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『CAPÍTULO 1』


◜CAFÉ Y BATIDO◞

Min Yoongi.


Un cielo nublado me recibió al salir de casa, pero estaba más concentrado en no llegar tarde a clases que en tomar un paraguas.

Grande fue mi sorpresa al realizar que el gran portón del campus estaba cerrado. El guardia fue amable al repetirme que no abrían clases hasta la semana siguiente.

Solo ahí fui consciente de que, si no hubiese estado inmerso en mis pensamientos, hubiera escuchado el comunicado el día anterior.

Agradecí de inmediato y salí casi corriendo de su campo de vista.

Avergonzado y con las orejas rojas, saqué mi celular pensando en la única persona que respondería a esa hora a la mañana, Hoseok.

No dudé en marcar su número, mientras, inconscientemente, caminaba a pasos lentos hacia enfrente.

Uno, dos, tres pitidos...

—¡Gi! ¿Y ese milagro?

—Buenos días, Hoseok —dramaticé—. Yo también aprecio mucho el escuchar tu voz. Estoy bien, no te preocupes, ¿y tú?

—Deja el drama, bonito. ¿Qué haces despierto a esta hora?

—Bueno, sobre eso... Estoy en la universidad.

—¿Perdón?

—Puede que no haya escuchado el comunicado, es solo una posibilidad, no estoy asegurando nada.

—Sí, suena... suena a posibilidad. Eso quiere decir que es una posibilidad que me hayas llamado para que vaya a recogerte, ¿cierto?

—Sí, sobre eso... ¿puedes? El próximo autobús llega en casi dos horas. Y esperar no es lo mío...

—Voy —suspiró—, pero hagamos una cosa. Espérame en la cafetería que está por el campus, en la que trabaja Nayeon. Tengo antojo de los pasteles de café que venden ahí. ¿Qué dices?

—Invítame un red velvet y tenemos un trato.

—Te aprovechas de mí —lloriqueó.

—Ajá, y el dramático aquí soy yo.

—Cállate Min.

—Cállate Min —repetí imitando graciosamente su voz, cosa que lo hizo reír.

—Voy por ti, ordéname un americano.

—Listo, te espero entonces.

Sonriente terminé la llamada y comencé a caminar hacia el local.

Jung Hoseok y yo, éramos amigos desde casi siempre, no había recuerdo que no fuese con él. La mayoría de cosas siempre las pasé a su lado.

Él estuvo conmigo en mis peores momentos, en los buenos y en los mejores. Estuvo a mi lado siempre; apoyándome mientras yo lo apoyaba.

Habíamos compartido más de la mitad de nuestras vidas, era como si nunca nos aburriéramos del otro.

Y eso estaba más que bien para mí, porque le quería como a un hermano y el me trataba de la misma forma, era protector, celoso y bromista. Podíamos hablar durante horas sin aburrirnos el uno del otro, aunque también podíamos pasar todo un día en silencio y no nos incomodaría en absoluto

Éramos tal para cual. Almas gemelas convertidas en mejores amigos.

Para cuando llegué al local, este apenas estaba siendo abierto, sonreí al ver a Nayeon comenzando a arreglar el mostrador. Y mi sonrisa se multiplicó al verla casi correr hacia mí cuando crucé la puerta de entrada.

—Yoonie —murmuró contra mi pecho—. ¡Tiempo sin vernos!

—Linda, fueron dos semanas —recalqué y peiné con cuidado su cabello.

—Dos semanas que parecieron años. No vuelvas a desaparecer así, tonto.

—Exámenes son exámenes. No puedo solo evitarlos, lo sabes.

—Alto... ¿Y tus clases?

—Día libre.

—Eso explica mucho... ¿Vienes solo? ¿Jungkook? ¿Hoseok? ¿No vienen contigo hoy?

—Hoseok no tarda en llegar.

—¿Quieres algo de comer mientras esperas?

—Un batido —dije—. Ah, y un americano para cuando Hoseok llegué, por favor.

—Vale, iré a dejar la orden. Ve a sentarte, ¿sí? Vuelvo en un segundo.

Yo asentí y ella se marchó.

Elegí uno de los asientos cercanos a la ventana ya que, debido al clima, el sol no daba fuertemente contra los cristales.

Nayeon no tardó ni dos minutos en volver y, al estar vacío, se sentó frente a mi para "ponernos al día", según ella.

Ella tenía el cabello castaño y una sonrisa hermosa. Hablaba de lo que le gustaba con tanta libertad que daba envidia, a tal punto que no podías evitar creer que lo que decía tenía una razón más profunda de ser.

La conocía de pocos años, cuatro para ser exacto, pero sentía que la conocía de toda la vida. La trataba como mi hermanita, el problema era que ella me cuidaba como si yo fuese su hijo, y eso me divertía. Tenía complejo de mamá, aun cuando el mayor era yo.

Hoseok no tardó en llegar, y Nayeon le saludó tan efusiva como de costumbre, prometiendo traerle el café de inmediato.

Hoseok no hizo más que mirarme como si la situación le divirtiera.

