「Capítulo 1」
❝ No puede ser... ❞
Caminaba bastante apresurado, como ya era de costumbre hace varios meses atrás. Su tío había "olvidado" una de sus herramientas de trabajo de nuevo, aunque él sabía que eso no era verdad, ya que en la mañana la había visto varias veces, pero solo la dejó ahí. Era una treta, una excusa por parte de la jefa de su tío que le había ordenado que la olvide.
Él abrió una puerta de madera pequeña que daba al jardín, como siempre, estaba abierto para cuando él debía llegar, ya desde hace mucho le había dejado de parecer coincidencia o simple descuido.
—Ya llegué...
—Bienvenido, Yoongi —contestó uno de los empleados de la gran casa, sonriéndole amablemente. Casi todos lo conocían desde pequeño—. Por ahora tu tío no...
—Sí, no te preocupes, ya lo sé, se encuentra en la jardinería —interrumpió, ya en la mañana se lo había dicho—. Aquí está lo que olvidó.
Sacó de su bolso unas tijeras grandes de jardinería y la dejó en la mesa que tenía más cerca. Volvió a incorporarse a su postura normal, estando de espaldas a la puerta corrediza de la casa, trono sus dedos y su cuello, preparándose para lo siguiente.
—Y tres... dos... uno. —Apenas terminó de contar, la puerta a sus espaldas se abrió estrepitosamente, dejando ver a una joven mujer de largos cabellos castaños usando un kimono en detalles rojos.
—Buenas tardes Yoongi-chan —gritó felizmente la mujer y se lanzó sobre él.
—Por favor omite el "chan". También apártate, tu olor me hace sentir incómodo.
—Que cruel, Yoongi-chan. Y pensar que habría muchos omegas que desearían que los abrace así, después de todo no siempre pueden encontrar a una alfa de buena familia que los respete —dijo ella en un puchero, haciendo que este se molestara por haber sido ignorado y porque ella le recordó su casta.
Como ella había mencionado, él era un omega, la raza más menospreciada de todas. No odiaba ser omega, fuese alfa o beta sería igual, pero que le recordaran su posición inferior le molestaba. Aunque claro, ella no lo trataba como tal, por lo que no podía enojarse con ella. Simplemente le molestaba ser llamado así.
—Bien. Ya que estas aquí, ¿qué te parece jugar una partida de Shogi? —dijo ella con una gran sonrisa
«¿Qué día que vengo aquí, no jugamos? Si siempre que vengo es porque lo pides», pensó, cansado de esa situación.
No le molestaba que se lo pidiera, al contrario, adoraba esa hora que podía pasar jugando con la mujer, el problema era que ella no lo hacía, prácticamente obligaba a su tío inventar excusas para que él fuera y ella lo llamara "casualidad". No entendía por qué si ella se divertía pasando tiempo con él, no lo invitaba de manera oficial, o le decía que fuera ciertos días a cierta hora, pues le gustaría ir con menos peso hasta la casa.
Suspiró rindiéndose ante la situación.
—Ya que...
—¡Genial! Vayamos al salón, yo prepararé el tablero —dijo y comenzó a correr hacía dicho salón.
«Ya lo tienes preparado, solo irás a elegir tu asiento», volvió a pensar.
Se quitó los zapatos, ya que, cada vez que iba a aquella casa llevaba unos zapatos sin agujetas, así se le hacía más fácil quitárselas. La gran casa tenía un estilo japonés muy antiguo. Al casarse, su esposo le construyo esa casa para que ella se sintiese más cómoda, ya que su familia venía de una descendencia muy apegada a la cultura, una familia japonesa ejemplar. A Yoongi no le sorprendió ya que los alfas tenían buen capital monetario, pero, no podía evitar pensar que si ella hubiese sido omega, no hubiera recibido esa casa como regalo.
Llegó al salón y vio a la mujer sentada, entusiasmada por la partida que tendrían. A veces se olvidaba que se llevaban 20 años de diferencia, o peor, que, en esa extraña relación, ella era la mayor.
Se sentó y tomó sus fichas.
—Bien, comencemos —dijo él y dio el primer movimiento.
Esto ya era rutina para él, medio año atrás su tío se había olvidado su almuerzo, y como él era el único en la casa, fue llevárselo. Ahí se encontró con aquella mujer. Al verla creyó que era hija de la familia, ya que estaba consciente de los integrantes de la casa, aunque no supiese como eran físicamente ni había escuchado sus nombres.
Le había hablado sin honoríficos, ya que creyó que era de su misma edad, pero al enterarse que era la madre lo sorprendió bastante. No recuerda bien cómo fue que llegaron al tema del Shogi, y comenzaron a jugar. Pero lo que sí sabía era que ella vio en él un oponente digno como para retarlo, por lo que siempre que deseaba jugar buscaba mil excusas.
—Victoria —dijo Yoongi neutralmente moviendo su ficha, acabando con la alfa en su partida.
Ella solo se desplomo sobre el tablero, haciendo caer varias de las fichas al suelo. Él ya estaba acostumbrado a ver aquel tipo de escenas tras cada partida perdida por parte de la alfa, al inicio se había preocupado, pero estaba demasiado acostumbrado a ese punto.
—Mierda. Eres demasiado bueno, Yoongi-chan.
—No es cierto, tan solo tuve suerte.
—Si, claro, finge humildad —comentó sarcásticamente—. No deberías ocultar tu gran talento, está bien que lo admitas de vez en cuando.
—No es para tanto. Además, dudo que alguien más acepte que un omega es un buen jugador de shogi —murmuró desganado por la triste realidad.
Así era su sociedad. Los alfas eran los lideres del mundo, los betas eran los trabajadores, mientras que los omegas solo servían para darle hijos a la patria, para nada más. Claro, él no podía quejarse. En su hogar nunca lo obligaron a nada que a un omega promedio sí. No lo habían comprometido con algún alfa y menos lo habían entregado a alguno durante sus celos. Siempre le dieron lo necesario, le apoyaron con sus estudios y sus sueños. Era un omega privilegiado si lo pensaba bien.
—Si eso es todo, me voy. Gracias por la partida, Mina.
—Bien. La próxima te prometo que ganaré. Nos vemos —Se despidió desde su lugar.
Salió del salón y cerró la puerta corrediza. Caminó por los pasillos en dirección al jardín, sintiendo un aroma bastante peculiar. Olía a bosque, un bosque primaveral en el cual había llovido unos minutos atrás. Era fresco, casi mentolado, le agradaba ese olor.
—¿Habrán plantado algo? —preguntó a sí mismo, confundido por el aroma.
El sonido de la puerta principal abriéndose le sacó de sus pensamientos, y tras eso unos pasos.
Una voz distorsionada se escuchó resonar por la casa.
Yoongi no le dio más importancia de la necesaria y se marchó, a fin de cuentas, no se conocían. Porque fuera conocido de Mina no lo convertía en conocido de sus hijos, y siendo sinceros, no le interesaba tampoco. Después de todo, dudaba que siquiera llegaran a ser amigos.
Al llegar a su casa un olor muy fuerte lo invadió, y no era nada agradable como el que había olido minutos atrás, este era mucho peor. No pensó más de dos veces la razón del porqué, ya que ahí mismo se encontró con esa razón... sus primos.
Ellos eran mayores que Yoongi, y estaban terminando la universidad, mientras que él asistía su segundo año de preparatoria. Ellos eran mellizos muy parecidos, la única diferencia que tenían es que uno tenía el cabello castaño claro y el otro era rubio, claramente teñido.
—Yoongi... que suerte que llegaste. Yuta casi incinera la cocina —dijo su primo beta, Hansol, abrazándolo como si fuese lo más delicado del mundo.
—¡No fue mí culpa! Fue culpa del aceite que se le dio la gana de derramarse sobre el fuego y combustionar —justificó Yuta molesto, con el recipiente de aceite en mano.
—¿Ahora es la culpa de los ingredientes que seas horrible en la cocina? —murmuró el castaño burlonamente para luego sacarle la lengua—. Me pregunto qué dirán todas las chicas al saber que mi hermano alfa es un inútil.
—¿Qué dijiste? —preguntó molesto en dirección a su hermano.
—Si no lo escuchaste, no hace falta repetirlo, después de todo, tu pequeño cerebro no lo entendería.
—Maldito. De esta no te salvas.
—Nunca cambiarán —musitó Yoongi tratando de estar lo más tranquilo posible, sino comenzaría a gritar—. Me voy a mi cuarto.
—Está bien —dijeron a la vez, pero luego Yuta se dio cuenta de algo y tomo por los hombros a su pequeño primo—. Ah, por cierto, Yoongi, para poder apagar las llamas usamos tu chaqueta.
Apenas lo escuchó. se dio vuelta y miró a sus primos completamente horrorizado, como si hubiese muerto lo más preciado en toda su vida, algo que era muy cierto.
—¿Dónde está? —preguntó en pánico.
—En la cocina... —respondió Hansol, apuntando dicho lugar.
No se hizo esperar y caminó hasta ahí. Al llegar y ver su chaqueta, sintió que su alma se le salía de su cuerpo. Estaba completamente agujereada, claramente por el fuego.
—Perdónanos... —decía Hansol asomándose por la puerta.
—No importa, ya veré que hacer... ¿Lograron almorzar? —preguntó después de calmarse.
—No, Yuta lo quemo todo —respondió Hansol.
—Haré el almuerzo —dijo acercándose a uno de los mesones y comenzó a sacar los ingredientes.
—Muchas gracias Yoongi-chan —murmuró Yuta mientras lo abrazaba y se restregaba contra él—. Si no fueses mí querido primito te convertiría en mi pareja.
—No me digas Yoongi-chan, y quítate de encima de mí —contestó molesto.
—Yoongi-chan, no seas tan arisco, si de pequeño te encantaba que te llamáramos así.
—Ya, no lo repetiré más. ¡No me llamen Yoongi-chan! —gritó completamente molesto, de repente sintió un gran dolor en su dedo índice. Al bajar la mirada vio que se había cortado con el cuchillo.
—¡Yoongi-chan estás sangrando! —gritó Hansol impresionado, se podía ver que se le habían bajado los colores del rostro.
—Ya cállate. Solamente debo desinfectarlo y ya.
—Déjame que lo haga, en eso sí que eres malo... —dijo Yuta en tono serio, pocas veces se ponía así, pero cuándo lo hacía, Yoongi sabía que no podía negarse.
Se encaminaron al baño, dejando a Hansol sólo en la cocina.
—Ash, siempre que alguien cocina aquí, pasa algo malo... ¿Será que la cocina está embrujada? —susurró Hansol para sí mismo—. Sí, debe ser eso... Mejor voy por comida rápida.
A la mañana siguiente fue a la escuela con un jersey, le parecía completamente incómodo usarlo, pero era lo único que tenía. Y, como no iba con los colores de la escuela, los profesores no dudaron en reprenderlo. Tuvo que contar su situación, de comienzo a fin, pero para los directivos les fue difícil creerle. Al mostrarle una foto de su chaqueta, donde se veía claramente su nombre, no les quedó de otra más que accederle a entrar.
Al llegar a su salón se encontró con sus amigas, su escuela dividía los cursos dependiendo de su casta. Los alfas tenían clases intensivas, mientras que los betas y omegas tenían clases normales. No tenían una clase especializada para omegas ya que no había muchos, y utilizar un salón para poner unos cinco omegas por año no era una opción para la escuela.
—Buenos días... —saludó apenas entró al salón.
—Yoongi, ¿y tú chaqueta? —preguntó una de ellas.
—Mis primos la quemaron ayer —respondió completamente tranquilo, no era la primera vez que le pasaba algo así.
—Ya es la sexta vez que queman algo tuyo. ¿Por qué no lo hacen con lo suyo? —preguntó fastidiada una de ellas.
—Porque según ellos "lo mío está más cerca".
—Pobre de ti, debe ser muy difícil vivir así... —dijo otra con un tono infantil abrazándole su cabeza.
—No es tan malo, además era preferible que se quemara eso a que fuese la casa.
—Encima eres comprensivo. Tus primos no te merecen.
—Lo dices como si ellos fuesen los hijos de satanás —dijo otra de las chicas preocupada por sus palabras, quien era la otra omega del grupo.
—Quién sabe, tal vez lo sean y tu tío intenta encubrirlos. Después de todo, no se parecen en nada a él.
—Wheein, eso no es divertido —reclamó Yoongi bastante molesto—. Ellos son hijos de mi tío, él les dio la vida. Si no se parecen a él es porque se parecen a su otro padre. Además, puede que hagan este tipo de cosas, pero no es por maldad.
—Lamento la comparación... Cambiando de tema, ¿qué le paso a tu mano? —preguntó Wheein apuntándolo.
Se sorprendió bastante porque lo supiera, pero se dio cuenta de que su manga se había subido, dejando a la vista sus vendajes.
—Me corté ayer cocinando —respondió tratando de restarle importancia.
—Deberías tener más cuidado Yoongi. En un descuido podrías perder la mano. ¿Cómo volverías a pintar? —preguntó Dahyun.
—No es como que vaya a perder la mano por un corte como este. Además, no creo que vuelva a pintar por un buen tiempo.
—Pero...
Fue interrumpida por el sonido de la puerta abriéndose. El profesor entro al salón y le saludaron como todos los días para que comenzara con la clase dando anuncios.
—No olviden que para el aniversario de la escuela se hará un festival, y todos los salones de todos los años deben participar. Por lo que debemos debatir sobre qué quieren hacer para mostrar —anunció el profesor.
Las ideas comenzaron a salir, una feria de juegos, una casa embrujada, una obra de teatro, pero lo que al final salió ganando fue un café.
—El dinero nos servirá para la fiesta del próximo año. Es mejor ir preparándose —dijo una de las chicas.
—Mientras más reunamos, mejor —dijo otra.
A muchos les entusiasmó esa idea, con el plan ya escogido, el profesor volvió a tomar el control y reanudó la clase.
—Así que harán un café... —comentó Mina mientras movía una de las fichas de su preciado Shogi.
—Sí, a muchos de mis compañeros les entusiasma la idea de ahorrar dinero —dijo Yoongi mientras pensaba en cual ficha mover—. A mi realmente me da igual, en cualquier plan debería trabajar.
—Ya veo. Pues entonces creo que contribuiré con ustedes —dijo sonriente, pero cuando vio a donde había movido la ficha, esta se desvaneció—. Esto es otra victoria para ti. Fue mucho más silenciosa está vez.
—Eso es porque estuviste distraída, no entraste completamente en el juego —reprochó Yoongi.
—La próxima vez no me distraeré tan fácilmente... Hasta mañana —murmuró despidiéndose mientras comenzaba a levantar el tablero de juego—. Ah, antes de que se me olvide, pásame tu número.
Yoongi la miró sorprendido, no porque se lo pidiese, sino que por fin lo había hecho ya que pensó que nunca lo haría. Intercambiaron sus celulares y cada uno anotó su número en el del otro. Al terminar de escribirlos, se devolvieron sus celulares.
—Hasta mañana, Yoongi-chan —dijo felizmente Mina.
—Hasta mañana —respondió mientras salía del salón.
Mina escucho como salió por la puerta trasera, y al instante escucho como se abría la principal.
—Ya llegué —escuchó desde lejos.
—Bienvenido —respondió y a los pocos segundos, se abrió la puerta del salón apareciendo un joven alfa de cabellos castaños y ojos rojizos—. ¿Cómo te fue, hijo?
—Igual que siempre —respondió restándole importancia. Luego se fijó en que su madre estaba acomodando su juego de Shogi—. Aun no entiendo porque siempre lo acomodas si nunca lo juegas.
—En eso te equívocas, lo juego casi todos los días con Yoongi-chan —respondió alegre.
