19
Los días pasaron, y la burbuja que habían creado entre ellas se volvió cada vez más intensa. Los encuentros furtivos se convirtieron en momentos esperados, y cada instante juntas era una mezcla de emociones que Dahyun nunca había experimentado. La tensión entre el deseo y el secreto les daba una chispa especial que las mantenía alerta y emocionadas.
Sana, siempre juguetona, no dejaba de provocar a Dahyun.
—¿Recuerdas nuestra pequeña aventura?— le susurraba en momentos inesperados, haciendo que el corazón de Dahyun latiera más rápido. —Deberíamos repetir.
Dahyun intentaba mantenerse seria, pero cada vez que Sana la miraba con esos ojos brillantes, se le hacía difícil resistirse. —No sé, Sana. ¿No crees que esto se está volviendo un poco... peligroso?— replicaba, aunque su voz traicionaba su creciente deseo.
—¿Peligroso? ¿Por qué? Solo estamos divirtiéndonos. Además, ¿no es emocionante?— Sana sonreía, y esa sonrisa era como un hechizo que la envolvía en una sensación de libertad y locura.
—Es solo que no quiero que nadie nos vea... ni que se enteren—, dijo Dahyun, sintiendo que su corazón latía desbocado. Sin embargo, a medida que hablaba, se dio cuenta de que había un lugar en su interior que anhelaba la emoción de ser vistas, de no tener que ocultar lo que tenían.
Sana, siempre persuasiva, acercó su rostro al de Dahyun, el aliento entre ellas creando una atmósfera cargada de tensión.
—¿Qué tal si hacemos algo arriesgado? Un pequeño secreto a la vista de todos, pero solo nosotras lo sabremos—, propuso, sus ojos brillando con malicia.
Dahyun sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, y a pesar de su juicio, una parte de ella estaba intrigada por la idea.
—No sé... eso podría complicar las cosas aún más—, murmuró, pero su mente ya empezaba a jugar con la idea de lo prohibido.
—¿Complicadas o emocionantes? Solo tienes que dejarte llevar—, le animó Sana, mientras su mano buscaba la de Dahyun, entrelazando sus dedos con una calidez que hacía que Dahyun se olvidara de todo.
El roce de sus manos hizo que Dahyun sintiera esa chispa nuevamente, y aunque quería resistirse, había algo en la propuesta de Sana que la intrigaba.
—Tal vez un pequeño secreto no estaría tan mal—, pensó, dándose cuenta de que estaba lista para explorar los límites de su relación.
—Eso es todo lo que necesito oír—, dijo Sana, sonriendo con esa confianza que siempre lograba encender algo en Dahyun. —Ahora, ¿qué tal si salimos más tarde, solo tú y yo?
Dahyun asintió, sintiendo que el peligro era emocionante y liberador. Había decidido dejarse llevar, y con esa decisión, se sumergió en un mundo de posibilidades donde el deseo y la complicidad se entrelazaban, creando un lazo que desafiaba todas las normas. Así, con corazones latiendo al unísono y una sonrisa compartida, se prepararon para adentrarse en una nueva aventura.
Esa tarde, Dahyun sintió cómo la anticipación crecía en su pecho mientras se preparaba para su salida con Sana. La emoción de lo desconocido la envolvía, y no podía evitar sonreír al recordar las miradas cómplices que compartían y las risas nerviosas que las acompañaban. El aire en la habitación estaba cargado de expectativa, y cada segundo que pasaba parecía eterno.
Esa misma noche, Dahyun y Sana se encontraban en un parque poco concurrido, bajo la luz tenue de los faroles. El ambiente nocturno de Seúl tenía algo que las envolvía en un aura de misterio, y los susurros del viento entre los árboles solo aumentaban la sensación de peligro que ambas sentían.
—Aquí estamos, justo a la vista de todos—, dijo Sana con una sonrisa pícara, observando cómo Dahyun miraba a su alrededor, buscando cualquier signo de miradas curiosas. No había nadie cerca, pero eso no quitaba la sensación de que estaban jugando con fuego.
—¿Estás segura de que esto es buena idea?— preguntó Dahyun en voz baja, aunque su corazón latía emocionado. El parque parecía un lugar perfecto para algo travieso, con pequeños rincones donde podían esconderse, pero al mismo tiempo, era lo suficientemente abierto como para que cualquiera pudiera aparecer en cualquier momento.
—Más que segura—, respondió Sana, tomando la mano de Dahyun con suavidad y tirando de ella hacia un banco oculto entre unos arbustos. —Solo sigue mi juego—. Se sentaron juntas, sus cuerpos más cerca de lo habitual. Los ruidos distantes de la ciudad y el suave murmullo del agua de una fuente cercana las envolvían, creando una burbuja donde parecían estar completamente solas. Sana se inclinó hacia Dahyun, su rostro apenas iluminado por la luz del farol más cercano, y susurró —Aquí estamos, en público, pero nadie tiene idea de lo que estamos haciendo.
Dahyun sintió un escalofrío recorrer su columna. El riesgo era palpable, pero también lo era la emoción. Sana deslizó sus dedos por el brazo de Dahyun, sus caricias ligeras como plumas, y se acercó aún más, hasta que sus labios casi rozaban los de Dahyun.
—¿Y si alguien nos ve?— murmuró Dahyun, aunque no se apartó.
—No lo harán si somos cuidadosas—, respondió Sana, dejando que sus labios apenas tocaran los de Dahyun en un beso fugaz, tan rápido que casi parecía un suspiro. —Solo un pequeño secreto bajo la luz de las estrellas.
