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14

Dahyun continuaba sentada en el suelo, sintiendo el latido de su corazón en sus oídos, y su mirada fija en Momo, con una mezcla de incredulidad y terror. La idea de que Momo fuera un ser mágico parecía más un cuento de hadas que una realidad, y la verdad que se escondía detrás de su presencia era aún más aterradora.

—No me hagas reír, Momo. No eres un hada, eres un demonio —dijo Dahyun, su voz temblorosa pero desafiante. La mención de la palabra “demonio” resonó en su mente, intensificando el miedo que sentía. Se puso en pie, tambaleándose un poco, pero decidida a mantenerse firme.— ¿Acaso piensas que puedo creer en un cuento de hadas?

La expresión de Momo cambió. Su sonrisa se desvaneció, y una sombra de preocupación cruzó su rostro al ver cómo Dahyun rechazaba tan rotundamente la idea de su cercanía.

—No soy un demonio, Dahyun. Te lo prometo. Solo estoy aquí porque... —la voz de Momo se cortó, sintiendo que sus palabras no estaban llegando a la joven.

—¿Por qué? ¿Para robar mi alma? —Dahyun se interrumpió, su tono lleno de desconfianza. La idea de estar al lado de un ser que había sido descrito como una criatura malvada la llenaba de pavor. Su mente se llenó de imágenes horripilantes de lo que podría sucederle.

Momo sintió una punzada de dolor en el corazón. La reacción de Dahyun la afectó más de lo que había anticipado.

—No, por favor, escúchame —imploró, sus ojos reflejando sinceridad y vulnerabilidad—. No soy lo que piensas. Solo... soy un súcubo.

Dahyun se sintió como si el suelo se desvaneciera bajo sus pies. La palabra "súcubo" resonó como un eco aterrador en su mente, y un escalofrío recorrió su espalda. ¿Acaso su alma ya había sido robada? La idea la hizo tambalearse. Se cubrió la cara con las manos, sintiendo que iba a desmayarse.

—Oh, Dios... —murmuró, su mente llenándose de pánico a medida que la realidad se desmoronaba a su alrededor—. ¿Ya me robaste el alma?

Momo se acercó rápidamente, agachándose para estar a su altura, con el rostro lleno de preocupación.

—No, Dahyun, escúchame. Decidí que no la tomaría. No quiero hacerte daño, no quiero que sientas miedo. Eso solo te traerá problemas a ti y a mí más tarde —explicó, su voz llena de sinceridad.

Dahyun, todavía abrumada, sintió que su mente se aclaraba lentamente. A pesar de su miedo, la forma en que Momo se estaba comportando la hizo dudar. Tal vez había algo más detrás de sus acciones.

—¿Por qué? —preguntó, su voz temblorosa y llena de confusión—. ¿Por qué no querrías llevarme?

Momo tomó una respiración profunda, eludiendo por un momento la presión del juicio en los ojos de Dahyun.

—Porque hay más en ti que solo tu alma. Hay una conexión entre nosotras, algo que no puedo explicar del todo. Y eso me hace querer protegerte, no dañarte. —Sus ojos se encontraron, y Dahyun vio la verdad en ellos, una verdad que la desarmó poco a poco.

El miedo de Dahyun comenzaba a diluirse lentamente, reemplazado por una confusión profunda y una curiosidad que nunca había sentido antes. La idea de que Momo realmente podía querer protegerla comenzó a hacer eco en su corazón, aunque aún permanecía una chispa de duda.

Aún así, Dahyun luchaba por procesar las palabras de Momo mientras una mezcla de emociones la abrumaba. Quería confiar en ella; había algo en la manera en que Momo la miraba, en la suavidad de su voz, que despertaba un anhelo de cercanía. Sin embargo, su miedo seguía acechando en las sombras, recordándole que Momo no era completamente humana.

Los rasgos demoníacos de Momo estaban demasiado presentes para ignorarlos: la falta de vida en sus ojos, que contrastaba con la calidez de su sonrisa; sus colmillos, que brillaban con una intensidad inquietante; y esas uñas que parecían afiladas y peligrosas, listas para arañar en lugar de acariciar. Todo ello creaba un aura oscura a su alrededor, que hacía que Dahyun se sintiera atrapada entre la atracción y el terror.

—Momo... —empezó a decir, su voz temblando mientras intentaba encontrar las palabras correctas—. Quiero confiar en ti, pero... —hizo una pausa, buscando el valor para continuar—. Eres... diferente. Y me asusta.

Momo sintió un nudo en el estómago. A pesar de su apariencia suave y su tono tranquilizador, sabía que esos rasgos que Dahyun mencionaba eran una parte innegable de ella.

—Lo sé, Dahyun. Entiendo que me veas de esa manera —respondió, su voz ahora suave, casi melancólica—. No puedo cambiar lo que soy, pero puedo prometerte que no te haré daño.

Dahyun observó cómo Momo se acercaba un poco más, como si cada paso que daba fuera un intento de demostrar que era segura. Pero, por mucho que quisiera aferrarse a esa idea, su mente seguía regresando a la naturaleza que Momo representaba. La sombra de su esencia demoníaca persistía en su conciencia, como un eco constante que le decía que había algo peligroso en ella.

—¿Qué significa ser un súcubo? —preguntó finalmente Dahyun, aunque claramente ella ya sabía la respuesta, su curiosidad por escuchar la versión de Momo luchaba contra su miedo—. ¿De verdad necesitas... alimentarte de mí?

Momo cerró los ojos por un momento, sintiendo la pesadez de la pregunta.

—Los súcubos se alimentan de la energía vital, de los deseos y de las emociones de sus víctimas. Pero... —agregó, abriendo los ojos con una nueva determinación—. Pero yo no te veo como un simple alimento. Eres mucho más que eso para mí.

Dahyun sintió una oleada de confusión y esperanza al mismo tiempo. La lucha interna era real, y aunque deseaba entregarse a la conexión que parecía florecer entre ellas, el miedo a lo desconocido seguía presente. La imagen de Momo en su mente estaba marcada por la dualidad: la suave y seductora figura que la había abrazado en sus sueños, y la criatura oscura que habitaba en su interior.

—Momo, no sé si puedo... —murmuró, sus ojos bajando hacia el suelo mientras la inseguridad la invadía de nuevo.

—No tienes que decidirlo ahora —respondió Momo, su tono reconfortante mientras se inclinaba para estar a la altura de Dahyun—. Solo quiero que sepas que estoy aquí. Te prometo que todo lo que quiero es estar contigo, sin que eso signifique que debas tener miedo.

Dahyun sintió una chispa de valor asomarse en su interior. A pesar del terror que Momo despertaba en ella, había algo profundamente atractivo en su esencia, algo que la hacía desear explorar ese vínculo que parecía ir más allá de lo físico. Tal vez había un camino hacia la confianza, un camino que podría despejar el miedo que tanto la limitaba.

—Entonces... ¿qué hacemos? —preguntó finalmente, su voz un susurro, casi como si temiera que su propia pregunta la llevara a un destino inexplorado.

Momo sonrió con una mezcla de alivio y alegría, sabiendo que la decisión de Dahyun era un paso importante hacia la conexión que ambas anhelaban.

—Comencemos poco a poco. No hay prisa. Podemos aprender la una de la otra, sin expectativas. —Extendió su mano, una invitación abierta que prometía ternura y comprensión.

Dahyun se tomó un momento para observar la mano extendida, el deseo y el miedo entrelazados en su pecho. Al final, la curiosidad ganó, y poco a poco, se acercó, posando su mano sobre la de Momo.

Al hacerlo, una corriente de energía atravesó su cuerpo, y Dahyun sintió que el aire se volvía más ligero, como si la sombra del miedo comenzara a disiparse. No era una rendición completa, pero era un paso hacia la posibilidad de algo nuevo. Una conexión que podría ser más que solo terror; tal vez, solo tal vez, podría ser el inicio de una historia que las uniera más allá de lo que habían imaginado.

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