Epílogo. Parte 2/2
─Ya estamos aquí ─anunció Yui bajando las escaleras con ambos bebés en brazos─. ¡Nos hemos despertado de la siesta y venimos a saludar!
El lugar se llenó con los suaves balbuceos de los mellizos.
─¡Eh! ¿¡No se te van a caer así!? ─preguntó Yuma, claramente alarmado.
─No te preocupes, es fácil tener ambos a la vez y hemos bajado las escaleras así varias veces.
Se sentó en el sofá junto a Laito y Kanato. Shu se fijó que ambos llevaban puestas las cadenas que les regaló por su nacimiento.
Yui decidió organizar una cena con toda la familia Sakamaki e invitó a los hermanos Mukami. Tras el banquete, todos estaban pasando el rato en la sala de estar, tratando de aparentar tolerancia entre las familias, mientras Reiji buscaba algo en la cocina y Yui regresaba con los bebés, que no paraban de girar las cabezas al ver a tanta gente en el lugar.
─Tranquilos, papá ya viene con la comida, ¿vale? Hay que esperar un poquito. ¡Decid hola a los tíos!
─¡Nunca me cansaré de repetirlo! ─exclamó Kou─. ¡Oh, son monísimos! ─se acercó a Yui y empezó a hacerles cosquillas suaves a los bebés con el dedo─. ¿Quiénes son una cositas preciosas y pequeñas? ¿Quiénes son los más monos aquí aparte de mí? ¡Sí, sois vosotros!
Los bebés lo miraron y sonrieron de oreja a oreja.
─Cuidado con no hacer demasiado ruido, Kou ─le recordó Ruki.
─No pasa nada ─le respondió una sonriente Yui─, ya están acostumbrados.
Laito frunció el ceño.
─¿Ocurre algo? ─le preguntó Kanato.
─Kou acaba de hacer lo que suelo hacer yo para jugar con ellos. De alguna forma me siento reemplazado...
─¿Eh? ¿El tío Laito está celoso? ─preguntó Kou a modo de broma─. Los bebés prestan mucha atención a lo que les rodea, ¡y ya de por sí es inevitable prestarme atención!
─¿Puedes recordarnos por qué estan ellos aquí? ─preguntó Ayato, molesto desde un inicio por la presencia de los Mukami.
─Ayato, ¡son amigos nuestros! ─respondió Yui─. Además, Kou nos ha regalado mucha ropa y esos peluches tan bonitos, era lo mínimo que podíamos hacer. ¿A que sí? ─le preguntó a los bebés.
─Todos hemos hecho algo por ellos ─farfulló Subaru.
─¡Claro! ¡Hans y Yuki tienen los mejores tíos del mundo! ─exclamó la madre mientras apretaba los bebés a su pecho.
Entonces Azusa se acercó a ella.
─Son tan pequeños... Eh, ¿me dejarías cogerlos en brazos? ─le preguntó.
Kanato le dirigió una mirada asesina, pero nadie le hizo caso.
─Después de que coman, ¿vale? Después los podéis sujetar, si queréis.
─De acuerdo... ─respondió Azusa y los volvió a mirar─. Sus ojos son cada vez más rosas ─se fijó─. Se parecen mucho a los tuyos. ¿Cuándo cumplirán los cuatro meses?
Hans y Yuki habían heredado el color de ojos de su madre, pero tenían la sensación de que se oscurecerían un poco con el pasar del tiempo.
─Ya los cumplieron la semana pasada. Cómo pasa el tiempo...
─Pero seguirán siendo bebés por algunos años ─recordó Ruki─, son vampiros, después de todo.
─Me pregunto cuántas noches sin dormir serán esas ─dijo Ayato.
─¡Oye! ─lo reprimió Subaru.
─No te preocupes, Subaru ─le dijo Reiji mientras entraba en el salón y miró a Ayato─, nos las apañaremos tan bien como hemos hecho hasta ahora.
Ayato tragó saliva, incluso si estaba sujetando biberones en ambas manos, la estoica presencia de Reiji y su mirada penetrante parecían atravesarlo.
─Siento la espera ─dijo mirando a Yui─. Al estar de la nevera, tardaron un poco en alcanzar la temperatura adecuada.
Laito se levantó del sofá para darle espacio a Reiji, Yui le tendió a la niña con cuidado y recibió en su lugar uno de los biberones para dárselo a Hans. Reiji hizo lo mismo con Yuki.
─¡Oh! Quedaos así, os hago una foto ─dijo Kou, sacando el móvil y colocándose delante de ellos. Ver ambos bebés ser alimentados por sus dos padres era una escena increíblemente adorable para él─ Ya está, os la envío ahora mismo.
─¡Gracias, Kou! ─le dijo Yui.
─Solo le están dando el biberón, no es para tanto... ─reprochó Ayato.
─Dices eso porque no has hecho algo así nunca ─le respondió Reiji─. ¿Y tú que miras? ─preguntó con una sonrisa al bebé, que lo miraba fijamente mientras reposaba una mano en el biberón.
─¡Eso! ¡Mírame a mí, tu tío Kou!
─¡Kou, no los molestes! ─lo regañó Ruki.
Si Ayato hubiera olvidado la severidad de su hermano mayor, habría hecho lo mismo que Kou.
Tras unos minutos silenciosos, los padres bajaron los biberones vacíos y les dieron pequeñas palmadas en las pequeñas espaldas de sus hijos. El eructo de Hans fue un poco más inaudible que el de Yuki. Algunos se rieron.
─Eso sí que es comer bien ─comentó Laito.
─¿Ya han acabado? ─preguntó Ayato─. ¿Significa eso que los puedo coger ya?
─¡Alto ahí, Ayato! ─lo detuvo Kou─. ¡El tío Kou se pidió primer antes!
─¡Yo soy su tío, no tú!
─No sé ni como los bebés aguantan vuestro alboroto... ─gruñó Kanato.
─Lo habrán heredado de mí ─presumió Reiji─, por haber tenido que aguantaros durante tantos años.
Recibió malas miradas por su comentario. Yui no pudo evitar reírse un poco.
─Creo que entiendo cómo te sientes ─le dijo Ruki.
─¿¡Tú también, Ruki!? ─le reclamó Kou estupefacto.
─Con esa voz tan ruidosa solo me acabas de dar la razón.
─Y creo recordar que Azusa se pidió primero en querer cogerlos ─indicó Yui antes de tender el bebé a Azusa─. Apóyalo bien contra tu pecho y sujeta con cuidado su cabeza.
─Hola, Hans... ─lo saludó emocionado mientras el niño lo miraba con curiosidad mientras se chupaba la mano, acción que su madre detuvo con cuidado.
Kanato mantuvo la compostura y la respiración mientras observaba a su sobrino en brazos de Azusa.
Reiji se levantó del sofá y se acercó a Shu con la niña.
─¿Te apetece?
Él lo miró con una sorpresa poco disimulada.
─¿Estás seguro?
─Creo que Yuki le apetece estar con su tío ─respondió mientras que la pequeña extendía sus bracitos en dirección a su tío.
Shu no pudo evitar sonreír al ver la carita alegre de su sobrina.
─¡Pequeño Hans, no seas malo! ─dijo Kou repentinamente.
Hans había comenzado a tirar del pelo a Azusa.
─¡No pasa nada... ! ─insistió Azusa─. Me gusta.
Reiji se acercó a ellos y apartó la mano del bebé.
─Vamos, no seas malo ─le dijo.
─Eso ─dijo Yuma─, los niños malos no recibirán regalos.
─¿A qué te refieres? ─le preguntó Yui con curiosidad.
─¡Hemos traído algo para Mini-Reiji y Mini-Gatita Masoquista! ─dijo Kou mientras sacaba una caja de regalo que había escondido debajo del sofá─. ¡Tachán! ─exclamó antes de que Reiji le recordara que no podía volver a llamar a su mujer con aquel apodo y mucho menos usarlo con su hija.
─¡Vaya! ─exclamó Yui sorprendida─. ¡No teníais por qué! ¡Muchas gracias!
─¡Nos habéis robado la idea! ─exclamó Ayato con irritación.
─¡Qué coincidencia! Nosotros también hemos traído algo, ¿verdad, Subaru? ─dijo Laito.
El mencionado sacó de detrás de una pared un osito de peluche.
─No os hagáis una idea equivocada, solo lo hacemos porque sí.
