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15

Dahyun sintió cómo una ola de calor recorría su cuerpo al tocar la mano de Momo. La conexión era intensa, como si el mundo a su alrededor se desvaneciera y solo quedaran ellas dos. La suavidad de la piel de Momo contrastaba con la dureza de sus pensamientos, creando una extraña paz que comenzaba a llenar el espacio entre ellas.

Momo sonrió con dulzura, aliviada de que Dahyun hubiera tomado esa decisión.

—¿Ves? No hay nada de qué temer —dijo, dejando que su pulso se alineara con el de Dahyun, como si compartieran una melodía silenciosa. —Quiero que sepas que estoy aquí para ayudarte a descubrir quién eres, así como yo estoy tratando de entenderme a mí misma.

Dahyun asintió, sintiéndose un poco más segura.

—¿Y si la conexión se vuelve demasiado intensa? —preguntó, con la voz aún temblorosa. —¿Qué pasa si me pierdo en esto?

Momo movió su mano suavemente, atrapando la de Dahyun con más firmeza.

—Entonces te prometo que siempre te guiaré de regreso. Nunca te dejaré caer en la oscuridad. —Sus ojos brillaron con sinceridad, y Dahyun se sintió atraída por la pasión que Momo infundía en cada palabra.

—¿Y si... si quiero explorar esto más? —preguntó Dahyun, una mezcla de ansiedad y emoción en su voz. El deseo de conocer a Momo más a fondo comenzaba a luchar contra su miedo. —¿Qué pasaría si quiero saber más sobre ti?

Momo se inclinó un poco más cerca, su aliento cálido acariciando la piel de Dahyun.

—Podemos comenzar despacio, con confianza. Sin presiones. Solo tú y yo, y lo que cada una esté dispuesta a compartir.

Dahyun sintió cómo su corazón latía con fuerza, y una mezcla de temor y emoción recorrió su cuerpo.

—De acuerdo —respondió, su voz apenas un susurro. —Estoy dispuesta a intentarlo.

Con un suave movimiento, Momo guió a Dahyun nuevamente hacia la cama, donde se sentaron juntas, la tensión entre ellas aún palpable.

—Dime, ¿qué es lo que más te intriga de mí? —preguntó Momo, con una sonrisa pícara que intentaba aligerar la atmósfera.

Dahyun se rió nerviosamente, el ambiente cálido y la cercanía de Momo la hicieron sentirse más cómoda.

—Bueno, tienes esta… aura misteriosa, como si hubieras salido de un libro de fantasía o algo así. Pero también… me asusta un poco, a veces.

—¿Te asusta? —repitió Momo, inclinándose hacia adelante con curiosidad. —¿Por qué?

—Porque hay cosas sobre ti que no entiendo. Eres hermosa y aterradora al mismo tiempo. —Dahyun bajó la mirada, sintiendo que su sinceridad la hacía vulnerable. —No sé cómo manejar eso.

Momo tomó un respiro profundo, reconociendo que sus palabras eran un reflejo de la batalla interna que ambas enfrentaban.

—Entiendo que pueda parecer aterrador, pero todo lo que soy tiene una razón. También soy capaz de amar, de cuidar, de proteger. No solo de atraer y destruir.

—¿De verdad? —Dahyun se atrevió a mirar a Momo a los ojos, buscando la verdad en su mirada. —¿Eres capaz de amar?

—Sí —respondió Momo, su voz firme.— Puedo amar de muchas maneras, y creo que ya estoy comenzando a sentir algo por ti que no puedo ignorar. —Su sinceridad le hizo a Dahyun sentir que el aire se le escapaba. —No quiero que sientas miedo de mí. Quiero que sepas que estoy aquí para ti.

Dahyun sintió que una chispa de esperanza comenzaba a encenderse en su interior.

—¿Y si me estoy comenzando a sentir atraída por ti? —preguntó, su voz temblorosa pero decidida.

Momo sonrió, sus ojos brillando con calidez.

—Entonces me harías muy feliz, porque me gustaría explorar eso contigo. Pero recuerda que no tienes que apresurarte a llegar a esa conclusión. Podemos tomarnos nuestro tiempo.

