8
La tarde había comenzado tranquila, con Dahyun inmersa en sus tareas escolares. El sonido de la lluvia golpeando los cristales de la ventana era casi relajante, pero a medida que el cielo se oscurecía, los truenos comenzaron a retumbar en la distancia, seguido de relámpagos que iluminaban brevemente la habitación. Para Dahyun, era un día más; había vivido tormentas antes, y había aprendido a ignorar el estruendo.
Sin embargo, un grito rompió la atmósfera tranquila de la casa, proveniente de la habitación que compartían su padre y Sana. Dahyun frunció el ceño, pensando que tal vez Sana estaba exagerando por un pequeño insecto o quizás por el ruido de la tormenta. Después de todo, había oído que ella era un poco sensible a los ruidos fuertes.
Con un suspiro resignado, se levantó de su escritorio y caminó hacia la habitación. Pero a medida que se acercaba, los gritos se tornaron en sollozos, y algo en el tono de Sana hizo que Dahyun se detuviera en seco. No era solo un grito; había un verdadero pánico detrás de esas lágrimas.
Decidida a comprobar qué estaba pasando, Dahyun empujó la puerta suavemente, y lo que encontró la dejó sin aliento. Sana estaba acurrucada en un rincón de la habitación, temblando visiblemente, con las manos cubriendo sus oídos. Su rostro estaba pálido y las lágrimas corrían por sus mejillas. El sonido de los truenos resonaba a su alrededor, pero era la expresión de terror en su rostro lo que realmente afectó a Dahyun.
Por un momento, el odio que Dahyun había estado alimentando se desvaneció. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia ella y la abrazó con fuerza. A pesar de su desdén hacia Sana, su instinto protector tomó el control.
—Shh... ya está, ya está. Estoy aquí. —murmuró Dahyun, intentando calmarla mientras la envolvía en sus brazos.
Sana se dejó llevar por el abrazo, sorprendida por la calidez y el apoyo que nunca había esperado recibir de Dahyun. Las lágrimas no dejaban de fluir, pero la cercanía de la chica la hacía sentir un poco más segura.
—Dahyun... —balbuceó Sana entre sollozos, su voz apenas audible por el estruendo de la tormenta. —Tengo miedo.
La vulnerabilidad de Sana la desarmó por completo. Dahyun no sabía cómo lidiar con la situación; la chica que siempre había visto como una intrusa ahora parecía frágil y asustada.
—Es solo un poco de ruido, no te va a pasar nada. —Dahyun trató de sonar más segura de lo que realmente se sentía, pero su voz temblaba levemente.
Con cada relámpago que iluminaba la habitación, Sana se encogía más, y Dahyun podía sentir el temblor de su cuerpo. Era una reacción que nunca había visto en ella, y eso hizo que su corazón se abriera un poco más.
—Solo respira... —Dahyun dijo, intentando calmarse a sí misma mientras acariciaba suavemente el cabello de Sana, una acción que sorprendió a ambas.
—No puedo... —Sana respondió, las lágrimas fluyendo libremente. —Esto es demasiado.
A pesar de su resistencia inicial, Dahyun sintió un impulso de proteger a Sana en lugar de rechazarla. Quizás, solo quizás, podían encontrar un punto en común, un lugar donde la amargura no existiera.
—Vamos a contar juntas. —sugirió Dahyun de repente, recordando que su madre solía hacer eso con ella durante las tormentas. —Uno, dos, tres...
Sana asintió, y juntas comenzaron a contar. Con cada número, Dahyun se sintió un poco más ligera. La tormenta seguía rugiendo afuera, pero en ese pequeño rincón de su habitación, había un momento de calma compartida.
—Cinco, seis... —murmuró Sana, sus ojos aún llenos de lágrimas, pero había un destello de confianza en su mirada. Ese gesto, esa conexión efímera, fue suficiente para cambiar la atmósfera entre ambas.
A medida que contaban, la intensidad de la tormenta parecía desvanecerse un poco, y Dahyun se dio cuenta de que había algo más profundo que el rencor. Detrás del dolor y la pérdida, había espacio para la comprensión, y quizás, para la amistad.
La tormenta exterior continuaba su furia, pero dentro de la habitación, un nuevo tipo de tormenta comenzaba a formarse: una mezcla de emociones que podía abrir la puerta a algo nuevo. Dahyun se sintió confusa pero aliviada, y por primera vez en mucho tiempo, sintió que podía compartir su carga con alguien.
Cuando finalmente se detuvieron, la lluvia seguía cayendo, pero Sana ya no temblaba tanto. La conexión entre ellas había comenzado a establecerse, una línea delgada pero palpable que comenzaba a unir sus mundos. Era un pequeño paso, pero era un paso en la dirección correcta, y Dahyun no podía evitar preguntarse si podría ser el comienzo de una nueva relación.
La lluvia seguía cayendo con fuerza, y los truenos retumbaban en el aire como si el cielo mismo estuviera protestando. Pero en medio de la tempestad, Dahyun se sentía decidida. Había algo en el modo en que Sana había respondido a su abrazo, una chispa de vulnerabilidad que despertó en ella un instinto protector. No podía dejar que esa conexión se rompiera.
—¿Te gustaría que me quedara contigo esta noche? —preguntó Dahyun, su voz suave y sincera mientras miraba a Sana, quien aún estaba un poco temblorosa.
Sana levantó la vista, sorprendida por la oferta. No esperaba que Dahyun quisiera pasar más tiempo con ella, pero el miedo aún brillaba en sus ojos.
—¿De verdad? No quiero molestarte... —respondió Sana, su voz aún temblando.
—No me molestas. —Dahyun aseguró, sonriendo. —No tengo ganas de hacer tareas ahora mismo. Me quedo contigo.
Sana no pudo evitar sonreír un poco, y por primera vez en días, sintió un alivio. Con un asentimiento lento, le dio la bienvenida a Dahyun. Se acomodaron en la cama, y Dahyun rodeó con su brazo los hombros de Sana, creando una burbuja de calor y consuelo en medio del frío y la tormenta.
Las horas pasaron lentamente, y mientras la tormenta continuaba afuera, Dahyun encontró la manera de hablar suavemente con Sana sobre cosas simples. Compartieron historias, rieron y se sumergieron en la calidez de la compañía mutua. Con cada palabra, la tensión entre ellas comenzaba a disiparse.
A pesar de la tormenta, la habitación estaba llena de una calma que Dahyun no había sentido en mucho tiempo. Poco a poco, la respiración de Sana se volvió más tranquila y relajada, y Dahyun se sintió satisfecha al ver que su esfuerzo estaba dando frutos.
Finalmente, después de un rato, Sana se quedó dormida, apoyada contra Dahyun, su rostro ahora sereno. Dahyun sintió una calidez en su corazón al observar a Sana descansar; en medio de la tormenta, había encontrado una conexión inesperada.
Cuando el padre de Dahyun llegó, empapado por la lluvia y exhausto de un largo día de trabajo. Al entrar a casa, lo primero que notó fue el profundo silencio. Se dirigió a su habitación, pero al pasar junto a la puerta, algo llamó su atención.
Al mirar adentro, sus ojos se abrieron de par en par al ver a Dahyun y Sana abrazadas, durmiendo juntas. Era una imagen tierna, una que él nunca había esperado ver. Las dos, envueltas en la calidez de una manta, lucían como una pequeña familia, y por un momento, su corazón se sintió aliviado.
A pesar de sus intentos por ignorar el resentimiento de Dahyun hacia Sana, en ese momento comprendió que había una conexión que estaba comenzando a formarse. Aunque sabía que Dahyun aún no había aceptado del todo a Sana, ese pequeño momento le daba una pizca de esperanza.
Se quedó observándolas unos instantes, con una sonrisa en el rostro, sintiéndose más tranquilo al ver que al menos en ese momento, Dahyun no estaba sola. Quizás había una oportunidad de construir algo nuevo entre ellas, algo que pudiera sanar las heridas del pasado.
Con un suspiro, su padre decidió no interrumpirlas y se retiró a la habitación de invitados. Mientras se acomodaba en la cama, no podía evitar pensar en lo que había visto. La imagen de Dahyun y Sana juntas le dio la certeza de que, aunque el camino hacia la aceptación sería largo, había un pequeño destello de luz en medio de la tormenta.
En la oscuridad de la noche, Dahyun soñaba con un futuro en el que el dolor y el resentimiento se desvanecieran, y donde pudiera encontrar un nuevo sentido de familia. Mientras tanto, Sana dormía tranquila, sintiendo que, a pesar de las dificultades, había dado un pequeño paso hacia la conexión que tanto deseaba.
Ambas se encontraban en un punto crucial de sus vidas, y la tormenta que había comenzado como un simple fenómeno meteorológico se había convertido en un símbolo de cambio, un catalizador que las llevaría a descubrir la verdad sobre sí mismas y entre ellas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro