Capítulo 01: Bakugō
Invierno era su estación favorita del año.
Claro que, con eso no quería decir que las demás estaciones fuesen desagradables para él.
Ya que de hecho, por el contrario, debía admitir que amaba el avasallante calor de verano pegar contra su ardiente piel desnuda en la playa. Dándole de esa forma a su cuerpo, un atractivo y sexy color tostado que ni en las mejores máquinas bronceadoras de toda Shizuoka podría conseguir. Así que sí, también amaba el vestir pocas prendas y darse una refrescante zambullida en el mar de vez en cuando en pleno verano.
Luego le seguía otoño. Anhelado y esperanzador otoño. Con sus paisajes de eterno atardecer, coloreando las hojas de los árboles de vivos verdes a dramáticos anaranjados. Meciendo ramas y cabellos con su viento de forma leve y constante, de movimientos hipnóticos y elegantes. Dejando caer en el proceso aquellas hojas pintadas con el paso de los días hasta terminar secas. Secas y crujientes, como le encantaban. Y ni hablar de la lluvia junto al exquisito aroma de la tierra mojada bajo sus pies, aroma que por lejos, era lo que más adoraba del otoño.
Y de última: primavera.
Aquella estación que más le disgustaba. Y es que las flores y su naturaleza emergiendo de un segundo a otro por toda la ciudad eran demasiado para él. O más bien, eran demasiado para su sistema inmunológico. Razón por la que pasaba la mayor parte de primavera con el entrecejo fruncido y su nariz roja e irritada, molesto de que unas simples flores pudiesen derribar por completo sus perfectas barreras de salud. Aunque, a pesar de todo ello, no negaría que le encantaba ver todos esos colores que la primavera hacía aparecer a su alrededor ya sea en la naturaleza como en las personas.
Sin embargo, ninguna de aquellas cosas mencionadas se comparaban mínimamente con el placer y la alegría que sentía cada vez que se aproximaba el invierno.
Y pese a lo que cualquiera pudiese pensar, no, él no amaba el invierno por las frías corrientes de aire que le hacían castañetear los dientes. Menos lo adoraba por las pequeñas vacaciones que se ganaba para esas fechas, dándole el tiempo suficiente para echarse en su cómoda cama y así envolverse entre cientos de frazadas mientras un bol de palomitas descansaba a su lado junto al control remoto de la televisión, llamándolo a ser usado para entonces matarse de la risa y lágrimas por todo el resto de la tarde en cuanto se dedicaba a ver sus series y películas de comedia o drama romántico favoritas. Por supuesto que no amaba el invierno por eso. Tampoco ver la ligera caída de la nieve por su ventana tiñendo todo de blanco lo hacía especial. Siquiera despertar cada mañana recibiendo como bienvenida un tazón de chocolate caliente y humeante por parte de su hermana era suficiente para catalogar el invierno como su estación favorita.
O bueno, está bien. Tal vez sí, quizás un poco de todos esos detalles contribuían a que amase el invierno.
Pero lo que en verdad, en verdad, le hacía amarlo con creces, no era ninguna de esas pequeñas cosas.
Mejor dicho, ni siquiera era una cosa para empezar, sino alguien.
Alguien a quien Hawks amaba y apreciaba tanto, que tan sólo con ver su sonrisa bastaba para convertir el invierno, en su estación favorita del año.
Porque la sonrisa de Katsuki únicamente salía a relucir en invierno, específicamente cuando iban de visita a la acogedora y humilde cabaña que arrendaban los Bakugō para vacacionar cada vez que el dinero se los permitía, donde a unos cuántos metros de ella yacía un firme y extenso lago congelado. Uno que apenas el menor de los Bakugō veía, le hacía adquirir instantáneamente un encantador y singular brillo en su mirar.
Uno que denotaba sincera felicidad, y uno que luego provocaba el surgimiento de aquella inusual sonrisa de luna que Hawks tanto ansiaba ver en el rostro de su querido y único sobrino.
Y es que hacer sonreír a Katsuki era toda una odisea. Especialmente si se tomaba en cuenta el distante, firme y orgulloso carácter que éste poseía tanto para extraños como para su propia familia y amigos.
—¡Avísenme cuando el almuerzo esté listo, mientras iré al lago!
—¡¿Avísenme? Nada de eso mierdecilla, vuelve aquí y ayúdame a traer la leña! —gritó Mitsuki haciendo bufar a su hijo molesto, provocando que de mala gana éste volteara su cuerpo con intención de dirigirse hacia ella para ayudarla.
Aunque antes de que siquiera pudiera avanzar unos cinco pasos sobre la nieve, Hawks sonrió de medio lado y al igual que su hermana, gritó llamando así la atención de su sobrino.
—¡Despreocúpate niño, ve a patinar tranquilo y con cuidado que yo me encargaré de ayudar a tu vieja!
—¡¿Ah? ¿A quién mierda crees que llamas vieja/niño?! —gritaron tanto madre e hijo en conjunto, haciendo reír levemente a Hawks y a Masaru que justo venía llegando a la escena que protagonizaba su pequeña y amada familia.
—Ve hijo, tu tío traerá la leña y yo ayudaré a tu madre con el almuerzo —terminó declarando Masaru con una cálida sonrisa que hizo relajar el entrecejo fruncido de Katsuki.
Generando entonces que el menor de los Bakugō soltara un suspiro en compañía de una amplia sonrisa y volviera a retomar su camino con dirección al lago mientras acomodaba mejor el bolso en donde llevaba sus queridos patines de hielo recibidos de las navidades pasadas.
Y en cuanto el ojirubí desaparecía completamente de la visión de los adultos allí presentes, éstos rápidamente se miraron entre sí para luego sonreírse unos a otros con levedad.
—Le hace muy bien venir aquí —comentó Hawks con tranquilidad—. Me gustaría verlo siempre así de tranquilo y feliz.
—Sabes que a nosotros también nos gustaría, pero por desgracia nuestra buena suerte se acaban éstas vacaciones —dijo Masaru entonces a la vez que volteaba ahora sin su sonrisa hacia la cabaña—. Te espero adentro, amor —soltó luego besando tiernamente la mejilla de su esposa para terminar alejándose de ambos rubio ceniza.
Dejando al menor de los hermanos con un enorme signo de interrogación sobre su cabeza al no entender a qué se refería su cuñado con eso de que esas vacaciones se les acababa la suerte.
—¿Me dirás a qué se refería Masaru, Suki?
—A lo mismo de todos los años, sólo que ésta vez en peor grado —contestó Mitsuki con simpleza, restándole importancia. Provocando que Hawks rápidamente entendiera la situación y frunciera el entrecejo por ello.
—¿Y por qué no me lo dijeron? —preguntó molesto— Soy parte de ésta familia y yo po-
—Ni lo sueñes, muy de la familia serás pero eso no significa que cada vez que tengamos contratiempos económicos tú vendrás y arreglarás todo con una llamada a tu desconocido novio ricachón.
—A él no le importa.
—¡Ese no es el punto! —terminó explotando la ojirubí con los puños enguantados apretados— El punto es que vivir dependiendo de alguien no es la solución, ¿qué le estaría enseñando a la mierdecilla sino? Además no es como si estuviésemos tan mal, sólo hay que sacrificar las vacaciones de invierno junto a otras pequeñas cosas de ahora en adelante y listo, problema resuelto —informó Mitsuki generando que Hawks abriera la boca para replicar, aunque rápidamente ella lo interrumpió antes de que pudiera siquiera decir palabra—. Y cómo te conozco y sé lo que vas a preguntar, sí, Katsuki estuvo al tanto de esto desde hacía ya unas semanas atrás y se lo tomó bastante bien a decir verdad. Es mi hijo después de todo, aceptó la situación con madurez e incluso se ofreció a buscar un trabajo para ayudar en casa —recordó con una sonrisa orgullosa plasmada en su rostro—. Pero ya sabes, prefiero que se concentre y saque sus estudios adelante en vez de que se ponga a trabajar.
—Per-
—Mi hijo entiende que ni su padre ni yo estamos pasando por una buena racha en el trabajo. Y sería bueno que tú también lo entiendas a la vez que aceptes que no recibiremos ningún dinero proveniente de ese secreto y aparentemente estúpido novio tuyo que te consiente en todo, ¿quedó claro? —interrogó la rubia ceniza con el entrecejo fruncido y los brazos cruzados sobre su pecho mientras esperaba una respuesta, una que llegó en forma de asentimiento desganado por parte del menor de los hermanos— Oye, entiendo que te preocupes por la felicidad de Katsuki ya que te encariñaste de él apenas lo viste abrir sus ojitos, pero despreocúpate. El lago congelado siempre estará aquí esperándolo. No es como si pudiéramos llevárselo a casa, de todas formas —soltó Mitsuki con una sonrisa mientras se daba la vuelta para adentrarse a la cabaña—. Iré a preparar el almuerzo, tú ve a buscarme la leña mientras. Y no tardes.
Fue lo último que dijo la ojirubí para emprender su camino de regreso, sin percatarse en ningún momento que su hermano se había quedado pensando en la idea que sin querer ella le había dado.
Y es que claro, no podían llevarse el lago a casa, mucho menos el invierno. Pero no era necesario. Pues en Shizuoka había un complejo deportivo de patinaje sobre hielo, no sabía exactamente dónde eso sí. Pero tampoco importaba mucho ahora, ya que recordó que alguna vez en el pasado su novio clandestino Enji se lo había mencionado junto al nombre de su hijo menor Shōto.
Fue allí entonces que con la idea en mente, rápidamente se encaminó en dirección al lago donde apenas llegó se acomodó cuidadosamente detrás de un árbol para que su sobrino no lo viera sacar el celular de su abrigo con el que pensaba grabarlo. Pues Katsuki era reacio a las cámaras y sabía que de verlo dejaría de patinar y sonreír tal cual lo estaba haciendo en ese preciso momento.
Así que con la cámara de su celular puesta en el modo vídeo, le dio a grabar. Captando de esa manera cada desplazamiento, salto y giro que el contrario hacía mientras sonreía y movía su cuerpo de forma magistral, elegante y perfecta. Siguiendo en cada movimiento que realizaba un ritmo constante y único, dejándose guiar exclusivamente por la aparente canción que reproducía instantáneamente su mente.
Y Hawks no podía dejar de pensar en que así era cómo siempre deseaba ver a su pequeño con sonrisa de luna. Pues sabía que ahí donde se encontraba ahora mismo era feliz, en el hielo con sus patines parecía alguien completamente diferente al adolescente malhumorado y distante que estaba acostumbrado a ver mayoritariamente cuando se encontraban en la ciudad.
Por eso es que, él mismo como su tío y padrino designado, se aseguraría de que la felicidad de su sobrino perdurará lo que más pudiera. Aún si aquello significase ir en contra del pensar de su malhumorada hermana mayor.
Con eso, fue que finalmente dejó de grabar con una sonrisa para ahora mandarle el vídeo junto a un mensaje explicativo y amoroso a su novio, quién cabía recalcar, tenía los contactos dentro del complejo deportivo. Incluso si había suerte, puede que la próxima semana Katsuki ya estaría inscrito y patinando felizmente en el complejo. Aunque Hawks no dudaba ni un poco en qué algún patrocinador deportivo se interesase en él.
Pues era excelente.
Lo que sí jamás pasó por la mente de Hawks, fue que además de intentar brindarle a Katsuki un lugar donde patinar y ser feliz, también lo llevaría a conocer al hijo menor de Enji Todoroki, con el que empezaría una relación de rivalidad basada en un tira y afloja constante.
Una que más tarde que temprano, terminaría entrelazando sus mundos de por vida.
Y quizás así, también sus corazones.
Salió cortito jiji y bueno, eso xD ¿Qué les pareció? :3
Me gusta poner a Hawks de familiar de Baku sjjs dsp de que lo agregué me di cuenta que si no han leído el manga quizás no lo conozcan, rayos :v pero ya era muy tarde para quitarlo y pos... :D lo siento por eso xd
¡Gracias por leer! uwu y tmb quiero dejar un pequeño spam, resulta que subí un AU Medieval por si alguien se quiere pasar a verlo xD y eso.
♥ Hasta la próxima ♥
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