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「Capítulo 1」

En las afueras de la ciudad de Seúl, en Corea del Sur, había un bosque el cual nadie se atrevía a visitar. Un lugar lleno de misterio y un halo de niebla de la cual pocos de los que entraban volvían a ser vistos. Se rumoreaba que el bosque estaba maldito y que los espíritus de las personas desaparecidas eran los que custodiaban las afueras, en forma de neblina, evitando que más personas terminasen como ellas.

La realidad, era que, en su interior, se refugiaban miles de seres desconocidos para el mundo humano. Seres de los cuales ni la iglesia tenía registros.

Desde duendecillos hasta elfos. El bosque se situaba por extensos tramos y montañas, ocupando la mayor parte de tres distritos completos. No era de extrañar que tuviera una alta seguridad por parte de todos aquellos que ahí dentro vivían.

Divididos entre castas y regiones; de las cuales ninguna se atrevía a colocar un pie fuera sin haberlo consultado primero.

Y aunque era un lugar muy delimitado, no había ser desagradable ahí dentro, bueno, exceptuando a los troles.

Pero, aunque fuese extraño, solo había dos magos en el lugar. Los cuales convivían en perfecta armonía con las criaturas a su alrededor. Eran los únicos a los que se les permitía vagar sin restricción alguna.

Ellos habían sido delegados a la prefectura de Belhyran hacía 10 años atrás, cuando su mundo en la magia ya estaba muy bien fijado. Los dos se encargaban de mantener las barreras de neblina y de, como medida de seguridad, borrar la memoria de todo el que ahí entraba con las intenciones de "desvelar los secretos del bosque". Algunos corrían la mala suerte de caer en territorio vampiro, así que los magos no podían regresarlos de donde vinieron. La duquesa se encargaba de no dejar rastro.

Por suerte, la sobrepoblación no era un problema ya que se gozaba de buenos terrenos. Pues estaban hechos con magia proveniente del mismísimo ministerio.

Los dos magos contaban con linajes diferentes, pero los dos estaban ahí con el mismo propósito, proteger a toda costa la integridad del bosque.

Y así lo habían hecho durante todos sus años ahí.

Uno, sin embargo con más problemas que el otro, y ese había sido ni más ni menos que el leal Han Jisung. Hijo de un Hufflepuff y siendo él uno, lidiar con las criaturas mágicas le era más fácil de lo que parecía, pero a la hora de enfrentarse a peligros como los trolls o vampiros, se encargaba Min Yoongi, de la casa de Slytherin. Quien adoraba realizar uno que otro hechizo prohibido a los invasores y a los desertores.

Sin embargo, aun con lo ocurrido entre ellos, no se consideraban especialmente amigos, aun cuando ninguno de los dos dudaría en ayudar o apoyar al otro sin importar la situación.

Y, aunque vivían muy lejos, sus tramos se hacían cortos en escobas voladoras. Ya que tenían por costumbre beber una taza de café cada viernes por la tarde en casa de Yoongi. Para ponerse al día siempre que no hubiesen problemas en la zona. Lo cual siempre se notificaba con una lechuza.

Y ese viernes en específico, Min Yoongi recibió una lechuza, pero no era de su compañero mago, era del escriba de las hadas, ya que venía envuelto en una pegajosa hoja hecha de hilos de araña.

Con letra un poco apresurada pero inconfundible decía:

"Muggle en territorio de hadas"

Y él no dudó en tomar su escoba.

De una patada se elevó sobre la copa de los árboles y tomó vuelo directo hacia el territorio de las hadas. Esperando que, quien fuera que hubiera entrado, no quisiera marcharse con alguna como rehén.

No quería tener que lidiar con el ministerio de nuevo.

Yoongi llegó a tiempo, justo cuando un hada estaba a punto de ser aprisionada entre las manos del humano no mágico. El mago lo empujó con su escoba al aterrizar, logrando que el asustado hada lograra huir casi de inmediato.

—¡Esto es increíble! —habló emocionado el inesperado visitante.

—¿Cómo entraste? —preguntó Yoongi. Las alarmas no habían sonado en su cabaña. ¿Lo habían hecho en la de Jisung?

—No lo sé. No lo recuerdo —dijo completamente fascinado por su alrededor. Pequeñas hadas le miraban aterradas desde las copas de los árboles, otras salían de sus escondites al sentirse a salvo por la aparición de "su supremo guardian" como llamaban a Yoongi.

Quien levantó la cabeza fastidiado, pues parecía ser otra distracción de los hombres lobo.

Petrificus Totalus. —Con un pequeño movimiento de su varita hizo que el chico juntara sus manos y piernas como si estuviera atado en forma de una oruga—. Vigílenlo de cerca —dijo Yoongi y vio como las hadas se acercaban al chico, volando en su forma diminuta.

Yoongi retomó su escoba y fue directo a la caseta de Jisung. Pues, una de las hijas del líder de los hombres lobo estaba obsesionada con el pobre mago. Aún cuando a este ella no le gustaba en lo más mínimo.

Cuando llegó, fue grande su sorpresa al encontrar a Jisung charlando amigablemente con un vampiro en lugar de los hombres lobo.

—Ey, Puff —dijo Yoongi enfadado, asustando a Jisung en el proceso—. ¿Que hace un vampiro fuera de territorio?

Su mirada fue fría, dirigida al hombre de ojos rojos que tenía a su compañero mago tomado de la cintura.

—Él... Bueno...