—¿Yoongi-chan? —preguntó confundido, nunca había escuchado alguna mención de aquel nombre.
—Si, Yoongi-chan es muy hábil en este juego, siempre me termina ganando, no sé cómo lo hace. Pero también es muy amable, nunca me refriega sus victorias.
—Ya veo, debe ser agradable —comentó desinteresado.
—Sip, la próxima vez los presentaré. Sé que se llevarán bien, después de todo, tienen la misma edad y en carácter se parecen un poco. Solo que Yoongi-chan es más tierno. Sería tan hermoso que se llevaran bien.
Estaba feliz por la idea de su presentación, ya que su hijo siendo alfa y Yoongi siendo omega podría que se uniesen como pareja, le agradaba mucho la posibilidad de que Yoongi formase parte de su familia.
—Debería enviarle un mensaje para ver lo que piensa.
—¿Tienes su número? —preguntó sorprendido por la idea de que su madre se hablara con alguien de su edad.
—Lo conseguí el día de hoy —respondió felizmente—. Por fin podré hablarle directamente para las partidas de shogi. Y también podré citarlo para presentarlos.
—Hmm, como digas... Iré a mí cuarto —dijo volteándose para irse, pero el aroma de la habitación lo detuvo—. De casualidad... ¿plantaron alguna flor nueva?
—No que yo sepa, ¿por qué?
—Por nada, cosas mías.
Sin más, salió del salón y caminó directo a su cuarto. Estaba algo confundido por haber escuchado de alguien que jugase ese juego, después de todo, no era muy común. Y para sumar, aquel aroma le resultaba familiar, aunque no recordaba de dónde, estaba seguro que era de alguna flor, pero no de cual. Le restó importancia al asunto de aquel chico misterioso y de aquel aroma.
Al llegar casa, Yoongi se encontró con sus primos y por suerte, no le había pasado nada a la casa, y al ver que no tenían ninguna herida, le tranquilizó.
—Ya llegué —anunció y ambos voltearon a verle.
—Ah... Bienvenido Yoongi-chan —Lo recibió Yuta, levantándose rápidamente para ir hacia su dirección y darle un asfixiante abrazo—. ¿Cómo pasó el día nuestro querido primito?
—Ya te dije que omitieras el "chan" —dijo molesto mientras intentaba zafarse de su agarre.
Gracias a su intento vio a Hansol con una bolsa de papel madera, la cual estaba alejando de su vista.
«Estos idiotas...», pensó preocupado, no necesitaba unir muchos cabos para entender el porqué de esa reacción, el abrazo y la bolsa.
—Que cruel. Yo preocupándome de tu día y tú ni siquiera me respondes —renegó su primo en un puchero mientras lo apretujaba más hacia él.
—Si tanto quieres una respuesta suéltame y te lo contare —dijo con poco aliento. Su primo hizo caso omiso de su petición, pero lo soltó—. Diablos, tienes fuerza sobrehumana.
—Poderes de alfa —respondió alegremente.
—También se supone que tienen inteligencia sobrehumana, y tu careces de ella, así que no presumas —comentó molesto.
—Yoongi-chan, eres muy cruel. A veces pienso que te avergüenzas de nosotros. —Se quejó, pero a se detuvo al ver dos boletos delante de sus ojos.
—Son para el festival escolar, espero que puedan ir, como el año pasado... Fue divertido verlos ahí. —Al terminar de decirlo escuchó unas mínimas risas, y al voltearse para ver a su primo frunció el ceño por verlo riéndose de él.
—Y pensar que Yoongi-chan puede tener sus momentos tiernos. Claro, iremos, ya que si me lo pones así no puedo rechazar tu oferta.
Iba a replicar, pero decidió dejarlo así, después de todo sabía que cualquier cosa que dijese su primo lo usaría en su contra. Simplemente lo dejo ahí y se fue a su habitación, estaba agotado por demasiadas cosas que habían pasado en la escuela, y el pensar en el día siguiente lo hizo más agotador.
Antes de acostarse en su cama tomó una de sus píldoras para atrasar su celo, el cual estaba a poco más de una semana de llegar y se durmió casi al instante.
