse de mis artes culinarias.
Me cuesta un mundo no ceder a sus insinuaciones con los toqueteos en mis piernas y los gruñidos roncos que lanza cada vez que prueba clava sus dedos en mis glúteos, con ayuda de la linterna camino a la cocina de Cora viendo a los ojos de asesinos que me siguen en el camino.
No importa la falta de luz, hacen lo mismo que en la biblioteca apartando la mirada en cuando notan mi atuendo. Saco tomates, lechiga y frutos secos recordando la dieta personal de Alexander.
En menos de quince minutos le pongo sobre las rodillas un tazón con mala pinta, pero con la ventaja de la poca luz, no lo notará. Llevo el tenedor a su boca con verduras cocidas y pocas nueces.
Espero que se queje, pero cuando abre la boca quiero dar un baile feliz, me siento tranquila al verlo comer, pico un poco de la ensalada, la alfombra se remueve cuando me siento a su lado y compartimos una de las ciruelas maduras que corté.
La da una mordida y la comparte en mi boca. —Deliciosa— chupa mi labio olvidándose de la fruta en la ensalada. —En unas semanas tendremos que hacer la ceremonia de iniciación de nuestros hijos en la mafia— me limpia los restos de ensalada de la boca y levanta mis sospechas como en la biblioteca, pero tan pronto veo que su ojo está sin vida me siento culpable.
—¿Será en Moscú?
—No, volveremos a nuestro hogar.
Parpadeo sorprendía, no mencionó el palacio. —¿Londres?
Asiente.
〘 〙
"Unas semanas en prisión"
Ethan.
—Cuando oren, deben decir, "Padre perdona nuestros pecados", pero no basta con repetirlo, sino creerlo— habla en voz alto el religioso que dejan entrar a la prisión —"Y sólo así hallarán descanso vuestras almas" — lee las escrituras —Deberíamos tomar unos minutos para meditar sobre el peor pecado que hemos cometido y rogar perdón.
Bajo la cabeza escuchando el sermón, en una silla y filas atrás está sentado el hijo del Sargento Prescott, un joven policía de Chicago de no más veinticinco años. Nos instan a cerrar los ojos para repetir las plegarías del religioso.
—La sesión ha terminado, gracias por su tiempo, regresen a sus celdas, nos veremos en la siguiente sesión.
Camino al lado de los drogadictos recién detenidos, cada celda justo como en el Irlanda, tienen cámaras en las cuatro esquinas, el ejército las instala por seguridad de los presos de alto rango como los ex mariscales.
Los ojos del hijo del Sargento no se fijan en nadie, tiene la mirada perdida. Tengo experiencia en las prisiones de máxima seguridad, en mi servicio militar estuve más de cuatro veces preso en Irak.
Conozco los tipos de demencia que desata el encierro, los días dejan de contarse y el tiempo se ralentiza con el paso de las semanas, pero con Alesha los tipos de demencia que conozco están descartados.
Llevamos más de dos semanas encerrados, pero cada mañana a la misma hora, sin importar que vengan los religiosos al sermón semanal la veo entrenar con un viejo saco de boxeo en el pasillo de mujeres.
Yo fui militar, entreno porque fui criado en mi rango, a ella nunca la vi pararse en las jaulas de pelea clandestina del lobo, ni una sola vez en todos los años que perteneció a la mafia, nunca fue como Bennett o Alexander, siempre fue una mujer demasiado cara para partirse los dedos en sangre y moretones.
La observo desde mi celda, el cabello negro le revolotea en la frente con cada puñetazo, le tiemblan los hombros, pero se mantiene más de dos horas golpeando, codo, puño, rodillazo y de regreso otra vez.
Lo que ve en ese saco o a quién se imagina que golpea debe ser su gran motivación o su mayor amenaza. Grita pateando el viejo bulto y veo sangre en sus rodillas. —Las otras presas dicen que está demente, cuando no está durmiendo sigue goleando el saco— dice mi compañero de celda sentándose en la cama de piedra que me rompe la espalda cada puta noche.
—No está demente, está enojada, conozco a los dementes de muy cerca, asesinos que se ríen cuando torturan y que matan cuando se aburren, ella sólo quiere descargar su enojo.
—Si sigue así va a terminar rompiéndose las rodillas.
—Ese es su maldito problema, no el mío— me recuesto sobre el polvo.
—Pensé que venían juntos, los encerraron la misma noche.
—Yo soy ermitaño, no tengo familia, ni nadie en este mundo, vivo para sobrevivir, no para proteger a nadie— suelta mi voz con amargura, pienso en Maya, en Jack, en mi nieta y el dolor se multiplica diez veces peor de lo que lo siento cada noche.
No he podido escapar, el hijo del Sargento Prescott ha aumentado la vigilancia, he perdido la noción del mundo afuera. Tengo que encontrar a mi hijo, el tiempo se me acaba en este lugar.
—Todos te abandonan cuando cometes un error, mi familia también se olvidó de mí cuando me sentenciaron, ya no me visitan— el preso se sienta en mi cama —. Pero con el tiempo nos perdonarán todos esos pecados.
—No lo harán.
—No pierdas la esperanza militar.
Paseo el anillo de bodas sobre mi corazón. — Mi familia está muerta.
—Hijo de puta— maldice varias veces —Lo siento hombre, mejor cierro la boca y no me meto en temas que te van a bajar el ánimo.
