CAPÍTULO 3
Ethan.
—Camina rápido— empujo el cuerpo de la pelirroja a mi patrulla y a regañadientes mete su bolso de gimnasio en el asiento trasero sorprendida de los oficiales muertos dentro.
—¿Qué clase de psicópata eres Ethan? La edad te está afectando, al menos hubieras tirado los cuerpos en algún barranco de esta porquería de ciudad o tendremos un escuadrón de policías detrás de nosotros.
Tomo una de las esposas del oficial. —Cállate y alza las manos.
—Ya te dije que vine huyendo a otro continente para estar lejos de la mafia, paranoico, si no me crees es tu maldito problema. ¡Ya no estoy en la mafia! — se queja chillonamente haciendo un puchero con su labio inferior—Estás arruinando mi manicura con tus jaloneos.
—Podemos hacer esto por las buenas o por las malas, tengo todo el maldito día, tú decides.
Extiende las manos de mala gana fulminándome con los ojos azules. —Me tratas como si fuera Logan, deje su porquería de mafia hace tiempo.
Cierro las esposas apretándolas lo que más se pueda—De ti espero cualquier cosa traidora, no te creo ni el cambio de imagen que te hiciste— le separo las piernas para buscar algún arma o daga.
Toco la cara interna de sus muslos con profesionalismo, pero se sobresalta y ladea la cabeza. —La próxima vez que quieras toquetearme no me esposes— dice irritada.
—Ni en tus fantasías más oscuras me tendrías.
—Claro, porque fantasear con un anciano militar retirado es el sueño de mi maldita vida.
—Estuviste con Logan, más bajo ya no puedes caer Alesha— ladeo la cabeza sacando una daga atada a sus pantorrillas, los tatuajes recién hechos siguen rojizos, no entiendo porque se cubrió todo el cuello y gran parte de los brazos.
—Logan tiene poder, tú sólo canas querido.
Me río de lado sintiendo dolor en mi labio roto. — Las canas se ocultan, la estupidez no.
La sonrisa se le borra en un instante. —Maldito anciano, cuando mi padre sepa lo que haces te enviará a matar para que te pudras en el infierno.
—Te espero ahí con gusto—saco una cinta gris de la guantera y pego sus tobillos amarrándolos, se jala, pero las esposas se lo impiden y por el dolor de sus tatuajes deja de resistirse.
—¿Qué sabes de mi padre? ¿Dónde está? — la ignoro y sigo atándola —¿Sabes? Estás secuestrándome, puedo gritar como damisela en peligro. Nadie se va a resistir a ayudar a una mujer como yo.
—Grita todo lo que quieras— corto un buen trozo de cinta.
—Aleja esa porquería de mi cara, ni se te ocurra maldito guardaespaldas. ¡Le diré a mi padre!
—Haré algo que muchos queríamos hacer desde que estabas con el lobo— se la pego a la cara —Cerrarte la puta boca y dejar de oír tu maldita voz irritante.
Los tatuajes alrededor del cuello están abultados, frunzo el entrecejo y le quito los mechones de cabello negro para ver que tiene cicatrices circulares alrededor, se ven que tienen tiempo, meses diría yo, no hace falta preguntar quién trató de estrangularla.
Se jalonea para que le suelte el cuello. Me inclino para poner el seguro protector en la puerta. Un par de mujeres pasan y miran sin detenerse, este barrio es una porquería. Tomo su barbilla y la obligo a verme.
—Vas a ser una buena chica Alesha— bajo el tono de mi voz —Voy a conducir y te comportarás, de lo contrario... te arrancaré un brazo con está daga. ¿Entendido?
Asiente lentamente... pero de repente hecha su cabeza hacia atrás y la maldita toma impulso para reventarme un cabezazo sobre la nariz. Maldigo sosteniéndome el puente para parar el sangrado y escucho su risa chillona amortiguada por la cinta.
Le azoto la puerta y camino al lado del conductor irritado de oírla reírse mientras conduzco a un motel viejo a las afueras de la ciudad, no la llevaré a los laboratorios ocultos de mi hijo, tampoco me comunicaré con el lobo hasta establecerme en la ciudad.
La veo por el espejo retrovisor recostarse sobre el asiento en la incómoda posición que le permiten las esposas. —La familia del lobo se expandió— sonrío de lado cuando su risita se corta —. Mi señora es la reina de la organización del lobo, dueña de toda su fortuna y más grandes posesiones de armamento— lo digo con verdadera admiración, no sólo para joderla —Emma Roe, justo como los hoteles que le diseñó el lobo.
Veo como su mandíbula se tensa bajo la cinta.
—El arquitecto Alexander Roe inauguró los hoteles más caros de América con el sello de Hilton & Roe para Emma y le dio a escoger el diseño— me mata con la mirada a través del espejo —El mejor trabajo del lobo en años para su esposa.
Cierra los ojos, pero continuo mi asalto, vagamente escucho un quejido amortiguado que suena a una palabrota.
—Recuerdo como la humillabas en los eventos de Hilton & Roe ¿Cómo la llamabas? ¿Una simple publicista? — me río con ganas de arrancarle esas palabras en contra de mi señora —Pues la mejor publicista de Londres hizo lo que en años tú no pudiste, puso al lobo y a su mafia de rodillas ante ella.
Vuelve a quejarse mientras aparco en un viejo hotel de paso con dos afroamericanas en la recepción y un televisor viejo en el lobby. No se interesan por la mujer atada que cargo en el hombro ni la sangre en mi ropa, sólo por el fajo de billetes que les ofrezco.
Empuja la vieja puerta de madera de la habitación trecientos uno del tercer piso. Alesha se va removiendo con intenciones de tumbarme por la escalera, pero la sujeto con un brazo y la cargo llevándola conmigo.
La siento en una silla utilizando más cinta para tenerla a mi vista. La herida en mis costillas sangra y se va a infectar. Saco el jabón de la ducha y la lavo tratando de conseguir vendas decentes de una caja polvorienta.
—Vamos a curar esta porquería— me siento en la cama dejando el celular sobre un cajón de la cómoda, sus ojos azules memorizan donde se queda, como si la fuera a dejar robármelo.
Preparo agua caliente del grifo y me corto la camisa para despegar la sangre seca. Alesha sigue todos mis movimientos enojada. Me arranco las solapas de la prenda y con el torso al aire enjuago la herida, desinfectándola y poniéndome nuevas gasas.
Comienzo a creer que la pelirroja está asfixiada porque no hace ningún ruido durante mi curación, pero cuando levanto la cabeza tiene la vista fija en mi torso, pasa los ojos por el tatuaje del lobo y sigue lentamente la línea de vello de mi ombligo hacia abajo.
Me pongo una camiseta limpia metiendo dentro el collar de mi hija y Alesha voltea la mirada de nuevo irritada. —Conmigo no vas a conseguir el récord de cogerte a cada Roe— tomo el móvil entrando a número privado de Jack, pero no logro contactarlo, sale bloqueado.
Contacto con algunos de sus empleados del laboratorio y me dan luz verde de asistir en dos días, pero no tienen información de Jack desde hace unos días. Los mensajes de texto de estos trabajadores se notan forzados.
Intento de nuevo hacer conexión con mi hijo y sigue bloqueada. Pienso en llamar a Maya, pero el día de su boda con Erick me hice la promesa de nunca tener contacto con ella ni siquiera en conversaciones y lo he cumplido.
Me quedo parte de la noche intentando una y otra vez con Jack sin tener éxito. Alesha ya está dormida desde hace horas atada en la silla. Me recuesto en la cama y saco de uno de mis bolsillos el anillo matrimonial que guardo desde hace años.
Esa boda me mató.
Fui fuerte cuando estuvo con Beckham y con Tyler, eran matrimonios arreglados por la mafia, pero me mató ver a Maya casarse con Erick porque fue la primera vez que supe que su corazón ya le pertenecía a otro.
No tenía esperanzas de que volviéramos a estar juntos, pero ese amor de años era sólo nuestro, nos dolimos juntos con la muerte de Emilia, cuidamos juntos a nuestra nieta porque la amamos y por Jack.
La organización de los treinta y siete mató mi espíritu, el ejército quemó mi alma, pero mi corazón siempre estuvo intacto para Maya.
Dejo de escuchar los suspiros adormilados de Alesha y alzo la cabeza, tiene el ceño fruncido mirándome fijamente, sólo hasta ese momento me doy cuenta que tengo lagrimas en mis mejillas el anillo todavía en mis dedos.
Carraspeo y me paso la camisa sucia por la cara. La arrojo y me arropo en la cama para tener el mismo sueño de siempre. Dos jóvenes bailando en un evento de inversionistas como si el mundo no existiera, sólo ellos.
Extiendo mi brazo para leer mi tatuaje. A l'alta fantasia qui mancò possa. Dante Alighieri, lo escribió en su paso por el infierno respecto misterio del amor, nuestra mente es limitada y concuerdo con él porque nunca nadie entenderá lo mucho que amo a esa mujer.
Nadie.
Caigo dormido vencido finalmente por el cansancio con el celular en la mano, pero a mitad de la noche me levanto agitado con la respiración entrecortada — Mierda ¿Dónde está el agua? — palpo mi pecho empapado.
Pesadillas. Desde hace cinco días las tengo. Me siento en la cama para aclararme la mente y de nuevo encuentro a la traidora mirándome fijamente.
—¿Te estoy dando un espectáculo divertido? ¿Me pongo a hacer malabares para que sea más entretenido? — gruñe algo que no entiendo y por impulso le arranco la cinta de la boca.
Chilla agudamente y se remueve tratando de liberarse de la silla. —¡Maldito guardaespaldas bastardo! — se agita mimada, aunque tenga el cuerpo cubierto de tatuajes no pierde ese toque irritante.
—Deja de lloriquear por un poco de cinta, a mi casi me atravesaron la costilla y está por infectarse la herida.
—¡Púdrete Ethan! ¡Mi padre se va a enterar de esto! ¡Nadie toca a la hija de Caterva Smith!
No tengo ganas de escuchar su voz, meto la cabeza bajo el agua fría en el cuarto desgatado de baño y me relajo un poco, pero no dejo de sobre pensar todo lo que pasó en Londres a última noche, he estado desconectado de las noticias locales e internacionales varios días.
Tengo que comunicarme con el lobo y con mi señora, Prescott no pudo llevársela lejos, la organización no lo permitiría, primero lo mata el lobo... también está el plan que se ha venido discutiendo en las reuniones con los conservadores rusos estos meses, el plan C18.
El móvil se está quedando con poca batería, lo arrojo en uno de los cajones secándome el cabello, la traidora ha dejado de quejarse. Iré mañana mismo a los laboratorios de mi hijo, necesito estar comunicado con la mafia de nuevo.
—¿Era Maya? — dice Alesha mientras me recuesto de nuevo —¿Es ella la mujer con la que tuviste ese hijo que mencionaste en el gimnasio? — explica como si yo fuera estúpido.
—Cierra el pico o te vuelvo a poner la cinta.
Se queda en silencio, dormito con una mano sobre mi cabeza, pero vuelve a hablar después de un rato.
—Estabas teniendo pesadillas y sólo decías su nombre antes de despertarte y el anillo que mirabas es idéntico a uno que ella tenía, conozco las joyas de la gacela, siempre quise que Alex me diera unas idénticas— susurra.
Apago la lampara vieja para dar por terminada la conversación, necesito recobrar fuerzas para regresar con mi señora, pero primero mataré a la familia del Sargento Prescott, sé que viven en Nueva York y su hijo mayor en Chicago.
—¿Cuánto tiempo estuviste encerrado? — vuelve a hablar —¿Aún no sabes lo que pasó en Dinamarca? Salió en los noticieros londinenses hace pocos días, atraparon al lobo.
Me incorporo de inmediato. —¿Qué mierda dices?
—Lo que vi en televisión antes de largarme de ese país de porquería, es una cortina de humo para algo que pasa en el gobierno y no quieren que se sepa, eso es evidente, pero la captura de Alexander es real, yo lo vi— asegura, pero confío más en un vago que en ella —Ethan, dime la verdad ¿Es Maya la madre del hijo que dices tener?
—¿Y a ti que te importa eso? Háblame del lobo.
—¿No tienes idea de lo que paso?
—No, un sargento me apresó esa noche y de ser tú hablaría porque mi paciencia se agotó hace tiempo.
Mira al suelo con el ceño fruncido antes de verme. —Dime si es Maya la mujer o no.
—¿Por qué carajo te importa?
—Dímelo— insiste.
—Vete al infierno traidora.
—¿Es ella o no? Es una simple pregunta Ethan, no seas cobarde y contesta porque si es así...— se calla de golpe mirándome con ¿Pena? ¿lastima?
—Continua.
—Olvídalo, ponme la cinta en la boca quiero dormir.
—¡Dije que continues Alesha! ¿Cuál es tu maldita insistencia? — me retumba el pecho leyendo su mirada, me levanto bruscamente y camino para zarandearla si es necesario —Le sucedió algo— acierto, aunque no asiente, está claro en su mirada —¿Le sucedió algo al palacio? ¿Quién fue herido? ¡Habla maldición!
—La hija de Jack se quemó en una cabaña.
Me quedo inmóvil. Mi nieta...
—Y Maya también está muerta— susurra —Rebecca la mató y antes de largarme, oí que Logan confirmo en la organización de los treinta y siete que los Roe dieron lo siete disparos en el Palacio del lobo en su honor.
Caigo en mis rodillas.
Me fallan los sentidos sobre todo el olfato porque siento que no puedo respirar. No. Tomo un impulso y golpeo mis puños en el piso con toda mi fuerza, una, dos, tres, cuatro veces, sigo golpeando el piso mientras grito con voz grave.
El maldito baile de la cena de inversionistas se repite en mi mente, la sonrisa de una joven de veinte años de ojos verdes que nunca había bailado antes.
