La firma
- Así que, ¿te parece bien el contrato? – ni siquiera sentada, Elena se mantenía tranquila, constantemente estaba moviendo alguna parte del cuerpo – si lo prefieres así puedes llamar a un abogado.
- No, no – en realidad era un contrato bastante simple. Se me pedía que permaneciera en el proyecto hasta concluirlo, se estimaba la cantidad ridícula de dinero que se me pagaría por participar y también donde se hablaba de lo que trataba el programa, nada tampoco complicado. – todo está bien.
Cuando me disponía a firmarlo por la puerta de la oficina de Elena entra como una exhalación Cami y jadeando procede a arrebatarme el bolígrafo y estrellarlo contra la pared y luego me quita el contrato de las manos mientras se deja caer de golpe en la silla a mi lado.
- Eres ton…ta, Ale… - se esfuerza en recuperar el aliento – tienes que llamar a tu abogado o en su defecto a tu representante para verificar en lo que te estas metiendo.
- Eso fue lo que yo le dije – ofrece Elena muy amablemente – uno nunca sabe con qué clase de granuja se puede topar.
- Exacta-exactamente – empieza a leer aun resollando – creo que me dará un infarto, quien me manda a estar fodonga…
Y así siguió durante una media hora más, protestando por el colesterol atorado en sus arterias y leyendo el contrato, en unas ocasiones asintiendo con la cabeza y en otras preguntando qué significaba una palabra. Cuando al fin terminó yo estaba medio dormida, la noche anterior no había dormido bien debido a la excitación de la decisión que había tomado y como siempre hacia, pensar qué repercusiones en mi vida tendrá esa decisión.
- Qué asco – Cami se huele la blusa – sude como un cerdo y ahora huelo mal – procedió a olerse las axilas.
- Cami eso es asqueroso – arrugo la nariz, ella siempre hacia cosas extrañas o sucias – además, los cerdos no sudan, así que no te compares con ninguno, se sentirían ofendidos.
Por poco esquivo el bolígrafo que me lanza a la cara, pero no estaba lista para el siguiente proyectil que me da en el pecho.
- Ñoña – me saca la lengua – cuando a mi me interese cuales son los comportamientos biológicos de los cerdos te lo preguntare.
- Quién sabe cuando te puede servir esta información – me encojo de hombros, no soy ñoña solo un poco demasiado curiosa, es una lástima que mi memoria no sea tan buena.
- Claro, muy útil – pone los ojos en blanco – como para impresionar a un granjero.
- Uno nunca sabe – trato de molestarla – tal vez mi alma gemela sea un granjero.
- Si, puede que sí – mirándose las uñas prosigue – o quizás sea un carnicero.
Le encanta fastidiarme, el tener un flechazo por un carnicero no debería ser objeto de burlas por parte de tu amiga, menos aun cuando solo tenía 15 años y él 20, pero nadie podía culparme, el chico era guapísimo, no por nada se llamaba Romeo. Que lastima que tuvo que irse lejos, fue mi primero corazón roto, aunque pareciera irracional así me sentía. Que lindos eran los amores platónicos. Ojala no existieran “amores reales” capaces de llegar al punto de prácticamente mutilarte.
(…)
- Este fin de semana empezara la convocatoria y castings para los participantes – mientras Cami daba las noticias yo me disponía a servir la cena, al fin se había llevado a cabo la cena en mi casa para contarle a las chismosas como iba todo con el programa – vamos a estar allí, pero claro, sin que los hombres nos vean, no vaya ser que se espanten.
Las risas que prosiguieron a su afirmación no me parecieron graciosas, solo me irritaron, sobre todo teniendo en cuenta que esas risas también eran de mi madre y mi querida abuela. Al parecer Cami se había autoproclamado mi representante y mi vocera, ya que no me había dejado decir ni pio, pero se lo agradecía, mi resolución empezaba a mellar, toda la adrenalina me había abandonado y en su lugar únicamente había quedado un manojo de miedos incontrolables. Cada vez que trataba de echarme atrás Cami me recordaba que había firmado un contrato y que los contratos eran importantes.
Así que, aquí estaba a base de puro temor, Elena se había comportado maravillosamente conmigo, pero quien sabe en lo que se podía convertir una vez que algo en su amado programa no saliera como ella y los ejecutivos del canal querían.
- Pero van a hacerte algún tipo de cambio de imagen ¿no? – pregunto mi mamá, yo estaba en la cocina, pero ya que mi casa era una réplica pobre de una casa hobbit, no había mucho que nos separara, más que una cortina transparente, para comunicarnos.
- No lo sé, desde el día que firme el contrato no he hablado con Elena más que cuando me aviso de la convocatoria – me encogí de hombros – pero no me importa, si me lo proponen lo rechazare.
- Pero, ¿Por qué? – la pregunta de Cami resalto sobre las exclamaciones incrédulas de el resto de mujeres apretadas en mi apartamento.
- Porque si un hombre va a quererme, me querrá con el aspecto que tenga – llegue a donde ellas estaban sentadas y deje la comida en mi pequeña mesa – no influire en su decisión por mi aspecto.
- Esta chica es tonta – la que bufo fue mi abuela – ¿Qué crees que ven de primero los hombres? ¿tus bonitos… - se quedo viendo fijamente la zona donde deberían estar un par de pechos y aunque ella no lo creyera, allí estaban –… sentimientos? ¿O tu increíble… - se retorció tratando de ver mi trasero y aunque siguiera sin creerlo, de hecho, allí estaba –…inteligencia?
- Si vas con esa mentalidad, ¿pues entonces, para que vas? – sabia que lo que decía Kris, la directora del instituto donde trabajaba, no era para hacerme sentir mal, pero así lo sentía – es un programa de televisión, sea como sea a ellos les importa la apariencia, además hacerte ver más bella de lo que ya eres, más que para los hombres que estarán allí, es para ti, para que te sientas más segura, más guapa, mas femenina.
- Exacto Kris – aunque Cami no conocía a Kris, la trataba como una vieja conocida, era una confianzuda – ¿recuerdas Ale que yo te dije en alguna ocasión que tu look me encantaba? Y era cierto, pero ya no te pega lo de vaga y medio formal que usas, tienes que renovarte, verte mas como eres tú, lo que yo veo ahora es un descuido total de tu aspecto personal.
- No tengo aspecto de vaga – me defendí y tampoco estaba tirada a la perdición, es cierto que no llamaba la atención de nadie cuando salía a la calle, pero tampoco era para ofender – me esfuerzo en verme como una maestra.
- Con respeto Aleyda – interrumpió tímidamente Silvia – yo no luzco como tú y soy maestra.
- Yo hasta hace tres años era maestra – prosiguió Kris – y tampoco lucia así, es como si ni siquiera pensaras en lo que te pondrás en ningún momento, como si te pusieras lo primero que ves y crees que eso está bien.
Eso era cierto, pero no les daría la razón ni muerta, mi aspecto personal era algo que solo me competía a mí y nadie más, y nadie tenía el derecho de decirme como debía vestir. Así que me quede callada y no les respondí, me dedique a comer y mirar la televisión que tenía una película que no se escuchaba.
- Como me gustaría sacudirte fuerte para que reaccionaras Ale – en cada palabra de Cami se escuchaba su frustración, que sorpresa, así era exactamente como yo me sentía, quería que entendieran que no me gustaba que estuvieran todo el tiempo metiéndose en mi vida, que lo soportara no significaba que me gustara. – eres más terca que una mula y te niegas a recibir ayuda, no es como si tuvieras toda la vida para esperar a que tu príncipe ciego aparezca y solo vea todo lo hermoso que hay dentro de ti.
- Me acabas de dar una idea fantástica… - un hombre ciego seria el perfecto – tendré que ir a algún lugar donde hallan ciegos…
- ¡Ahhhhh! – Cami hace como si quisiera saltar sobre mí, pero mi mamá está en medio de nosotros – solo porque la comida esta tan buena te salvas – alcanza a jalarme un mechon de pelo.
Y así transcurre el resto de noche, ya nadie toca el tema de mi aspecto, supongo que entendieron que no quería discutir al respecto, aunque sabía que tenían razón. A menos que fuera obligada no lo haría, quería mantener mi esencia, lo que yo era.
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