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21

Días después del último encuentro con Sana, Dahyun aún sentía en su piel los rastros de aquella aventura clandestina. Pero esa tarde, mientras se preparaba para un almuerzo en casa, el vibrar de su teléfono la sacó de sus pensamientos. Al ver el nombre en la pantalla, su corazón se detuvo por un segundo: mamá. No hablaba con ella desde hacía tiempo. El mero hecho de que la llamara ahora, cuando su vida estaba llena de caos y contradicciones, la llenó de una ansiedad extraña.

—Mamá... —susurró Dahyun, llevándose el teléfono al oído con el pulso acelerado.

—Dahyun, mi amor, ¿cómo estás? —La voz familiar y cálida la envolvió, como un abrazo de esos que tanto había extrañado desde que su madre se fue.

Esos mismos que la habían sostenido cuando todo era difícil.

—Estoy bien, mamá. ¿Y tú? ¿Cómo van las cosas? —Dahyun intentó mantener el tono ligero, pero una sensación pesada en el fondo de su pecho le decía que esta no era una llamada casual.

—Estoy bien, cariño. De hecho, quería hablar contigo sobre algo importante... —Su madre titubeó por un segundo, lo suficiente para que Dahyun sintiera cómo se acumulaba la tensión en el aire—. He conseguido un buen trabajo. Es estable, y puedo mantenernos ahora. Es por eso que quiero que vuelvas a vivir conmigo.

El mundo de Dahyun pareció detenerse. La sorpresa fue como una bofetada. Durante tanto tiempo había deseado estar con su madre, recuperar esa conexión que siempre fue un refugio cuando su padre no estuvo. Pero ahora... su vida había cambiado. Sana había entrado en escena, desdibujando las líneas de lo correcto, lo seguro, y lo que debía hacer.

—¿Contigo? —preguntó Dahyun, con el corazón en un nudo, tratando de comprender el peso de esas palabras.

—Sí, Dahyun. No pude llevarte conmigo antes porque no tenía los medios. Pero ahora todo ha mejorado, y quiero que estemos juntas de nuevo, como antes. —La voz de su madre era esperanzada, llena de ilusión y un toque de melancolía que se sentía como un eco de su pasado.

Dahyun se sentía atrapada. Por un lado, estaba el amor profundo que siempre había sentido por su madre, esa mujer que la había cuidado cuando nadie más lo hacía. Pero por otro lado, estaba Sana. Y la relación que compartía con ella no era solo una aventura peligrosa; Sana se había convertido en alguien que hacía que Dahyun se sintiera viva, libre, pero también enredada en secretos.

—No sé qué decir, mamá —murmuró Dahyun, su mente abrumada por la confusión y las emociones encontradas.

—Dahyun, solo piénsalo, ¿sí? —respondió su madre, con un tono gentil, casi implorante—. Quiero lo mejor para ti. No quiero que te quedes en una situación incómoda. Siempre he querido que estés conmigo, pero las cosas eran difíciles antes. Ahora, con este trabajo, puedo ofrecerte estabilidad, algo que antes no tenía.

Las lágrimas se acumularon en los ojos de Dahyun. Su madre siempre había sido su roca, la única que había permanecido cuando todo lo demás parecía desmoronarse. Pero ahora, al escuchar esas palabras, sintió una culpa aplastante. ¿Cómo podía siquiera considerar rechazar la oportunidad de estar con ella? Sin embargo, también estaba la realidad de su vida actual. ¿Cómo podía simplemente dejar todo atrás? ¿Dejar a Sana?

—Mamá, necesito tiempo para pensarlo... —dijo, intentando sonar fuerte, aunque su voz temblaba—. Te amo, pero... las cosas aquí han cambiado mucho.

—Lo entiendo, cariño. Solo quiero que sepas que mi puerta siempre estará abierta para ti. Te extraño. —La tristeza en la voz de su madre resonó en lo más profundo de Dahyun, haciéndola sentir como si estuviera dividiéndose en dos.

Cuando la llamada terminó, Dahyun se quedó paralizada, sentada en el borde de su cama, sintiendo un vacío que no sabía cómo llenar. Quería correr hacia su madre, abrazarla y decirle que todo estaría bien, pero algo la detenía. Esa otra vida, esa vida con Sana, que se había convertido en algo más que una simple relación secreta. Había algo real entre ellas, algo que no podía negar, por más peligroso que fuera.

Minutos más tarde, se dirigió al comedor donde Sana ya la esperaba, observándola con esa mirada que siempre parecía ver más allá de lo que Dahyun mostraba. No pasó mucho antes de que Sana notara la tensión en sus gestos.

—¿Todo bien? —preguntó Sana, su tono cuidadoso, pero firme.

Dahyun se sentó frente a ella, sintiendo cómo las palabras se atascaban en su garganta. Quería decir algo, cualquier cosa que no revelara el caos en su mente, pero no podía.

—Mi mamá me llamó... Quiere que vuelva a vivir con ella. Ha conseguido un buen trabajo y dice que ahora puede mantenerme.

Sana no respondió de inmediato, y ese silencio se sintió como una losa pesada sobre los hombros de Dahyun. Finalmente, Sana habló, con su voz más seria que nunca.

—¿Y tú qué piensas? ¿Quieres irte?

—No lo sé... —La voz de Dahyun sonaba frágil, casi rota—. Amo a mi mamá, pero aquí todo ha cambiado. No quiero alejarme de lo que tenemos. Pero... tampoco quiero alejarme de ella. Me siento atrapada.

Sana extendió la mano, apretando suavemente el muslo de Dahyun. Ese simple gesto de apoyo hizo que las emociones de Dahyun se intensificaran aún más.

—Dahyun... sea lo que sea que decidas, estaré aquí para ti. Pero tienes que ser honesta contigo misma. No puedes ignorar lo que sientes. —La voz de Sana era suave, pero directa. Había comprensión, pero también una firmeza que le recordaba que, al final, la decisión era solo suya.

Dahyun levantó la mirada, encontrándose con los ojos de Sana. En esa mirada vio la chispa de lo que las había unido, ese fuego que había hecho que rompieran las reglas una y otra vez. Sabía que lo que compartían era profundo, pero también sabía que no podía ignorar a su madre, no después de todo lo que habían pasado juntas.

La encrucijada ante ella parecía imposible de sortear. Amaba a su madre, pero también se sentía atada a Sana de una manera que nunca imaginó posible. ¿Cómo podía elegir entre dos amores tan diferentes, pero tan intensos?

A/N
Sexo de despedida?
Solo bromeo 🤭
O no?

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