Epílogo. Parte 1/2
La joven se había puesto a lavar los platos tranquilamente. Parecía mentira que casi un año atrás su amado se pasara horas absorto en su trabajo y se desviviese por ello.
─¿Todo bien? ─le preguntó Reiji por tercera vez en lo que llevaban de noche.
Yui se dio la vuelta para verlo.
─Sí, por el momento ningún problema ─sonrió.
Reiji cambió completamente de expresión al darse cuenta de lo que estaba haciendo.
─Eh, ¿qué haces? ─colocó una silla cerca de ella y le quitó el plato de las manos con cuidado─. ¿No hemos hablado ya de esto? Vamos, siéntate un rato.
Yui le hizo caso y se sentó con lentitud.
─Lo sé, Reiji. Pero no podía quedarme quieta, necesitaba hacer algo.
─¿Y qué hay de los familiares y los sirvientes que nos envió Shu como favor? ¿No pueden encargarse de esto en tu lugar?
─Pero solo lo he hecho por un rato, y estoy bien...
─Aún así ─insistió él─, anoche no dormiste bien. ¿No te sientes cansada?
Yui negó con la cabeza mientras se acariciaba el vientre, ligeramente aumentado de tamaño.
─Hoy han estado tranquilos, y quiero que sepan que tendrán una madre que trabaja duro.
Reiji sonrió.
─Tengo que darte la razón en eso, pero no te sobreesfuerzes mucho, ¿de acuerdo?
─De acuerdo.
─¡Cierto! Casi olvido darte las píldoras de hierro ─sacó una pequeña caja del bolsillo de la chaqueta─. Ten, tómatelas con agua, ya que estamos. También deberías tomarte algo para las últimas náuseas...
Yui lo miró perpleja.
─¿Por qué las guardas ahí? Vale, está bien... pero ¿son realmente necesarias? ─preguntó Yui mientras Reiji le llenaba un vaso─. Ya no soy humana.
El joven suspiró mientras le tendía el vaso.
─Ya lo sé, pero llevas ya seis meses; se supone que es en esta época cuando los síntomas son más complicados y no quiero que te ocurra nada malo ─bajó la vista a su vientre─. Ni a ellos, por supuesto.
Yui rió suavemente.
─Pues no es necesario preocuparse tanto ahora, hoy han estado muy tranquilos, pero todo bien por el momento.
─¿De verdad?
Reiji se arrodilló delante de Yui para intentar deducir la posición de los mellizos con suaves caricias.
─¿Sabías que durante esta etapa ya pueden escuchar voces y sonidos? Eh, pequeñines ─comenzó a hablar─. Esta es la voz de vuestro padre. Quiero deciros que mamá y yo estamos impacientes por vuestra llegada, y que tendréis a los mejores padres que os podríais imaginar. Ya lo veréis, os lo prometo.
Yui acarició la cabeza de su amado con ternura mientras él se apoyaba cuidadosamente sobre ella.
Entonces se quejó por una pequeña incomodidad.
─¿Lo has notado, Reiji?
Reiji buscó rápidamente con la mano el lugar exacto de las patadas.
─Yui... ─murmuró emocionado.
─A lo mejor han reaccionado a tu voz ─rió ella─, estarán tan ansiosos de conocerte tanto como nosotros a ellos.
Reiji se levantó y le dio un suave beso en la cabeza.
─Probablemente. Ven, vámonos al jardín. Si quieres podemos pasear un poco, te vendrá bien.
Yui le cogió de la mano y salieron juntos de allí.
Tres meses después, el dormitorio se llenó con unos llantos infantiles.
─¡Es un niño! ─exclamó alegremente la doncella que hacía de matrona mientras sostenía el bebé en brazos.
Reiji levantó la vista después de mantener los ojos apretados por un minuto.
─¿Has oído eso, Yui? ─preguntó emocionado mientras estrechaba con más firmeza la mano de su amada entre las de él─. ¡Ha nacido Hans!
Agotada por el esfuerzo y el dolor, Yui entreabrió los ojos levemente y sonrió al ver a su primer hijo.
Las primeras contracciones habían llegado aquella noche con tiempo y tranquilidad, Yui se tumbó sobre la cama y se cubrió con mantas limpias cuando los dolores se hicieron más fuertes. Reiji trató de ayudarla a mantener la calma lo mejor posible mientras las tres doncellas que estaban en casa con ellos desde principios del noveno mes preparaban todo para la llegada.
─¡Descanse por un momento, señorita! ─le indicó la segunda doncella─. No empuje todavía, respire y coja aire. Puede soplar si le es más fácil. ¡Lo está haciendo muy bien!
Con los ojos aún llorosos, Yui jadeó mientras continuaban las contracciones. Reiji le daba ánimos limpiándole el sudor y las lágrimas con un pañuelo, sin soltarle la mano.
─¿Quiere hacer el honor, señor? ─le preguntó la tercera doncella mientras le tendía las tijeras.
Reiji vaciló, pero sintió una pequeña emoción al cortar el cordón de su primer hijo. Las doncellas envolvieron rápidamente al bebé en una toalla.
Después de unos minutos, la primera doncella le pidió volver a empujar.
Yui volvió a gritar, sentía que podía desmayarse en cualquier momento y los llantos del recién nacido le transmitían más estrés. Miró a Reiji en busca de apoyo.
─¡Reiji...! ¡No sé si podré más! ─confesó, casi sin aliento.
La mano de Reiji casi había perdido sensibilidad por la fuerza del apretón, pero no era nada en comparación a lo que estaba sufriendo ella. Posó su mano libre sobre su cabeza y la acarició.
─Vas muy bien, ¿vale? ─la animó─. ¡Aguanta solo un poco más! ¡Por nosotros dos! Esto acabará pronto.
La había decepcionado varias veces en el pasado, quería dejar en claro una vez más que nunca volvería a pasar, mucho menos en aquel momento.
Yui tragó saliva antes de dar un esfuerzo más.
Tras un largo rato resonaron los llantos de otro bebé y Yui cambió los gritos por jadeos de cansancio.
─¡Niña! ─anunció la doncella.
─¡Ya está! ─exclamó Reiji con alivio y alegría─. ¿Lo ves? ¡Ya está!
Yui abrió los ojos débilmente.
─Yuki... ─murmuró el nombre de la recién nacida mientras se la colocaban en el pecho para limpiarla con otra toalla.
─¡Lo ha logrado señorita! ─exclamó una de las doncellas─. ¡Muchas felicidades a los dos!
Tras cortar el segundo cordón, envolvieron adecuadamente a la niña en la toalla y la colocaron en los brazos de su madre, que los estaba estirando en su dirección con impaciencia. Le recordaron que tuviera cuidado con la cabeza y el cuello.
Otra doncella entregó el niño en brazos de Reiji, quien lo sujetó suavemente contra su pecho.
─Hola... ─murmuró él, acomodándolo en sus brazos y volvió a mirar a Yui con emoción─. Buen trabajo, Yui. ¡Muchas gracias!
─No se preocupe por el estado de su mujer ni de los bebés. Se encuentran perfectamente ─le informó otra doncella.
Las otras dos acercaron pequeños barreños llenos de agua caliente.
─¿Le gustaría darles su primer baño, señor?
Tras mirar con perplejidad a los bebés, Reiji asintió y dejó el bebé en el brazo libre de Yui por un momento para arremangarse la camisa.
─No te preocupes, dedícate a descansar ─le dijo a Yui.
─Sujete bien la cabeza y use las manos con delicadeza, puede usar una gasa o un pañuelo suave y limpio.
─No usen jabón en ellos hasta dentro de unos días.
Yui miró somnolienta la delicadeza de su marido con cada uno de sus retoños, lo hacía tan bien que parecía que no necesitaba indicaciones.
Casi se había dormido cuando Reiji le enseñó los bebés con pañales puestos y envueltos en mantas.
─Bien hecho, papá ─dijo Yui alegremente al recibirlos en brazos.
Reiji le dio un suave beso en la frente. La miró, no recordaba ni la última vez en que la había visto tan hermosa como en aquella escena tan enternecedora. Tampoco era necesario darle muchas vueltas, daba igual cómo estuviera Yui, siempre había sido guapa y siempre lo sería.
Las doncellas decidieron irse para darles tiempo a solas, informando que volverían más tarde para cambiar las sábanas de la cama.
Aproximadamente dos horas después, el resto de la familia fue de visita para conocer a sus nuevos sobrinos. Laito fue el primero en acercarse a la cuna donde descansaban los bebés, colocada al lado de la cama.
─¡Oh! ¡Mirad que monadas! ─exclamó─. ¡Muchas felicidades a los dos! ¿Cómo se llaman?
─Laito, os dije claramente que no debíais hacer ruido ─respondió Reiji con severidad─, ya es suficiente que os deje entrar en nuestra habitación.
Por otra parte, Yui, sentada en la cama, respondió con una sonrisa.
─Muchas gracias, Laito ─le dijo─. Os presentamos a Hans, el mayor, y Yuki, la segunda. Teníamos varias opciones para los nombres y nos decidimos por uno japonés y otro de estilo alemán.
El resto de hermanos se acercó.
─¿Por qué la cuna de los bebés está aquí? ─preguntó Kanato, extrañado─. ¿No estaba lista en su habitación? Os habíamos ayudado a amueblar y todo.
─Decidimos trasladarla aquí para no tener que llevarlos cargando de un lado a otro de más en su primer día ─respondió Yui─, y para encargarnos mejor de ellos durante la primera noche. Después la volveremos a poner en su habitación. ¿Qué ocurre, Subaru?
Subaru era el único que prefería mantener unos pasos atrás. Levantó rápidamente la vista del suelo al ser llamado.
─Nada en especial ─contestó─, simplemente no quiero acercarme mucho, ya está.
─No vas a hacerles daño de ninguna forma, Subaru ─le aseguró Reiji.
─¡No es que esté preocupado por eso! ─exclamó sin alzar la voz─. Simplemente no había visto criaturas tan pequeñas así de cerca.
Yui sonrió otra vez por el típico comportamiento de negación del joven vampiro.
─Puedes cogerles de la mano, si quieres. Los demás también, si cualquiera de vosotros quiere cogerlos en brazos, podéis sentaros en la cama y os los pasamos.
Recibió una mirada sorprendida por parte de Reiji y otra de esperanza por parte de Subaru.
─¿De verdad? ─preguntó el último con un hilo de emoción en la voz.
─¡Pues yo seré el primer tío en saludar a sus sobrinos! ─exclamó Ayato empujando a Subaru─. ¡Apártate, mocoso!
Reiji frunció el ceño.
─Ayato, como vuelvas a hacer algo brusco o a alzar la voz cerca de ellos, te echaré de aquí a patadas ─le advirtió.
─Vamos, vamos, chicos ─los detuvo Yui─. No peleéis delante de los pequeños.
En eso se acercó Shu y los miró.
─Se parecen mucho a ti, Reiji ─comentó.
Ambos bebés habían nacido con el pelo oscuro de Reiji, aún no habían visto el color de ojos.
─¡A que sí! ─exclamó Yui─. Nos imaginábamos a uno rubio y a otro moreno, pero ambos son igual de monos. Tengo ganas de verlos crecer y ver a quién de nosotros han salido.
─Yuki será tu viva imagen, de eso estoy seguro ─afirmó Reiji mientras se sentaba al borde de la cama a su lado.
─Seguirás con la baja paternal por un tiempo más, ¿no? ─le preguntó Shu a Reiji.
─Sí, necesito estar con Yui más que nunca.
Yui se alegró al escuchar aquello.
Entonces, Shu sacó del bolsillo de su chaqueta una pequeña caja de regalo y se la tendió.
Yui supuso que sería otro regalo para los bebés, aunque ya habían recibido muchos por parte de los hermanos, de los Mukami e incluso de simples conocidos que querían dar la enhorabuena.
─¿Qué es eso? ─le preguntó Reiji.
─Es para ti. Las encontré hace poco y pensé que les podrías dar un uso más útil.
Sorprendido, Reiji la cogió y la abrió. Dentro había un par de cadenas de oro con medallones ovalados, ambos tenían grabado el dibujo de una rosa.
─¿Estas son...? ─preguntó Reiji mientras revelaba que los medallones se abrían por la mitad para colocar fotografías pequeñas dentro.
─Las cadenas que ella mandó hacer para nosotros dos antes de nacer, pero en ambos casos cambió de idea y nunca llegó a dárnoslas.
Yui los miró, también sorprendida.
─¿Ella? ¿Te refieres a...?
Beatrix, la que no fue exactamente un rol maternal para los dos hermanos mayores.
─Lo entenderé si no los quieres aceptar ─dijo Shu─, de hecho dudé en dártelos. Pero a menos que quieras darles un nuevo significado con vosotros o los bebés...
─No pasa nada, Shu ─lo interrumpió Reiji─. Es un buen detalle por tu parte, te doy las gracias.
Colocó las finas cadenas sobre la cama, sujetó a Yuki en brazos para colocarla sobre los de Yui y colgarle una de las cadenas alrededor de su pequeño cuello. Hizo lo mismo con Hans tras volver a meter la niña en la cuna.
─No les quedan mal ─opinó Kanato.
─Reiji, ahora que lo pienso ─comentó Yui─. Durante los primeros meses suelen llorar mucho por las noches, ¿estás seguro de querer encargarte de ellos tú solo? Puedo hacerlo yo también.
─Tranquila, te has esforzado mucho durante estos días, permíteme dejarte descansar por lo menos dos.
Yui asintió mientras se cubría la boca con la mano para ocultar un bostezo.
─¿Deberíamos irnos? ─preguntó Laito─. Pareces cansada.
─¡No, estoy bien! ─insistió la joven─. Aún no tengo sueño.
─Si queréis, podéis quedaros un rato para cogerlos en brazos si os sentáis en la cama ─les informó Reiji.
─¿De verdad? ─preguntó Ayato sin disimular su inquietud.
─Con tal de que tengáis cuidado, sí. Pero os estaré vigilando.
Shu sonrió levemente, Reiji era un hombre totalmente distinto del que conocía años atrás: el segundo hermano que no soportaba la idea de ser la mano derecha de su hermano mayor tras suceder a su padre y que se reiría si le dijeran que se enamoraría de una humana.
Ahora estaba él ahí, formando una familia con el amor de su vida.
─¿Quieres ser el primero?
La pregunta de Reiji lo sacó de sus pensamientos.
─Ya que Kanato no está muy seguro ─explicó Reiji─, sé tú el primero en sujetar a Yuki.
─¿¡Qué has dicho!? ─preguntó indignado Kanato─. Fui yo quien les regaló los chupetes y las mantas para la cuna, ¡tengo derecho a cogerlos!
Reiji lo fulminó con la mirada por su alzamiento de voz, revisó que los bebés no se hubieran puesto nerviosos por el ruido.
─¿Te parece bien? ─le preguntó Shu, aludiendo la propuesta.
─Si no me pareciese bien, no te estaría preguntando.
─¡Pero antes de eso! ─exclamó Laito mientras sacaba su teléfono móvil del bolsillo─. ¿Qué tal unas fotos con la familia para recordar este día?
Yui asintió excitada, las doncellas les habían sacado muchas fotos a ella y a Reiji con los niños, pero no habían sacado ninguna con los hermanos.
─Me parece bien, acercaos todos ─indicó Reji─. Tú también, Subaru. Cálmate, Kanato, ya podrás cogerlos más tarde. Lo mismo va para ti, Ayato. Un momento, Laito, ¿podrías llamar a una de las jóvenes que está esperando fuera?
Yui pensó en sus días en la mansión Sakamaki, cuando Reiji aún era el único que se ocupaba de los asuntos de la casa e intentaba controlar el comportamiento de sus hermanos. Habían pasado varios años desde entonces, pero parecía que todavía quedaba algo de aquellos tiempos en él, lo mismo podría decirse de sus hermanos.
Pero se alegraba de que el Reiji del que estaba enamorada estuviese ahí, junto a ella. Apretó a los pequeños a su pecho, sintiendo sus respiraciones.
Laito regresó con una de las doncellas y le tendió el móvil.
─¡Vamos, sonreíd a la cámara! ─exclamó Laito mientas se colocaba entre Ayato y Shu.
Esa fue la primera de varias fotografías.
[Publicado el 13/04/2020]
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