—¡Feliz cumpleaños, Yoongi! —gritó su familia al entrar a su habitación, y como si hubiese escuchado un trueno se levantó de la cama bastante alerta, y al instante sintió como si el peso de los planetas cayera sobre él.
—Nuestro Yoongi-chan cumplió diecisiete, que rápido que pasa el tiempo —gimoteaba Hansol mientras lo "estrangulaba", ya que eso no podía ser llamado abrazo.
—Todavía recuerdo cuando era un niño y nos perseguía a todas partes. Diablos. ¡Quiero volver a esos tiempos! —decía Yuta mientras se aferraba a Yoongi.
—No puedo res... pi... rar —decía Yoongi con el poco aire que tenía.
—Bien chicos, fue suficiente —dijo su tío mientras le daba un golpe en la cabeza de cada uno para que lo soltaran—. Parecen garrapatas sobre una herida abierta. —Se quejó, pero al ver a su sobrino sonrió—. Feliz cumpleaños Yoongi, ojalá tus padres pudiesen estar aquí para ver cuanto has crecido.
Se abrazo a él, su tío era un beta, el hermano menor de su padre, y realmente lo admiraba. Se había casado con un alfa y milagrosamente pudo embarazarse al poco tiempo, y lo más sorprendente, fue que tuvo mellizos. Tres años después, su pareja alfa murió en un accidente de tráfico, fue bastante grande y se llevó a muchas víctimas.
Estudió y trabajó al mismo tiempo que criaba a sus hijos, para luego de unos años trabajar en la casa de Mina de forma permanente. Ella era amiga de su tío alfa fallecido, por lo que, tras su muerte, ella le ayudo de forma financiera.
Cuando los padres de Yoongi murieron ocho años después, él se hizo cargo de inmediato. Le estaba eternamente agradecido, ya que, aun con todas las dificultades que tenía, él se hizo cargo de su vida. No tenía porque, pero aun así lo cuidó y le dio todo el amor que sus padres no pudieron.
—Gracias tío, por todo —susurró Yoongi en el abrazo.
—No te pongas sentimental, que comenzaras a llorar en tu cumpleaños y eso no es bueno. —Lo zamarreó con bastante suavidad—. Será mejor que ya vayamos a desayunar así no llegas tarde a la escuela.
Su tío salió de la habitación para preparar el desayuno.
Cuando este cerró la puerta, los mellizos se miraron entre sí, esas miradas cómplices no le daban buena espina a Yoongi.
—Bien, ahora que se fue el vejestorio aguafiestas, Yuta y yo te tenemos un gran regalo —anunció Hansol, y Yuta saco de detrás de su espalada la bolsa de papel que había visto el día anterior, como había imaginado, era para su cumpleaños, pero se sentía más inseguro al verla—. Lo hicimos pensando exclusivamente en ti, para que en el futuro esto pueda salvarte el día. Así que, sin más preámbulos, te presentamos tu regalo.
Al decirlo Yuta le entregó la bolsa en las manos y ambos se pusieron a hacer redobles con sus palmas golpeando sus piernas mientras Yoongi abría la bolsa. Yoongi estaba completamente asustado, aunque no lo demostrara, los regalos de sus primos nunca eran algo bonito, el año anterior le habían regalado una caja con una araña dentro, siendo Yoongi aracnofóbico. Al abrir la bolsa se esperaba lo peor y lo que se encontró no fue una excepción a la regla. Al ver su cara en blanco unas leves risas se escaparon de sus labios.
—¿Y bien? ¿Te gustó? —preguntaron entre risas—. No puedes decirme que un kit para el celo no es una gran idea.
Yoongi no sabía si llorar o si gritarles. Las bromas de sus primos eran una cosa, pero darle un kit con varios juguetes eróticos y demás cosas para la intimidad... No sabía si esta vez lo hacían enserio o era parte de la broma, ya que si realmente era enserio, ni loco usaría esas cosas en pleno celo sabiendo que vino de ellos.
