ú n i c o
♕
La noche era tan obscura que solo el brillo de la luna podía intentar delatarlos. El bosque frente a ellos lucía siniestro, pero al lado de lo que había detrás, preferían mil veces adentrarse a esa naturaleza incierta que enfrentar todo un pueblo dispuestos a juzgarlos.
Y a pesar de que las antorchas parecían verse cada vez más lejanas, ambos sabían que no faltaría mucho para que sus respiraciones se tornen agitadas y sus músculos griten por querer detenerse.
El príncipe lloraba, silenciosamente las lágrimas bañaban sus mejillas suaves y delicadas, intentando con todas sus fuerzas seguir los pasos de Gye, quién decidido a no soltar su mano, tironeaba de esta para alejarlo de aquellos que se dieron el permiso de juzgar su amor.
Heun, un hombre de la realeza, digno del trono, con un corazón sincero y preocupado hasta por si un ave se lastimaba, siente que no puede seguir. Sus piernas dolían y sus músculos comenzaban a sentirse acalambrados. El miedo preso de él mismo era tan grande que, aunque corrieran miles de kilómetros, lo que vendría para ellos sería lo mismo. Sin embargo, Gye se detiene sólo para tomar su delicado rostro entre las ásperas manos y le besa con cariño, diciéndole que sí, que ellos podían y que no se rindiera hasta darlo todo, hasta el final.
Era triste, Heun asintió llorando, llorando mientras su corazón se partía al saber que su historia no tenía un final feliz. Su abuela se lo dijo como presagio cuando descubrió que el corazón de su nieto había sido robado por su guardia personal.
Unas pequeñas lágrimas escaparon de los ojos de Gye, quién había decidido permanecer erguido y fuerte para sostener todo lo que Heun no era capaz de soportar.
Siguieron corriendo hasta llegar al final del camino. Un acantilado se burlaba de ellos y su triste destino. Ambos sabían que ahí era su final, y estaban de acuerdo.
—Te amo Gye. Recuérdalo siempre ¿sí? —El delicado susurro bañó los labios del guardia, aquel hombre de corazón frío, incapaz de sentir emociones hasta que Heun con sus sonrisas le encendió el corazón.
—Prometo que no encontraremos en otra vida, Heun, ¿recuerdas lo que tus ancestros nos enseñaron? Si no pudimos ser felices en esta, te prometo que lo seremos en la próxima, nabi.
Heun sollozó audiblemente, arrugando su rostro porque todo su pecho ardía en un dolor que le atacaba el alma. Gye tenía la particularidad de hablar siempre bonito para él, ya sea en los incontables poemas que secretamente le dedicó o aquellas vagas melodías que tarareaba con su voz ronca para intentar hacerlo dormir.
La primera flecha llegó, como una ráfaga de viento helado proveniente de la oscuridad del bosque. Tan letal con su velocidad que llegó directo al corazón del guardia.
Heun lanzó un grito fuerte, tan inhumano que lo dejó aturdido por procesar todo lo que estaba ocurriendo. Ni siquiera se atrevía a tocar a Gye, quien se tambaleó varias veces, luchando por obtener unos pocos más de segundos de vida. El príncipe negó varias veces, siendo incapaz de conectarse con la realidad, nada podía llegar a él más que la sensación de vacío acechando su corazón. Se estaba rompiendo, rompiendo desde el alma al ver como la vida de la persona que más amaba se iba de su lado.
Pero Gye le sonrió, de esa manera bonita y tierna, preocupándose de que su rostro feliz sea lo último que el príncipe vea de él. Articuló ligeramente su boca, lo suficiente para que Heun entendiera el "te amo" que salía de sus labios.
Entonces cayó.
—¡Gye! —Gritó Heun, desesperado lanzándose hacia él para intentar alcanzar su mano. Sin embargo, como siempre, el destino se encargó de hacerle añicos el corazón, porque la distancia fue lo suficiente para quedarse de rodillas, con el brazo estirado mientras presenciaba con su vista nublada de lágrimas cómo el cuerpo de su guardia caía al igual que un peso muerto al mar, hundiéndose hasta desaparecer.
—Has desobedecido el reinado de tu rey, majestad.
Con los ojos bañados de una furia viva, capaz de cegarlo al saber que gente ajena era capaz de juzgar su vida, se volteó hacia esa voz. Uno de los comandantes de su padre se alzó frente a él, con el rostro inexpresivo mientras afirmaba un arco en su mano.
—¿Tú lanzaste esa flecha?
—¿Y qué si fui yo? —Preguntó burlesco, tensando una flecha nueva y apuntándole justo en su pecho—. ¿Tus últimas palabras?
—El Rey cometió un error al ordenar matar a Gye, conmigo bastaba, Shwan.
El nombrado sonrió y cerró un ojo para enfocar su puntería. —El rey nunca habló de matarlos, pero no creo que le importe mucho que le diga que ustedes se lanzaron al acantilado, sería romántico ¿no crees? Una historia de libros.
En otro momento, aquello le hubiera dolido más, pero sin Gye en esta vida, Heun se sentía vacío, seco, sin vida, un humano hueco sin los vértices que contorneaban su cuerpo.
—Te maldigo —siseó, su rostro era inexpresivo, pero sus deseos eran tan fuertes que incluso el arquero aflojó el agarre por el escalofrío que le recorrió el cuerpo al ver su cara—, te maldigo en el nombre de todos mis ancestros, maldigo tu vida y las siguientes que tendrás Shwan, te maldigo tanto que deseo que cuando conozcas el amor, sufras.
El joven hombre levantó la comisura de su boca, mostrando unos pequeños hoyuelos en las terminales de sus labios. No dijo nada cuando estiró su brazo y soltó la flecha, haciendo que esta diera justo en el corazón de su príncipe.
Heun abrió sus ojos sorprendido, la presión comenzó aumentar en su pecho, oprimiendo la zona y cortando su respiración. Quiso bajar su mirada, pero no tenía la fuerza y coordinación necesaria. De todos modos, sabía que la flecha había dado justo en su corazón.
Comenzó a tambalearse mientras observaba como uno de sus espadachines llegaba, analizando la situación y soltando un grito cuando lo vio perdiendo el equilibro, lo próximo que presenció fue la cabeza de Shwan rodando por el pasto, mezclándose la sangre con el corto pastizal de verano. Ellos vengaron su muerte, y la de Gye.
Pisadas de otros soldados reales, que trabajaban para él, llegaron al sitio, viéndolo a punto de caer al acantilado. Todos ellos gritaron su nombre, llegando en un eco lejano a sus oídos que ya estaban tapados. Ninguno alcanzó hacer algo cuando cayó de espalda al vacío.
Lo último que vieron sus ojos fueron las estrellas parpadeantes del cielo nocturno, a las cuales le rogó para que lo despierten de una buena vez por todas de esta pesadilla.
Al igual como lo había hecho Gye, su cuerpo se hundió abrazado por el agua hasta que la oscuridad lo absorbió por completo. La respiración se le cortó definitivamente, sin embargo, parte de él aún mantenía los ojos abiertos, doliendo por no ver a Gye por ninguna parte.
Dejó de hundirse cuando su cuerpo golpeó algo duro, y se obligó a permanecer consciente cuando una pequeña luz se filtraba en formas de destellos entre las partículas del agua. Como un enjambre de luciérnagas blancas moviéndose hacia él, intentando mostrarle un camino.
Supuso que era el cielo, ¿ahí debería estar Gye? No pudo evitar pensar eso, el guardia le había prometido un reencuentro, una nueva vida, él renacería y podría tener a Gye de vuelta en sus brazos, viviendo cálidamente para que nadie nunca le vuelva a tocar sus corazones.
Intentó mover su cuerpo, estirar sus brazos y nadar con sus piernas para llegar más rápido a la luz que se acercaba a una velocidad pausante, sin embargo, desde el hecho de que no podía moverse, nada aceleró el proceso, el movimiento ondulante parecía ir con parsimonia hacia su dirección. Hubo un momento donde toda su vida se proyectó ante sus ojos, como tiras de papel pintado en pergaminos gruesos, hechos con las más finas materias primas de la realeza. Ante él, se mostró el dibujo vivo de cuando Gye llegó al pueblo, o el primer intercambio de palabras en aquel día de lluvia donde Heun corría con sus ropas de linaje real totalmente embarrado. Incluso recordó la primera vez que durmieron juntos en el campo libre, siendo la luna el único testigo de aquellos primeros y torpes besos. Tuvo la fortuna de presenciar muchos momentos de su vida con Gye, y todos ellos le hicieron sonreír.
Con una sonrisa en su rostro, la luz lo rodeó por completo, a tal punto que todo parecía encenderse a su alrededor, brillando tan fuerte que sus ojos dolieron por la forma cegadora en que su visión se nublaba. Quería llegar al cielo luego.
Sin embargo, lo que vivió fue diferente, sus pulmones de la nada reaccionaron fieramente, punzando su pecho de forma dolorosa porque todos sus órganos pedían a gritos un poco de oxígeno. Le fue imposible quedarse ahí, sus músculos reaccionaron automáticamente luchando con fuerza propia para llegar a la superficie.
Pataleó sin sentido, intentando buscar una salida a toda la luz que lo cegaba. La encontró cuando unas manos tiraron de él, jalándolo hacia arriba.
—¡Joder Jimin! ¡te dije que no te fueras tan al fondo!
El nombrado respiró agitado, jadeando por aire mientras intentaba volver a sus sentidos, procesando todo lo que había vivido abajo, todo lo que pareció vivir por horas siendo que solo habían pasado unos cuantos segundos bajo del mar.
La realidad lo golpeó fuerte, haciendo que los recuerdos de su vida pasada se deslizaran como secuencias demasiado rápidas para procesar. Sentía que se volvería loco, todo había sido tan real... Él usando ropas reales, con el cabello castaño hasta la cintura. Yoongi, vistiendo un conjunto negro y ligero, con una especie de bandana tapando su frente mientras permanecía a su lado. Y luego estaba... Jimin levantó el rostro y observó a Hoseok, quién lo miraba un tanto preocupado, manteniendo el agarre en la muñeca que había tirado hacia arriba cuando se percató que se estaba ahogando.
—¡Tú! ¡Hyung eres una mala persona! —empujó su pecho, golpeándolo varias veces hasta que Hoseok logró sujetar ambas muñecas—. ¡Tú mataste a Yoongi tú-
—¿¡Qué!? ¿Qué estás hablando? Yoongi-hyung se quedó en la cabaña hibernando como un snorlax porque según él no tolera el sol, ¿recuerdas? Solo tú y yo bajamos a la playa...
Yoongi.
—Oh mierda necesito verlo... necesito yo...
—Jimin... —Hoseok posó las manos en sus hombros cuando lo vio entrar en pánico, movió su rostro, intentando dar con su mirada—, ¿qué ocurrió? ¿estás bien? Te dije que esta playa era peligrosa.
Aun no podía evitar reproducir todos los acontecimientos, incluso su pecho dolía, como si la flecha estuviera incrustada ahí en su corazón. Ni siquiera podía procesar bien lo que Hoseok hablaba.
—Y-yo... estoy bien, lo siento, debí hacerte caso, ni siquiera sé cómo me ahogué —Negó varias veces, y cuando observó al contrario le sonrió con lástima, porque este mantenía su rostro con genuina preocupación. Se suponía que ellos dos habían bajado a la playa para jugar un rato y pasar la tarde, pero todo se jodió por su culpa—, lo siento hyung, debí hacerte caso, realmente lo siento mucho.
—¿Estás bien? Me preocupas Jimin, ¿tus neuronas aún tienen un poco de agua?
—¡Yah! No te rías... —Hizo un puchero mientras Hoseok intentaba calmar la situación.
Lo cierto era que Jimin estaba un tanto avergonzado por haberle acusado de asesino. Pero el chico llamado Shwan era tan calcado a él que le fue imposible no acusarlo.
—Es que ni siquiera sé por qué dijiste que había matado a Yoongi.
Yoongi.
—¡Hyung! Necesito volver a la cabaña, necesito hablar con Yoongi.
Hoseok dudó por un momento pero luego dejó sus hombros y asintió. —Está bien, yo iré a buscar a los demás, fueron a comprar cosas para la cena. Nos vemos en un rato, supongo. Y Jimin —el castaño de pronto tiró de su cuerpo, apresándolo en un apretado abrazo—, maldición, me tenías preocupado, en serio, creo que si Yoongi-hyung se entera de esto me colgará de mis pelotas. No vuelvas hacer esto ¿vale?
Levantó sus brazos, rodeando la cintura ajena y acarició la espalda. —Está bien, Hobi-hyung, no fue tu culpa, estoy bien, en serio.
Hoseok no se movió por bastante tiempo hasta que Jimin creyó que estaba exagerando. Así que luego de prometer unas mil veces que estaba bien, fue dejado en paz, sin antes sentir la mano de su hyung remover su cabello rubio de manera gentil.
Caminaron hasta el principio de la playa, donde separaron sus caminos, y justo cuando Jimin iba entrar al recinto donde estaban alquilando las cabañas que ocuparían en sus vacaciones, se volteó, con algo más inquietando su mente.
—Hoseok-hyung —el nombrado giró su cabeza y levantó sus cejas curioso—, y-ya sé por qué Tae te rechaza... —"es porque yo te maldije en tu vida pasada", definitivamente si decía eso quedaría como un loco, así que luchó por buscar las palabras correctas para que no sonara tan mal lo que intentaba decirle—, c-creo que no están hechos para el otro, hyung, pero si dejas que las cosas tomen su propio rumbo natural, sin que te esfuerces tanto, c-creo que eso sería lo mejor.
No esperó respuestas, estaba completamente avergonzado por meter sus narices en temas privados que no le correspondían. Pero fueron tantas veces que Hoseok fue rechazado por Taehyung que llegó a preguntarse el por qué de la situación, siendo que era más que evidente los sentimientos de Tae hacia el castaño.
Quizás era cierto, Hoseok estaba maldito por su culpa. De todas formas, estaba seguro que, si el mayor dejaba que Taehyung se acercara primero y tomara la iniciativa, entonces todo tendría una dirección más diferente y feliz.
Corrió lo poco y nada de trayecto que le quedaba e introdujo el código en la cerradura de su cabaña con Yoongi. Los seis de sus amigos habían decidido irse de vacaciones por una semana. Sin embargo, al no encontrar ninguna cabaña grande para alquilar, decidieron por dos de pareja y una de tres.
Como él y Yoongi eran novios, optaron por darle una de pareja a ellos. La otra la tenía Hoseok y Taehyung, y por último, los tres sobrantes, ocuparon la más grande, la cual ocupaban para comer todos juntos. Era gracioso como había quedado la formación, porque Jin y Namjoon parecían los padres de Jungkook.
—¿Hyung? —La sala estaba silenciosa, aunque ni siquiera esperó por una respuesta, avanzó hacia la puerta de la habitación, encontrándose con Yoongi leyendo uno colección de manga de one piece que se habían traído de casa.
—¿Uh? —Yoongi dejó la revista a un lado al notarlo de pie en el umbral—, ¿tan rápido se vinieron? ¿ustedes fueron a ver qué se sentía tocar la arena o qué? ¿fueron a conocer el sol?
Obvió cada una de las preguntas que salían con más sarcasmo e ironía que la anterior. Respiró profundo, recordando lo que había visto, cada uno de los rasgos de ese guardia eran iguales a los de Yoongi. Pero eso no era lo único que le sacaba un suspiro lastimero, sino que el recuerdo de haberlo visto caer a un acantilado, con una flecha clavada en su corazón. Eso lo hizo sentir tan triste, que sentía su corazón partirse en millones de trozos incapaces de ser reparados, como si el mismo sufrimiento que vio en Heun también lo estuviera viviendo él.
Él sólo había ido a la playa a jugar, pero inconscientemente terminó ahogándose y viendo cosas que no deberían ser, cosas que le dejaron el pecho apretado, deseando no vivir ese tipo de dolor nunca en su vida.
La gente decía que sólo podías ver tu vida pasada en sueños o en situaciones que te lleguen a conectar con el alma que fuiste alguna vez. Jimin nunca había creído, pero ahora que lo vivió estaba seguro que nunca más dudaría de eso. Incluso el dolor fue tan fuerte que no piensa despegarse ni un segundo de Yoongi, hasta dejar su último aliento.
—Hyung...
Yoongi enarcó una ceja al ver el estado completamente extraño del menor. —¿Jimin?
No respondió, en vez de eso, caminó a pasos largos y se tiró en la cama, encima del contrario, intentando abrazarlo por todas partes.
De inmediato las manos de Yoongi dejaron el libro de historietas y se fueron a su cintura.
—Te amo, hyung...
—¿Ya, en serio? ¿qué tenía el agua? ¿pociones de amor o algo así?
Jimin rio, levantando el rostro y sonriéndole. —Eres bien idiota.
Yoongi, complemente encantado con la vista, le devolvió la sonrisa mientras se mordía los labios. —Pero te gusta este idiota.
—Me encanta este idiota, amo a este idiota. —Volvió a sonreír, esta vez, deslizándose hacia adelante y capturando los labios de Yoongi, moviéndose en un dulce beso que, como siempre, lo dejaban mareado, pidiendo por más profundidad.
Yoongi deslizó su lengua, explorando su paladar y entrelazándola con la suya a medida que emitía un gemido. Su espalda se arqueó cuando sintió las manos del pelinegro vagar por todo su cuerpo, una y otra vez hasta que volvieron a su cintura, a ese punto de partida que tenían a Yoongi encantado.
—No te mueras nunca. —Susurró, con su voz rota mientras unía sus frentes.
Yoongi de inmediato deshizo la unión, echando su cabeza hacia atrás lo más que pudo y subiendo las manos hasta acunar sus mejillas, intentando verle. Jimin fruncía el ceño y sus ojos estaban un poco llorosos, tanto que Yoongi dudó si era por el agua o porque algo pasaba con él.
—¿Jimin? —Y ver ese rostro preocupado de Yoongi lo hicieron sentir peor, sobre todo cuando lo sintió tensarse bajo suyo—, Hey, bebé, ¿qué tienes? ¿pasó algo en la playa?
Negó, sintiendo la dulzura en la voz de Yoongi acariciarle todas sus heridas. —No es nada, solo deseo que estemos juntos por siempre, hyung ¿P-puedo quedarme aquí un rato más? ¿arriba tuyo?
Yoongi sonrió tirándolo nuevamente hacia él y acariciándole el cabello mojado. Podía sentir su ropa mojándose también. Pero de todas formas no se quejó, Jimin lucía tan tierno pidiendo cosas que no tenía por qué pedir (porque tenía ese permiso desde hace mucho tiempo), que simplemente una parte de él se encendió de amor por dentro.
—Todo el tiempo que quieras, nene, todo el tiempo que quieras.
Con esas palabras, Jimin hundió el rostro en el blanco cuello, aspirando el dulce aroma característico de su hyung. De inmediato los recuerdos que vivió bajo el agua apretaron su pecho, haciendo que su garganta duela y que las ganas de llorar aparezcan de nuevo, esta vez con más fuerza y necesidad, como si el sentimiento se negara a dejarlo tranquilo hasta que saque todo de él.
Esperó un tiempo, mientras Yoongi terminaba de acariciar su espalda desnuda y cambiaba sus respiraciones a un ritmo más lento, indicándole que ya estaba dormido. Fue entonces cuando se atrevió a soltar algunas lágrimas junto con sollozos pequeños que intentaban pasar desapercibido. Procuró no mojar su cuello y se acurrucó más cerca de su hyung con la firme intención de no soltarlo jamás.
Prontamente sus respiraciones también se calmaron, volviéndose taciturno cuando su parpados pesaron, haciendo que de improvisto comenzara a cerrar sus ojos.
Y antes de dormir, antes de unirse a las respiraciones de Yoongi, deseó, con todas sus fuerzas que, en cualquier parte del mundo, ya sea en la tierra, en el cielo, o en algún punto del universo, si Gye y Heun existieron, deseó que por lo menos hayan tenido un descanso en paz y un reencuentro con un final feliz.
Porque en esta vida, donde existían Yoongi y Jimin, se aseguraría también de hacer feliz a su hyung.
Por Gye, por Heun.
Y, sobre todo, por él.
*
¡gracias por leer, perdonad mis errores!
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