『CAPÍTULO 2』
◜Bar, a las siete◞
—¿Dónde estabas? —preguntó Jungkook, había despertado luego de oírme cerrar la puerta. Su voz se escuchaba más pesada de lo usual debido al sueño.
—Con Hob... seok. Ya... ya sabes, poniéndonos al día y esas cosas. Teníamos un tiempo de no hablar, así que... ¿cómo entraste? —evadí.
—Tengo copias de tus llaves; me las diste hace unos días.
—Oh, sí. Lo olvidé... perdona.
—Olvidas mucho últimamente. ¿Te está pasando algo?
—Nada. Solo olvido cosas, es normal.
—Normal es que olvides guardar tus zapatillas, pero no que hayas olvidado que nos íbamos a ver hoy.
—¿Qué? ¿Era hoy? —pregunté, pero me arrepentí de hablar en el momento en que suspiró mientras apretaba sus puños—. No lo hice a propósito, en serio, solo olvidé...
—Solo olvidas cosas, es normal —repitió mi frase anterior, cosa que me hizo sentir mal—. ¿Siquiera tienes idea de la hora que es? —preguntó herido.
—Las... ¿Las seis?
—Son las seis y media.
—Todavía tenemos tiempo para salir a comer, es tempra...
—Ya cené —cortó, y yo como reflejo bajé la cabeza.
—Lo lamento...
—No sé si lo lamentes en realidad —murmuró levantándose del asiento, caminando hacia la puerta.
—Lo lamento, de verdad... —repetí.
—Díselo a Hoseok, tal vez él sí te crea —respondió y yo, al ver su mal humor suspiré.
—Hoseok es mi amigo.
—Yo también soy tu amigo, merezco atención de la misma forma.
Por alguna razón, tuve un extraño deja-vú.
—Sí, pero...
Fui interrumpido por el sonido de su celular, él no dudó en contestar y alejarse de mí.
No supe qué hacer, así que me quedé de pie en el mismo lugar en el que me dejó.
—Jungkook... —susurré en cuanto regresó—... fue mi culpa, lo lamento...
—¿Lo haces? Estuve llamándote todo el día, pero no contestaste ni una sola de mis llamadas. ¿Intentabas dejarme de lado, acaso?
—Claro que no, mi celular estaba car...
—Cargando, ¿cierto?
—Te lo prometo...
—¿Sabes? — dijo—. Tengo un ensayo que hacer, no tengo tiempo para esto, te veo mañana —me dijo.
«Mañana, mañana, mañana», repetí mentalmente. «prometo compensarlo mañana».
—Lo siento... —susurré y él ni siquiera me miró.
Jungkook salió del departamento y yo lo seguí hasta que entró al ascensor.
—Te lo compensaré, lo prometo.
Pero él solo me miró fijamente hasta que se cerraron las puertas. Con un suspiro regresé a mi departamento y cerré la puerta.
Luego de eso, me lancé al sofá y lamenté fuertemente mi situación.
Él tenía razón. Debía de estar pasando algo malo en mí como para olvidar todo. No era normal. Pero llevaba semanas así... Tal vez meses.
Queriendo olvidar; queriendo recordar. Queriendo todo y haciendo nada.
Estaba en ese bucle interminable en el que estaba demasiado ocupado pensando en otras que luego iba a dejar de lado por comenzar a pensar en otras.
Enamorarme había sido peor de lo que había imaginado. Había sido mi punto de quiebre.
Me mantenía pensando, ilusionado, en mil cosas y, a la vez, me tenía decepcionado de esas mismas.
Jungkook había dejado claro que yo no le gustaba para nada más que una amistad. Y era algo que dolía en lo profundo de mi corazón.
"Oh, vamos. No soy un maldito maricón, Yoongi.", había dicho un día. Y, aunque habían maneras de decirlo, él había escogido la peor.
Yo solo había insinuado cariño; él había cortado mis ilusiones de pegue.
Luego de eso, trató de redimirse. Comenzamos a tener un poco más de interacción, siempre marcando una línea sobre lo que debíamos o no hacer.
Por ello, nuestra amistad afloró. Y con ello, mi enamoramiento por él.
Amaba la atención que me brindaba, las llamadas para salir con sus amigos, prácticamente todo lo que implicara su nombre. Pero amaba más los momentos a solas, cuando me llamaba pidiendo verme para contarme sus logros, o llegaba de imprevisto y se apoderaba de todo mi tiempo.
No importaba el contexto, amaba que me quisiera aunque sea de esa forma; como amigos. Como simples buenos amigos.
