De patito feo a patito cotizado.
Se hizo una nueva reunión para comunicarme que ya tenían a los estupendos 40 candidatos, yo no estaba tan segura que tan estupendos, y no lo sabría hasta que el programa iniciara, eran unos malvados crueles. Pero supongo que así se mantenía la sorpresa y el suspenso de la situación.
Pero eso no evita que yo me sienta curiosa, soy una pequeña ratona curiosa y me jacto de ello, así que estoy toda nerviosa y emocionada, la reunión fue solo con mi autoproclamada representante y Elena, sinceramente nos pasamos la mayor parte del tiempo chismeando un poco, Elena nos conto un poco de su vida y nos hablo de su esposo, ella es bastante divertida, de una manera fresca, algo que no había conocido en mi vida.
Sin duda pensar en el inicio de programa me tiene un poco distraída, pero no olvido que soy maestra y que debería estar calificando pruebas y no soñando despierta, ese es el problema conmigo, me hago demasiadas ideas locas antes de que las cosas pasen y nunca suceden como me las imagino. Regreso a calificar y alguien toca mi puerta.
- Adelante - doy permiso para que entren. La figura estándar del profesor de Educación física entra a mi aula
- Hola, Aleyda - tiene cinco años de trabajar en la institución y una sola vez me saludo, fue cuando Kristel nos presento, al menos no hizo la hipocresía de buscarme por interés.
- ¿Qué puedo hacer por ti Patricio? - mi saludo es formal e incluso podría decirse que frío, no nos conocemos así que para mí es un completo desconocido.
- Es que... - se rasca la cabeza y no prosigue. Me ve fijamente, su mirada arrastrándose por mi figura, eso inmediatamente me pone a la defensiva, cuando se da cuenta de mi mirada rápidamente carraspea - bueno, es que no es tan sencillo...
- Solo dilo - lo insto, mientras más pronto lo diga, mas pronto se ira.
- Quería saber si tú... ¿quisieras salir conmigo? - estoy totalmente impresionada y no por qué me haya pedido salir el profesor mas bueno del instituto, en realidad solo hay 3 maestros así que no hay mucho de donde elegir, sino por qué nunca me había dado una segunda mirada, que digo, ni siquiera la primera. Y de repente soy visible para él y una candidata de cita. - ¿Qué dices?
- No gracias - las palabras salen fácil de mi boca y después sigo en mi labor, espero que se vaya, pero al parecer no es así. Vuelvo a verlo esperando, tal vez tiene algo más que decirme - ¿sí?
- ¿Tú... me rechazaste? - se ve confundido, como si nunca lo hubieran rechazado, más bien supongo, nadie como "yo" había osado rechazarlo.
- Si - pongo mi mirada más dura para que se largue lo más pronto posible, no tengo tiempo para él y sus escenitas, tal vez si hubiera sido un poco mas considerado y educado cuando yo lo hacía, hubiera sido más linda en rechazarlo - ahora te agradecería que te fueras para que pueda terminar de calificar las pruebas.
Sigo en lo mío y ya no le prestó atención, no sé en qué momento se va, pero cuando me giro ya no hay nadie, que alivio. Tampoco es como si fuera una modelo, solo me arreglaron un poco, no hay muchos cambios. El día de hoy voy con un vestido, no soy mucho de vestidos, me gusta sentarme donde me plazca y eso implica; suelo, banquetas, muros, donde pueda, y con los vestido o faldas esa tarea se vuelve imposible. Pero el vestido de hoy es demasiado bonito, justo el tipo de vestido que usaría una maestra: es blanco esparcido de muchas flores de colores, sin mangas y llega justo sobre la rodilla.
Lo acompañan unos zapatos de tacón bajo rojos y llevo el cabello suelto en mi natural estilo salvaje de cabello, y con salvaje me refiero a lo leonesco, no me dio tiempo de hacer algo mas con él, así que lo soporto, apenas logre ponerme algo de brillo y un poco de mascara de pestañas, nada más.
En mi manera de verlo, voy bastante arreglada. Y al parecer eso llama la atención de hombres para los que antes no existía. Que terriblemente conveniente.
Lo que me tiene terriblemente nerviosa es la sesión de fotos, yo no era para nada fotogénica y no me veo posando como una modelo. Solo siento que me vería como una vieja ridícula, y es que soy un vieja ridícula, me quiero matar.
(...)
- Dios, otra vez no - reproche - Cami, eres el terror que aletea en la noche... y en la mañana, y en la tarde.
- Vengo a ayudarte y tu solo me tratas mal - hace que me siente en la silla otra vez - malagradecida, cuantas personas no desearían tenerme como amiga y tú despreciándome.
- Las únicas que te querrían de amiga serian las gremlins, brujas y momias - siento el tirón del cabello - ¡vete a tu aquelarre bruja!
- Y tú al convento mojigata - otro tirón de cabello que hacen que se humedezcan mis ojos - ahora quieta que mis manos están ansiosas por empezar.
Solo gruñí, debía aprender trucos para defenderme de Cami, estaba indefensa ante esta bruja, me deje peinar por ella, pero mientras duró todo aquello no dije una sola palabra. Todas las mañanas había logrado esquivarla en mi casa, pero al parecer hoy entro por sí sola, quien sabe cómo, o más bien después lo averiguaré. Según ella yo no sé arreglarme y necesita de mí, lo que yo me pregunto es si ella no tiene un esposo y unos hijos a los cuales cuidar y dejarme en paz a mí.
- Hecho - su tono era de satisfacción - digas lo que digas, o gruñas lo que gruñas, soy un máster en peinar, por nada veo tantos tutoriales en Youtube. - a regañadientes tengo que darle la razón, aliso mi cabello leonesco y le hizo una ondas relajadas bastante favorecedoras. - dilo.
- ¿Qué?
- Que lo digas Aleyda, no seas terca.
- Gracias - digo entre dientes.
- Dilo bien y haz que me sienta bien cuando lo digas
- Gracias por invadir propiedad privada, levantarme a las cinco de la mañana, negarte a hacer algo que me pareciera con mi cabello, sí, estoy muy agradecida. - ironizo, dije lo que tenía que decir, pero al menos no de una manera tan desagradable, juego con mi cabello esperando los berrido que soltara Cami. Pero todo lo que recibo son sonidos de movimientos bruscos, me giro para ver lo que pasa, Cami está recogiendo sus cosas y lo más increíble de todo es que es en silencio. - ¿Cami?
Nada.
- Cami, háblame - me estoy empezando a asustar - Cami... - sigue sin hablar, pero sus movimientos son mas bruscos - ¡Cami!
- Yo siempre estoy tratando de ayudarte, lo quieras o no, lo pidas o no - se detiene y me clava en el lugar con su mirada enojada - y lo hago porque te quiero, porque sé que la manera en la que estás viviendo no te hace feliz y aunque a veces parezca que soy
un molesto grano en el trasero, que lo soy, siempre tengo que escuchar de ti reproches, nada te parece, eres más cascarrabias que mi abuela y tú la conoces. Pero todos tenemos límites y yo ya llegue al mío.
Y sin dejarme decir una palabra se va como una exhalación. Me quedo viendo fijamente el lugar por el que se fue, por largo rato, tratando de procesar sus palabras. La odio cuando soy yo la mala del cuento, cuando lo que sale de su boca tiene sentido. Que malagradecida soy.
Y ahora me hará arrastrarme para conseguir su perdón, a veces creo que soy medio hombre, no me doy cuenta de cosas que son obvias. Al menos eso explicaría muchas cosas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro