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11

Jaehyun se encontraba en la cámara oscura del inframundo, donde la luz escasa apenas iluminaba las caras de los demonios más poderosos. En medio de un consejo infernal, Lucifer lo miraba con desdén, su presencia opresiva llenando la sala.

—Jaehyun —dijo Lucifer, su voz resonando como un trueno—, ¿qué ha pasado con Momo? No ha cumplido su misión, y tú, como su guía, deberías haberla llevado a completar su tarea rápidamente, era una misión rápida, una tarea de una sola noche, pero sigue sin traerme resultados y sabes bien que este tipo de ineficiencia no será tolerada.

Jaehyun, que normalmente enfrentaba situaciones con desdén y humor, sintió el peso de la ira de su rey. Se cruzó de brazos y, en lugar de dejarse intimidar, le hizo una mueca burlona a Lucifer en un momento de descuido, riendo internamente de su propio atrevimiento. Pero tan pronto como Lucifer se giró, la sonrisa desapareció y la seriedad del ambiente se volvió abrumadora.

Cuando el consejo terminó y Lucifer se marchó, Jaehyun rápidamente buscó a Momo. La encontró sentada en un rincón oscuro, con una expresión de angustia en su rostro.

—Momo —la llamó, acercándose con un aire más ligero—, acabo de tener una charla con el jefe. No se la digas a nadie, pero realmente se está poniendo pesado. Incluso me regañó por no ayudarte a cumplir tu misión —contó notablemente molesto.

Momo lo miró con sorpresa. Ella sabía que Jaehyun tenía su propia manera de enfrentar a Lucifer, pero no había visto su actitud despreocupada en un momento tan serio.

—¿Y qué le dijiste? —preguntó ella, sintiendo una mezcla de curiosidad y preocupación.

—Le hice muecas, como siempre. Pero en serio, Momo, necesito que seas sincera conmigo. ¿Qué está pasando con Dahyun? Estoy harto de estas tareas estúpidas. No quiero seguir perdiendo el tiempo en misiones que no tienen sentido.

Momo respiró hondo, sintiendo que el peso de su verdad finalmente podía salir.

—La verdad es que… ella cayó, pero no tomé su alma —confesó, la voz temblándole con evidente miedo—. Cuando estuve con ella, no pude hacerlo. Tú sabes que ya no quiero ser un súcubo, que ya no quiero seducir personas, en especial a esos hombres desagradables y lujuriosos que siempre me dejan experiencias asquerosas, pero a pesar de todo no puedo tomar el alma de Dahyun. Lo intenté, la hice caer, pero no puedo siquiera pensar en tocar su alma.

Jaehyun la escuchó atentamente, su rostro mostrando una mezcla de sorpresa y temor, pero a la vez, una pizca de comprensión. Nunca había pensado en la carga emocional que llevaba Momo al cumplir con su rol, porque a pesar de demonio, Momo siempre había tenido una naturaleza más débil al promedio.

—Ya no quiero ser un súcubo, Jaehyun. Esos tipos son repugnantes —continuó Momo, dejando que su frustración saliera—. Solo quieren usarme, y no puedo soportarlo. Siento que mi trabajo es una traición a lo que soy, pero si el alma de Dahyun está en juego, entonces tendré que soportarlo.

Jaehyun se acercó un poco más, su mirada más seria.

—Creo que... te entiendo, Momo —respondió, aunque claramente no la entendía, pues él no tenía la capacidad de sentir las emociones que Momo sentía—. Tal vez solo deberíamos buscar una forma de hacerlo diferente. Si no quieres seguir este camino, quizás podamos cambiar las reglas. No tenemos que hacer lo que se espera de nosotros solo porque Lucifer lo diga.

Momo se sintió aliviada al escuchar esas palabras, como si se le quitaran algunos de los grilletes invisibles que la ataban.

—¿De verdad piensas eso? —preguntó, la esperanza brillando en sus ojos.

—Claro, ¿quién necesita seguir las reglas de un demonio anticuado? —respondió Jaehyun, sonriendo de nuevo, y su personalidad despreocupada regresó—. Además, ¡siempre se me ocurren planes increíbles! Será divertido.

Momo no pudo evitar reír. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que tenía un compañero en su lucha, alguien que la comprendía. Sin embargo, como todo demonio, Jaehyun era experto en mentir, pero a diferencia de siempre, esta vez no mentía para lastimar, esta vez solo estaba intentando proteger la inocencia de Momo, cuidando su credulidad, pues él tenía claro que Momo había arruinado su última oportunidad por redimirse. Momo estaba en peligro sin saberlo, había desobedecido, se había arriesgado tanto por una simple mortal, y Jaehyun sabía que Momo ya no tendría perdón.

La vida de Momo ahora estaba en riesgo, y a pesar de sus intentos por ayudarla, Jaehyun también estaba en peligro por su causa.

Sin embargo, mientras hablaban, las sombras del inframundo parecían menos opresivas, y la posibilidad de un futuro diferente comenzó a tomar forma en la mente crédula de Momo.

—Vamos, Momo —dijo Jaehyun, levantándose y haciendo un gesto hacia la salida—. Vamos a encontrar una solución que funcione para ambas. La vida es demasiado corta para seguir con estas tonterías.

Y así, los dos comenzaron a trazar un nuevo camino, dispuestos a desafiar las expectativas, pues ya no quedaba nada por perder. Era solo cuestión de tiempo que Lucifer descubriera todo.

Porque el gobernante supremo del inframundo no toleraba el fracaso. Sus tareas eran impuestas con precisión, y los súcubos como Momo debían completarlas sin errores. Pero lo que normalmente era una misión rápida y eficaz, se había convertido en una larga y tortuosa cadena de indecisiones para Momo.

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A medida que la tensión aumentaba en el inframundo, Jaehyun comenzó a mostrar un lado inesperado de su personalidad. Aunque al principio parecía un demonio feroz y controlador, había algo en su forma de ser que lentamente empezaba a desarmar la imagen que Momo tenía de él.

—Vamos, Momo —dijo Jaehyun con una sonrisa despreocupada mientras se recargaba en una pared, cruzando los brazos detrás de su cabeza—. No hay razón para que te estreses tanto. Lo hiciste lo mejor que pudiste, ¿verdad? Y a veces, las cosas simplemente no salen como uno espera.

Sus palabras, aunque intentaban ser reconfortantes, sonaban casi como una broma. Momo lo miró con sorpresa, buscando el sarcasmo detrás de sus ojos brillantes.

—¿Acaso estás bromeando? ¡He fallado en mi misión! ¡Lucifer está furioso! —protestó, pero la seriedad de su situación se vio interrumpida por una risa contagiosa que brotó de Jaehyun.

—Oh, por favor. A Lucifer le encanta exagerar. Siempre está buscando un motivo para hacer una escena. Solo un día más, y te prometo que estarás de regreso en tu camino a la gloria demoníaca, como si nada hubiera pasado.

Esa energía despreocupada hizo que Momo se sintiera un poco mejor. La actitud tan ligera que Jaehyun mostraba se sentía refrescante. Jaehyun se rió, inclinándose hacia Momo con complicidad.

—Además, ¿cuántas veces puedes decir que has tenido una experiencia única con una humana? Quiero decir, ¡mira las cosas que hiciste! Eso es lo que realmente importa, ¿no?

La forma en que lo dijo, con un guiño y una sonrisa juguetona, hizo que Momo sintiera un ligero rubor. Jaehyun podía ser torpe y narcisista, pero había algo encantador en su forma de restarle importancia a la gravedad de su situación. Era como un amigo que, sin querer, la hacía reír en medio del caos.

—Eres un desastre, ¿sabes? —le dijo Momo, sintiendo cómo su ánimo comenzaba a elevarse.

—Lo sé, pero soy un desastre fabuloso —respondió Jaehyun, haciendo un gesto exagerado.

El contraste entre su forma despreocupada y la realidad apremiante los rodeaba, pero había algo que iluminaba el inframundo cada vez que él abría la boca. Era como un rayo de luz en la oscuridad, haciendo que los demás demonios se preguntaran cómo una personalidad tan llamativa había terminado en un mundo tan sombrío.

Con cada broma y comentario ingenioso, Jaehyun se transformaba en un personaje que, aunque parecía superficial, también mostraba una lealtad y un deseo de ver a Momo triunfar. Mientras discutían la situación, él empezó a idear un plan.

—Escucha, si realmente quieres salvar a Dahyun y evitar la ira de Satanás, ¿por qué no hacemos esto juntos? Tú eres la experta en seducir almas, y yo puedo ayudarte a conseguir lo que quieras. Además, siempre es más divertido tener a alguien a tu lado, ¿no?

Momo, aunque aún preocupada, comenzó a ver a Jaehyun bajo una nueva luz. No era solo un compañero torpe y narcisista; era alguien que, a su manera, quería ayudarla. Y mientras él continuaba contando chistes y haciendo gestos ridículos, una sonrisa se dibujó en el rostro de Momo, su corazón comenzando a calmarse.

—Quizás deberíamos intentarlo —dijo, sintiendo que, aunque el camino por delante estaba lleno de incertidumbres, no tendría que enfrentarlo sola.

Jaehyun le devolvió la sonrisa, su energía despreocupada irradiando en el aire tenso del inframundo. Juntos, se dispusieron a encontrar una forma de resolver el desastre, pero esta vez, no solo como un súcubo y un demonio, sino como aliados que compartían risas en medio del caos.

Porque si rodo ya parecía perdido, entonces no les quedaba nada más para arriesgar.

Ya nada podía salir peor, entonces, ¿por qué no al menos intentar luchar?

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