Entierro mi maldita cabeza en el suelo quejándome a gritos, de tantos golpes al suelo se me raspan las manos, mis nudillos sangran, también la herida de mis costillas se abre, siento la sangre que moja la camisa. Saco el maldito anillo, ese anillo... Mis hombros se sacuden desconsolados.
—Tenías que esperarme— miro el maldito anillo a través de mis lágrimas —Lo juramos... lo juramos Maya, nos iríamos juntos. ¡Lo juraste! ¡Un Roe cumple sus juramentos! — se me saltan las venas del cuello con los gritos.
Lo juró, me juró que, aunque la vida nos alejará, para la muerte nos iríamos juntos, ese era el trato que me mantuvo vivo soportando todos estos años de miseria. Me quedo encorvado en el suelo lamentándome.
Los ojos verdes me persiguen en mi mente, las sonrisas... los besos... nuestros hijos... las miradas a pesar de los años. Este anillo no puede ser lo único que queda de ella, me arrastro hasta el maldito celular golpeando la pantalla hasta que enciende con la poca batería que le queda.
Entro a las noticias de la BBC y encuentro el articulo de mi nieta y de la gacela anunciado en todos los medios londinenses su muerte, reconozco los trazos de mi señora en el memorial, ella lo subió a los portales.
Dejo caer mi rostro en mis manos tirando el celular contra la pared, se rompe a la mitad. Alesha se sobresalta con el golpe.
Primero mi hija, ahora mi mujer... y mi nieta. Alzo la mirada mirando con recelo el cielo por la ventana empañada. ¿Cómo puedes ser tan cruel Dios? Acepté ser infeliz y vivir en torturas toda mi vida por ellos y me los arrebatas. Creí que eras misericordioso.
Las malditas horas se convierten en una tortura, se me queda clavado el anillo en la palma con la fuerza que lo aprieto, la traidora se mantiene en silencio, no me importa si me ve, si me escucha, si el maldito hotel escucha mis quejidos.
Llevo más de dos horas tirado en el piso, las piernas se me doblaron, me levanto bruscamente, busco mi ropa y salgo azotando la puerta.
—¿Te casas conmigo?
—¿Una Roe me está pidiendo matrimonio?
—Eres un idiota Ethan, no puedes comentar esto con nadie, pero si no aceptas te degollaré con mi daga, así que las únicas dos respuestas son; sí o sería un honor.
—Sería un honor gacela.
Risas.
Subo los escalones del viejo hotel con una botella de vodka en la mano, la madera cruje bajo mis botas mientras entro por la puerta de emergencias que da a la terraza del último piso.
—¿No te parece ridículo que una mujer de veinte años no sepa bailar?
—Es que... Logan no me deja hacerlo.
—Pues que se joda— le extiendo la mano en el evento de inversionistas—Este es nuestro momento.
—Te dije que no sé hacerlo.
—Esa es la mejor parte, voy a fingir que tampoco sé hacerlo y estos empresarios nos mirarán como estúpidos a ambos.
—Entonces voy a pisarte muchas veces.
—Cariño, esa no es una amenaza que me asusta— la tomo de la cintura —Es más, se me acaba de ocurrir una idea que Logan amará, cuando regresemos a casa pintaremos todas sus piezas de arte más valiosas.
—¿Estás demente?
—Les haremos rayones a sus sofás más caros y verteremos pintura sobre las alfombras de diseñador, nunca nos descubrirá— digo en tono confidencial y se ríe, estamos dando vueltas sin sentido por la maldita pista de baile.
—Te va a llegar el karma y tendrás un hijo idéntico a ti y te quedarás calvo cuando haga las misma estupideces en tus tapetes de diseñador.
—El tema de los hijos otra vez. ¿Hay algo que estés tratando de decirme desde hace semanas? — me río de su expresión, pero veo ese brillo en su mirada que me pone ansioso y nervioso, quiero que diga lo que sospecho —De todas formas, amaría que un hijo nuestro fuera libre de hacer que valga la pena vivir en este mundo de mierda, que sea capaz de ver el mundo de la forma que la mafia no lo ve.
—No puedes pedir eso, será un asesino de nacimiento.
Abro la puerta de la terraza y me siento a beber en el suelo mugriento sintiendo el frío de la ciudad quemarme la cara en un intento inútil de secarme las lágrimas.
Hay amores que están destinados al olvido, que son tan fuertes, pero tan vulnerables al mismo tiempo, pero no fue nuestro caso, porque casa vez que Maya estaba más lejos, la seguía viendo como esa mujer de veinte años.
Me empino la botella de vodka atragantándome con el alcohol. —Tenías que esperarme— lloro mis penas en el maldito alcohol —. Ese maldito criado tenía que protegerte, te entregué a él para que te amara y protegiera ¡Quédate Maya! ¡Quédate! — grito a la nada esas palabras que debí decirle cuando se arrodilló por mí.
Saco mi arma de la cinturilla de mis pantalones y me acabo la botella.
—Te amo cielo— murmuro las palabras que me negué y le negué a ella por más de veinte años —Te mentí, todavía te amo Maya, te amaré hasta que mi mierda me mandé al infierno, te amaré hasta que la mafia me mate.
Tomo el arma y la cargo.
Voy a darme un último disparo, yo si cumpliré lo que prometimos.
—¡Señor! ¡La mujer de su habitación se escapó! ¡Mató a las dos recepcionistas! — grita un empleado del lugar azotando la puerta de la terraza.
Me limpio la cara y bajo corriendo los escalones hasta mi habitación, la silla está tirada, hay sangre seca en el suelo y la traidora no está. —¡Maldita sea! — bajo a la recepción donde está recogiendo los cuerpos.
Reviso puerta por puerta y cuando no tengo éxito salgo a la calle, es difícil distinguirla con cabello negro, hay cientos de mujeres con su mismo corte, la encuentro en una avenida principal cerca de una panadería.
—¿A dónde vas traidora?
—¡Sigue llorando por tu muerta anciano! ¡Oficial! — corre con las manos esposadas todavía —¡Oficial necesito su ayuda!
Me echo a correr por la acera para alcanzarla, pero ya es tarde, el oficial la alcanza antes que yo y Alesha comienza un llanto manipulador. Casi me atropella un taxi, pero me apresuro.
—Necesito su ayuda oficial— lagrimea actuando asustada y el compañero del policía baja de su unidad apresuradamente.
—¡Es mi mujer oficial! — me escucho agitado —Necesitamos su ayuda, un loco nos tenia secuestrados a ambos, a ella la esposaron y a mi casi me rompen las costillas— levanto mi camiseta para que vean mi herida.
Atraigo a Alesha hacia mi fingiendo apoyarme sobre su hombro y dejo mi cabeza cerca de su frente.
—Tranquila cielo, ya logramos escapar.
—Suéltame guardaespaldas, les diré que tú eras mi secuestrador— se jalonea.