─¿No habías dado tú la idea de regalar otro peluche? ─lo dejó en evidencia Shu mientras depositaba a Yuki en brazos de Yui.
Subaru reprimió un grito con una cara totalmente roja y chasqueó la lengua en su lugar.
─Eh, ¿puedo coger ya a Yuki? ─preguntó Kanato extendiendo los brazos.
Yui asintió y se acercó a él.
─¡Tú, careto triste! ─exclamó Ayato─. Llevas sosteniendo a mi sobrino por demasiado tiempo, ¡es mi turno!
─¡Ni hablar! ¡Me toca a mí! ─insistió Kou.
Azusa le devolvió el bebé a Reiji.
─Yo he tenido pocas oportunidades, ¡creo que me merezco sujetar a ambos! ─exclamó Yuma.
─Estáis desesperados... ─comentó Ruki llevándose una mano a la cabeza.
─¡Tú calla, que no parabas de insistir ser capaz de sostener las dos crías a la vez! ─le reprochó Yuma.
─¡Al tío Laito aún le toca su momento~! ─canturreó él mientras acercaba el peluche nuevo a la cara de la niña, aún en brazos de Kanato.
─¡Aparta, Laito! ¡Yuki está muy bien conmigo! ─cambió el tono de voz a uno más tierno y divertido para dirigirse a la pequeña, recibiendo su atención─. ¿A que sí? Me prefieres a mí, ¿a que sí?
─Ya estamos otra vez... ─suspiró Yui.
─¿Tenéis que pelearos por ellos cada vez que venís de visita? ─preguntó Reiji─. No se tratan de las últimas galletas del plato, a este paso les vais a hacer daño.
─Es verdad, perdón... ─murmuró Azusa con arrepentimiento.
─No había pensado en eso... ─confesó Subaru.
Yui los miró.
─Pero por otra parte, ¡me alegro de que Hans y Yuki tengan muchos tíos que los quieren mucho! Solo tenéis que recordar tener cuidado.
─¡Y personas que no son tíos! ─insistió Ayato.
Yui se rió.
─Vale, vale. ¡Y también unos amigos muy cariñosos!
─¿¡Amigos!? ¡Eso no es justo, Gatita Masoquista!
─Kou, agradecería que no llamaras a mí mujer de esa manera, menos con niños delante.
─Pero ¡si ellos no entienden nada!
─¿Cómo puedes saber tú eso?
─No te pienso dar a Yuki, Subaru ─dijo Kanato, deteniendo la conversación.
─¿Qué te hace pensar que la quiero sostener, idiota?
─¡Subaru! ¡No digas tacos delante de oídos inocentes! ─exclamó Laito de forma dramática.
─No paras de mirarme con ella, por eso lo sé ─contestó Kanato.
─Se está poniendo incómoda ─notó Shu al fijarse en la expresión de la niña.
Como si quisiera confirmar las palabras de su tío, Yuki frunció el ceño. Kanato la acunó un poco para intentar calmarla.
─Tal vez necesita estar con su madre ─supuso Ruki.
─Voy a ver ─dijo Yui.
Dejó a Hans en brazos de su padre y Kanato le dio la niña.
─Ya, ya... ─la acunó─. Solo está un poquito cansada, el biberón le debe haber dado sueño. ¡Pero Hans está disponible!
─¡Me toca a mí! ─exclamó Ayato.
─¡No! ¡A mí! ─insistió Kou.
─Chicos, todos tendréis oportunidades para pasar tiempo con ellos. ¡No os preocupéis! ─insistió Yui antes de reír.
Reiji sonrió con calidez, ver a su mujer, sus hijos y al resto de su familia pasar un día tan divertido y maravilloso como aquel.
...
─¿Tienen hambre? ─preguntó Reiji antes de bostezar.
─Un poco... ─murmuró Yui somnolienta después de que los bebés comenzaran a llorar en medio de lo que sería la noche para ellos─ Pero creo que uno de ellos llora porque el otro le ha despertado. Quédate aquí, ya me ocupo yo...
─No, deja que te acompañe ─insistió Reiji, sin cuestionar la empatía maternal de su mujer que había adquirido cuatro meses atrás─ ¿Buscamos los biberones?
