1
Despertó con un horrible dolor y se llevó una mano a la cabeza mientras se erguía sobre la mullida cama.
Miró a su alrededor, no recordaba haber llegado a su habitación la noche anterior.
Se esforzó en ordenar sus memorias al salir de aquella reunión.
Miró la hora: las dos de la madrugada, había dormido hasta tarde. Lo último de lo que pudo acordarse con más claridad fue verla a ella dormida y...
Oh no... ¡No, no, no, no!
Miró a su lado y ella no estaba ahí. Se desesperó. Buscó las gafas para ponérselas y se apresuró en buscarla, pero se detuvo un segundo y se miró en el espejo. Tenía un aspecto deplorable: despeinado, aún vestido con la misma ropa del día anterior y el rostro pálido, no quería ni imaginarse la expresión de su amada al verlo llegar así.
Se aseó, se peinó y se cambió el traje arrugado por uno más decente.
Ahora sí que podía buscarla sin parecer un loco. Miró en otras habitaciones, en la sala de estar...
Captar un delicioso aroma que provenía de la cocina lo dijo todo.
Y ahí estaba, cocinando tranquilamente.
Ella se percató de su presencia de inmediato y se giró hacia él.
—Buenos días, Reiji. ¡Por fin despiertas! —dijo con una encantadora sonrisa que revelaba sus bonitos y largos colmillos.
—¡Yui!
La abrazó sin darle tiempo a reaccionar.
—Reiji, ¿qué pasa? —preguntó ella, sobresaltada.
Se separó de ella y la agarró suavemente por los hombros.
—¡Menos mal que estás aquí! ¿Te encuentras bien?
Ella se movió para buscar comodidad.
—¡Claro que sí! ¿Ocurre algo? ¡Estás muy alterado, cálmate!
Respiró hondo antes de hablar:
—El caso es que en la reunión de ayer bebí vino de más... al volver a casa te vi en la cama, durmiendo, me abalancé sobre ti y... no recuerdo nada más —Yui pareció entender la razón de su desepero —. Dime la verdad, ¿te hice daño? ¿Te obligué a hacer algo que te incomodara o que no quisieras? No tengas miedo de decírmelo.
Yui sonrió y le sostuvo ambas manos.
—Puedes estar tranquilo, no llegaste a hacerme nada.
—¿De verdad? —preguntó él, preocupado.
—Sí. Me desperté cuando llegaste, entonces me abrazaste y empezaste a darme besos. Me alegré un poco al principio, pero enseguida noté tu olor a alcohol y me preocupé, admito que también me asusté un poco. Después tuviste la intención de morderme, pero obviamente no quería aprovecharme de ti en ese estado y te detuve al decirte que estaba cansada, me hiciste caso y te dormiste enseguida.
—¿Tuviste miedo? —ella desvió la mirada —. Lo siento mucho, juro que no volverá a pasar.
—No pasa nada, pero ten cuidado para la próxima vez, podrías haberte hecho daño en el camino de vuelta.
Se apartó de él y sirvió en un plato lo que estaba cocinando.
—He leído en un libro de recetas que esta sopa ayuda a combatir la resaca y pensé que te vendría bien —explicó —. También he preparado un poco de té, esta vez sin teína, por supuesto, si te apetece tomar un poco. ¡Espero que te guste todo, me he esforzado mucho en hacerla!
Colocó todo sobre la mesa de la cocina.
Era cierto que le seguía doliendo la cabeza, y era todo un detalle que se preocupara por él incluso después de la noche anterior, era tan propio de ella...
—Siento que no me merezco esto —murmuró.
Ella le dedicó una mirada extrañada mientras se sentaba a la mesa.
—¿Por qué lo dices? Se ve que te duele la cabeza y no has desayunado, tendrás que comer algo.
—No me refiero a eso, has pasado malos momentos por mi culpa y me sigues perdonando, yo ya me hubiera hartado de mí mismo tras dejarte plantada en el restaurante.
Yui sonrió otra vez.
—Reiji, tú no tienes la culpa de lo que ha ocurrido estos últimos meses. Además, si yo hubiera cometido esos errores en tu lugar me los habrías perdonado, ¿no?
Él se limitó a suspirar. Sí, lo habría hecho y ella lo sabía.
—¿Qué tal ayer en el trabajo, Yui? —preguntó, intentando cambiar de tema.
Yui había conseguido poco tiempo atrás un puesto como camarera en una cafetería. A Reiji no le importaba que su amada trabajase, pero le mosqueaba el hecho de que lo hacía para aprovechar el tiempo y no sentirse sola en casa.
—Muy bien —contestó —, me darán la paga semanal el viernes. Y pedí que me dieran horas extra, así que a partir de mañana empezaré a ir más temprano por la mañana.
Reiji paró en seco.
—¿Por la mañana? Ya trabajas hasta tarde y apenas duermes, ¿qué necesidad tienes de comenzar tan temprano?
Ella se preocupó por su tono insistente.
—En fin, tú trabajabas de la misma forma, así que es de suponer que ahora me toque a mí tomar responsabilidades, y así no tienes que darme tú el dinero necesario para cualquier cosa.
Reiji iba a reclamar algo, pero ella se dio cuenta de la hora y se apresuró.
—¡Te quiero, nos vemos! —dijo tras darle un beso rápido en la frente e irse corriendo.
Se quedó ahí solo, supuso que así debió de sentirse ella cuando no lo veía...
¿Tan difícil era volver a aquellos tiempos en los que siempre estaban juntos en casa?
Su mente y corazón querían pensar que no, pero las responsabilidades de los últimos meses provocaron que su amada estuviera sola y aburrida en casa.
—Yui... ¿cómo he podido llevarte a esto? —pensó, llevándose una mano a su aún adolorida cabeza.
Con el ascenso de Shu al trono como líder de los vampiros sucediendo a su padre, el poderoso Karlheinz, Reiji fue nombrado la mano derecha de su hermano mayor, tal y como su difunta madre había deseado.
En un principio Reiji hubiera odiado la idea, pero tras conocer a Yui y enamorarse de ella, había cambiado radicalmente su forma de pensar y por fin hizo las paces con Shu. Poco después Yui se transformó en vampiresa, con eso decidieron casarse y se fueron a vivir juntos en una enorme y hermosa mansión que no quedaba muy lejos de la anterior.
Cuatro años habían pasado desde entonces y Reiji solía trabajar como mano derecha un rato cada día, y muy de vez en cuando viajaba fuera por una semana como mucho. Siempre tenía tiempo para estar con Yui y juntos eran felices.
Pero pasaron unas pocas semanas cuando empezó a trabajar más tiempo fuera de casa, se iba más temprano de lo normal y regresaba igual de tarde. Y en casa estaba tan absorto con el papeleo y los asuntos pendientes que una vez ni se dio cuenta que el té preparado por su amada para que descansara un poco se estaba enfriando, por lo menos se lo tomó igualmente.
Aunque Reiji pidiera disculpas por los inconvenientes que provocara y los compensara de alguna forma u otra, se veía así mismo como a su madre, aquella que lo rechazaba constantemente de pequeño para centrarse solamente en Shu; y eso lo odiaba, sentía que estaba haciendo sufrir a Yui, dejándola sola o rompiendo promesas constantemente por sus responsabilidades.
En un principio a Yui no le importaba nada de eso. De hecho, estaba muy orgullosa de Reiji al verlo esforzarse tanto en lo que hacía, aunque le sabía un poco mal que por un tiempo Reiji fuera con mucha menos frecuencia la primera persona que veía al levantarse y la última al dormir. En realidad no se sentía sola porque solía pasar el rato con la familia Mukami y el resto de los hermanos Sakamaki.
Pero surgió un momento en particular al que le siguieron otros dos más que provocaron que Yui empezara a sentirse una inútil en su propia casa y que debía hacer algo más para compensar el esfuerzo de Reiji.
Para empezar, el momento que desencadenó todo surgió en una fecha muy señalada que se suponía como algo especial para ambos que acabó en una situación vergonzosa y... muy húmeda.
[Publicado el 8/4/2019]
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