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13

Momo se acercó con una delicadeza que desarmó cualquier resistencia en Dahyun. El toque de sus dedos sobre la piel de Dahyun era suave, casi como si la estuviera pidiendo permiso con cada caricia. Cada roce parecía cuidadosamente medido, transmitiendo una ternura inesperada que contrastaba con lo que Dahyun había temido. La respiración de Momo era calmada, envolviendo a Dahyun en una sensación de tranquilidad que iba más allá del deseo.

El aire en la habitación, cargado de esa energía casi mágica, parecía detenerse alrededor de ellas. Momo la miraba con una mezcla de ternura y algo parecido a arrepentimiento, como si cada gesto estuviera destinado no solo a acercarlas, sino a pedir perdón por lo que había sucedido antes. Esa conexión, intensa y casi palpable, iba mucho más allá de lo físico; era una invitación a dejarse ir, a permitir que la pasión que vibraba entre ellas las envolviera de forma delicada, sin prisas ni agresividad.

Dahyun sintió cómo su cuerpo respondía de manera natural, relajándose bajo el toque de Momo, como si cada fibra de su ser reconociera la sinceridad detrás de esos movimientos suaves. Había una nueva sensación, una mezcla de placer y consuelo, como si en ese momento Momo no fuera una amenaza, sino una fuente de seguridad. El contacto de Momo, cada roce, cada susurro, se sentía como una corriente cálida que recorría el cuerpo de Dahyun, encendiendo algo dentro de ella que no era simplemente deseo, sino una aceptación de la conexión que compartían.

Ahí en la cama, Momo se aseguró de que Dahyun se sintiera tranquila, mientras acariciaba su cuerpo y besaba sus labios con suavidad. Quería que Dahyun estuviera bien, quería decirle que no iba a hacerle daño.

Con susurros ligeros y apenas audibles, como si no quisiera romper el hechizo de aquel momento, Momo le aseguró que estaría a salvo. Mientras sus manos la exploraban con delicadeza, cada gesto era considerado, como si el único objetivo fuera hacer que Dahyun se sintiera cuidada. En el silencio de la habitación, la respiración compartida llenaba el espacio, creando un ritmo que ambas siguieron sin necesidad de palabras.

Dahyun, aún consciente de todo lo que estaba ocurriendo, se sorprendía de lo natural que se sentía entregarse a Momo en ese instante. El miedo que antes la mantenía alerta había cedido, reemplazado por una sensación de calma profunda. Cada roce, cada toque, no solo despertaba una oleada de placer, sino que también la hacía sentir más cerca de Momo, como si en ese momento de vulnerabilidad compartida, algo más profundo se estuviera forjando entre ellas.

Momo mantenía su mirada fija en Dahyun, observando cada reacción, como si quisiera asegurarse de que Dahyun no solo disfrutara, sino que estuviera completamente a gusto. Y Dahyun, sin palabras, respondió a ese cuidado. No era simplemente deseo lo que la impulsaba a seguir adelante; era la sensación de que, a pesar de todo lo que había pasado, Momo estaba tratando de enmendar las cosas. Había algo reconfortante en la manera en que Momo la sostenía, en la forma en que sus cuerpos se sincronizaban, como si ese momento fuera una forma silenciosa de reconciliación.

Cuando finalmente Dahyun estuvo totalmente relajada, Momo comenzó a retirar su ropa, con delicadeza, y con cuidado de no hacerle daño.

Una vez que tuvo en completo merced a la más joven, Momo también comenzó a retirar su propia ropa, asegurándose de ser cuidadosa. No quería asustar a Dahyun, no quería que este momento pareciera peligroso.

Y Dahyun, aún hipnotizada por los delicados movimientos de Momo, se sintió en total confianza al mirarla igual de vulnerable que ella misma.

No hubieron más palabras de por medio, solo actos que decía más que las palabras.

Momo acariciaba la piel de Dahyun mientras sus besos bajaban por su cuerpo. Ese cuerpo que tiempo atrás había lastimado. Realmente Momo estaba arrepentida por eso, no quería hacerlo, quería borrar aquel recuerdo, pero eso no era posible.

En cambio, se permitió crear un nuevo recuerdo con Dahyun. Un recuerdo en donde sus labios acariciaban con completa delicadeza la piel de la menor.

Suave y sin prisas, Momo continuó bajando su boca hasta llegar al lugar más privado de la más joven, ese lugar que nunca nadie había besado. Mismo lugar donde ahora la lengua de Momo se abría paso.

Dahyun no pudo evitar gemir, la lengua de Momo se sentía tan caliente adentrándose entre los pliegues de su intimidad, mientras los ojos de ambas seguían conectados.

Momo dejó un suave beso sobre el clítoris de Dahyun, tomándose un tiempo para lamer con cuidado la intimidad de la menor.

Pasó su lengua por los pliegues, sus labios por aquella protuberancia que hacía delirar a la menor, y con una pequeña caricia con los dientes hizo a Dahyun soltar un nuevo gemido.

Besó con pasión la intimidad de su compañera, lamiendo y chupando lugares que nunca nadie más tendría el privilegio de probar, porque Momo iba a encargarse de eso, Dahyun era suya y no podía permitir que nadie más la tocara.

Bastaron un par de lamidas más, su lengua penetrando la entrada de Dahyun, acariciando sus paredes con aquel músculo travieso de su boca, cuando sintió a la niña tensarse y fluidos viscosos ser vertidos en su boca.

Dahyun había llegado al orgasmo.

Y cuando todo terminó, la menor se encontró respirando profundamente, su cuerpo relajado y su mente en paz. Había una suavidad en el aire, una sensación de bienestar que la envolvía. Momo la miró una vez más, con esa misma mezcla de ternura y algo que Dahyun casi podría haber descrito como gratitud, y en ese instante, todo parecía encajar de una manera que Dahyun no había previsto.

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Al día siguiente. Cuando Dahyun despertó, lo primero que sintió fue el calor de otro cuerpo junto a ella. Todavía aturdida, giró lentamente la cabeza y lo que vio la hizo gritar de inmediato. Momo estaba allí, dormida a su lado, su figura serena pero completamente fuera de lugar. El pánico se apoderó de Dahyun antes de que pudiera procesar lo que estaba viendo.

Con un grito ahogado, se echó hacia atrás y cayó al suelo, su corazón latiendo con fuerza en el pecho. El miedo era palpable, su respiración se volvió errática mientras trataba de entender cómo Momo podía estar físicamente allí. Las lágrimas comenzaban a nublar su visión, y su mente se llenaba de un sinfín de pensamientos caóticos. ¿Cómo había sucedido? ¿Por qué estaba Momo en su habitación, como si todo lo que habían vivido en los sueños hubiera trascendido a la realidad?

Momo, al escuchar el grito, despertó de inmediato. Viendo el estado en el que se encontraba Dahyun, se incorporó rápidamente, tratando de calmarla.

—Hey, tranquila, tranquila, no te haré daño —dijo suavemente, su voz llena de preocupación mientras se acercaba lentamente, sin querer asustarla más. Se arrodilló frente a Dahyun, sus manos alzadas en un gesto de paz—. Solo respira conmigo, ¿sí? Respira hondo.

Pero Dahyun apenas podía escucharla, envuelta en su propio pánico. Momo, con la misma paciencia que había mostrado la noche anterior, se sentó a su lado, manteniendo una distancia segura, y comenzó a hablar en voz baja, calmada.

—No tienes que tenerme miedo, Dahyun. No soy lo que piensas. Soy... diferente, sí, pero no te haré daño.

—¿Qué eres? —Preguntó Dahyun aterrorizada.

—Soy... un ser mágico —explicó Momo con delicadeza, evitando mencionar que era un demonio, sabiendo que eso solo empeoraría la situación.

Dahyun, aún jadeando, intentó concentrarse en las palabras de Momo, sus ojos llenos de miedo pero también de confusión.

—¿Mágico? —susurró entrecortadamente, su mente tratando de asimilar lo que acababa de escuchar.

Momo asintió, su expresión completamente seria pero tranquila.

—Sí, como un hada. No tienes que temerme, te lo prometo. Todo lo que quiero es estar aquí para ti, de la manera en que tú lo decidas. —Sus palabras eran suaves, casi reconfortantes, mientras extendía una mano, sin tocarla aún, esperando que Dahyun le diera una señal.

Poco a poco, la respiración de Dahyun comenzó a estabilizarse. Aunque el miedo no había desaparecido por completo, algo en el tono y la presencia de Momo logró calmarla lo suficiente. Dahyun la miró, todavía con el ceño fruncido y el corazón acelerado, pero ahora con una curiosidad que luchaba por sobresalir entre el terror.

—¿Un hada...? —repitió, como si esa simple palabra pudiera darle alguna explicación lógica a lo que estaba viviendo.

—Algo así —Momo asintió con una sonrisa nerviosa.

A/N
Por si tenían duda, Dahyun está de vacaciones, no tiene mamá y su papá siempre está trabajando.

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