La luz de la luna iluminaba el espacio a su alrededor, creando un ambiente mágico que parecía realzar la intimidad entre ellas. Dahyun sintió cómo las barreras que había construido comenzaban a desmoronarse, y el deseo de conocer a Momo más profundamente crecía con cada latido de su corazón.

—Me gustaría... me gustaría saber más sobre ti —dijo Dahyun, sintiéndose valiente al tomar esa decisión. —¿Cómo es ser un súcubo? ¿Y qué significa para ti?

Momo se acomodó más cerca, su mirada tierna.

—Ser un súcubo significa vivir entre dos mundos: el de los humanos y el de los demonios. No siempre es fácil. A veces puede ser abrumador alimentarse de sensaciones humanas, pero también puedo encontrar belleza en la conexión genuina, como la que siento contigo.

—¿Eso significa que te alimentas de emociones? ¿De mis emociones? —Dahyun preguntó, la curiosidad reemplazando un poco su miedo.

—Sí, pero no de una manera que te haga daño. Es más como... absorber la energía que compartimos. No quiero llevarme nada que no desees darme. —Momo hizo una pausa, observando la reacción de Dahyun. —Quiero que esta conexión sea recíproca.

Dahyun sintió un escalofrío recorrer su espalda, una mezcla de emoción y temor al considerar la idea de abrirse completamente a Momo.

—¿Qué necesitas de mí? —preguntó con cautela.

—Solo tu confianza y tu voluntad de explorar esta conexión. Estoy aquí para ti, y quiero que sientas que puedes ser tú misma a mi lado. —Momo sonrió, y Dahyun sintió que el nudo en su pecho comenzaba a aflojarse.

—¿Y si quiero... quererme a mí misma como tú pareces quererme? —murmuró Dahyun, sintiendo que cada palabra que decía la acercaba más a lo que realmente deseaba.

—Eso sería maravilloso. A veces, el amor que sentimos por los demás puede ayudarnos a encontrar el amor que necesitamos por nosotros mismos. Estoy aquí para guiarte en ese camino, y juntas podemos descubrirlo. —Momo se inclinó un poco más, acercando su rostro al de Dahyun, dejando que el espacio entre ellas se llenara de una tensión deliciosa y electrizante.

"¿Cómo puede ser Momo un demonio cuando se porta así conmigo?" Se preguntó Dahyun, completamente anonadada con el amor que Momo le demostraba.

En ese instante, Dahyun supo que estaba lista para dar ese paso hacia lo desconocido. Su corazón latía con fuerza mientras se inclinaba hacia adelante, permitiendo que sus labios se encontraran nuevamente en un beso suave pero lleno de promesas.

La calidez de ese momento las envolvió, y Dahyun sintió cómo el miedo que una vez había dominado su corazón comenzaba a desvanecerse, y en su lugar, una nueva sensación de esperanza y amor florecía entre ellas, y, aunque el camino por delante sería incierto, Dahyun sabía que, de alguna manera, no estaba sola.

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Con el paso de los días, Dahyun comenzó a notar que Momo pasaba cada vez más tiempo en el mundo de los vivos. Al principio, Momo aparecía de forma intermitente, como si alternara entre su mundo y el de Dahyun. Sin embargo, a medida que los días pasaban, las visitas se hicieron más frecuentes, hasta que Momo decidió quedarse por completo. Esto trajo consigo una mezcla de alegría y preocupación para Dahyun, quien sabía que debía ocultar la presencia de Momo de los demás.

El regreso a la escuela marcó un nuevo capítulo en la vida de Dahyun. Las vacaciones habían terminado, y el bullicio habitual de sus compañeros llenaba los pasillos. Momo la acompañaba, pero Dahyun debía fingir que estaba sola. Caminaba por los pasillos, riendo y hablando con sus amigas, mientras Momo la seguía a un paso silencioso, sonriendo con complicidad, su presencia reconfortante y constante.