—¡Váyanse a la mierda! —Les gritó completamente furioso, arrojándoles la bolsa, mientras los mellizos no hacían más que reír.
—¿Y bien? ¿Qué fue esta vez? —preguntó Wheein, claramente sabía de las bromas de los primos de Yoongi.
—Un kit para el celo... —susurró avergonzado.
—Bueno, al menos esta vez te regalaron algo útil, mejor que la araña. No te viene mal uno de esos, no sentirás tanto vacío como si no lo tuvieras.
—No le busques el lado positivo —decía aún más avergonzado.
—Debió ser muy vergonzoso recibir eso de tus primos, ¿no? —preguntó Jennie, su única amiga omega—. Aunque debe ser vergonzoso recibirlo de quién sea.
—Qué bueno que lo entiendes —decía Yoongi, al instante sintió vibrar su celular, y vio que era un mensaje de Mina. Al parecer ella también lo esperaba hoy.
—Uy, Shogi-sensei te espera con un regalo —dijo Dahyun al ver el mensaje—. Si que tienes muchos amigos por todo el país.
—No exageres Dahyun, con suerte tengo amigos y la mayoría son mujeres —dijo Yoongi.
—El Harem de Yoongi —dijeron todas a la vez.
—Recuerden que soy omega, mi harem debería ser de alfas o...
—Que exigente Yoongi, Harem de alfas. —Escucharon por detrás y al darse la vuelta, pudieron ver a Jeon Soyeon—. Pues si es así, espero poder cumplir con tus expectativas de alfa.
—Buenas Soyeon —saludó Yoongi—. Es raro que te pases por aquí tan temprano.
—¡No ignores mi propuesta! —Se quejó.
—Ya, no se peleen —decía Jennie tratando de calmarla en el mejor tono posible—. Ahora que todas estamos aquí, podemos empezar.
—Yoongi, ¡feliz cumpleaños! —dijeron entre todas y dándole un regalo muchísimo más presentable que el de sus primos.
—Díganme que no son dildos, tengo de sobra —bromeó mientras rasgaba el papel.
—Pero... ¿qué? —preguntó confundida Soyeon, imaginándose lo peor.
—Larga historia —respondieron las demás.
Al abrir el paquete, Yoongi se encontró con un peluche bastante grande de una foca albina. Ya se lo veía venir, después de todo sus amigas lo comparaban con una de esas criaturas debido a su cabello de color blanco. Ni idea por qué llegaron a ese animal de todos los que existen, pero así le quedó.
—¿Un mini yo? —preguntó entre risas, mirando al peluche—. Pues sí que soy lindo.
—Sabíamos que te gustaría —dijo Jennie entre risas—. Ahora tienes a algo para abrazar para "esos" días.
—Solo recuerda que no tiene un amiguito, pero con el regalo de tus primos no es necesario —bromeó Dahyun para después romper en carcajadas, al igual que las demás.
—Peque-yo ¿Crees que están locas? —preguntó mirando al muñeco, y con su mano movía la cabeza de este para que asintiera.
Las clases comenzaron unos minutos después, y luego de muchas horas, cuando terminó la jornada escolar, se fue directo a la casa de Mina ya que cada 10 minutos recibía un mensaje de ella como recordatorio. En el camino se preguntó si había sido buena idea darle su número.
Al llegar, ella se le tiró encima, como todos los días, le deseo mil veces un feliz cumpleaños, y como de costumbre terminaron jugando shogi, donde, claramente, ganó Yoongi. Pero, en lugar de haberse ido apenas termino la partida, se quedó un poco más de tiempo junto a Mina, hablando de cosas varias.
—Y bien Yoongi ¿Cuándo vendrá tu próximo celo? —preguntó Mina.
—En una semana y media, ya estuve tomando las píldoras para atrasarlo, aunque no sé si funcionen... —respondió Yoongi—... ¿Por qué la pregunta?
—Porque como te lo prometí, aquí tienes tu regalo —dijo Mina alcanzándole una caja de tamaño mediano que ya se veía costosa por fuera.
