El Salón
- No, absolutamente no – me sentía como un niño caprichoso – yo no accedí a esto.
- De hecho, si – Elena se pone los lentes para leer y saca un documento de un archivo junto a su escritorio – esta en el inciso 3 subsección c, mira.
Me entrega el documento del cual tengo una copia en mi casa, pero al cual no he echado un solo vistazo. Y de hecho si, allí esta el párrafo que dice que tengo que someterme a algún cambio de apariencia, no demasiado radical, para el programa y para la campaña de divulgación del mismo. Cami me arrebata el contrato y lee, en su cara aparece el ceño fruncido.
- No recuerdo esta parte – sigue leyendo – tampoco esta. – me enseña la parte a la que se refiere, donde dice que debo de salir al menos una vez con cada uno de los participantes, que serán 40.
- ¿Cuarenta citas? – me giro hacia Elena - ¿Cuánto tienen pensado que durara el programa?
- ¿Alguna de ustedes dos leyó mas alla del primer párrafo del contrato? – Elena nos ve sobre el borde de sus gafas, cami y yo nos miramos la una a la otra y no necesitamos decir nada, ninguna leyó mas alla de el primer párrafo donde hablaba del salario. – y solo hicieron la pantomima de ser muy inteligentes, incluso se los dije a las dos presentes. Agradezcan que soy una persona integra o estarías en muchos problemas…
Ninguna de las dos decimos nada mientras el regaño de Elena nos cala, me siento como cuando tenia 9 años y mi mamá me regañaba cuando escasamente hacia algo malo, me sentía pésimo, trataba de hacer las cosas bien porque no me gustaba que me llamaran la atención y cuando eso sucedía era espantoso.
- Bien, esta bien – Elena se pasa la mano por el pelo y suspira – ya se acabo el sermón, ya pueden estar tranquilas. Ahora nos quedaremos aquí leyendo de principio a fin ese contrato con el propósito de que no hayan inconvenientes en ningún momento.
Y así pasamos casi una hora leyendo, preguntando y entendiendo cada uno de los puntos del documento, no estuve de acuerdo en muchos pero ya no podía echarme atrás, además Elena me dijo que iba a tratar de hacer las cosas lo mas sencillo para mi. Esa mujer diminuta era un amor. Hablando de diminuta… después de terminar con el contrato me quede preguntándome cuanto mediría, para mí, mi estatura no me presentaba mucho inconveniente hasta que me di cuenta que las personas mas altas tenían ciertos privilegios. Si para mi fue una ligera molestia; midiendo 1.55, no me imaginaba para ella que media menos; unos 1.50 o incluso menos…
- 1.48 – me dijo cuando paso junto a mi hacia la puerta.
- ¿Qué? – estaba desconectada de la realidad y no entendía de que iba lo que me dijo.
- Que mido 1.48 – antes que dijera nada ella siguió – y no, no me supone ningún problema, bueno si, pero es demasiado intimo como para que te lo cuente, así que tendrás que esperar para saberlo, cuando seamos mas amigas. Solo te dire que tengo fijación por los altos.
¿Eramos amigas? Bueno al parecer ella así lo creía, y eso me gusto mucho. ¿todas las bajitas estaremos locas por los gigantes? Yo también me moria por los altos, pero muy altos. Tal vez sea algo de tratar de compensar la falta de altura. Quién sabe.
- ¡Ahora si! – vamos en medio del pasillo y ella se detiene y aplaude haciéndome salir de mis pensamientos – piensa en este dia como el primero del resto de tu vida, ¡vamos al salón!
Y entre gruñidos soy arrastrada por estas dos mujeres hacia el salón para que la bruja me de una pócima, como a Sherk, y me vuelva hermosa. Si, claro, al menso el tenia a su Fiona.
(…)
-No, absolutamente no – me enfurruñe mas de lo que ya estaba, con una bata puesta y una toalla enrollada en la cabeza camine hacia una sofá y me sente allí – yo no accedi a esto.
- Aleyda – las palabras de Cami son dichas lentamente – si, accediste a esto, ya leímos el contrato, lo sabes.
- No, allí no estaba escrito nada acerca de lo que quieren hacer conmigo – el bufido de Elena no era para nada femenino, había hecho eso tanto el dia de hoy que ya casi podía identificar las diferencias de cada bufido – en ninguna parte dice que deben mutilarme.
- ¡Aleyda, eres irritante! – Cami se acerca hacia mi resuelta, me toma por el brazo y empieza a jalar y aunque ella es mas grande, no logra moverme – ¡depilarte no es una mutilación!
- Claro que si, si te despojan de alguna parte de tu cuerpo es una mutilación – planto los pies fuerte en el suelo para evitar que me levante. – además esa practica de la inquisición duele como el infierno, así que me niego.
- Tu lo pediste – es la amenaza de Elena antes de salir del cuarto. No me importa, nada ni nadie me moverá de aquí, al cabo de unos segundos Cami se cansa y se sienta a mi lado. Resulta que el bendito Salón no es un salón de belleza, es un Spa llamado “El Salón”en el cual me quieren depilar con la maldita cera. El que no lo ha hecho dira que soy una cobarde y quien lo haya hecho y aun asi diga que soy una cobarde es que es un masoquista, ese invento del diablo duele horrores sin contar que me deja irritada la piel, ni loca.
- Necesito ponerme en forma – comenta cami repatingada en el sofá – no es posible que una diminuta mujer como tu tenga mas fuerza que yo.
- Cuando estes defendiendo algo tan importante como yo, te surgirán fuerzas de donde no creías.
- Aleyda eres una exagerada, ¿tan enamorada estas de los vellos de tu cuerpo?- cami se abanica la cara con la mano – te están haciendo un favor, tus piernas no han visto una buena depilada desde la segunda guerra mundial.
- En primera no juegues con eso, las guerras no deberían de tomarse a la ligera. Y en segunda; no es por el vello de las piernas que surgió mi Hulk interior – escucho pasos que se acercan a donde estamos nosotras – son los de mi… mi…
- Vagina – ofrece muy servicialmente Cami – se llama vagina, no temas llamarla por su nombre. Prosigue.
- Pues si, eso, gracias. Depílate tu la vagina si crees que es tan fácil.
- De hecho si no lo recuerdas yo ya lo hice – cierto, lo recuerdo y quisiera poder borrar sus gritos de mi memoria – y con una fue mas que suficiente,
- ¿Ya no te salen? – ¿sera eso posible? ¿con una bastará?
- Que va, eso parece un oscuro y profundo bosque – le lanzo un cojín, pero ella lo atrapa – a lo que me refería es que fue suficiente para que no se me pasara por la cabeza volver a hacerlo. Pero… yo ya tengo al chico, tu aun tienes que atraparlo.
- Cami, solo tendré citas con estos desconocidos, no voy a mostrarles mi vagina en esa cita.
- ¿Por qué no? si ya descorchaste la botella debes de tomarte el contenido o caducará – guarra, guarra, guarra. Si ella supiera…
- Prefiero que caduque por desuso que por demasiado o mal uso – si le digo que le menti me mata, eso es seguro. – nadie vera mi… vagina, así que a nadie le interesa como esta.
- Lo que sea, no te puedo juzgar por eso, pero Aleyda, para todo y cada uno de los cambios que te han hecho has protestado y te has negado, tienes que dejar de hacerlo.
Sabia eso, pero eso no hacia que fuera mas fácil, todo mi ser se negaba a este cambio, sabia porque, pero también sabia que estaba siendo irracional, cuando los pasos se detuvieron frente a la puerta y esta se abrió revelando a dos hombres enormes tras Elena. Trajo a la caballería pesada.
- No… - susurre aterrorizada, esos dos mastodontes seguro podían someterme mientras me aplicaban la tortura.
- Si – replico ella con una sonrisa malévola, chasqueó los dedos y ambos hombres se pusieron en marcha y aunque me retorcí, grite y les recordé a sus antepasados, ellos no desistieron y en pocos movimientos estaba siendo llevada como una bruja hacia la hoguera. Desgraciados verdugos.
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