Al principio, era difícil para Dahyun mantener la apariencia de normalidad. Cada vez que se reía de una broma o intercambiaba miradas con sus amigas, podía sentir la mirada curiosa de Momo desde atrás, como si compartieran un secreto. Pero con el tiempo, Dahyun se acostumbró a la rutina. Sabía que Momo estaba allí, lista para apoyarla en cualquier momento. Durante las clases, Momo se sentaba a su lado, invisible para los demás, murmurando comentarios sobre lo que sucedía en el aula, haciendo que Dahyun se sintiera menos sola en medio del bullicio.

Las noches se convirtieron en un refugio para ambas. Cuando el mundo exterior se apagaba y el silencio llenaba la habitación, Dahyun encontraba consuelo en la cercanía de Momo. Se acurrucaban bajo las sábanas, compartiendo historias sobre sus vidas: Dahyun contaba sobre su día a día, sus sueños y temores, mientras Momo hablaba de su existencia en el inframundo, de las criaturas que habitaban allí y de las reglas que regían su mundo.

—A veces, siento que he perdido la noción del tiempo —confesó Momo una noche, acurrucándose más cerca de Dahyun—. Nunca pensé que podría encontrar un lugar donde me sintiera tan viva.

Dahyun sonrió, sintiendo que el corazón se le llenaba de calidez. La conexión que estaban forjando era más profunda de lo que jamás había imaginado.

—Entonces, ¿qué piensas de quedarte aquí? —preguntó Dahyun, su voz suave y llena de esperanza.

Momo la miró, sus ojos brillando con emoción.

—Quiero quedarme contigo, Dahyun. Aquí no hay reglas que me detengan.

La idea de que Momo dejara de regresar al inframundo la llenaba de felicidad. A partir de ese momento, cada día se sentía como una nueva aventura. Se escapaban de las responsabilidades escolares, explorando el parque después de clases, riendo bajo la luz del sol. Compartían helados, hacían picnics y se contaban historias bajo las estrellas.

Sin embargo, en su mente, Dahyun sabía que debía tener cuidado. La realidad de que Momo era invisible para todos los demás pesaba sobre ella, y el temor a que alguien pudiera descubrir su secreto siempre estaba presente. Aun así, el miedo se desvanecía cada vez que Momo le sonreía, cada vez que su mano se entrelazaba con la de ella.

Una tarde, mientras estaban sentadas en un banco del parque, Dahyun sintió la necesidad de expresar lo que sentía.

—Momo, a veces me asusta pensar que nadie más puede verte. ¿Te gustaría que los demás pudieran conocerte?

Momo se quedó en silencio por un momento, considerando las palabras de Dahyun.

—Entiendo tu punto, pero quizás es mejor así. —respondió finalmente, con una mirada comprensiva—. Algunas cosas son más hermosas cuando se mantienen en secreto.

Dahyun asintió, comprendiendo la verdad detrás de sus palabras. Aunque su relación era un misterio, ella deseaba proteger ese misterio. En ese instante, sintió que su vínculo se fortalecía, una unión que iba más allá de lo físico, una conexión que había brotado en medio de la confusión y el miedo.

Así, los días se convirtieron en semanas, y las semanas en meses. Momo se convirtió en su confidente, su mejor amiga, y la presencia constante que siempre había deseado. En cada risa compartida y cada secreto susurrado, Dahyun comenzó a darse cuenta de que, aunque el mundo podía ser aterrador y lleno de incertidumbres, había magia en su conexión con Momo, una magia que la animaba a enfrentar lo desconocido.

Cada noche, mientras dormían juntas, Dahyun se sentía agradecida de tener a Momo a su lado, sabiendo que juntas estaban escribiendo una historia que era solo de ellas, un cuento de hadas moderno en el que el amor y la amistad desafiaban cualquier frontera, incluso aquella entre el mundo de los vivos y el inframundo.

Pero mientras Momo disfrutaba de su nueva vida en el mundo de los vivos, un inquietante revuelo se desataba en el inframundo. Jaehyun, el demonio que había ayudado a Momo a cruzar al mundo humano, se encontraba en la iglesia, de frente a Satanás, sintiendo el peso de la tensión en el aire.

—¿Qué has estado haciendo, Jaehyun? —dijo Satanás, su voz resonando como un trueno. Sus ojos destellaban con furia contenida—. ¿Por qué la misión con la humana se ha detenido? Momo lleva demasiado tiempo aquí, y aún no ha regresado al inframundo.

Jaehyun tragó saliva, sintiendo el escalofrío de su ira. Había estado disfrutando de ver a Momo y Dahyun construir su relación, pero sabía que no podía compartir eso con Satanás.

—Mi señor, he estado observando a Momo y Dahyun, y—

—¡No vayas a hablarme de sentimientos! —interrumpió Satanás, levantando una mano en un gesto de desprecio—. Eres un demonio, no un cupido. Tu deber es llevar a Momo de vuelta, y lo has hecho todo al revés. Ella está olvidando su propósito.

Jaehyun se encogió de hombros, intentando justificar su comportamiento.

—Momo ha encontrado algo que le importa, algo que no puede ser forzado. Debo darle tiempo para que lo entienda.

—¡Tiempo! —gritó Satanás, su furia alcanzando un clímax—. Mientras Momo se queda con esa humana, la misión se retrasa. Y tú, Jaehyun, no vas a salir impune de esto.

Satanás, decidido a hacer un ejemplo de la ineficacia de Jaehyun, entonces se acercó aún más al cuerpo del sacerdote que Jaehyun había estado poseyendo, un hombre que había sido utilizado para manipular a los creyentes en la tierra. Con una mirada gélida conectó sus ojos, Jaehyun sintió un escalofrío recorrer su espalda, consciente de la inminente fatalidad.

—Te llevaré de vuelta al inframundo —dijo Satanás, su voz baja y cargada de ira—. Estarás encerrado hasta que Momo vuelva. No puedo permitir que un demonio incompetente ponga en peligro mis planes.

Sin previo aviso, levantó su mano, y una oscura energía comenzó a concentrarse en su palma. Con un movimiento brusco, la energía se disparó hacia el cuerpo del sacerdote haciendo que Jaehyun saliera de él con evidente miedo, y por consiguiente el sacerdote regresó a la conciencia.

Entonces, al encontrarse cara a cara con dos demonios, se quedó paralizado por el terror, y una luz oscura atravesó su pecho. Un grito ahogado escapó de sus labios mientras su cuerpo se convulsionaba, consumido por el dolor. En un instante, la vida se desvaneció de su mirada, dejando solo un rastro de sombras oscuras en el aire.

Satanás se apartó, observando cómo el cuerpo del sacerdote caía al suelo con un ruido sordo, despojado de toda esencia vital. Un silencio inquietante llenó la habitación, y el eco del acto resonó en las paredes, como un recordatorio de la autoridad y el poder del rey del inframundo.

—Esto es lo que ocurre con los que no cumplen su deber —dijo Satanás, su voz fría como el hielo—. Nunca olvides esto, Jaehyun.

Con un gesto, invocó un portal que los llevó de regreso al inframundo. Jaehyun sintió la presión del encierro inminente mientras el oscuro abismo se abría ante él, arrastrándolo hacia la condenación.

—Momo —murmuró Jaehyun con preocupación mientras era absorbido por las sombras—. Espero que entiendas la gravedad de la situación.

Mientras tanto, en el mundo de los vivos, Momo seguía compartiendo momentos con Dahyun, ajena a la tormenta que se avecinaba. Sin embargo, el destino estaba a punto de cambiar. Momo empezaba a sentir una extraña inquietud, como si la sombra de Jaehyun la estuviera buscando en cada rincón de su felicidad. El tiempo que pasaba con Dahyun era mágico, pero la ausencia de su guía la dejaba con un presentimiento que no podía ignorar.

A medida que el tiempo pasaba, la conexión de Momo con Dahyun se profundizaba, pero la incertidumbre de lo que estaba por venir comenzaba a nublar su alegría. ¿Podría su felicidad resistir la presión del inframundo y de los poderes que la habían llevado al mundo de los vivos en primer lugar? La lucha entre el amor y el deber comenzaba a tomar forma, y Momo tendría que enfrentarse a decisiones que cambiarían su vida para siempre.

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