—Vine a ver a mi pareja, ¿algún problema? —respondió el vampiro.

A Yoongi realmente le había sorprendido. ¿Un mago y un vampiro? Debían estar bromeando.

—¿Problema? —preguntó ofendido—. ¡Ningún problema! Claro, salvo el hecho de que hay un sucio muggle en territorio de hadas y claro, como es territorio vigía de "tu pareja" yo no estaba ni enterado.

—¿Un Muggle? ¿Cómo entró? —cuestionó Jisung, preocupado por su descuido.

—¡Ni él lo sabe! Creí que había sido otra distracción de la loca de los lobos.

—¿Pero las hadas están bien?

—Compruébalo tú mismo. —respondió Yoongi, alzando vuelo en su escoba, mientras escuchaba al otro mago despedirse del vampiro e ir a por la suya.

En menos de un minuto estuvo en el mismo lugar en el que había encontrado al muggle, pero esta vez, con hadas en su forma natural custodiándolo.

—¿Ha dicho algo? —preguntó. Aún sabiendo que el tipo no podría hacerlo al estar petrificado.

—Nada —dijo una hada guardián, abriendo paso al mago. Colocándose firme en forma de respeto. Pues sabían que era la máxima autoridad en el lugar, claro, junto a Jisung.

—Mira, niño. No he tenido un buen día —dijo Yoongi al chico petrificado en el suelo—, así que será mejor si haces lo que te ordene. Tu me dirás cómo llegaste y yo te dejaré ir. Simple. Escapar es inútil, así que será mejor que no lo intentes.

Con otro movimiento de varita, el chico se levantó del suelo asustado y adolorido. Quejándose por lo bajo, pero sin el valor suficiente de intentar alguna estupidez.

—¿Entonces? —preguntó Yoongi, exasperado. La paciencia no era su mejor cualidad.

—Alguien me trajo aquí. —Apenas susurró.

—¿Como era? —preguntó el mago, acomodando las mangas de su camisa.

—Era... muy alto...

Yoongi, sin querer más rodeos apuntó al tipo con su varita.

—¡Eh! No lograras nada si lo matas —dijo Jisung aterrizando en su escoba.

—¿M-matarme?

—Podría torturarlo un poco —murmuró Yoongi con una sonrisa macabra, pero fue detenido por una voz diferente.

—Fue el barón Hwang —dijo un hada.

Pero Yoongi seguía apuntando al chico. Sin mirar a su alrededor.

—¿Lo viste? —preguntó Jisung. El hada no respondió, mantenía su vista fija en Yoongi—. ¿Tu lo viste?

—Yo se lo pedí —respondió y solo en ese momento Yoongi giró a verle.

Sus ojos cafés como los troncos de los arboles y su cabello del color de una noche sin estrellas, no distrajo a Yoongi de apuntar al hada con su varita de caoba.

—¿Por qué harías una estupidez como esa? —preguntó Yoongi hacia el hada, ignorando la posición que habían tomado los guardianes a su alrededor.

—Había entrado en territorio de trolls, lo habrían aplastado en menos de cinco minutos —respondió apacible.

«Por eso no se me notificó en la red de hilos», pensó Yoongi.

—¿Y tú cómo lo supiste? —susurró Jisung.

—Negociaba con gnomos.

—¿Y de casualidad Hwang estaba ahí? —dijo Yoongi, casi como si fuera un chiste.

—No, el barón estaba ahí porque acompañó al señor Minho hasta casa del mago Han. Y regresó pronto para que no hubiesen malos entendidos.

Yoongi bajó su varita y se giró hacia Jisung, viendo cómo este se ruborizaba al instante.

Ese día era un lío. Después de que el vampiro había llegado a casa de Jisung, un humano había entrado directo a territorio de trolls. Y había sido salvado por un vampiro y un hada, más que genial.

—¿Sabes en el peligro que te pusiste y pusiste a tu gente? —preguntó Yoongi directo al hada.

El chico no dijo nada, solo se inclinó en una reverencia en forma de disculpa. La gente a su alrededor se escandalizó de inmediato y la guardiana en custodia del joven intruso fue directo hacia él y le pidió que dejara de hacerlo.

—Ponte recto o me van a linchar —dijo hastiado y vio como el hada le regresaba la mirada.

—Lamento lo sucedido —murmuró el joven hada.

—No creo que lo hagas —dijo Yoongi—. Han, nos vamos. —El nombrado asintió y, con un "levioso", subió al chico a su escoba.

—Kim Taehyung —dijo de pronto el hada, sonriente, cosa que al mago no le agradó.

—¿Qué? —preguntó Yoongi.

—Kim Taehyung —repitió el hada.

—Quinto hijo de la reina de las hadas —añadió la guardiana, al ver que el joven se había presentado de manera informal.

—Genial, un príncipe —gruñó él.

—Un placer verle en persona, mago Min.

—Ten más cuidado la próxima vez —respondió Yoongi y seguido del Hufflepuff se marchó.

Una vez en el aire, Jisung se giro hacia Yoongi, quien para su sorpresa, volaba lento.

—Parece que le gustaste al príncipe —soltó sin pensar, pero no se arrepintió por la reacción de horror del mago a su lado.

—Ni se te ocurra repetirlo.

La cara de Yoongi estaba encendida en un color rojo escarlata, pero intentaba mantener su expresión seria de siempre.

«Un mago y un hada, impensable», se dijo. Pero nadie había sacado el tema a flote.

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