Lo único que no quiero es despertarme un día y no poder recordar el rostro de Emilia, la sonrisa de mi nieta, los ojos de Maya o la voz de Jack. Miro el techo grisáceo perdiendo la noción del tiempo otra vez.
¿Cómo pasó tan rápido el tiempo? Conocí a Maya siendo una joven de dieciocho años, la volví a ver cuando teníamos cuarenta, quería poder ver su cabello blanco con las primeras motas de vejez, primeras arrijas que cubriría con bótox.
Tengo que ver la tumba, tengo que comprobarlo con mis propios ojos y sólo así... puedo morir en el mismo lugar que ella.
Tengo tres promesas que me motivan a salir de prisión.
Primero encontraré a Jack y arreglaré su vida, la segunda, buscaré a mi señora y estaré con ella hasta asegurarme de su protección total y la última... es que cuando se concluya el plan C18 del lobo, ahí, donde esté la tumba de Maya, moriré.
Alesha levanta el rostro al mío desde su celda, se limpia bruscamente el rostro que trae cargado en lágrimas de rabia o desesperación, pero ya no puedo preocuparme por ella, mis tres promesas han tomado el rumbo de lo que me resta de vida.
Cierro los ojos metido en mis propios demonios internos, sólo espero que la organización haya encontrado a mi señora.
—Levántate militar, es muy temprano para dormir— me golpean el hombro —Empezó la primera nevada en Chicago y los policías dejan a los presos de mejor comportamiento, nos salir una hora a mirar al patio, vamos a salir de este agujero, aunque sea unos minutos.
—No estoy de humor.
—Aquí no se hacen las cosas por estar o no de buenas, te obligas a levantarte— me empuja fuera, me coloco las botas desgastadas del uniforme naranja y veo como obligan a Alesha salir también.
Los pinos que sobre salen de las paredes del patio, se llenan de copos blancos, se me congelan las manos cuando nos colocan las esposas para dejarnos salir a tomar un respiro. Aún esposados algunos presos corren a rodear la poca vista que tenemos en las rejas.
El lado de mujeres pasa de largo de Alesha y la dejan sola sentada en una mesa. —Tengo un poco de licor de contrabando, aprovecha, el alcohol nos ayudará a soportar el maldito frío— mi compañero de celda me pasa un vaso de plástico desgastado.
Veo a Alesha temblando en la mesa y ruedo los ojos acercándome a ella custodiado por el hijo del Sargento Prescott. —Bebe— le ofrezco el vaso —Te vas a congelar.
Los labios se le ponen morados, pero me sa una mirada de fastidio, odio que sus malditos ojos azules le den un toque de inocencia que no tiene, es el ser más detestable que ha estado con el lobo. —Bébelo tú, lo necesitas más que yo, anciano.
—Ni la cárcel te ha hecho refrenar tu boca, así no vas a sobrevivir y si quiero llevarte hasta la mafia para que pagues la mierda que has hecho te quiero viva.
—He sobrevivido en peores condiciones que estás, largo, me robas oxígeno.
—Estamos presos por tu maldita culpa.
—Ustedes dos, mantengan su distancia— el hijo del Sargento Prescott se pone a nuestro lado —No querrán terminar como la última vez, si vuelven a estar involucrados en una pelea irán juntos directo a celda de castigo sin calefacción, comida ni agua durante cuatro días.
Me siento al lado de la ex pelirroja y me mantengo con un comportamiento profesional, hace días que estoy visualizando las posibles salidas, pero este niño policía me está jodiendo cada plan que armo.
—¿No eres una especie de James Bond? — Alesha mira también al hijo del Sargento —Esperaba que después de dos semanas tuvieras un plan de escape, que haya explosiones y avionetas por todo el cielo.
—Si me largo te dejo aquí.
—Ethan, creí que teníamos una conexión especial— hace un puchero con su labio rojo por el frío y me fijo en él por más tiempo del que pretendo. —Me rompes el corazón querido.
—Eres tan insoportable, no sé cómo el lobo tuvo que soportarte.
—Se llama encanto femenino y follar con jóvenes, un privilegio que tú ya perdiste y nunca tendrás de mi parte por más que fantasees.
Me río ronco. Si tan sólo supiera... —No me gusta probar las sobras de Logan, serías la última mujer con la que me acostaría ni, aunque me pagarán todo el dinero del mundo.
—Al menos sabes que sólo con mucho dinero podrías tenerme.
—Tu voz es irritante.
—No critiques mi voz criado— su tono se hace más chillón y casi me revienta los oídos.
El hijo del Sargento nos sigue mirando desde lejos, sólo a nosotros dos. Un policía se acerca corriendo a su asiento y le entrega un documento con un sello oficial. —¿De quién es el traslado?
—De un ex mariscal de la base militar de Irlanda, se incendió hace unos días, pero él fue un sobreviviente.
—Asígnenlo a una celda— firma el oficio.
A lo lejos veo como un hombre rubio de ojos azules entra con el uniforme de preso puesto, le colocan las esposas y lo hacen caminar al patio con el resto, pasea la vista entre los prisioneros, pero trae una ligera quemadura en los brazos.
Me quedo inmóvil al reconocerlo.
El plan C18.
¡Hola sexys!
Esta vaina se prendió, deben descubrir en quién se puede confiar porque a veces los buenos están corrompidos en pecados silenciosos.
¡Los amo tres millones!
-Karla.
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