—Y yo les diré que te esposé porque mataste a los policías que venían conmigo y me clavaste tu daga en las costillas— le advierto —. Soy ex militar, es mi palabra contra la tuya.
—Suban a la camioneta de inmediato. ¿Cómo es el lugar donde los tenían arraigados?
—Es un viejo hotel por la avenida norte de Central Park, el loco mató a dos policías y nos obligó a subir a la patrulla— doy cada detalle mientras le quitan las esposas, pero la mantengo a mi lado.
—Oficial Prescott, tenemos un rescate de secuestro cerca de central Park, presente a su unidad.
—¿Es el Sargento Prescott? — lo miro por el retrovisor, me mira con duda —Soy ex militar, por eso me secuestraron, Prescott era mi viejo amigo.
—Lamentablemente el Sargento murió en Dinamarca hace unos días, él es su hijo, un oficial de Chicago que vino a la ciudad a recoger los restos de su padre.
—Perfecto— sonrío de lado —Quiero decir, es una pena.
—Lo mató la mafia.
Buen trabajo, mi señor. —¿Y su hijo reside en alguna casa asignada por el gobierno? Me gustaría visitarlo y presentarle mis condolencias, a él, a su hermana y a su madre. ¿Verdad cariño?
Alesha se pega a mí. —Es lo correcto— pone su mano en mi pene y lo aprieta, pero de forma placentera, la loca casi me lo arranca, me trago mi quejido de dolor doblando su mano sobre su espalda, lloriquea y le beso la frente para que no descubran el odio entre nosotros.
—Viven en la quinta avenida de Manhattan, en los edificios que ofrece el Pentágono a los militares— se distrae dando órdenes en su radio.
—¿Quieres pasar la noche en la comisaría o matando al la familia del Sargento Prescott? — le pregunto a Alesha en voz baja.
—¿Qué te hace pensar que quiero hacer algo contigo criado?
—Lo harás de todas formas— le sonrío para que el policía no sospeche —Algo me dice que vas a pasar mucho tiempo conmigo y será mejor que te acostumbres.
—Otro más a la lista— sonríe de lado —Todos los hombre se obsesionan conmigo.
Me río. —El lobo no— su sonrisa se desvanece, le toco la mejilla con el ceño fruncido —¿Todavía te duele ese rechazo querida? — imito su tono de voz.
—¿No tienes a una muerta a la que llorarle?
Me escuece el pecho pensando en Maya. — Esperaba que lloraras conmigo, al fin y al cabo, te la pasas lloriqueándole a los Roe, Alesha.
Se me hecha encima como un gato salvaje, sus uñas largas arañan mi cara, mi cuello y mi cuello, el oficial nos grita que nos detengamos, pero yo la azoto contra el asiento de cuero y la arrastro contra la puerta.
—¡Señor deténgase! — grita saliendo para abrir nuestra puerta.
No la conoce. La loca pone sus piernas en mi cuello y empieza a asfixiarme. Todo pateando sus tobillos con rabia antes que ella jale mi cabello para golpearme con la palanca de cambios, no sé de quién es la sangre que salpica en los asientos.
Veo nublado en la pelea hasta que una hora más tarde hay una luz blanca parpadea frente a mi mientras sostengo una placa de criminal en la comisaria.
Alesha está delante de mí sosteniendo una placa similar. Tiene el cabello revuelto, las uñas largas se le cayeron casi todas y no lleva un zapato. Yo tengo la cara arañada, la camisa rasgada por la mitad y sus mordidas en mi brazo.
—¡Ahora muestren su perfil izquierdo! ¡Rápido! ¡Si pueden pelearse como perros callejeros en un auto policiaco pueden obedecer órdenes! — el policía nos amenaza y en conjunto giramos.
Me siento como un maldito ratón de laboratorio con tantas fotografías. Hay un cuarto de paredes grises donde trabaja un hombre con el uniforme del Pentágono. Lleva más de media hora revisando unas cámaras a través de su computadora.
Lo extraño es que marca ciertos números de celular cada diez minutos.
—Llévense a esta pareja, pasarán la noche en la cárcel.
—Esto te sacas por demente— la pelirroja quiere volver a matarme mientras nos conducen a través de la sala gris. Las cámaras que revisa el hombre están marcadas como A.D. R. H. 0102014546, Irlanda.
Las transmisión tiene el código de tiempo real, finjo un ataque de dolor de la contusión en mis costillas y me grabo el código que coloca el policía en el ordenador.
—Preparen todo— dicen los otros oficiales —El hijo del Sargento Prescott ya llegó.
〘 〙
Coraline.
—Y en Turquía tenemos un gato, a veces se pasea por el Topkapi solo por el jardín, pero se la pasa durmiendo en los cojines— Volkan habla con Aaron como si mi bebé pudiera entenderlo todo mientras recogen los juguetes del suelo.
Aaron tiene el chupete en la boca y se dedica a abrazar el unicornio que le obsequió Millie. La madera del pasillo cruje y cuando alzo la mirada veo al Borah mirándonos de lejos, le hago una señal para que entre, pero niega educadamente.
—No tengo mascotas como tú, quisiera tener un pez, pero seguro que el gato se lo come.
—¿Te gustan mucho los gatos? — revuelvo su cabello y veo como el Borah sonríe un poco.
—A mí no, pero a mamá le gustan los gatos.
—¿A tu madre? — pregunto y alza la cabeza buscándola en la habitación.
—¿Mami vino? — a Volkan se le iluminan los ojos y la sonrisa del Borah se desvanece.
—No cariño— le toco la mejilla y sus pequeños ojos se ponen brillosos — Lo siento.
Deja de jugar y pone sus manos en su regazo. —¿Y cuando viene mami? Yo quiero abrazarla otra vez, me voy a portar bien, lo prometo— su labio tiembla —Quiero ver a mi mami, ella huele a rosas y a veces nos acurrucamos los tres y nos deja jugar con su cabello. ¿Verdad papi?
Alzo la mirada perdida y la cabeza gacha. —Sí— su voz apenas se escucha.
—¡Jugamos guerras de cosquillas en secreto porque papá es el Borah, pero con mami y conmigo no! — se ríe tiernamente —Su nombre es papi y siempre carga a mami y corren lejos del monstruo, yo soy el monstruo— se pone en mi oído — Sólo es un juego, no soy un monstruo de verdad— susurra como si fuera un secreto.
Los parpados del Borah se aprietan escuchando a su hijo y en segundos se pasa la mano por la cara bruscamente. —Regresa a tus deberes Volkan, eres invitado en esta casa, de inmediato.
—¿Podemos jugar a las guerras de cosquillas con Coraline?
—No— responde serio sin darnos la cara —Ponte las pijamas y cepíllate los dientes, es tu hora de dormir.
—Si padre— asiente el pequeño apresurándose a recoger los juguetes mientras el Borah desaparece por el pasillo. Aaron empieza a sacarlos todos de la caja de nuevo desordenando todo.