Y, aun cuando yo era malo mintiendo, no decirle lo que sentía era muy distinto a mentir.
En ocasiones, llegaba a pensar que él podría llegar a escuchar lo fuerte que latía mi corazón y pasarlo por alto solo porque su heterosexualidad se lo impedía. Yo intentaba el no darle tanta importancia para no sentirme mal.
Lo que me era difícil, era esconderlo. Esconder el secreto, esconder mis sentimientos.
Estábamos bien desde antes, cuando nuestra amistad se basaba en salidas normales y platicas sobre nuestro día a día.
Ahora, tenía que lidiar con sus pláticas sobre sus conquistas o sobre la forma en la que evitaba que yo tuviese alguna.
Jungkook había dejado claro que si veía que alguien no era lo suficientemente bueno para mí, lo alejaría de inmediato.
Y yo, sinceramente, no podía decirle que no. Estaba preocupándose por mí, y eso era lindo. Amaba que lo hiciera ya que eso quería decir que le importaba mi bienestar. ¿Cómo podría decir que no a alguien que solo buscaba cuidarme? Jungkook estaba preocupado por mi, yo no podría negarme a cualquier cuidado de su parte.
Y me negaba a tanto, que también me negué a ver que la hora apenas llegaría a las seis de la tarde.
Luego de que la noche terminara de caer, recibí un mensaje de Hoseok, indicando que había llegado bien a casa, así que le deseé buenas noches y fui a mi habitación a dejar mi mochila.
Hoseok y yo siempre habíamos tenido una química diferente a la que llegué a tener con Jungkook. A Hoseok lo adoraba como a un hermano, pero con Jungkook me cansaba el tener que aparentar una amistad que se estaba marchando por un tubo.
Y es que, aunque amaba nuestra cercanía, quería regresar a los días en los que podía admirarlo de lejos y así mantener mis sentimientos en algo platónico, cosa que, por más que quisiera, no podría hacer, porque poder tenerle cerca se había convertido en una adicción.
Amaba a Jungkook, realmente sentía mi corazón palpitar fuerte por él, pero él tenía estándares muy distintos a quien era yo.
A él le gustaban las chicas con cabello rubio y largo, caras bonitas y sonrisas perfectas. Había pensado en decolorar mi cabello para —por lo menos— poder entrar en la categoría, pero con esfuerzo había logrado que me creciera hasta la nariz, por lo que no quería arruinarlo al intentar decolorarlo.
Me había adaptado a no ser su estándar y, aunque me dolía, no ponía mucha atención en ello... o al menos lo intentaba.
Cuando salí de mi habitación, luego de doblar la ropa limpia que había dejado en la cama por la mañana, me dispuse a limpiar un poco. Nada serio, aspirar el piso y recoger un par de cosas, cuando terminé, decidí regresar a mi habitación y ver vídeos en internet.
Terminé leyendo una novela que me había recomendado una de mis amigas, hasta que la alarma de las ocho sonó en mi celular. Pero no era una alarma... era un recordatorio.
*Salida con Jungkook, mañana a las cinco y treinta*
—Sí... tal vez yo me equivoqué de fecha... —me convencí.
Pero no podría culparme, estaba enamorado. Y todos hacemos y decimos muchas cosas estúpidas por estar bajo los efectos del amor.
El día siguiente, pasé la tarde leyendo el mismo libro de la noche anterior, pero perdí el interés en cuanto el enemy to lovers que me había prometido, resultó ser poco fiable, ya que se habían enamorado al quinto capítulo y al séptimo ya se juraban amor eterno. Había sido un completo gasto de dinero, pero eso nunca saldría de mis labios cuando, quien me había recomendado leerlo, me preguntase si me había gustado el libro.
Cuando estaba buscando algo que ver en la televisión, mi celular vibró en mi bolsillo.
«Bar, a las siete. ¿Vienes?»
Sonreí al ver que el remitente era Hoseok, solo él escribía de ese modo tosco. No pude evitar pensar en Jungkook, en qué pensaría él sobre ir, ¿querría que me quedase en casa? ¿querría ir con nosotros?
Decidí preguntarle, de todas maneras, habíamos hablado temprano en la mañana por teléfono y pareció haberme perdonado.
«Hoseok me invitó a un bar, ¿quieres venir? Puedo quedarme si quieres ^^»
Envié el texto emocionado, si él nos acompañaba, sería realmente una fiesta. Pero Jungkook respondió: «No. Haz lo que quieras.»
«¿Sigues enojado..?», pregunté de inmediato, pero él no respondió, solo leyó el mensaje y se desconectó. Con un suspiro negué con la cabeza y respondí el mensaje de Hoseok luego de pensarlo bien.