Para cuando Nayeon regresó con nuestros pedidos, la campanilla sonó y ella fue a atender a la mujer que había entrado.

—¿Qué? —pregunté, harto de la sonrisa socarrona que me dirigía—. ¿Tengo un bicho o por qué me miras así?

—¿Eres consciente de que falta mucho para las nueve de la mañana, cierto?

—Sí, ¿y qué? —pregunté bebiendo del batido de fresa.

—Estás despierto, por voluntad propia, en un día libre. Hasta le tomé captura a la llamada y lo anoté en el calendario.

—Eres un idiota.

—Oh, vamos. ¡Es un suceso importante, Gi! No puedo solo ignorarlo y ya. ¡Debo tener registro de todo! Es más, déjame tomarte una foto, debo inmortalizar este momento —rió sacando su celular.

—Déjate de estupideces. No te dejaré tomarme una foto —murmuré avergonzado, tapando la cámara del aparato. Hoseok intentaba por todos los medios tomarme una fotografía y no paraba de reír, ni siquiera cuando la campana del local sonó de nuevo.

Mis orejas se pusieron rojas al ver que su risa aumentó, llamando la atención de las ahora cinco personas en el local.

—Hoba, cállate —susurré apretando su mano fuertemente. Lo último que quería era llamar aún más la atención.

Él, al escuchar el apodo, bajó considerablemente el sonido de su risa hasta que está desapareció por completo. Sabía que cuando el apodo salía de mis labios, era porque debía calmarse.

—Llámame así más seguido, se oye lindo.

—No.

—Oh, vamos, Gi. Un apodo bonito no le hará daño a nadie.

—A Jungkook no le gusta que te llame por apodos.

—Santo cielo. Jungkook esto, Jungkook el otro. Hasta parece tu dueño y ni siquiera es tu novio.

—¡Hoseok! —regañé en voz baja.

—Admítelo. Te gusta, te encanta y te controla.

—Jungkook no me controla —reí debido a lo absurdo que se escuchaba eso—. Somos amigos, es normal.

—A ti no te gusta como amigo —renegó viendo hacia la calle.

—Es cierto, pero también sé que declararme es inútil. A él no le gustan los chicos, mucho menos le gusto yo. Así que para mí está bien como estamos. No pienso perder su amistad por decirle sobre mis sentimientos.

—Cometes un grave error.

—Bébete el café, Hoba. Y deja de molestarme con eso.

Suspiré bebiendo del batido, mientras Hoseok bebía lentamente de su taza humeante.

—¿Vamos a algún lugar, luego? Últimamente no hemos tenido tiempo de vernos.

—Me pregunto por qué —dijo pensativo, yo, sin embargo, ya sabía la respuesta—. Ah, sí. Porque pasas todo el día con Jungkook.

—¿Celos, Jung?

—¿Algún problema? Soy tu amigo de la misma forma.

—Que infantil eres.

—No sería infantil si me dedicaras un poco más de tiempo en lugar de dárselo a ese mocoso.

—Ajá. Qué dices del salón de juegos de la vez pasada.

—¿Del que vetaron a Wheein? —preguntó, y yo asentí en respuesta—. Me uno, pero no olvido que estoy enojado contigo.

—Uff y recuerda que me debes un red velvet.

—Dios, Yoongi. Te pago el batido y date por bien servido.

—Vale —asentí bebiendo lo que quedaba en el vaso—, pero tú pagas las entradas.

—Mejor dime que pague todo y ya. Solo falta que digas que te invite el almuerzo.

—¿En serio lo harías? —pregunté molestándolo, él solo me pegó en el brazo como respuesta.

No pude evitar reír ante su reacción. Ya que tenía el ceño fruncido mientras terminaba de beber su café.

Apenas terminamos, nos despedimos de Nayeon, ella, como siempre, nos despidió con un abrazo.

Caminando hacia el auto de Hoseok, la lluvia nos hizo apresurarnos. El frío caló en mis huesos al sentir el cabello húmedo.

—Cero salida, vamos a casa —murmuró Hoseok, encendiendo el coche y la calefacción con él.

—¿Por qué?

—Prefiero un Yoongi aburrido a un Yoongi resfriado —dijo sin siquiera mirarme, mientras salíamos del estacionamiento.

Sabía que eso no estaba en tela de discusión, así que asentí a regañadientes, ya que era inútil decirle algo, cuando sabíamos que él tenía la razón desde un principio.

Fuimos directamente a su casa, ahí secó mi cabello y me dio ropa seca, aun cuando la mía ni siquiera estaba húmeda.

Estuvimos la mayor parte del día diciendo o haciendo estupideces, comentando sobre trabajos, y escuchando algo de música. Cuando llegaron las cinco, él fue a dejarme a casa a petición mía.

La lluvia no había cesado, pero adoraba el sonido del golpeteo contra el coche.

Él se aseguró de dejarme frente a la puerta de mi departamento, yo agradecí el gesto y me despedí entrando a mi departamento.

Pero, no contaba con que Jungkook estuviese dentro, esperándome en el sofá. 

©NazarethCerratho

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