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31

Dahyun se alejó del parque con el corazón pesado, cada paso resonando con la confusión de sus emociones. Las palabras de Sana la perseguían: “Tómate tu tiempo. Estaré aquí si decides que quieres seguir viéndome”. Su mente se llenó de imágenes de lo que podría haber sido y de lo que en realidad era. Mientras caminaba, se preguntaba si había tomado la decisión correcta al priorizar sus sentimientos.

Al llegar a casa, la señora Kim la recibió con una sonrisa cálida, pero Dahyun apenas podía responder. Su madre, al notar la expresión en su rostro, se acercó con preocupación.

—¿Todo bien, cariño? —preguntó, tocando suavemente el brazo de su hija.

—Sí, solo un día largo —mintió Dahyun, sintiendo que no podía compartir lo que realmente había sucedido.

Mientras la señora Kim preparaba la comida, Dahyun subió a su habitación, donde se dejó caer en la cama, sintiendo que el mundo se desmoronaba a su alrededor. La idea de lo que podría haber tenido con Sana la atormentaba, pero la inseguridad de una relación sin compromiso la hacía dudar.

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Mientras tanto, en la casa de Sana, la atmósfera era tensa. Su esposo, había llegado más temprano de lo habitual, y ella lo sintió entrar con un aire de preocupación. Aunque solía ser un hombre comprensivo, había un lado posesivo en él que a veces se hacía notar.

—¿Dónde has estado? —preguntó el hombre con un tono que parecía más acusatorio que curioso.

—Fui a ver a Dahyun —respondió Sana, intentando mantener la calma. Sabía que él no veía con buenos ojos la relación que había desarrollado con su hija, pues le enojaba saber que Dahyun le había dado la espalda a él, que era su padre, pero podía seguir hablando con Sana.

—¿Y por qué no me lo dijiste? Sabes que me molesta que mantengas contacto con esa traidora —dijo cruzando los brazos, su mirada dura.

—Porque no quería que te preocuparas. —se defendió Sana, aunque en su interior sabía que había más en su corazón.

El señor Kim la miró fijamente, como si pudiera leer sus pensamientos.

—No me engañes. ¿Tú igual planeas irte? Ella no es tu hija, Sana, no entiendo por qué te obsesionas con ella.

Sana sintió que la ira comenzaba a burbujear dentro de ella.

—No estoy obsesionada. Solo tengo una conexión con Dahyun, algo que tú no entenderías.

—¿Y si esa conexión te lastima? —replicó levantando una ceja. —Ella es igual a su madre, va a darte la espalda cuando menos lo imagines, ni siquiera te considera familia, ¡porque de ser así no se habría ido!

—¡Cállate! —gritó Sana, sintiendo que las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos. —Dahyun es fuerte, y aunque tiene sus inseguridades, tiene derecho a sentir. Las lastimaste a ella y a su madre, es por eso que se fueron... No estoy haciendo nada malo al querer entenderla, solo quiero cuidarla.

El señor Kim se acercó, su tono volviéndose más firme.

—Solo te pido que seas cuidadosa. No quiero verte sufrir, y menos por una niña que no sabe lo que hace.

Sana sintió que las palabras de su esposo le atravesaban el corazón. Sabía que él se preocupaba por ella, pero la forma en que hablaba de Dahyun la hacía sentir que estaba siendo juzgada. ¿Por qué no podía ver que lo que había entre ellas era especial?

Al caer la noche, las emociones de Sana eran un torbellino. Decidió enviar un mensaje a Dahyun, intentando aclarar sus pensamientos.

“¿Podemos hablar más tarde? Necesito decirte algo importante”.

Mientras tanto, Dahyun estaba en su habitación, sintiendo el peso de su decisión. Finalmente, tomó su diario y comenzó a escribir nuevamente, tratando de procesar lo que había sucedido con Sana. Pero sus pensamientos se vieron interrumpidos por el sonido de su teléfono vibrando. Era un mensaje de Sana.

“¿Podemos hablar más tarde? Necesito decirte algo importante”.

Dahyun sintió un escalofrío recorrer su espalda. La anticipación y el miedo se entrelazaron en su pecho.

“Sí, claro. ¿A qué hora?”.

“En una hora, en el mismo parque”.

La hora pasó rápidamente, y Dahyun se encontró de pie frente al espejo, arreglándose nerviosamente. Cuando finalmente salió, cada paso hacia el parque parecía un pequeño triunfo sobre su ansiedad.

Al llegar, vio a Sana esperando en el mismo banco donde habían estado hace apenas unas horas. Su expresión era seria, y Dahyun sintió un nudo en el estómago.

—Hola, Dahyun —saludó Sana, su voz un susurro.

—Hola —respondió Dahyun, sintiendo que el aire estaba cargado de tensión.

—Quería hablar sobre lo que dijimos hace unas horas —comenzó Sana, su mirada evitando la de Dahyun.

—¿Sobre la relación sin compromiso? —interrumpió Dahyun, tratando de encontrar su voz.

Sana asintió, tomando una respiración profunda.

—Me he dado cuenta de que no puedo ofrecerte lo que realmente deseas. Pero eso no significa que no quiera estar contigo. Lo que siento es real, y quiero explorar eso, incluso si es complicado.

Dahyun se sintió atrapada entre sus sentimientos y la realidad de lo que Sana estaba ofreciendo.

—No sé si puedo hacerlo. Necesito saber que eres sincera, que esto no es solo un juego para ti.

—Te prometo que no lo es. Solo estoy tratando de protegerme. Mi vida es un caos, y no quiero arrastrarte a eso. Pero no puedo dejar de pensar en ti —Sana miró a Dahyun, y la sinceridad en sus ojos hizo que su corazón se derritiera.

—Entonces, ¿qué hacemos? —preguntó Dahyun, sintiendo que su voz temblaba.

—Podemos intentarlo. Sin presiones, solo tú y yo. Pero si en algún momento sientes que necesitas más, debemos ser honestas al respecto. No quiero que esto nos lastime.

Dahyun sintió una chispa de esperanza. Tal vez lo que tenían podía funcionar, incluso en medio de la incertidumbre.

—Está bien, quiero intentarlo, pero con la comunicación abierta. No quiero ser la única que se sienta vulnerable.

Sana sonrió, y en ese instante, Dahyun sintió que un nuevo capítulo comenzaba en su vida.

Mientras tanto, en casa de Sana, su esposo sintió que algo estaba cambiando. La conversación con Sana había sido tensa, y aunque se preocupaba por ella, también sabía que no podía seguir interponiéndose entre lo que Sana quería. Aun así, el temor de perderla lo llevó a tomar una decisión.

Esa noche, decidió que necesitaría hablar con su esposa nuevamente sobre Dahyun. La relación de su esposa con la joven era algo que no podía ignorar. Al día siguiente, tras una noche de insomnio, el señor Kim se preparó para la confrontación.

—Sana, necesitamos hablar sobre Dahyun —comenzó, encontrándola en la cocina.

—¿Qué más quieres decir? —pregunó ella, cruzando los brazos, preparándose para una pelea.

—Estoy preocupado por ti. No quiero que te lastimen. Y creo que deberías dejar de verla. —Su tono era firme, casi autoritario.

Sana lo miró con incredulidad.

—¿Qué? ¿Y por qué debería hacer eso? ¡Es mi amiga! No puedo creer que estés tratando de controlar mis relaciones.

—No es control, es preocupación. No quiero verte sufrir por alguien a quien no le importas —replicó sintiendo que la frustración comenzaba a apoderarse de él.

—No entiendes nada —dijo Sana, su voz elevándose. —Dahyun es mi amiga y nunca te he pedido que apruebes mis amistades.

—¿Que no te das cuenta de que no le importamos? Ella nos dejó, Sana, entiéndelo —él apretó los dientes, luchando por mantener la calma.

—Ya he tomado una decisión. Estoy dispuesta a asumir los riesgos —Sana replicó, su mirada ardiente. —Ella te dejó a tí, y yo no voy a renunciar a alguien que me importa solo porque tú así lo quieres.

La tensión entre ellos aumentó, y ambos sabían que esta discusión marcaría un punto de no retorno. El señor Kim se sintió atrapado entre su amor por Sana y su temor a perderla en un mar de incertidumbre.

—Tienes que pensarlo bien. No quiero que un día me digas que debiste haberme escuchado —dijo el mayor, sintiendo que la desesperación comenzaba a dominarlo.

Sana lo miró fijamente, y por un momento, ambos se encontraron en un punto crítico. ¿Podrían encontrar un equilibrio entre sus deseos individuales y su amor mutuo, o el camino que estaban eligiendo los llevaría a una ruptura inevitable?

Con el corazón en la mano, Sana decidió que la única forma de avanzar sería ser completamente honesta con él, mientras que Dahyun, en su camino hacia la madurez emocional, se preguntaba si realmente había tomado la decisión correcta.

A/N
Lo siento si escribí alguna incoherencia, llevo días sin dormir bien.

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