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𝐈𝐈

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II. ONE YEAR LATER !


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Moscú, Rusia.

Edevine.

—Basta, porfavor...

Suplicó. Sin duda alguna fue lo más patético que pudo haber dicho, incluso vergonzoso.

Suspiro pesadamente, deslizando su lengua por sus labios saboreando la sangre que de su dañada boca salía. Observo delante suya, posando sus ojos a la joven castaña. Sus párpados latimados, cubrían la mitad de sus ojos teniendo dificultad en divisar su figura, encontrando así su presencia con suma tranquilidad, fumando mientras lo observaba con serenidad; sentada en una silla de madera al fondo de la humeda habitación, lejos de la luz tenue del único foco que iluminaba el área del lugar. Luciendo así un monstruo que a profundidad se escondía del parpadeante alumbrado.

Edevine Vegnova es una desgraciada.

Sollozó.

Aquello se escuchó tan devastador, provocando una carcajada expulsada por los delgados labios del arrogante Orión Vegnov. El antipático chico se encontraba tan energético, su adrenalina dejaba notar la irremediable emoción que invadia su exasperación e inquietud que acumulaba, emitiendo la acción de rodear la silla del desahuciado hombre como un animal, una bestia.

Él era el mismísimo Satanás con un toque de humor de comedia.

Y por supuesto, también es un desgraciado.

Lo observó con detenimiento, posando involuntariamente sus ojos en la mano del ruso, divisando sus nudillos sumamente lesionados, inclusive rojos y cubiertos de sangre, provocados por percutir en el rostro del hombre.

—Sr. Andersen—. Lo llamo la castaña, desde la oscura esquina de la pequeña habitación.

Su agonía dejaba en claro lo muy desorientado que se encontraba, escuchando a susurros el llamado de la joven. El mal sabor de boca que obtuvo, impedía el habla involuntariamente, por lo que en automático decidió no contestar a la chica.

Edevine, al no tener una mínima respuesta, provocó que mirara a su hermano con amargura; como señal a esto, nuevamente plasmó una orden. Provocando que Orión incitara la violencia en el rostro del hombre.

Orión a su vez, contrajo los dedos de su mano hacia su palma, sintiendo sus uñas de esta encajarse por su piel; así mismo impacto su puño derecho en dirección al rostro de este, específicamente hacía su lastimada mandíbula. Provocando que el tipo bruscamente girará su cabeza hacia un costado por inercia. Orión procedió por tomar con sus ambas manos la remera de este, con el objetivo de apocisionar al hombre recto, obligándolo a observarlo hacia sus verdes y tan profundos ojos captando en estos rabia y gozo, disfrutando con soberbia.

Involuntariamente se percató de la humedad que se encontraba su prenda por las manchas de sangre, humedeciendo las palmas de este. Así mismo alzó su puño izquierdo, dirigiendo su brazo hacia atrás para más rapidez y fuerza en el impacto.

Se detuvo al sentir el cálido toque de su hermana en la muñeca de esta, en señal a que pare, divisando sus uñas tan bien cuidadas, color rojizo oscuro, combinaba perfectamente con el rostro maltratado del hombre; Edevine se arrodilló quedando a la misma altura. Andersen posó sus ojos chocolates en los avellana de la joven, esta lo observaba con detenimiento, divisando sus facciones tan heridas por los golpes que a puño limpio Orión se encargaba.

—Sr. Andersen—hablo al notar como captó la atención del hombre—. Nosotros no quisimos hacer esto.

—Habla por ti misma—. Musitó su hermano con una pizca de ambición en su tono de voz.

—Escuche—pauso—. Quiero que repita cuánto es el dinero que le debe a esta compañía.

En Noruega, la ley seca, golpeó a la población en un repentino cambio de desaprobación así como los países que se vieron afectados por esta. Los habitantes se hundían en la tentación de consumir alcohol considerándose ilegal, la adicción a estas bebidas era tan alto que los negocios clandestinos aumentaron. Elvis Andersen, proveniente de dicho país, llevo su ambición al alcohol demasiado alto, teniendo dicha necesidad en consumir el líquido como una adicción, así como muchos; se convirtió en aquel gran montón de clientes quienes invertían su dinero en licor comprando directamente este producto a base del negocio ilegal de la familia Vegnov, no obstante se aseguraban en exportar dichas bebidas hasta la frontera de Noruega.

Al paso del tiempo, Elvis derrumbo la economía de su familia al carecer de dinero en poder mantener a sus hijos, debido al obtener más atención en sus adicciones, no obstante, la tentación le ganó. Debiendo grandes cantidades de efectivo a los Vegnov, sus acciones no se toleraron para Edevine que junto a su hermano decidieron actuar de manera agresiva. Cómo consecuencia, Elvis ahora se encuentra atado en una silla, sufriendo con agonía, maldiciendo sus adicciones por el alcohol que por si fuera poco, lo llevaron hacía la perdición, directo a la boca del lobo.

Elvis suspiro, tal vez sea el último suspiro exhado de su boca. Así como las últimas palabras que proceso en decir.

—250... ¿400 libras?

Orión chasqueo la lengua en desaprobación, negando lo dicho por el noruego.

—Vea lo sencillo que es pronunciar cuánto es el efectivo que nos debe—añadio—. Pero, ¿Tan díficil es pagarlo?

Edevine se colocó de pie. No obstante llevo su mano hacia su pierna derecha, en donde posó su palma en su suave piel. Encamino su mano en dirección a la prenda de su muslo; un encaje levemente sujetado negro oscuro guardaba en este la pequeña y tan filosa daga obsequiada por su hermano; recordando aquel día en que con mucho orgullo y cariño, la recibió Edevine por parte de Orión la primera vez quien este le enseñó a utilizar los punzo cortante como arma durante la guerra.

Elvis a su vez, en un movimiento repentino de sorpresa, se movió ligeramente de la silla; asustado y exaltado. Sabia perfectamente lo que le esperaba después.

—Porfavor—suplicó por última vez—tengo familia.

Edevine posó su mirada nuevamente en la de Orión, no obstante este mantenía su vista divertida en el rostro casi a desvanecerse del hombre. Podía incluso sentir las súplicas de Andersen como música para los oídos de Orión. Aquel castaño ojiverde se mantenía acostumbrado al dolor tanto físico como mental desde pequeño.

Siempre amo causarselo a otros.

En sus rosados y delgados labios salió un ligero suspiro por parte de Edevine, observando con detenimiento la falta de seriedad de su hermano.

—Era usted o su familia, Sr. Andersen. Pero le digo algo—se acerco al rostro del tipo a casi quedar unos pocos centímetros de este—. Su familia no tiene culpa de tener a un ser repugnante e irresponsable como usted.

La castaña observaba en deleite las facciones del desahuciado Elvis. Por la cercanía en la que se encontraba, divisaba el trabajo duro de Orión al percutir en el rostro del hombre una y otra vez como si de golpear a un saco de boxeo se tratase. Así como Edevine lo miraba con detenimiento, Elvis hacía lo mismo; perdiéndose en sus poderosos ojos almendra, iluminados por la poca luz presente en la habitación.

En un rápido movimiento, se vio la navaja como una ráfaga, su fino filo se deslizó en la garganta del hombre, provocando un corte profundo y que a su vez, bañaba de sangre la ropa de este. Involuntariamente inclinó su cabeza hacia atrás, causando que la herida intensificará el dolor; ahogándose en su propia sangre, desesperado buscaba aire para sus pulmones tratando de conseguir oxígeno para estos exalando con dificultad.

Sus ojos se posaron hacía los grandes barriles de cerveza encontrados en cualquier esquina del amplio sótano, así mismo observo hacía frente suya, mirando hacia la iluminación creyendo que por la luz de este se encaminaba hacia el paraíso, al cielo mismo. Las cuatro paredes estrechas de madera, fueron testigos de otro sufrimiento del montón. Dejando en claro que Vegnov se toman su trabajo exageradamente en serio.

Al concluir con la muerte de Elvis Andersen, la puerta del sótano fue ligeramente abierta, dejando ver una delgada silueta y de estatura mediana.

—¿Interrumpo algo?—. Añadió la rubia posada en la puerta. Su fina voz resonó entre el estrecho lugar.

—Por supuesto que no, Adalia—musitó Edevine acercándose a esta—. Llama a Philips y dile que se deshaga del cuerpo.

Adalia observo el cadáver incómoda, así mismo llevo sus ojos grisáceos a los verdes de Orión notando como este sonría al percatarse del rostro inquietante de la rubia, quien a su vez está no pudo esconder.

—Zane pide reunión en su despacho. Es urgente.

—¿Ahora qué jodidos pasa?

Edevine al reprochar con fastidio, dejando caer su cigarrillo con pesadez; está cruzó la puerta en dirección hacia la oficina de Zane, no obstante subió las escaleras haciendo que sus tacones rojizos hicieran eco por cada paso que daba. Adalia al quedar sola frente a la presencia de Orión, está no tardó en divisar sus tan notables nudillos dañados y que al antes posar su mirada en estos sabia con exactitud quien fue el causante del rostro casi deformado del hombre atado a la silla.

—¿Qué tienen de interesantes mis nudillos, Dalia?

La rubia se exaltó tras la pregunta del castaño, posando sus ojos en los verdes de este sobresaltada. Paso saliva incómoda, haciendo un tosco ruido en esta provocando que Orión emitiera una tan poca audible carcajada, al ser el causante de los nervios de la rubia. Se le es imposible creer que a pesar de los años que lleva conociendo la persona de Orión con exactitud, le causaba escalofríos, miedo; como si el ojiverde fuese una bestia contenida. Recordando aquella sensación comparando la primera vez que conoció a Edevine, siendo así mucho peor que su propio hermano.

—Zane estará molesto si no nos apuramos—. Añadió cortando miradas con el castaño.

Orión alzó una ceja con picardía, movió ligeramente su mano en dirección a la puerta de entrada que para ellos sería la salida.

—Las bellas damas primero—. Musitó dejando caer su mano en la tela de su regazo.

Ya se había tardado.

Han pasado aproximadamente 4 meses y medio desde que Zane no convoca una reunión familiar y cada vez que aquello sucede es para comunicar tragedias. La última vez que eso sucedió termino informando que el propio gobierno de Inglaterra, los buscaba tras a ver transportado ilícitamente grandes cantidades de cartuchos y municiones hacía Gales. Siendo otro motivo más por ocultarse de la policía. Edevine pasaba su lengua por cada uno de sus dientes, saboreando con amargura la negatividad que estaba por acechar la serenidad de la joven.

En automático y como de costumbre, dio un portazo, escuchando pequeños pedazos de madera recaer por el impacto, dejando ver un tan ordenado despacho, olía a vino y cigarrillos puros. La gran figura posada en medio del las anaranjadas cortinas dejaba ver una silueta perfectamente ancha, los rayos de sol escapándose por todo el lugar hacía una tan notable sombra oscura plasmada en medio de la oficina. Observo la espalda del mayor con detenimiento y que a su vez este miraba hacia la ventana con tranquilidad, esperando el momento indicado para escupir las malas noticias.

—A este paso. Me joderas esa maldita puerta, Edevine.

La castaña mordió su lengua, evitando cualquier comentario fuera de lugar al escuchar la queja proveniente del hombre, resonando su gruesa y tan poderosa voz por la escasa habitación. Observando el porte de Zane, impaciente. Se apoyó en el escritorio para poder sentarse en una de las sillas de madera que se encontraban delante de este, asimismo la presencia de Adalia y Orión no tardaron en aparecer, imitando la misma acción de la castaña.

—Ire al grano—. Añadió girando sobre sus talones, observando con amargura.

Ya hace tiempo que tanto Edevine como su hermano y Adalia no escuchaban aquellas típicas palabras del castaño ligeramente canoso, que después de lo dicho seguía mencionar la tragedia. Sin antes presenciar unos minutos de silencio para añadir tensión en un ambiente inquietante.

Chester Campbell—musitó Zane—. Puedo casi embriagar mi boca con un tan innecesario sabor a repugnancia. Solo casi.

—Las últimas 2 semanas ese bastardo nos a tocado los huevos. Más vale que tengas un plan—. Escupió la castaña con irá.

—Por supuesto que lo tengo.

Una hoja se desdobló al aire al caer sobre el escritorio y que con ella llevaba consigo una caligrafía perfectamente escrita y que a su vez Edevine leía desesperada en busca de una solución para parar al inspector que acechaba las calles de toda la zona inglesa con el objetivo de parar la corrupción. Al finalizar la nota, la serenidad de la joven fue carcomida por una contradicción que reflejaba irá al tan solo percatarse de la firma con letras cursivas tinta negra, se leía nada más y nada menos que Polly Gray, miembro de una de las bandas clandestinas, gángsters llamados los Peaky Blinders.

—Permiteme agregar lo imprevisto que me deleitaste, Zane—. Añadió Orión fingiendo impresión, llevando una de sus manos a su pecho dando una imagen falsa de sorpresa.

Las manos de la castaña fueron impactadas al escritorio con fuerza, apoyándose por este dándose un leve impulso para ponerse de pie.

—El plan es unir fuerzas con esos gusanos para derrotar al desesperado policía, ¿Ese es tu brillante plan?

El pelinegro bufó, observando a la mujer frente a ella, su mirada cargada con furia esperaba una respuesta y que a su vez el almendra de sus ojos brillaban con exasperación.

—Brillante no es, pero estratégico seria la palabra correcta para definirlo.

Edevine observo a su hermano fulminante, en busca de un argumento inteligente que pudiese agregar. Este, como siempre, lucia tranquilo y que al percatarse de lo asesina que se encontraba la mirada de su hermana decidió concluir.

—¿Estás seguro que haces todo esto para detener al inspector? Porqué, escuché que tú y Srta. Gray tuvieron aventuras en el pasado.

El tono provocativo de voz causó una tensión sumamente pícara, logrando que Edevine apegara sus dientes inferiores y superiores con fuerza, notando la curva de su mandíbula marcada; posando sus ojos en los marrones de Zane, esperando una respuesta ante la inesperada pregunta de su hermano.

El hombre mayor, por su parte, dejo los pocos segundos de silencio concluyendo la acción de dejar su boca ligeramente abierta, tomando aire para contradecir al ojiverde de forma inteligente. En busca de algún argumento, su mente se quedó en blanco, prefiriendo evadir la pregunta del castaño.

Orión rio y Edevine bufó, está giró su semblante en dirección a la rubia que por si fuera poco, durante toda la discusión no había dicho ni una sola palabra a lo que llegó a la conclusión de que Adalia mucho antes de haber iniciado la reunión familiar, sabia del comunicado primero que los hermanos.

—¿Tú sabías de esto?

Adalia carraspeo su garganta alzando su vista en dirección a la castaña.

—Creo... que sería buena idea.

Edevine llevo una de sus manos a su rostro, frotando su frente con frustración. Dejando en claro que tras la respuesta de la rubia está sabía de la noticia mucho antes de haberla informado, causando una severa acumulación de coraje por parte de Edevine. Al apenas y cruzar la puerta su sexto sentido se había activado en automático, presenciando su serenidad llegaría a ser reemplazada por un tosco sentimiento de molestia; deseando así la despreocupación de su hermano. En aquel momento había salido de su zona de confort, llegando al punto de retirarse indignada del despacho sin antes mirar con repugnancia al hombre quien la crio. Moviendo sus caderas al compas de su cabello y que a su vez, se meneaba de un lado a otro como dos olas de mar.

Orión reaccionó ante la retirada de la castaña y como si Zane tuviese una respuesta al respecto, lo observó con deleite, aquel miraba con soberbia al castaño, compartiendo silencio junto con la rubia sentada en la silla. Involuntariamente se puso de pie, siguiendo a su hermana con impaciencia; deteniendo a esta quién estaba por salir en la puerta de entrada a paso firme.

—Hey—la tomo del brazo—desenmarcaras un asaz de uniformados reprimidos por esa extensa abertura de madera.

Bruscamente se giró, observando al ojiverde con ira; y que, a pesar de la indignación que acumulaba, Orión tenía razón. Pertenecía a una de las bandas más peligrosas de todo rincón Londinense, salir por la entrada era un riesgo que no le gustaría tomar; en diferentes casos sale por la salida del sótano.

Suspiro en señal de irritación, observando a los presentes embriagarse con bebidas posadas sobre la barra de el centro del bar y que a su vez contemplaban a los hermanos con precaución.

—¿Cómo carajos puedes estar tan relajado?

—Mi antipatía genera desinterés en las decisiones tomadas por esta compañía, es por eso que la última palabra la tomas tú—comentó—. Sea tan insensata tu decisión, con imposición estaría de acuerdo contigo.

Al concluir un ineludible silencio en torno a aclarar sus pensamientos por parte del castaño, supo en esos instantes que por primera vez en sus 29 años, estaría en contra de Edevine y su decisión en estar al contrario de la respuesta de esta. Al no importarle en lo más mínimo lo dicho anterior, decidió concluir con suma tranquilidad.

—Pero—pausó, la joven frunció su ceño tras la confusión reflejada en la respuesta de este—. Esta familia necesita nuevos rumbos, es momento de voltear las cartas a nuevas oportunidades.

Su hermana dejó caer su mandíbula luciendo sorprendida al igual que su rostro que transmitía irritación, provocando colocar su mano hacia su cintura en torno a una postura indignada.

—No puedo creer lo que estoy escuchan...

—Escucha Ed—interrumpió tomando sus hombros con ambas manos—. Es Birmingham, expandir nuestro nombre causaría intimidación hacia nuestra familia, causando el suficiente liderazgo para operar con miedo y extorsión.

La severa acumulación de ira guardada creada desde la oficina de Zane y llevada hacía los rincones del centro de el bar. Causó que se expresará de forma violenta en su tono de voz hacía los presentes del pub.

—Todos fuera—añadió, llamando la atención de los alcohólicos—. Dije, ¡FUERA!

Por inercia, Orión soltó a su hermana con precaución al no esperarse tal respuesta de el así como él la de ella y que a su vez, todos los presentes salían como bala del bar, abandonando el lugar. Al estar sola frente a su hermano, decidió concluir...

—Orión Vegnov—escupió con soberbia—. ¿Estás de acuerdo con la propuesta de Zane?

—Te tienta la idea de poder liderar en otros lugares, porque a mí sí—se encogió de hombros—. Nuevos lugares, más servidores, más servidores es más dinero.

—No necesitamos más dinero.

—Que importa el jodido dinero, le debemos una a Zane.

En su rostro se plasmó uno de confusión sin tener alguna idea a qué se refería. A lo que Orión suspiro.

—Hace 5 meses y medio, Zane se a dedicado a sobornar con grandes cantidades de dinero a la policía de Londres. Con el único objetivo de no hacer que nos corrompan, está familia y este negocio.

Edevine por su parte, decidió reír forzosamente; haciendo que tratará de aligerar el ambiente con una sonora carcajada irónica. Sin embargo, al notar el rostro serio de su hermano, el de ella a su vez convirtió el suyo en angustia por captar que Orión hablaba en serio.

—Si no fuera por él, caeríamos en ruina al igual que todo esto.

—Pues es una tragedia—forzosamente sonrió con burla—. Nadie le dijo que comprara al gobiero para proteger nuestra estancia.

—Maldita sea, Edevine—comenzó a caminar por el lugar con frustración—. Es indispensable tratar de convencer una persona cerrada ante la desconfianza de sus decisiones, pero observando con exactitud el panorama de esta situación, me hace creer que no ganaría nada discutiendo contigo. Así que si me permites, caminaré en dirección hacia el retrete; acción que daré desempeño a proceder con desechar mis repugnantes necesidades, así como la que acabo de pasar contigo.

Al girarse de manera femenina, luciendo típica niña mimada por sus padres; modo que prosiguió en caminar en dirección hacía la oficina de Zane. Edevine a su vez, coloco los ojos en blanco y sin alguna opción por tomar en cuenta, decidió concluir con indisposición...

—Alto.

Orión giró en dirección a su hermana, el talón de sus zapatos rechinaron por el piso de madera. Volviendo eco el sonido de estos, acompañado con la voz de la castaña.

—Tú ganas—su hermano sonrió victorioso—. Pero, no haré esta mierda sin contrato.

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