«Voy. Te dejo la tarea de convencer a Wheein.»
Cuando me levanté del asiento para ir a ver las opciones de ropa que tenía, mi celular vibró de nuevo.
«Ella lo sugirió, Byulyi está de cumple»
—Genial, Byul me va a matar —susurré golpeando mi cabeza contra la puerta de mi habitación. Había olvidado la fecha... de nuevo.
«¿A qué hora vienes por mí?», respondí.
No tenía regalo, algo de último momento no serviría de nada ya que Byul era difícil de impresionar.
—¿Perfume? Muy básico... ¿Ropa? Siempre me equivoco de talla... ¿Dinero? Sabrá que lo olvidé... —divagué.
«A las seis. Ah, y no olvides el vino del que hablaron la vez pasada.»
—Dios, gracias —suspiré aliviado.
Había olvidado que ella me había insinuado querer una botella de la colección que me había enviado mi padre. Así que puse todo mi empeño en correr a la tienda a comprar un bonito listón.
«No lo olvidaré, lo prometo», respondí.
Dos horas después, Hoseok estaba tocando la puerta de mi departamento.
Cuando abrí, no dudó en sonreírme.
—¿Tienes el vino?
—Dos, por si las dudas —dije y él sonrió aun más—. Te juro que no sabía qué darle...
—Lo imaginé, por eso te envié el mensaje, espero y vaya la botella a la que le echó un ojo.
—Puedes apostar a que sí —sonreí—. Bueno, ¿nos vamos?
—Sí, claro.
—Y... ¿de dónde salió eso de ir a festejar a un bar? —pregunté siguiendo a Hoseok al ascensor.
—Bueno, a Wheein le pareció buena idea y Byulyi estuvo de acuerdo. Yo quería que hiciésemos algo sencillo en casa, como siempre, pero eran dos contra uno.
—Menos mal, porque... había olvidado que era su cumple —suspiré.
—También me lo imaginé —bromeó—, pero no te preocupes, es normal hacerlo. Yo no lo recordé hasta que Wheein me envió un mensaje —rió.
De alguna forma supe que mentía, él nunca olvidaría el cumpleaños de ninguno de nosotros.
Dos horas después, estábamos yendo hacia el bar que Wheein había destinado para nuestra salida. Byulyi y yo íbamos en el asiento trasero del auto de Hoseok. Mientras él conducía, Wheein daba las indicaciones en el asiento del copiloto.
Byul había gritado de emoción al ver el vino y gracias a Hoseok, yo había quedado como un buen mejor amigo. Y eso me hizo feliz.
—Algo me dice que a la vuelta nos vamos a perder —bromeó Byul.
—Que no —repitió Wheein por tercera vez en lo que habíamos salido del departamento—. Yo conduciré al volver.
—¿Tú? —preguntó Byulyi—. ¿Quieres matarnos? Apenas estás aprendiendo a manejar.
—¿A penas qué? —preguntó Hoseok— ¿Cómo que apenas está aprendiendo? Wheein, me dijiste que sabías conducir.
—Es más fácil conducir en la madrugada, casi no hay coches —renegó Wheein.
—Perdón, pero no te dejaré mi auto.
—Yo conozco —murmuré, haciendo que los tres me vieran de inmediato, pero Hoseok regresó su mirada al frente casi enseguida—. Yo ya he pasado por ahí varias veces. Nunca he entrado, pero conozco el camino.
—Dios, Yoon. Si conocías, ¿por qué no lo dices desde el principio?
—Porque no me dijeron a donde íbamos... —respondí sin más—. Y el único bar en esta zona lo conozco de vista, no de nombre.
—Yoongi, eres consciente de que si vas a conducir cuando volvamos, no vas a tener que beber alcohol, ¿cierto?
—Lo sé —sonreí.
—¿Enserio estás bien con eso?
—Ustedes no se preocupen por mí. Que yo me ocuparé de ustedes luego —asentí.
Byulyi me abrazó más fuerte de lo normal, y me agradeció. Yo no supe reaccionar a tiempo, así que solo sonreí.
—Gracias Yoon. ¡Muchas gracias!
—Es tu cumpleaños, lo mereces. Eso y más.
—¡Por eso te adoro! —respondió ella.
De todas formas, no tenía ganas de beber alcohol ese día. Porque si lo hacía, terminaría diciéndole a todo el mundo cuanto me gustaba Jeon Jungkook.
Ya una vez lo había hecho, por eso Hoseok sabía mi secreto. Y si alguien más lo sabía, no podría lidiar con las consecuencias...
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