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26

Después de ese momento lleno de lágrimas y sonrisas, Sana se separó un poco y sonrió con una mezcla de nostalgia y esperanza.

—¿Quieres ir a casa? —preguntó Sana, observando a Dahyun con ternura.

Dahyun se mordió el labio, la preocupación surgiendo en su pecho. La idea de enfrentarse a su padre la llenaba de ansiedad.

—No sé, Sana. No quiero verlo —respondió, mirando hacia el suelo.

Sana, notando la incertidumbre en los ojos de Dahyun, dio un paso más cerca, tomando su mano con suavidad.

—No tienes que preocuparte por eso. Tu papá está en un viaje de negocios. Se fue hace apenas unos días —explicó Sana.

Dahyun levantó la vista, su expresión cambiando a una mezcla de sorpresa y alivio.

—¿En serio? —preguntó, sintiendo cómo la tensión en su cuerpo comenzaba a desvanecerse.

—Sí. Así que no tienes de qué preocuparte. Solo seremos tú y yo —respondió Sana, con una calidez en su voz que hizo que Dahyun se sintiera más cómoda.

Finalmente, después de un breve momento de indecisión, Dahyun asintió.

—Está bien. Vamos —dijo, sintiendo que la emoción la invadía de nuevo al pensar en estar a solas con Sana.

Ambas comenzaron a caminar juntas hacia la casa del señor Kim, compartiendo risas y recuerdos mientras el sol se ocultaba en el horizonte. La calidez de la tarde envolvía su encuentro, y cada paso que daban juntas era un paso más hacia la sanación de su relación.

Al llegar, Dahyun sintió una mezcla de nervios y emoción. La casa, aunque familiar, parecía diferente después de tanto tiempo lejos.

Una vez dentro, Sana observó a Dahyun con complicidad, y ambas intercambiaron sonrisas mientras se dirigían a la sala.

—Solo somos nosotras, Dahyun —dijo Sana, con un guiño.

Dahyun respiró hondo, sintiendo que su corazón latía con fuerza. En ese instante, sabía que estar con Sana era todo lo que realmente quería.

—Sí, solo nosotras.

Se acomodaron en el sofá, el ambiente lleno de una nueva energía, y Dahyun sintió que finalmente estaba donde pertenecía. Al lado de Sana.

Sus miradas se encontraron, llenas de un entendimiento silencioso, de promesas no dichas. Sana se acercó un poco más, y Dahyun sintió la calidez de su cuerpo cerca del suyo. La tensión entre ambas era palpable, un hilo invisible que las unía, manteniendo a raya las palabras que querían fluir.

—Me he perdido de tanto sin ti —susurró Sana, su voz suave y llena de emoción.

Dahyun sintió un escalofrío recorrerle la espalda al escuchar esas palabras. Era una verdad que había estado callando, un sentimiento que había estado ahogando en su pecho.

—Yo también —respondió Dahyun, su voz temblorosa pero firme.

Sana inclinó ligeramente la cabeza, observando los ojos de Dahyun con intensidad, como si intentara leer cada pensamiento oculto detrás de ellos. La cercanía entre sus rostros se hacía cada vez más evidente, y el mundo a su alrededor parecía detenerse.

Con un impulso que no pudo controlar, Sana acercó su mano y acarició la mejilla de Dahyun, su piel tibia al tacto. Dahyun cerró los ojos, disfrutando de la suavidad de esa caricia.

—¿Puedo? —preguntó Sana, buscando la aprobación de Dahyun.

Dahyun asintió lentamente, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza. No necesitaba palabras; todo estaba claro en ese momento.

Sana se inclinó hacia ella, y sus labios se encontraron en un primer roce suave, como un susurro de lo que estaba por venir. Era un beso lleno de ternura, de la dulzura que había estado ausente durante tanto tiempo. Dahyun sintió que su pecho se llenaba de calidez, una sensación que la envolvía por completo.

A medida que sus labios se movían, la intensidad del beso comenzó a aumentar. Sana profundizó el contacto, inclinando la cabeza para encontrar un ángulo que les permitiera fusionar sus bocas de manera más completa. Dahyun respondió instintivamente, entregándose a la pasión que había estado reprimiendo. Sus manos encontraron el rostro de Sana, acariciando sus mejillas, mientras la otra se entrelazaba en su cabello.

La intensidad crecía entre ellas, el roce de sus labios se volvió más fervoroso, más lleno de deseo. Cada movimiento se sentía como un renacer, como si finalmente pudieran liberar todas las emociones que habían estado atrapadas durante meses.

—No quiero que esto termine —susurró Dahyun aquella frase que Sana ya había escuchado antes, separándose por un instante, su aliento entrecortado y sus ojos brillando de emoción.

—Y no tiene que hacerlo —respondió Sana, sin apartar la mirada.

Ambas se acercaron de nuevo, y sus labios se encontraron una vez más, esta vez con un ardor innegable. Se olvidaron del mundo exterior, inmersas en la calidez de ese momento, en la promesa de lo que podían ser juntas. El beso se transformó en un baile, una coreografía que solo ellas conocían, uniendo sus corazones y almas.

El tiempo se detuvo a su alrededor, y lo único que importaba era el roce de sus labios, el latido compartido de sus corazones, y la certeza de que, a pesar de las dificultades, siempre se encontrarían de nuevo.

El beso entre Dahyun y Sana cada vez subía más de intensidad, como si todo el tiempo perdido y las emociones reprimidas finalmente encontraran su camino hacia la superficie. Sus labios se movían con un deseo creciente, un ritmo apasionado que hacía que sus corazones latieran con fuerza.

Sana, sintiendo la chispa entre ellas, dejó que sus lenguas se entrelazaran en un juego de exploración. Era un baile sensual, unirse y separarse, mientras se perdían en la calidez de ese momento. Cada caricia, cada roce, despertaba sensaciones que Dahyun había estado guardando en lo más profundo de su ser.

Con un impulso repentino, Sana rodeó la cintura de Dahyun con sus brazos y la levantó, colocándola suavemente sobre su regazo. Dahyun, sorprendida por el movimiento, soltó un pequeño suspiro, pero pronto se dejó llevar por la intimidad que la rodeaba. Sentir a Sana tan cerca, su calor envolvente y el latido de su corazón, la hizo sentir como si estuviera en casa.

Las piernas de Dahyun se envolvieron alrededor de la cintura de Sana, mientras esta la sostenía firmemente, asegurándose de que nada pudiera separarlas. El contacto entre sus cuerpos era electrizante, y cada caricia de Sana en su espalda la hacía estremecer.

—Eres todo lo que he estado extrañando —murmuró Sana entre besos, sus palabras salpicadas de deseo.

Dahyun sintió que su estómago se encogía al escuchar eso. La necesidad que había estado oculta durante tanto tiempo se intensificaba, llenando el aire con una mezcla de anhelo y amor.

Sus labios continuaron danzando, el sabor de la pasión envolviéndolas. Dahyun se entregó por completo, dejándose llevar por la intensidad de cada beso. La forma en que Sana la sostenía, con una fuerza y suavidad equilibradas, la hacía sentir protegida y deseada al mismo tiempo.

Dahyun sintió el pulso de su corazón acelerarse mientras las manos de Sana se deslizaban por su piel, recorriendo su espalda y bajando hacia sus muslos. Cada toque era una promesa de lo que vendría, y el deseo ardiente entre ellas se volvió casi insoportable.

La química era innegable, un fuego que ardía en el interior de ambas, y no había forma de que pudieran detenerse. Se entregaron completamente a ese momento, el mundo exterior desvaneciéndose, y solo quedando ellas, sus corazones y sus almas entrelazadas en una explosión de pasión.

Sana apretó más a Dahyun contra su cuerpo, sintiendo cómo cada parte de ellas se conectaba de una manera que hacía que el mundo a su alrededor se desvaneciera. La cercanía era intoxicante, y mientras sus labios continuaban explorando la suavidad de los de Dahyun, una oleada de deseo la invadió.

Con un movimiento lento pero decidido, Sana comenzó a bajar sus besos desde los labios de Dahyun hacia su cuello. La calidez de su aliento y el roce de sus labios sobre la piel de Dahyun la hacían estremecer.

—Sana... —susurró Dahyun, sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo al notar cómo Sana dejaba marcas suaves y seductoras a medida que sus labios recorrían su piel.

Cada beso era un recordatorio de la conexión intensa que compartían, y cuando Sana comenzó a dejar chupones, Dahyun sintió un placer abrumador mezclado con la picardía de ser marcada por la mujer que tanto había anhelado.

—Voy a dejarte un recuerdo de esta noche —dijo Sana, su voz baja y cargada de deseo, mientras su boca continuaba trabajando en su cuello.

Dahyun se arqueó hacia atrás, dejando que el placer la consumiera. La sensación de los labios de Sana succionando suavemente su piel era electrizante, y no podía evitar dejar escapar pequeños gemidos, cada uno más sonoro que el anterior. La mezcla de dolor y placer era embriagadora, y la idea de que esas marcas serían un testimonio de su encuentro solo aumentaba su deseo.

Sana continuaba con su trabajo, disfrutando cada segundo de dejarle esos pequeños recuerdos en forma de chupones, cada uno acompañado de un beso tierno que parecía decir “te quiero” sin necesidad de palabras.

Cuando Sana finalmente se detuvo, se alejó un poco para admirar su obra, y Dahyun no pudo evitar ruborizarse al notar la evidencia de su pasión en su piel. Con una sonrisa traviesa, Sana atrapó la mirada de Dahyun, que estaba llena de deseo y un leve sonrojo.

—¿Te gusta? —preguntó Sana, desafiando a Dahyun con sus ojos.

—Más de lo que imaginas —respondió Dahyun, su voz cargada de emoción mientras tiraba de la camiseta de Sana, acercándola de nuevo a ella para sellar el momento con otro beso lleno de intensidad y amor.

El beso entre Sana y Dahyun se intensificó, cargado de una pasión que parecía incontrolable. Mientras sus labios se movían en perfecta sincronía, Sana sintió que la necesidad de Dahyun la envolvía, llevándola a explorar más allá de los límites establecidos.

Con una mano, Sana comenzó a acariciar suavemente la cintura de Dahyun, disfrutando de la suavidad de su piel. A medida que el beso se profundizaba, se dejó llevar por la pasión y, sin pensarlo dos veces, sus dedos se deslizaron hacia el broche de los shorts de Dahyun.

Dahyun se detuvo por un momento, sintiendo cómo la mano de Sana se movía con confianza y deseo. La respiración se le aceleró, y una mezcla de emoción y anticipación la invadió.

—Sana... —susurró Dahyun, apenas capaz de mantener la coherencia mientras la presión aumentaba entre ellas.

—Solo confía en mí —respondió Sana, sus ojos llenos de fuego y ternura. Con un movimiento firme pero suave, abrió el broche, dejando que sus shorts se deslizaran un poco más abajo, revelando la suave piel del abdomen bajo de Dahyun.

El mundo exterior se desvaneció por completo mientras la conexión entre ellas se volvía más intensa. Sana no podía resistir la tentación de explorar, de sentir cada rincón de la mujer que había anhelado durante tanto tiempo. Sus manos se deslizaron con ternura por los muslos de Dahyun, y ella respondió acercándose aún más, fusionándose en ese instante de puro deseo.

Los besos se volvieron más ardientes, llenos de la promesa de lo que estaba por venir. Dahyun cerró los ojos, dejándose llevar por la emoción, sintiendo cómo Sana la llenaba de una calidez que la envolvía por completo. Cada toque era electrizante, y el momento se convirtió en un torbellino de sensaciones que ninguna de las dos quería que terminara.

Sana, atrapada en la atmósfera de deseo y pasión, se dejó llevar completamente. Con una confianza que la llenaba de poder, deslizó una de sus manos dentro del short de Dahyun, sintiendo la suavidad de su piel.

Dahyun inhaló profundamente, sintiendo cómo el pulso de su corazón se aceleraba. La mano de Sana se movía con delicadeza, jugando con la ropa interior de Dahyun, provocando una oleada de placer que la hacía perder la noción del tiempo y del lugar.

—Sana... —murmuró Dahyun, dejando escapar un suspiro entrecortado mientras se aferraba al hombro de Sana, buscando más de ese toque electrizante. La mezcla de intimidad y deseo llenaba el aire, envolviéndolas en un mundo donde nada más importaba.

Sana sonrió contra sus labios, disfrutando de la respuesta de Dahyun a cada movimiento. Se sentía viva, y esa conexión la impulsaba a explorar más.

Con movimientos suaves, Sana comenzó a acariciar y juguetear con el borde de la ropa interior, haciendo que Dahyun se estremeciera. Cada caricia era una promesa de lo que podía venir, y el deseo se disparaba entre ellas como un fuego que amenazaba con consumirlas.

Dahyun, sintiendo la mezcla de nervios y euforia, se acercó más a Sana, dejando que sus cuerpos se unieran en una danza de deseo. Con cada roce, con cada beso, la intimidad se profundizaba, y Dahyun supo que este momento sería uno que llevaría en su corazón para siempre.

A/N
Les prometo que el próximo capítulo sí o sí sera smut

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