El claramente quería negarse, pero la mirada de Mina le decía que no se aceptaban devoluciones, por lo que no le quedo de otra que aceptarlo. Al abrirlo se encontró con un collar para omegas, pero este era uno de los mas recientes y de mayor calidad. Lo miro sorprendido, no podía creer que llegase a tener uno de esos en toda su vida.
—Recuerdo el primer celo que pasaste aquí, hace medio año. Ni siquiera tenías collar aun cuando sabías que eras omega y ya habías despertado como tal. Al verte en ese estado, y como los alfas cercanos a ti perdían la cabeza, me dije que no podía dejar que nadie te tomara —decía Mina un poco triste al recordar aquel día, apenas entendió la situación lo llevo a una de las habitaciones más lejanas y prohibió el paso a todo alfa sin unión, incluso a sus propios hijos.
—No tenías porque... —susurró Yoongi avergonzado, él no merecía algo así, no había hecho nada para ganárselo.
—Por favor, úsalo, insisto. ¡Porque no puedo permitir que alguien marque a mi lindo Yoongi-chan!
Y ahí se encontraba devuelta la Mina que conocía, ya le parecía extraño que se comportara muy madura. Finalmente aceptó el regalo y con ayuda de ella pudo colocárselo.
—Bien, la contraseña ya está colocada, si la escribes desde la aplicación, podrás quitártelo.
—Muchas gracias. Enserio esto es más de lo que podría haber deseado —dijo Yoongi.
—No hay de qué, considéralo un premio por todas las partidas qué me ganaste —respondió Mina felizmente. En ese momento escuchó que la puerta principal se abría y sintió un conocido aroma, seguido de unos pasos. Sabía perfectamente de quien se trataba—. Y ahora, como atracción principal, quiero presentarte a... —Antes de que pudiese terminar su frase, se abrió la puerta y entro un chico castaño de ojos rojizos—... Taehyung, mi hijo.
Al escuchar aquella presentación, ambos jóvenes se miraron, y cuando sus ojos se encontraron con los del contrario, un escalofrío recorrió todo su cuerpo seguido de un gran calor y un instintivo deseo.
—Taehyung, él es Yoongi-chan —dijo Mina feliz de por fin haberlos presentado, pero al ver realmente lo que estaba pasando se alarmó—. Yoongi-chan... ¿Qué te pasa?
Estaba completamente rojo, además de que le costaba respirar y de que se estrujaba el pecho, mientras trataba de mantenerse sentado en su lugar. Esa escena la había visto antes, estaba entrando en celo.
Corrió rápidamente hacía él, sabía que si no hacía nada podía terminar en tragedia. Volteó a ver a su hijo, este estaba en estado de shock, mirando penetrantemente al omega, como si con su mirada reclamara a aquel chico frente a él. En cualquier momento podría atacarlo, y un alfa no podía contenerse por mucho tiempo junto a un omega en celo. Mientras su hijo aun estuviese consciente debía frenarlo para que no pasara a mayores.
—¡Taehyung, vete! No puedes estar aquí ahora —gritaba Mina para que este reaccionara—. ¡Rápido! ¡Vete de una vez!
Los gritos de su madre llegaron a sus oídos, tratando de conservar la compostura salió de la sala cerrándola de un portazo. Corrió hasta llegar a su habitación cerrándola de inmediato. Taehyung se deslizó por la puerta hasta quedar sentado en el suelo y ahí, trató de recobrar el aliento mientras se agarraba la cabeza. Aquel aroma... era el que había olido días antes, y entonces reconoció de donde lo recordaba.
Un amigo omega de su madre había entrado en celo hacía medio año, y ella lo había encerrado en una habitación lejana de la casa para que ningún alfa lo atacase hasta que su familia llegara para llevárselo. Le había fascinado aquel aroma, pero su madre había prohibido el ingreso a la zona cercana a aquella habitación, y cuando el chico se fue, había extrañado el aroma durante dos semanas seguidas.
—No puede ser, esto es imposible... —pensaba Taehyung en voz alta, tratando de calmarse—... Él no puede ser... Él no puede ser mi pareja.
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