—Uno por uno bebito— le enseño como hacerlo, pero le importa más un trozo de papel que agita en el aire —Vamos Volkan, te dejaré tu peluche favorito para la hora de la siesta, después pondré a Aaron a dormir y serán amigos de pijamas— lo cargo y vuelve a sonreír.
—Hueles a rosas— se abraza a mi cuello mientras hago malabares para encontrar su oso favorito.
—Es mi perfume favorito.
—Tú no te irás Coraline ¿Verdad? — pega su mejilla a mi mano —No te irás como mami o como el Borah.
Se me parte el alma y tengo un nudo en la garganta que me impide hablar. Niego y me abraza con un lego en su mano.
—¿Lo prometes Coraline?
—Lo prometo cariño— sonríe tiernamente —¡Apresúrate hombrecito porque Aaron quiere usar pijamas de dinosaurios en su pijamada!
—Los dinosaurios no existen— se ríe.
—Claro que existen, yo vi uno en el desayuno, caminó por la ventana y saludó a Aaron se carcajea corriendo lejos de mi mientras hago sonidos torpes de dinosaurio.
Aaron gatea lejos de la caja de juguetes tratando de perseguir a Volkan, lo levanto en brazos y hago que juntos lo persigamos. Cuidar a dos pequeños es agotador, me toma más de media hora ponerlos a dormir, con Aaron siempre es más complicado, siempre le toma casi una hora dormir.
Dejo encendida la luz de noche de su habitación y sonrío mirando como sus pijamas hacen juego. —Tengo que irme— dice el Borah a mi espalda y casi pego un grito que despertaría a nuestros hijos. —Este es el pago por estos días— me extiende un fajo de libras más que generoso —Mi número privado está atento por cuestiones de mi hijo y si sucede algún...
Finge que está serio, pero no me mira a los ojos. Le toco el hombro deteniendo sus movimientos—Siento mucho lo de tu esposa.
Se queda en silencio unos segundos. Carraspea. — Mis autos esperan— empieza a buscar su celular en sus bolsillos —La dieta de Volkan no ha cambiado, pero tienes que...
—Para.
—Empieza a ponerle más verduras en su plato...
—Dimitry.
—La buena alimentación es primordial para...
—Suficiente— le tomo el rostro entre mis manos y lo obligo a verme. Aprieta la mandíbula y frunce más el ceño, pero los ojos son el alma de una persona, los tiene brillosos y siento que tiembla ligeramente —Lo siento tanto, pero ignorar lo que le pasó a tu mujer, no va a desaparecer tu dolor, ni el de tu hijo.
—¿Qué dolor? En la mafia no existe tal cosa, eso ya deberías saberlo.
—Tienes que sanar— le pongo una mano sobre el pecho —Y eso va a doler, pero sólo así vas a poder seguir con tu vida, un día ya no dolerá.
Tensa más la mandíbula y se suelta de mi agarre bruscamente —¿Eres consejera?
—Sólo quiero ayudarte.
—Entonces dime una cosa Coraline. ¿Después de tantos meses a ti ya no te duele? ¿Tú ya sanaste? ¿No te sangra esa herida cada maldito día de tu vida? ¿No te obligas a ver a tu hijo y finges que nada pasó?
—Mi caso es diferente.
—Claro que es diferente, Volkan jamás volverá a ver a su madre, no hay visitas de custodia compartida, ni pasará los fines de semana como en un divorcio porque ella está muerta— cierra los ojos y su gesto se endurece.
Sus hombros se sacuden, tarda en verme y cuando lo hace ya recobró la cordura.
—Tendrá una nueva madre en estos meses impuesta por la mafia o de mi elección, así son las cosas. No voy a crearle esperanzas falsas a mi hijo como tú lo haces con el tuyo, yo no soy tan cruel para herirlo.
Siento que me clavan un puñal en el pecho mientras jala su abrigo. —No quería herirte.
Se detiene mirándome por primera vez en la noche. —Descansa Coraline— me besa la mejilla suavemente
—¿Estás molesto?
—Sí, pero mi mal carácter no es excusa para tratarte mal.
Me sonríe a medias besando otra vez mi mejilla, pero me muevo y por error atrapa la mi boca. Nos apartamos incómodos al instante —Yo... no estaba... es que...— joder ni siquiera puedo hablar, siento que me queman las mejillas.
Tiene los ojos muy abiertos y su cuello se pone ligeramente rojo ¡Dios! Estoy viendo bien ¿El Borah se está sonrojando? Abre la boca y no dice nada hasta que carraspea de nuevo.
—Te veo sólo como una amiga— dice de repente haciendo la escena más incómoda de lo que ya era.
—Yo no estoy lista para nada, mi hijo es mi prioridad— digo al mismo tiempo que él y el rubor en su cuello se hace peor.
Que me trague la tierra por favor. —Será mejor que te vayas.
—Carajo sí— frunce el ceño y me da miradas sobre su hombro de camino a la puerta. —Cuida a Volkan — se inclina a besarme la mejilla y de nuevo me muevo pensando que va por mi otra mejilla e inevitablemente chocamos nuestras bocas.
El segundo beso es peor que el primero porque chocamos los dientes bruscamente, damos un incómodo paso atrás. — Debemos dejar de hacer eso— me aparto con un ligero sabor a vino de su boca —¿Qué tal un simple apretón de manos de ahora en adelante?
—Es lo adecuado en mi rango— me da la mano tenso y prácticamente le cierro la puerta en la cara.
Me quedo pegada en la pared respirando con irregularidad. Mi celular vibra en mi bolsillo «La lista de alimentos permitidos para Volkan está en el sofá»
«Besos incómodos»
-Borah.
—¿Por qué sonríes? — hablan a mi espalda y pego el grito del siglo, mi tía se cruza de brazos mirándome extrañada —¿Por qué gritas Coraline? — me palpo el pecho —Soy yo, tú tía Mary, Mary Gray, vivo aquí.
—No me trates como estúpida tía, sólo me asustaste.
—Es difícil no hacerlo ¿Le escribiste a esa perdida que tienes por amiga? No la quiero en mi casa mañana por la tarde, con el dinero de su mafia que se busque otro lugar para alojarse.
—Lamento romperte el corazón tía, pero en mi casa y Emma es tan dueña como yo si se me da la gana, puedes encerrarte todo el día en tu habitación o mejor aún, hacer tus maletas y largarte a la mierda.
—Era una broma, esa mujer es bienvenida, pero sus asesinos me asustan ¿Y si nos ponen un arma en la cabeza?
—Tiene nombre y la elijo por encima de ti, así que cambia la cara de orangután enojada y no te preocupes de que te amenacen con un arma, no tienes tanta suerte.
Regreso a la cocina para preparar mis rollitos de canela después de meses para mi sexy. Me siento tan emocionada, veré a Emma después de tantos meses, por su embarazo no pudo viajar hasta aquí.
Le compré un traje especial a Aaron para que lo conozcan, hemos mantenido la comunicación en todo momento, sabe hasta las primeras palabras de mi bebito. Saco una pequeño juego de té rosado de porcelana fina y sonrío esperando que entienda la broma.
. . .
Mi siento como niña en navidad cuando la lujosa hilera de más de doce camionetas negras aparca en toda la acera, hace un par de horas los primeros asesinos en llegar han cerrados las avenidas principales.
Los primeros en bajar son un grupo de guardaespaldas con comunicadores en los oídos y armados revisando casa esquina.
Bajan muchos que no conozco, las ventanillas están tintadas y no puedo ver en qué camioneta está Emma. Suben a hacer la revisión en mi edificio completo, pero no me despego de las camionetas. Ya quiero verla.
—Hola— ondeo la mano a todos, aunque no los reconozco y en realidad ninguno se detiene a regresarme el saludo, mi tía debe pensar que estoy demente, no me imagine que echaría de menos hasta a los asesinos. ¿Estoy jodida de la cabeza?
Vagamente escucho que matan al guardia del MI6 que vigilaba mi puerta y ni siquiera eso me importa. —Caterva— sonrío al ver al fin una cara familiar baja de una de las camionetas del centro.
—Señora Gray— me da una inclinación de cabeza —Ya entiendo porque mi señora decidió quedarse aquí en lugar de su residencia, revisión terminada, los conservadores rusos en la camioneta de mi señora— habla por su comunicador.
Hace demasiado frío aquí, Aaron y Volkan se quedaron arriba porque si no se congelarían conmigo, me reacomodo los guantes de cuero rosas mordiéndome el labio. Traen demasiadas cosas, prefiero imaginar que son utensilios de cocina y no armamento dentro de mi casa.
Se pone una fila de guardaespaldas en la camioneta del centro y sonrío ansiosa, pero mi sonrisa se desvanece cuando solo bajan a un hombre cubierto de negro desde los pies a la cabeza, ni siquiera se le ve el rostro.
Todos se ponen cubriéndolo a pesar de ser sólo uno. —El hacker entrará primero, todo el perímetro vigilado— avisa Caterva.
—Bienvenido— saludo a su espalda como antes, pero el hombre si se detiene.
—Avanza— le dice Caterva, pero él no se mueve.
Lentamente se gira en mi dirección y siento escalofríos, es una imagen aterradora no ver el rostro de una persona. —¿Todo en orden? — pregunto con una sonrisa amable reacomodando mi abrigo rosado.
No me responde y seguro piensa que soy indigente, tengo pintura en las mejillas y el cabello un poco desordenado por el aire y mis mejillas rojas por el frío. Me remuevo nerviosa de que esté como un pasmarote.
—Soy la mejor amiga de Emma, Coraline Gray— le extiendo la mano sonriéndole de nuevo.
—No se debe interactuar nunca con el hacker, señorita Gray— Caterva me reprende más serio.
—Lo siento, no lo sa...— dejo de hablar cuando me extiende la mano también con sus guantes regresándome el saludo.
La aparta al instante y sigue su camino dentro, lo miro extrañada y veo a otro asesino sacar las correas de los lobos. Emma. Saco las manos ansiosa cuando baja una mujer castaña demasiado hermosa.
Me ve desde lejos y no detengo las lagrimas en mis ojos. —Sexy— mi voz apenas se oye.
—Mi rubia favorita.
Estoy en casa de nuevo, corro a ella con el corazón acelerado hasta que la toco de nuevo. Su brazo me pega a ella, Dios. La abrazo como si llevara toda la vida lejos de ella, al menos para mi se sintieron estos meses.
—Cora— se aparta mirando mi cabello y mi apariencia, hace tiempo que nadie me llamaba Cora —Estás más bella que antes.
—Es mi nueva nacionalidad y la cerveza de raíz, al final te terminas convirtiendo en un duende en esta ciudad— me encojo de hombros y se carcajea besándome las mejillas.
—Ya extrañaba estás bromas tan torpes.
—¿Y qué hay de mis peces? ¿A ellos no los extrañaste? Me voy a ofender sexy.
Se ríe de nuevo, pero es una risa triste y muy apagada, el brillo en sus ojos también está apagado. Soy tan estúpida que caigo en cuenta que trae un cabestrillo en su brazo derecho y se apoya en mi para permanecer de pie y las ojeras purpura en sus ojos.
Mi corazón se rompe más cuando trata de sonreír, pero no puede fingirlo.
—Mi señora debe entrar— Caterva baja corriendo y la toma en brazos.
—Tengo una pequeña molestia en la pierna— dice cuando la miro con preocupación, pero miente.
—¿Desde hace cuánto?
—Antes del interrogatorio ¿No quieres ver primero lo que viene ahí dentro? — sonríe de verdad —Son dos cositas en específico.
—¡Ay Dios! — me toco el pecho —¡Es cierto! — empujo a Caterva y me planto dentro de la camioneta chillando emocionada cuando veo los portabebés doble en el asiento de seguridad —¡Ay Dios! — me tapo la boca para no despertar a las dos cositas pequeñas que duermen plácidamente.
Emma se ríe de mi reacción cuando les quito el seguro del asiento y los tomo en mis manos emocionada. Trato de salir de la camioneta, pero al instante tengo a más de siete asesinos sobre mí apuntándome con un arma en mi cabeza —¡No se tocan los herederos del lobo!
—Con Cora no— la voz de Emma es suficiente para que bajen las armas.
—Ya oyeron simios, nadie va a impedir que cuide a mis sobrinos— le clavo el dedo a uno cargando a los mellizos emocionada. —¡Esta es la casa de la tía Cora! — paseo el porta bebé por la estancia del salón donde ya se han instalado los asesinos.
Mi casa parece pequeña con tantas personas dentro, la mitad de ellos deberá conseguirse una banca del parque local para dormir, les muestro la sala y el ventanal de la terraza, aunque están dormidos, pero estoy eufórica.
—Este es mi pez y hay una personita rubia más que van a conocer, pero cuando despierte de su siesta, el primo Aaron— les prometo, se oye un golpe en una mesa y levanto la cabeza hasta la dirección donde instalan al hacker, me está mirando de nuevo.
Centro de nuevo mi atención en mis sobrinos y no me resisto a dejar un besito en sus mejillas —Son preciosos, lo único que amo del cabezota son sus genes familiares, mira esos pequeños rostros, apuesto a que tienen tus ojos— le digo a Emma en cuanto Caterva la deja en mi sofá de lectura.
Se tapa la boca conteniendo su risa. —¿Vas a darles una vuelta por todo el edificio?
—Amo a los bebés— saco a la pequeña en mis brazos está dormida como un angelito como Aaron y chillo de emoción como una pintora loca, hace un sonidito muy tierno y me derrito de ternura —Es muy pequeñita.
—Ama dormir, Raven es el que se la pasa despierto unas horas— me explica Emma cargando a su pequeño y la imagen es lo mejor que he visto en mi vida, entiendo porque el lobo está tan enamorado de ella, joder, yo misma lo estoy.
Emma Roe de madre es la mejor imagen que puedo pintar en mi siguiente cuadro, los mira con tanta adoración. —Quiero otro bebé Emma— digo emocionada.
Se escucha otro golpe más fuerte en la misma mesa y todos los rostros se vuelven al hacker, pero nadie hace ningún comentario, mantiene su cabeza en el ordenador sin explicar nada ¿Por qué se golpea tanto ese hombre? Es muy alto, pero mi mesa no es tan pequeña.
Paso los rollitos de canela a la mesa principal y Emma sonríe con nostalgia al ver su taza de té, es igual a la que solíamos utilizar para jugar cuando éramos niñas y nuestro té imaginario.
—¿Ese hombre estuvo aquí? — mira la botella de vino de cosecha turca.
—Por supuesto, no me habló me de la ubicación de Alexander, pero si dejó al pequeño conmigo otra vez— le explico sacando mi móvil—Estos son los registros de las últimas llamadas de su celular, los copié a mi teléfono en uno de sus descuidos.
—El hacker revisará esas llamadas del hijo de perra.
Se lo voy a entregar a Caterva, pero el mismo hacker se levanta con un folder en la mano que mantiene de forma estratégica en cubriendo la parte baja de su cintura.
Me extiende la mano, se lo entrego, pero antes de ir a su lugar se detiene para llevarse uno de mis rollitos de canela sin preguntar.
—Disculpa, los rollitos son para Emma— finjo molestia para aligerar el ambiente, pero se gira mirándome fijamente, aunque no se le ve el rostro.
Toma otros dos del plato despreocupadamente, alzo las cejas y miro a Emma para una explicación, pero simplemente se encojo de hombros. —¿Dónde está Aaron?
—Tomando la siesta con Volkan, le preparé su habitación para mis sobrinos, el niño es adorable, nada comparado al Borah.
—Lo sé, lo conocí en Turquía, Sarah mató a su madre frente a él.
Ya entiendo la reacción del Borah la otra noche. Desde que supe que mi primer encuentro con el Borah no fue casual en ese avión, entendí muchas cosas, aprendí muchas cosas sobre ese hombre, la primera es que es un mal mentiroso.
El hacker trabaja en mi celular por casi dos horas, en cuanto Aaron despierte debo encontrar una forma para que lidie con los lobos encadenados que están en mi terraza, espero que no se coman al gato del vecino.
Emma se la pasa cabeceando en mi sofá la mayor parte del tiempo, es un alivio que mi tía siga encerrada en su habitación para evitarnos más estrés.
— Te ves agotada, debes descansar.
—Tenemos un plan de al menos cuarenta y ocho horas para rescatar a Alexander, no puedo dormir, aunque quisiera, la organización completa viene en camino.
—Emma Roe— la miro seria —Mete tu trasero en una de las habitaciones de huéspedes y duerme o te daré un sartenazo y te dormiré yo misma no me importa cuantos asesinos me apunten con un arma.
—¿Puedo tener primero uno de tus tés relajantes?
—Ojalá fueran tan efectivos como los de Jack, pero puedo intentarlo.
〘 〙
Alexander.
—General Hilton— la voz de un hombre interrumpe el camino —Encontramos un lapso de más de cuatro horas en la celda del lobo donde su cámara fue apagada.
—¿Desde dónde?
—Nueva York.
—¿Desde qué unidad? ¿Quién carajo autorizó eso?
—Una estación policiaca vigilada por el Pentágono, ya hicimos la revisión y enviamos un correo preventivo.
—¿Para que carajo querían su cámara apagada desde Nueva York?
—Parece que fue un error del sistema, no han respondido a nuestros emails.
—Llámalos hasta que se comuniquen directamente conmigo— maldice enojada.
Parece que me van a presentar ante un cónsul, me asearon en los baños públicos de los pobres y un enfermero de médicos me quitó la sangre seca que cargo hace días, esta porquería de traje que uso no es Armani, la tela se siente de gente pobre.
Eso es lo que me quieren hacer creer, que he dejado de ser el lobo y soy un criado más. Lo único que acepto que vale la pena tener son los lentes que deduzco son negros, ocultan mi ceguera de la gente que escucho a mi alrededor.
Me obligan a caminar fuera de la celda y mis pasos son vacilantes, dos veces me golpeo las espinillas con lo que se sienten como escalones. Los cuento uno a uno mentalmente mientras bajamos, también las puertas que escucho cerrarse.
Escucho muchas voces en mi paso, entre ellas la de Rebecca y de un hombre joven, me meten dentro de una habitación con olor a humedad, la cabeza me da vueltas con el esfuerzo y con esta fragancia barata.
Me escuecen las heridas del rostro y las de las manos. De inmediato percibo el olor a pino y a clavo.
—Hijo— escucho la voz de Logan respiro el humo de su porro—. Siéntenlo y sírvanle su whisky escocés, rápido, mi primogénito merece el mejor trato de todos y no estar en está porquería de lugar.
Me colocan en un asiento de cuero y siento un vaso acercarse en mi boca. Tanteo la mano femenina hasta que tomo el vaso yo mismo para empinármelo como mi ceguera me lo permite — ¿Qué es lo quieres?
Percibo la respiración de un hombre en la esquina de la habitación, giro mi cabeza a él y la respiración se vuelve irregular un signo de su nerviosismo.
—Ya llevas muchos días encerrado hijo, la ninfómana de Rebecca ya debe estar saciada de tu polla, planeo trasladarte a Londres lo antes posible para que estés a mi servicio— Logan suelta el humo del porro en mi cara y segundos después siento la punta del cigarro en mi boca, lo tomo y lo fumo para liberarme del jodido dolor de cabeza.
—¿Qué me ofreces por la alianza? — me reclino cruzando mi tobillo sobre mi muslo.
—No actúes como si esta fuera una negociación, perdiste todo en Dinamarca, el poder y hasta la vista, es más una limosna, pero sabes que la mafia es resentida, te quemaremos el tatuaje del lobo para dejarte entrar.
—Creí que esto sería una reunión confidencial.
—Lo es, Alexander.
—Entonces ¿Quién es ese? — señalo a dónde creo que está la respiración —Se ha mantenido en silencio desde que entré, pero escucho su puta respiración, es evidente que el cabrón me tiene miedo.
Resopla como si mi comentario fuera absurdo, pero eso es justo lo que quería, que me diera un indicio de su identidad.
—No tienes bolas para hablar. ¿Quién carajo eres?
—Adivina — susurra Logan perverso —Lo siento, olvidé que no te sirven los ojos— se carcajea arrebatándome el porro —Entiendo el sentimiento hijo, te confunden las voces, después vienen los dolores de cabeza y la desesperación— lo escucho caminar a mi lado —Cualquiera te puede matar fácilmente.
—Sírveme más whisky criado— extiendo mi vaso a la nada y de nuevo esa mano femenina se siente en mis dedos, tomo su muñeca. Manos delgadas. La jalo más fuerte hasta que se cae al piso y suelta un quejido.
—Levántate inútil— la reprenden y la escucho lloriquear.
—¿Por qué no nos dejamos de estupideces? Esta conversación no solamente es para ti y para el lobo — Rebecca habla —Tenemos un trato y las negociaciones siguen siendo las mismas desde Dinamarca Logan, así que o comienzas a darme lo que quiero o tú y tus malditos Kray pueden largarse de aquí, sabes que tengo el control absoluto del MI6.
—Escucho tus exigencias Rebecca, sólo por el aporte de esa noche, pero no te atrevas a levantarme la voz insolente.
—El punto principal es que Alexander se queda aquí, no te lo vas a llevar, el gobierno inglés lo divorciará, lo quiero para mí, no quiero que siga casado con esa maldita mujer.
El enojo se me sube a la cabeza, pero a medias alcanzo a distinguir que la respiración del otro se vuelve pesada a medida que Rebecca habla de mi esposa. Frunzo el ceño mientras jadea entrecortado.
¿Qué carajo? Esa respiración es de un enojo posesivo...
Lentamente palpo la botella del whisky en la mesa. —Es mi prisionero, él se larga conmigo.
—Sobre mi cadáver, el Pentágono me lo cedió ¡No hay negociación!
—¡Me da igual estúpida!
—He hecho lo que has querido desde el inicio. ¡Sé razonable! — escucho pasos —Tenemos la oportunidad de nuestras vidas no sólo con él, con la ramera también, hay alguien más interesado en ella— percibo su sonrisa y la mato por llamar así a mi mujer—Sería un nuevo matrimonio y una boda que nos beneficiaría en la mafia.
La respiración de la esquina se vuelve más pesada y siento los celos recorrerme la sangre. Tomo el cuello de la botella y calculo lo que oído hasta que... se la lanzo al maldito hijo de perra.
Se oye el quejido y los cristales reventados.
—¡Señor! ¡Aslan Bay!
Arrojo el vaso de cristal en el lado contrario contra Logan. —¡Hijo de puta!
— Aslan bay ¿Iyi misiniz? ¡Kafası kanıyor!
—¡Maldita sea! ¿Qué hiciste Alexander? — Rebecca grita y yo me levanto tratando de escuchar la dirección de sus quejidos.
—¡Hijo de perra turco! — gruño pateando el cuerpo que siento cerca de mis botas, se queja y jadea, pero no habla el cabrón. Palpo hasta sentir donde queda su puta polla, pateo su porquería con patadas secas.
Se me echan encima dos hombres para apartarme de esa mierda turca.
—¡Trae al médico la cabeza le está sangrando! ¡Él no es ningún turco! — Rebecca suena desesperada.
Me vuelvo una bestia, me hecho sobre el hombro a uno y lo reviento contra el suelo, palpo su cuello hasta torcerlo a los lado azotando su maldita cabeza en el suelo, siento la sangre mojarme las manos.
—¡Emma er min kone! ¡Mi mujer! Emma ¡Er kun min! — grito enojado.
Emma es mi esposa, mi mujer, sólo mía.
—No por mucho tiempo— dice esa maldita voz con acento turco —. Le queda mejor la ropa turca y ser madre de mis hijos.
Siento mis venas casi reventarse. — Estás muerto.
Escucho su risa. — No son necesarias las peleas, cuando ella puede hacerlo voluntariamente.
Acaba de cavar su tumba el maldito turco. — Cuida al pequeño Volkan, no te queda mucho tiempo con él— advierto en voz baja y su risa deja de oírse.
—Ya no tienes poder imbécil, eres un cabrón ciego— oculta el miedo en su patética voz —Soy ministro, soy el Borah de la mafia turca, la más grande de medio Oriente, si no me costó convertir a tu hermano el adicto en mi perra, tampoco tú serás un desafío.
Sonrío de lado y me limpio los hombros despreocupadamente. Utilizo a mi esclavo de repuesto como mi criado personal. — Logan— lo trato como un perro entrenado —Mátalo y quemas hoy mismo mi tatuaje del lobo.
—Carajo— jadea —Con gusto hijo— escucho la satisfacción en su voz y el seguro de su arma.
—¡Paren esta mierda! — Rebecca está histérica — ¡No pueden matar al ministro! Esto está lleno de agentes del MI6, nos matarán a todos, hijos de puta.
—¡No se atrevan a apuntarle al ministro Aslan! — amenazan unas voces masculinas y escucho el sonido inquebrantable de las metralletas.
—¡Maten al lobo! ¡Quiero muerto al maldito de inmediato! — grita el turco.
—¡Ya oyeron la orden del ministro Aslan!
—¡Rodeen a mi hijo y mantengan lejos a estos bastardos, matéenlos a todos y abran paso fuera de esta base, nos largamos!
—Si disparan se mueren malditos, protegeremos al ministro Aslan con nuestra vida.
Ahogo una risa y escucho una similar en Logan. —¿Desde cuando las vidas de los mugrientos importan?
—¿Cómo puedes hacerle caso al lobo así de simple?
Siento la mano de Logan en mi hombro. —Te lo explicaré General Hilton, espero que tu poco cerebro lo capte porque no veo que te queden neuronas suficientes en ti, se te subió el poder a la cabeza, la sangre es la prioridad de los Roe, si te metes con un Roe, los otros responden.
—Deja tus manipulaciones, a ti no te importan los Roe, menos tus hijos, los has torturado por años.
—Es verdad los Roe me importan un carajo y las torturas a mis hijos las he gozado como no tienes idea, cada tortura planeada es placentera, pero soy un monstruo generoso, tengo una afición perversa desde años y todos en la mafia la conocen— escucho como sonríe apretando mi hombro.
—¿Cuál es?
—Sólo yo puedo joder a mis hijos, perra.
Me arreglo los gemelos del traje barato que tengo puesto.
—Caminen protegiendo a mi hijo— ordena Logan a sus kray y siento que me guían fuera lejos de los disparos. —Y tú camina cerca de mí, no voy a soportar tus malditos descuidos otra vez, niñata.
Escucho pasos suaves a mi lado, cuando nos detienen fuera de una puerta. —No ve nada, es la nueva perra del amo— dice un kray.
—Sigues en la organización de los treinta y siete Dina Makova— le hablo a la que camina al lado mío.
—¿Cómo sabes que soy yo?
—Por tus lloriqueos.
—Tu puntería contra el turco fue buena para estar ciego— no sé que expresión tiene.
—Así de perfecto soy.
—Tus otras heridas se van a curar, sólo son cortes superficiales, ni cicatrices dejarán, pero tus ojos ya no.
Seguimos caminando, bajamos cincuenta y tres escalones y se cierran dos puertas, debemos estar en el primer piso. Me reacomodo los lentes y giro mi cabeza lentamente hacia ella, escucho como traga grueso, ya me imagino su expresión.
—¿Por qué te asustas? — sonrío de lado —A ti no voy a matarte Dina, pero tampoco hago caridad.
¡Hola sexys!
¿Qué teorías tienen? Hay muchos spoilers en este capítulo...
¡Los amo tres millones!
.Karla.
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