Algodón de Azucar
- Espero que hoy salga todo bien, por lo menos – volví a revisar mi maquillaje en el espejo, me dolía aceptar que me estaba volviendo el tipo de mujer que le importa mucho su apariencia, que no quería un solo cabello fuera de lugar y ya ni hablar de jamás salir de casa sin lápiz labial. Tener estilistas apestaba. – la primera cita fue un fiasco y si todos son así o peores me parece que esto no va a funcionar.
- No seas tan negativa – Cami me di un golpe en la mano que constantemente alisaba mi cabello, tener el cabello perfecto todo el tiempo era aun un logro muy prematuro para no admirarlo constantemente – en esa ocasión lastimosamente no estaba yo, pero hoy eso va a cambiar, soy tu amuleto de la suerte nena.
- No me digas nena – hice una mueca, no me gustaba ese apelativo – pero tal vez tengas razón y la otra vez todo salió mal porque no estabas conmigo.
- Ni siquiera lo dudes – me tomo por los hombros y me vio fijamente – hoy conocerás al hombre, no , al amante más caliente que jamás tus inexpertos ojos hayan visto, ni siquiera pienses en William Levi, ese no cuenta y ni siquiera lo has visto en vivo y en directo.
- ¿Sería mucho pedir inteligencia? – Cami bufo despectivamente. - ¿Qué?
- Que le pides peras al olmo, o quieres una o la otra, no se pueden tener ambas – me lo dice en un tono de voz, como si fuera lo más lógico del mundo y yo fuera una tonta por no saberlo.
- ¿y qué me dices de Jeff? ¿No es el guapo e inteligente? – ahora pone los ojos en blanco. - ¿y ahora qué?
- Que Jeff solo hay uno, el fue única edición, ya no se hicieron más como él – antes que pueda decir mu, ella me calla – su hermano idiota obviamente no cuenta, yo tengo la teoría que una vaca fue inseminada con esperma de un extraterrestre y luego el ovulo fecundado fue implantado en el útero de mi queridísima Alicia y ¡Pum! Nueve meses después tuvo a esa cosa extraña que se hace llamar hermano de mi Jeff.
- ¿De dónde sacas todas las tonterías que dices? – me lanza una mirada irritada
- Películas Ale – ella también se observa en el espejo – y libros, señorita-maestra-de-literatura-no-me-gustan-los-libros ¿de dónde sacas tú tus tonterías? – velozmente voy a responderle que de internet, pero me doy cuenta del insulto que acaba de lanzarme y caí. – eso pensé, vamos.
Me coge del brazo y salimos del baño del parque, por cada cita el chico elige el lugar donde será la cita, así que hoy tocara en un parque, lo cual no es tan mal, el parque es muy hermoso y tiene lugares al aire libre y otros techados. Antes que La Mole pueda decir nada corro hacia el kiosco y aunque trataba de huir, él llega junto a mí y empieza a darme las instrucciones, que son exactamente las mismas que la vez anterior, nuevamente a viva voz porque al parecer yo soy una anciana sorda que no escucha nada de lo que él me dice.
Cuando se va y gratamente sin que me ponga sus manos encima, espero que den la señal de inicio, cuando lo hacen reviso mi teléfono y recuerdo en ese momento la conversación de ayer en la noche con Elías, la cual interrumpí por la llegada de Adonis.
Tenía una respuesta.
¿Espero entonces?
¿Hola?
¿Me dejaste esperando de verdad?
¿Es una especie de broma?
Supongo que tienes mucho que pensar, así que esperare hasta que me hagas saber tu decisión. 😥
Me reí sin poder remediarlo, era demasiado lindo y tonto, no sabía si debía responderle o dejarlo sufrir un poco más. Al final decidí que ya era suficiente y le respondí.
Ya lo decidí, oficialmente eres nombrado mi fiel cuenta cuentos.
Apenas había apagado el teléfono cuando sonó la campanilla de nueva notificación, corrí a verla y era de Elías.
Me siento realmente halagado de saberlo.
Seguía escribiendo…
Y me sentiría aun más halagado si… mi bella señora me brindara un poco de su tiempo para tomar o comer algo…
¿Estará bien? ¿Habrá algún problema por salir con algún chico fuera del programa? Pero si ni siquiera es en plan romántico, soy tan ridícula, claro que puedo, es el primo de Cami y al parecer un futuro amigo, así que no tiene nada que ver.
Hare una gran excepción por ti, me parece que este sábado tengo disponibles un par de horas que bien podría darte, pero esto va con una condición.
¿Y cuál sería?
Por supuesto llevar una historia para entretenerme, ya sabes, como la chica que le cuenta cuentos al rey del relato de las mil y una noches.
¿De lo contrario me mataras?
Puede.
¿Solo así?
Si.
Está bien… llegare preparado esta vez, no con una sino con dos. Te sorprenderé.
Eso espero. No me gustaría darle la noticia a Cami que su primo fue decapitado por su falta de imaginación e ingenio.
Jamás me atrevería a hacerte pasar por tan terrible aprieto. 😱
¿El sábado está bien? ¿A las dos?
Ok.
Es increíble como unas pocas palabras sin sentido con otra persona pueden ponerte de tan buen humor, aunque… ¿Cómo sabrá él a donde pasar por mi si jamás me pidió mi dirección? Estoy escribiendo mi duda cuando recibo otro mensaje de él.
Cami.
Y esa palabra es suficiente respuesta. ¿Qué estará tramando Cami?
(…)
- ¿Te gustan los algodones de azúcar? – Alejandro, mi segunda cita, está sentado junto a mí en el kiosco donde lo esperaba – allá viene un vendedor ¿quieres uno?
- Claro – acepto, aunque no soy muy fan del azúcar, supongo que comer tanta azúcar de niña fue suficiente para que dejara de amarla en mi vida de adulta.
- ¿El rosa o el verde? – la indecisión de sus ojos me decía que no quería ser un tipo sexista conmigo, apreciaba eso, aunque no era que me interesara si por el mismo hubiera elegido el color rosa, me encantaba el rosa. – el rosa está bien.
- El rosa – se lo pidió al vendedor y luego me lo dio a mí. Le paga y regresamos a nuestro lugar solo para descubrir que un grupo de niños ya tomaron posesión del territorio. – supongo que tendremos que caminar, ¿ellos nos seguirán? – pregunto Alejandro señalando a la producción. Yo suponía que si aunque poco me importaba, no pretendía quedarme parada en medio del parque como tonta.
- Supongo – me encogí de hombros y seguí caminando, después de unos segundos Alejandro me siguió y me ofreció su brazo y lo acepte. -¿Qué harías si en un día… lluvioso… se va la luz, para entretenerte? – estaba improvisando preguntas interesantes sobre la marcha, recién se me había ocurrido.
- Esa es una pregunta difícil – se quedo pensando un momento y aunque yo no me estaba comiendo mi algodón de azúcar, él sí, lo que me molesto ya que ni siquiera pidió permiso para echar mano de mi nube rosa. – supongo que dormir. ¿Qué se puede hacer en esos casos?
No íbamos tan mal, pero esa respuesta no era buena señal, es cierto que Alejandro resultaba un poco agradable, pero era ciertamente aburrido y un abusivo roba algodones de azúcar. No solo había tomado una pizca de mi algodón, si no que se lo estaba devorando, según él, disimuladamente. Ah, y también tacaño, ¿qué le costaba comprarse uno para sí mismo?
Intente nuevamente sacar un tema que sea un tanto diferente, pero estaba visto que nada le interesa a Alejandro, las cosas “ingeniosas” tenía que guardármelas para mí o alguien mas apropiado, al menos Alejandro no era esa clase de hombre, y eso que tenía 45 años, y nada de su apariencia me daba una pista de qué tipo de hombre era él, era como uno de tantos extras de una película, se perdía entre la multitud.
Los siguientes 25 minutos trate de seguir una conversación decente, pero Alejandro no me ayudaba ni un poco, al parecer no le interesaba en lo más minimo esta cita, asi que para acabar con nuestro sufrimiento en medio de nuestra larga caminata me detuve y le dije adiós, ni siquiera me despedi de nadie cuando me fui, escuchaba a lo lejos los berridos de La Mole sobre algo del micrófono, pero nadie logro alcanzarme y quitármelo, asi que me fui con él. Ya se lo devolvería mañana.
Segunda cita y fue otro tipo de desastre, si seguía con esa racha a la siguiente ronda no pasarían ni dos chicos. No se de quien era el problema, pero ciertamente yo tenia un poco de culpa, si fuera una persona medianamente normal no tendría que acudir a este tipo de programas para encontrar al amor de mi vida, o al menso un apareja.
Ciertamente no hacia nada bueno con mi autoestima.
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