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Felix era un omega tranquilo, dulce y cariñoso, su cabello corto y rubio siempre se encontraba bien peinado, y su piel bañada por el sol estaba acompañada por hermosas pecas que se esparcían por sus mejillas y hombros; poseía una sonrisa dulce y brillante que jamas abandonaba sus gruesos labios junto a una personalidad un tanto sumisa como amable.

Felix era el tipo de omega ideal, lindo, callado y obediente, llamando la atención tanto de alfas como betas con su brillante personalidad y gran corazón, vistiendo constantemente prendas en su mayoria claras y de colores suaves, tal como su madre le había indicado, siguiendo al pie de la letra todo lo que ella le decía desde que era pequeño, siempre obediente a la palabra de su progenitora, y tal vez ese era su pequeño problema y es que Lee era un tanto ingenuo, tendiendo a creer rápidamente lo que otros le decían, siendo su cabeza demasiado fácil de manipular y llenar de ideas erróneas, así es como terminó creyendo ciertas cosas que no tenían porque ser así, como que los omegas siempre deben ser sumisos y los alfas dominantes, que los omegas deben vestir ropas llenas de color y los alfas oscura, que un omega tiene que entender que soñar con algo grande es tonto y debe mantenerse en su lugar con su cabeza siempre gacha, sumiso ante su alfa, obediente a su palabra, solo esperando a encontrar uno con el cual tener cachorros y hacerse cargo del hogar, sin llegar a ser algo diferente porque ese era su deber como omega, o eso le repetía constantemente su madre, una alfa que solo decía estereotipos estúpidos para muchos pero también que varios aun creían firmemente, creando una sociedad divida, donde se peleaba por una igualdad que aún terminaba de conseguirse.

Hasta que las cosas comenzaron a cambiar para el joven en el momento en que se topo con Jeongin, fue un encuentro casual en el pasillo de la escuela, era su primer día de clases comenzando y su último año de secundaria.

Se había dejado llevar por la curiosidad de hacia a donde se dirigia la mirada de los otros alumnos y, como ellos, termino viendo a Jeongin, un chico pelirrojo de brillante sonrisa y adorables hoyuelos que la acompañaban, lucía demasiado tierno, además de que ese suéter rosa pastel que cubria hasta parte de sus manos que llevaba le daba un lindo toque, el rubio pensaba que aquel menor era un omega demasiado hermoso y no pudo evitar sentir sus mejillas arder en el momento que sus miradas chocaron.

Su lobo saltando de emoción, moviendo la cola de un lado a otro mientras Felix intentaba mantenerse tranquilo y sereno, no dejar que este extraño nerviosismo lo afecte.

Es solo un bonito omega, no hay porque alterarse tanto, le decía a su lobo quien se quejó en respuesta.

—¡Hey! Hola compañero de casillero –lo saludó sonriente el menor una vez estuvo a su lado, abriendo su respectivo locker.

Felix salió de su conversación interna al escuchar su voz, sintiéndose un tanto perdido por la repentina presencia, su olor le parecía extraño para ser un omega, pero al mismo tiempo atrayente y embriagante, un suave olor a tierra húmeda luego de un día de llovizna, era relajante pero poco perceptible, probablemente debe estar usando algún parche para el olor.

No entiende porque intentaría cubrir un olor tan agradable, Felix deseaba poder olfatearlo un poco más y aquel deseo fue demasiado vergonzoso.

Además era extraño, su madre siempre le repetía que los omegas deben de mostrar sus olores, así conseguirán a un alfa y cumplirán con su deber. El propio olor de Felix siempre estaba presente aunque lo mantenía un poco reducido, no deseaba tampoco que toda la gente lo oliese, era incómodo a veces recibir tanta atención y quizás algunos comentarios coquetos de alfas de los cualquies no estaba interesado.

Una parte suya deseaba poder ocultarse pero no podía desobedecer a su madre y ser un mal omega.

—Hola –le devolvió el saludo, ignorando el pensamiento en su cabeza y sonriendo igualmente, logrando armar una pequeña charla con el pelirrojo, presentándose y prometiendo pasar el almuerzo juntos, la presencia del menor era demasiado agradable, sentía la necesidad de mantenerse cerca suyo.

Felix pensó por mucho tiempo que su lindo nuevo amigo era un omega, uno que parecía caer en los estereotipos a los que estaba acostumbrado y a los que solúa aplicar el mismo, pero vaya que fue su sorpresa al descubrir que estaba completamente equivocado cuando los días siguieron pasando.

Jeongin no era un omega.

Jeongin era un alfa.

Y aquello logró confundirlo por completo.

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