Dahyun cerró los ojos por un momento, dejándose llevar por la sensación. Cada pequeño gesto, cada roce furtivo, estaba lleno de una tensión deliciosa. Sabía que, en cualquier momento, alguien podría pasar por el parque y verlas, pero esa misma posibilidad hacía que todo fuera aún más emocionante.
De repente, los pasos de una pareja se escucharon a lo lejos. Sana rápidamente se apartó, pero no soltó la mano de Dahyun. Las dos se quedaron quietas, conteniendo la respiración mientras los desconocidos pasaban por el camino cercano. No las vieron, pero el corazón de Dahyun latía con fuerza en su pecho.
—Eso estuvo cerca—, dijo Dahyun cuando la pareja se alejó, aunque no podía evitar sonreír. —Eres una loca, Sana.
—Pero te encanta—, replicó Sana, guiñándole un ojo.
Dahyun rio, pero la adrenalina aún corría por sus venas mientras miraba a su alrededor, asegurándose de que el camino estuviera despejado. Sana, con esa chispa traviesa en sus ojos, sonrió y volvió a acercarse. La cercanía de sus cuerpos, combinada con la emoción del momento, hizo que Dahyun sintiera una calidez que se extendía desde su pecho hasta sus mejillas.
—¿Lista para más?— preguntó Sana, su voz un suave susurro. Dahyun asintió, sintiendo cómo el deseo crecía entre ellas.
Sana se inclinó de nuevo, esta vez más decidida. Sus labios encontraron los de Dahyun en un beso más profundo, uno que parecía durar una eternidad a pesar de lo breve que era. Al principio, sus labios se movieron suavemente, explorando, casi como si estuvieran descubriendo un nuevo mundo. La calidez de la boca de Sana contrastaba con el aire fresco de la noche, y Dahyun sintió que se derretía en su toque.
—No puedo creer que estemos haciendo esto—, murmuró Dahyun entre besos, su voz temblando de emoción.
—Y lo estamos disfrutando—, respondió Sana, su risa ligera llenando el espacio entre ellas. Con un movimiento ágil, Sana deslizó su mano por la cintura de Dahyun, apretándola suavemente para atraerla más cerca. En respuesta, Dahyun envolvió sus brazos alrededor del cuello de Sana, acercándose aún más, como si quisiera fusionarse con ella.
Los besos se hicieron más apasionados, la tensión acumulándose a medida que sus lenguas comenzaban a danzar tímidamente, explorándose con curiosidad. Cada roce era eléctrico, y la emoción de ser vistas las impulsaba a seguir. Dahyun sintió cómo la mano de Sana se deslizaba por su espalda, acariciando su piel por debajo de la ropa, con un toque que la hacía estremecerse.
—Shh—, dijo Sana de repente, separándose un poco, sus labios todavía a un centímetro de los de Dahyun. Su respiración se entrelazaba con la de ella, creando una atmósfera casi mágica. —Escucha.
Dahyun se detuvo y escuchó el suave murmullo del viento y el canto de los grillos. Era como si el mundo se hubiera detenido, y en ese instante, solo existieran ellas dos. La emoción del momento volvió a subir, y Dahyun sintió que su corazón latía con fuerza.
Sana volvió a acercarse, esta vez con más urgencia. Sus labios se encontraron de nuevo, pero esta vez fue diferente: más intensos, más llenos de deseo. Dahyun respondió de inmediato, dejando que el mundo exterior se desvaneciera mientras se entregaba al beso. Era como si todo lo que había alrededor desapareciera y solo quedara el calor de sus cuerpos y el deseo que compartían.
El beso se profundizó, y Sana comenzó a acariciar la parte baja de la espalda de Dahyun, sintiendo la curva de su cuerpo contra sus manos. Cada toque parecía encender un fuego dentro de Dahyun, y no podía evitar dejar escapar un pequeño suspiro de placer. Ella también comenzó a explorar, dejando que sus dedos se deslizaran por el cabello de Sana, sintiendo la suavidad de sus mechones mientras la atraía aún más.
—Dahyun—, susurró Sana entre besos, su voz cargada de anhelo. —Eres perfecta.
Dahyun se sonrojó, sintiendo una mezcla de felicidad y vulnerabilidad.
—Y tú eres una locura—, respondió, aunque no podía evitar sonreír, disfrutando de la ternura que se escondía en la locura de Sana.
Mientras compartían esos besos robados bajo la luz de las estrellas, ambas se dieron cuenta de que estaban creando un recuerdo que atesorarían para siempre. Aunque el peligro de ser vistas acechaba en cada esquina, la conexión que sentían era más fuerte que cualquier miedo. Así, entre risas y susurros, continuaron explorando no solo sus labios, sino también la posibilidad de un amor que desafiaría cualquier límite.
Pero, al final de sus besos, Sana rompió el hechizo.
—Vamos, hay más para explorar—, dijo Sana, sonriendo con complicidad mientras se levantaba, tirando de Dahyun hacia un sendero más alejado.
Dahyun la siguió, sintiendo que el deseo aún ardía entre ellas, lista para seguir a Sana en su loca aventura, sabiendo que cada paso que daban juntas era un paso hacia un mundo lleno de posibilidades y secretos compartidos.
A/N
Quisiera escribirles smut, pero no me iento inspirada, necesito ponerme horny para que salga bien...
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