─Mejor no, están en la nevera y habrá que esperar a que se calienten, no quiero que se estresen mucho por esperar.
Caminaron juntos a la habitación de sus hijos y Yui se apresuró en acercarse a la cuna. Acunó a Hans en sus brazos para calmarlo un poco y se sentó en la mecedora que tenían ahí para darle el pecho.
Reiji la miró con ternura mientras apoyaba a Yuki en su hombro y le daba palmaditas en su delicada espalda.
─Ya, ya... Ya estoy aquí ─le decía.
Si bien hubieron muchas noches en las que los mellizos dormían de un tirón, aquel tipo de situaciones se había vuelto comunes, pero ninguno de los dos padres se quejaba de ello. Reiji se ocupó de aquellas noches durante la primera semana de vida de los bebés hasta que Yui le insistió que ya se sentía totalmente descansada del parto.
─Uno menos ─dijo Yui satisfecha antes de dar palmadas en la espalda del niño, aunque no solía hacerlo tanto como al darle el biberón, hasta escuchar lo que parecía un suave eructo. Se rio y le dio un beso en la cabeza antes de pasarlo en brazos de su padre─ ¡Siguiente! ─dijo cogiendo a la niña en brazos y hacer lo mismo.
Reiji le devolvió la mirada a Hans, que lo observaba curioso con sus enormes ojos rosas, heredados de su madre y compartidos con su hermana.
─¿Qué pasa? ─le preguntó─. ¿Te encuentras mejor?
─Yuki no tenía tanta hambre ─dijo Yui mientras se subía el tirante de su camisón para dormir.
─Y no parece que necesiten un cambio de pañal ─comentó Reiji antes de arrugar la nariz─. Espera, por lo menos él sí.
─Cambiemos también el de Yuki.
Los bebés parecieron más animados con los nuevos pañales y fueron colocados de nuevo en la cuna, uno al lado del otro.
─Se miran incluso a los ojitos... ─se fijó ella─. ¿Me pregunto de qué estarán hablando?
─Posiblemente estarán hablando de cómo intentar comenzar a gatear, o de lo guapa y cariñosa es su mami ─respondió Reiji rodeándola con el brazo.
Yui rió suavemente y un ligero rubor encendió sus mejillas.
─¡O tal vez de lo guapo que es su padre! ─añadió ella, apoyándose en él.
─Quién sabe... ─murmuró mientras la abrazaba con ternura.
Cuando los bebés empezaron a volver a cerrar los ojos, Yui comenzó a tararear una nana. Reiji se dejó llevar por su dulce voz, deseando por un momento que el tiempo se parara en aquel mismo instante.
─¿Por qué paras?
─Ya se han dormido.
─¿Podrías continuar? Me gusta escucharte.
─Volvamos a la cama, ahí seguiré.
─De acuerdo ─asintió antes de darle un beso en la mejilla.
Salieron de la habitación y Yui le respondió al beso anterior con otro en los labios, uno que Reiji correspondió sin vacilación.
Pasaron los años suficientes para que Hans y Yuki tuvieran la apariencia de 6 años de edad.
Aquel hermoso día, Yuki se acercó corriendo hacia su madre, que estaba leyendo en la sala de estar.
─¡Mamá! ¡Mira el dibujo que he hecho! ─exclamó con una expresión iluminada de emoción.
─¿A ver? ─preguntó ella mientras cogía la hoja de papel─. ¿Es nuestro castillo? ¡Qué bonito!
─¡Sí! ¡Y lo he hecho yo solita!
─Tienes que enseñárselo a tu hermano y a papá, seguro que también les gusta.
─¡Vale! ¿Sabes dónde están?
─Creo que están en el jardín. Vamos a buscarlos.
─¡Vale!
Salieron de ahí, juntas de la mano.
La intuición de Yui fue cierta. Reiji estaba sujetando a Hans en brazos mientras observaban las rosas.
─¡Mira, papá! Vienen mamá y Yuki ─dijo mientras señalaba en dirección a ambas chicas.
─¡Hola! ─exclamó su hermana.
─¿Nos estabais buscando? ─preguntó Reiji, acercándose a ellas.
─Sí, Yuki quería enseñaros algo ─respondió Yui─. ¿Qué hacéis aquí?
─Papá y yo vamos a coger rosas.
─Había pensado que podríamos usar algunas para decorar la mesa de la cena de mañana ─explicó Reiji mientras dejaba a Hans en el suelo.
─¡Sí! ─exclamó Yuki emocionada─ Mañana vienen los tíos.
─Pues sí ─confirmó Reiji─. ¿Estáis emocionados?
─¡Sí! ─exclamaron ambos mellizos.
─Casi lo olvido, ¿qué me querías enseñar, Yuki?
La niña le tendió su dibujo.
─¿Es nuestra casa? ¡Qué bonito!
─¡Yo también quiero ver! ─exclamó Hans─ Enséñamelo, por favor.
Reiji se agachó y se lo enseñó. Yuki se acercó a ellos, expectante.
─Te falta una ventana ─le dijo su hermano.
─¡¿Qué?! ¡No es verdad!
─¡Que sí! ¿Ves esa pared? Tiene más ventanas.
─¡No, no es verdad!
─Venga, no peleéis ─los detuvo su madre.
─Hans, no pasa nada ─le dijo Reiji─. Sigue siendo un dibujo muy bonito, ¿no crees?
─Sí...
─Ya sé. ¿Qué tal si vais a dibujar algo juntos para enseñarlo a los tíos? ─propuso Yui.
─¡Vale! ─exclamaron los dos a la vez antes de echar a correr de vuelta a casa.
─Parece que fue ayer cuando aún eran dos pequeños bebés... ─suspiró Yui, nostálgica.
─Sí, incluso si lo fueron durante varios años, a veces echo de menos esa época ─confesó Reiji.
─Tienes razón, pero me alegro de verlos crecer así de sanos y fuertes. Eso es lo más importante.
─Es obvio que lo están, no olvides que son vampiros después de todo ─le dijo mientras le rodeaba la espalda con el brazo.
Yui rió y se acercó a él para recibir el abrazo.
─Lo sé. Eh, ¿recuerdas cuando nos preguntábamos a quién de nosotros se iban a parecer más?
Empezaron a caminar juntos por el jardín
─Sí, habíamos dicho que Yuki se parecería a ti y Hans a mí, pero creo que han salido un poco a ambos de nosotros.
─¿Tú crees? Yo creo que Hans se parece mucho a ti, si llevara gafas seríais casi igualitos. También ha heredado un poco de tu personalidad.
─¿De verdad? ¿Como qué? Quiero oírlo de ti ─le dijo con una sonrisa burlona.
─Pues... es inteligente y le gusta mucho leer desde que aprendió a hacerlo. Pero algunas veces es muy detallista, cuando pienso en eso me preocupa que se vuelva demasiado serio para su edad... Incluso si seguirá siendo pequeño por varios años, no quiero que pierda consciencia de eso, que sigue siendo un niño.
─No creo que eso llegue a pasar ─opinó Reiji─. Sigue siendo tan bueno y alegre como Yuki, algo que ambos han heredado de ti, por cierto. La imaginación y el entusiasmo de su hermana no le van a ser indiferentes, ya lo acabas de ver.
─En eso tienes razón.
Se sentaron en un banco de piedra que había cerca.
─Por cierto, he estado pensando en esto últimamente y quería hablarlo contigo.
─¿El qué, Reiji?
─Pues ahora que mencionamos echar de menos aquella época, y que en un principio pensamos que ellos serían los "primeros de más"...
─¿Eh? ¿Quieres tener otro?
─Solo si tú estás de acuerdo ─respondió con un poco de corte.
Yui sonrió con la idea de darles un hermano a los mellizos, había pasado mucho tiempo desde la última vez que habían hablado de planear en aumentar la familia.
─Lo pensaremos esta semana, ahora centrémonos en la cena de mañana, ¿te parece bien?
─Por supuesto. Estaba pensando en algo con la carne que compramos ayer, pero ¿tienes alguna idea más?
─Estaba pensando en las bebidas, pero aún no sé si es mejor vino blanco o rojo.
─Creo que mejor rojo.
─Sí, ¿verdad? También hay que preparar algo para los niños, algo que no tenga sabores fuertes.
─Tampoco debemos olvidar que necesitan sangre, creo que seguimos teniendo reservas obtenidas del centro médico de mi padre. No te has olvidado de tomar tú también, ¿verdad, Yui?
Un silencio por parte de ella le dio la respuesta que esperaba no oír.
─Se me olvidó por completo, otra vez... Lo siento.
Reiji se ajustó las gafas y suspiró.
─Supongo que no hay más remedio, dejaré que bebas de la mía hoy también ─dijo mientras se desajustaba la corbata.
─¡No, no hace falta! ─insistió ella.
─¿Por qué lo dices? Oh, ¿tal vez tengo que ser yo el que comience para darte sed? Entonces no me negaré...
La agarró suavemente por los hombros y acarició la suave piel de su cuello con los labios, liberando un incontrolado escalofrío en el cuerpo de Yui.
─¡Espera, Reiji! ¡Aquí no! ¡Los niños podrían vernos!
─Se fueron hace rato, ¿recuerdas? ─le susurró─. Aquí estamos solo tú y yo.
─Entonces no deberíamos dejar a Hans y Yuki solos, ¿y si se hacen daño?
Reiji reaccionó y se separó de ella.
─Tienes razón, tenemos que vigilar que Yuki no vuelva a pintar las paredes de la sala de estar. Pero eso sí ─volvió a sonreír malévolamente─, cuando esta noche se vayan a dormir, no te dejaré escapar de nuestra habitación. Me aseguraré de que bebas más que suficiente sangre, y yo por mi parte dejaré marcas para que recordarte una vez más que estarás conmigo por toda la eternidad. Lo entiendes, ¿verdad?
Yui se sonrojó otra vez.
─Sí, lo comprendo.
─Me lo imaginaba ─dijo Reiji antes de levantarse y arreglarse la corbata─. Pero eso tendrá que esperar, ahora tenemos cosas que hacer. ¿Vamos? ─le preguntó mientras le tendía la mano.
Ella sonrió, asintió, se la cogió con cuidado y se levantó.
─Cambiando de tema ─dijo cuando empezaron a caminar─. ¿Crees que Laito va a traer más juguetes para los niños?
─Teniendo en cuenta que le dio igual cuando le dijimos que no hacía falta, seguramente. Solo espero que no vuelva a hacer una competición de atención con Ayato, son tan obstinados...
Los mellizos habían vuelto a salir y estaban corriendo hacia ellos.
─¡Mamá! ¡Hans casi rompe una ventana con la pelota!
─¡No es verdad! ¡Solo la he lanzado al techo!
─¡Vale, vale! No se ha roto nada, ¿verdad? Así que no pasa nada ─respondió Yui.
─Mamá y yo estábamos pensando en preparar un poco la comida de mañana para que sea más fácil cocinarla cuando vengan los tíos ─dijo Reiji─. ¿Queréis ayudarnos?
─¡Sí! ─respondieron ambos con entusiasmo.
─¿Podemos hacer una tarta? ─preguntó Hans─ ¡Al tío Kanato le gustará mucho!
Los padres sabían que no lo preguntaba por su tío.
─Si os portáis bien hoy, nos lo pensaremos ─contestó Reiji.
─¿Habéis hecho muchos dibujos? ─preguntó Yui.
─¡Sí! También he dibujado el violín del tío Shu ─contestó Yuki.
─¡Y yo el sombrero del tío Laito! Y después vamos a dibujar al tío Subaru.
Yui se podía imaginar la cara roja de Subaru al ver el dibujo.
─Pues vale, vamos dentro y hagamos muchas cosas juntos hoy ─dijo.
─¡Bien! ─exclamaron los dos antes de volver a reír y correr juntos.
─Seguro que les alegraría tener un hermanito o una hemanita ─comentó Yui.
─Sí, pero espero que no lleguen a pelearse por ellos.
─No creo que lleguen a hacerlo, ¡son unos niños muy buenos!
─Tienes razón, son maravillosos.
Siguieron a los hermanos dentro de su hogar.
En ese mismo momento, Yui y Reiji pensaron a la vez, que no se les ocurría cambiar por nada del mundo aquella pacífica y alegre vida que estaban compartiendo juntos.
Y no iba a ser una vida corta, eso lo tenían claro.
-Fin-
[Publicado el 13/11/2020]
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro