50
Jimin.
Había tomado una decisión siguiendo el consejo de Nam Joon. Amaría a Hye Ri como se merecía porque romper con ella y dejarla ir era algo impensable.
— Así que... ¿te nos vas, Jimin? —Preguntó el profesor Stevens con tristeza cuando presenté mi renuncia a la universidad.
— He logrado obtener un puesto en la Universidad de Oxford, profesor. Después de tres meses de pruebas me han aceptado.
— Qué privilegio Jimin, es una excelente universidad —Respondió con orgullo —¿No es ahí donde está Hye Ri? —Preguntó como si acabara de recordarlo.
— Sí —Dije tímidamente.
— ¡Ah! Entiendo... ¿Cuánto ha pasado ya?
— Un año.
— ¿Duro, no?
— Bastante —Respondí cabizbajo mientras jugaba con mis dedos.
— ¿Sabes? Me recuerdas a mí. Mi esposa y yo nos conocimos así de jóvenes y ella decidió venir a Corea. Al principio las cosas fueron difíciles y hasta pensamos en terminar pero... —Se detuvo de repente y sonrió.
— ¿Pero?
— La seguí hasta aquí —Amplio su sonrisa —Mucha suerte, hijo. Salúdame a Hye Ri de mi parte.
Durante una semana estuve arreglando mis cosas y terminando algunos asuntos en Corea para preparar todo y tomar el vuelo a Inglaterra. Luego de renunciar a la universidad me aseguré de hacerle saber mi decisión a todos. Eso incluía a mi familia, a Suga, Taehyung, Tami y Nam Joon.
Jin y mi madre estaban bastante tristes por mi viaje pero entendieron que era lo que necesitaba hacer pues el último año ellos habían notado lo difícil que había sido para mí.
Fui a casa de Suga a pasar la tarde y terminar de despedirme. Cuando le conté todo me abrazó por primera vez en su vida aunque nada más al darse cuenta de lo que había hecho me empujó de una patada.
Me aseguró que no se casaría con Sunhari hasta que Hye Ri y yo estuviéramos de regreso a Corea.
— Ese es el Jimin que yo conozco —Dijo con satisfacción —Ve por tu chica.
Por último me encontré en Morezt con los otros tres y les conté que iría a trabajar a Inglaterra y a buscar a Hye Ri.
— Cielos, ya no eres una mandarina —Dijo Tae abriendo la boca sorprendido cuando me vio entrar al bar.
Me había teñido el cabello de negro unos días atrás.
— Pareces un actor pornográfico —Siguió intentando tocar mi cabello pero lo aparté.
— Te queda muy bien Jimin —Comentó Tami.
— Gracias. Ya me venía bien un cambio —Dije con una leve sonrisa.
Estábamos en la barra tomando un trago mientras les contaba lo del nuevo trabajo y lo mucho que quería recuperar a Hye Ri pese a que tenía miedo de que no me quisiera de vuelta en su vida.
Todos me alentaron y Nam dijo con seguridad que Hye Ri seguramente estaba esperando por mí, cosa que me dio esperanzas.
— Yo también quiero ir a Inglaterra —Se quejó Tae como un niño pequeño —Extraño a la enana.
— En vacaciones iremos Tae —Le comentó Tami desbaratándole el cabello —Cerraremos Morezt y visitaremos a Hye Ri.
— ¿Quién ha invitado al desastroso? —Bufó Nam haciendo que Tae fingiera llorar por su comentario.
— ¡Yo lo hice! —Le reprochó ella como una madre protectora.
— ¿Cuándo te vas Jimin? —Preguntó Nam afincando los brazos en la barra.
— Mañana en la tarde sale mi vuelo.
— ¿Has empacado todo? —Preguntó Tami como una madre preocupada.
— Sí, Jin se ha encargado de todo y hasta le envió un regalo a Hye Ri —Respondí recordando lo estresado que estaba Jin acomodando mi maleta.
— ¿Y qué va a pasar con Lobito? —Preguntó Tae muy preocupado —¡Yo lo puedo cuidar si no te lo llevas!
— Lobito viene conmigo —Sonreí —No puedo dejarlo aquí, lo siento Taehyung. Sé que lo cuidarías muy bien pero... Él me necesita y yo a él.
— Entiendo —Dijo desanimado.
— Me ha costado un montón sacar esos papeles pero por fin logré los permisos para llevarlo conmigo. Lo que me preocupa es que el viaje es muy largo y odiaría que se estresara en el avión —Dije con preocupación.
— No te preocupes, ese perro es tan fuerte como su madre —Intervino Nam —Sólo asegúrate de darle una buena pieza de carne cuando estés en Inglaterra.
— Así lo haré —Respondí agradecido de que se preocuparan por Lobito.
A las horas me despedí de Tae y Tami quienes me pidieron que saludara a Hye Ri de su parte. Antes de irme de Morezt Nam Joon me acompañó al auto.
Parecía desanimado y triste, la razón era que extrañaba a Hye Ri y sabía que ella no volvería hasta dentro de dos años más.
— Dale esto de mi parte —Dijo sacándose un sobre de la chaqueta —Y también abrázala por mí.
— Eso haré —Dije tomando el sobre y despidiéndome de Nam con un fuerte apretón de manos.
Ahora sólo faltaba que Hye Ri me tomara de vuelta en su vida y yo pudiera reparar el daño que le había hecho con mi ausencia. Estaba seguro que, si ella me daba otra oportunidad, nunca más la soltaría.
Ni hoy, ni mañana, ni nunca.
Y tenía la intención de hacérselo saber en cuanto la viera en Inglaterra.
***
La primera vez que la vi luego de llegar fue al segundo día. Estaba sentada en una de las bancas del campus de la facultad escuchando música mientras Cassie y Jackson hablaban de cualquier cosa.
Me quedé petrificado y casi sin poder respirar de lo hermosa que se veía. Había subido algo de peso, sus mejillas estaban sonrojadas y tenía el cabello muy largo, casi hasta la cintura.
Intenté dar un paso al frente y correr hacia ella. Aparecer en su vida de nuevo como un meteorito dispuesto a reconstruir todo desde cero si era necesario para volver a estar con ella. En lugar de eso la miré un buen rato escondiéndome detrás de un libro, observando cada transición, cada suspiro que soltaba mirando al cielo escuchando alguna canción. Me quedé allí por dos horas incluso cuando Cassie y Jackson ya no estaban y tuve la oportunidad de acercarme.
Pero no lo hice, simplemente la observé para familiarizarme con esta Hye Ri que me era completamente nueva y hermosa, a la que no conocía del todo pero que deseaba descubrir con sumo placer como ya lo había hecho en el pasado.
Así transcurrió la primera semana que estuve en Inglaterra, espiándola en los rincones, escuchándola hablar a lo lejos, verla quedarse dormida de vez en cuando en la biblioteca, salir con sus amigos luego de clases, reír en silencio, tener la mirada triste al recordarme.
Me había mantenido de esa forma esperando el momento preciso para buscarla, correr a sus brazos y tomarla entre los míos pero el miedo de no encajar en aquella nueva vida de Hye Ri me tenía paralizado.
No fue hasta que Cassie inscribió mi clase y de inmediato me reconoció cuando me vio delante de la pizarra que empecé seriamente a hacer algo al respecto.
— Tú eres Jimin —Dijo la chica luego de que la clase hubiera terminado y todos habían salido —El novio de Hye Ri.
Tragué saliva y me presenté cordialmente.
— Un placer Cassie. Ya habíamos hablado antes —Estiré mi mano.
Ella me miró con recelo y luego accedió a estrecharme la mano.
— ¿Has llegado hace una semana y no has ido a hablar con Hye Ri? —Fue lo primero que preguntó.
— Sé que no tengo excusa pero tengo miedo.
— ¿De qué? Miedo vas a tener cuando ella decida darle una oportunidad a alguien más.
— Eso... —Palidecí —¿Eso aún no ha pasado, cierto?
— No —Chasqueó la lengua —Pero porque Hye Ri está enamorada de ti como una psicópata. Hombre... Yo no sé qué brujería le hiciste pero si a mí un chico me deja de hablar una semana ya lo mando a ahorcarse en un árbol —Se cruzó de brazos —¿Por qué dejaste de escribirle?
— No voy a inventar excusas, Cassie. A veces los hombres somos unos idiotas inseguros, es todo. Creí que alejarme era lo mejor porque me estaba volviendo loco separado de ella. Es todo, tengo la culpa y ahora estoy aquí para solucionarlo.
— Ya veo —Dijo ella bajando la guardia –Incluso tienes un puesto en la universidad, vaya... —Paseó la mirada por el salón —¿Y qué es eso de Dorian?
— Algunas chicas me han llamado así el primer día y no hice nada para cambiarlo. Sólo les dije que me llamaran profesor Park pero insistieron en lo de Dorian y así se ha quedado.
— Si Hye Ri se entera... —Frunció el ceño —Es mejor que hables rápido con ella. Hay un amigo... Chanyeol. Está enamorado de ella y de verdad que lo está intentando.
— Lo sé —Murmuré cabizbajo —Aún es difícil saber cómo le hablaré. Es decir, no quiero llegar de repente y sorprenderla. Sería algo muy chocante para ella.
— ¡Cassie! ¿Estás aquí? —Gritó Jackson entrando al salón. Quedó petrificado al verme —¿Jimin? —Se fue acercando hasta nosotros y me tomó por los hombros mientras me escrutaba con la mirada.
— Hola Jackson —Saludé cordialmente.
— Dime que has venido por Hye Ri porque si me dices otra cosa voy ahora mismo a pedirle matrimonio sólo para verte sufrir —Dijo bromeando —No, en serio. ¿Has venido por ella?
— ¿No lo ves tonto? ¡Hasta es profesor!
— ¿El tal Dorian? —Preguntó Jackson enarcando una ceja —Bueno con ese cabello yo no las culpo.
Jackson y Cassie escucharon mi parte de la historia y lo cobarde que había sido huyendo de Hye Ri pero al final concordaron en que me ayudarían a tenerla de regreso siempre y cuando yo pusiera mi máximo esfuerzo.
— Haré que inscriba tu clase —Comentó Cassie.
Pero yo sabía que Hye Ri no lo haría. Era un curso que ya había tomado.
— Y yo tengo que hablar con Chanyeol —Dijo Jackson con preocupación rascándose la nuca —Decirle al pobre que tiene que rendirse en esta batalla.
Así pronto encontré a dos aliados que siempre me hacían saber en qué parte de la universidad estaba Hye Ri para que me encontrara con ella. Le hablaban de mi clase, la invitaban a tomar mi curso y creaban oportunidades para que nos encontráramos pero de una forma u otra ella siempre acababa negándose a atender mi curso y yo terminaba con las piernas temblando cuando la tenía a pocos metros de distancia.
Fue entonces cuando empecé a escribirle notas con la esperanza de que supiera que había regresado por ella. Sólo que, las notas no tenían la misma escritura de siempre, me había esmerado en hacerlas completamente diferentes a las anteriores.
Nunca la vi leer alguna pues no me acercaba a los dormitorios de alumnos pero esperaba con todo mi corazón que las leyera y que por favor me perdonara.
Y luego de dos semanas en Inglaterra, rehuyendo de chocar con ella en el pasillo hasta que tuviera las palabras adecuadas que debía decirle, la tenía delante de mí.
— J-ji... —Estaba estática con la boca entreabierta y los ojos como platos cuando me vio. Noté que su labio inferior empezaba a temblar mientras intentaba pronunciar mi nombre.
Yo estaba a punto de tener un paro cardíaco, sentía calambres en las piernas y mi respiración estaba acelerada.
— Hye Ri —Musité suavemente —Hola Lee Hye Ri —Dije exactamente con el mismo tono acercándome lentamente hacia ella batallando contra mis acalambradas piernas.
— Jimin tú... ¿qué estás haciendo aquí? —Miró alrededor del salón —Eres tú, no puedo... no puedo creerlo.
La abracé con mucha delicadeza pero ella no me devolvió el gesto. Estaba a punto de llorar mientras enredaba mi nariz en su cabello. Había sido osado tocarla, había sido súper atrevido abrazarla pero estar un año sin poder siquiera acariciar su cabello había sido peor que abstenerme a las drogas.
Abstenerme a las drogas no me dolía en el pecho. Estar sin Hye Ri era punzada tras punzada.
— Te he extrañado tanto —Dije con la voz entrecortada —He venido a estar contigo y a pedirte perdón. Lo siento tanto Hye Ri. Quiero estar contigo —La apreté más hacia mí —Cielos... Si no me perdonas lo entenderé pero... Lo siento, lo siento.
Disculparme era lo único que había hecho desde que empecé a enviarle las notas y ahora mi boca no dejaba de repetir aquella frase. Estaba tan arrepentido, me sentía tan idiota.
Ella levantó sus brazos lentamente y me correspondió al abrazo escondiendo su rostro en mi hombro.
— Eres tú de verdad —Dijo suavemente —Después de cuatro meses —Buscó mi mirada y noté sus ojos llorosos —Estás aquí, Park Jimin —Tomó mis mejillas y me escrutó con la mirada —¿Por qué me has hecho esto... por qué me dejaste así?
— Lo siento. Sé que hice todo mal —Me salió la voz ronca. Tomé sus manos y deposité suaves besos en ellas —Pero estoy aquí para arreglarlo.
Hye Ri me observó durante unos segundos con el ceño fruncido y los ojos cristalizados mientras yo le daba besos a sus manos.
— ¡Cielos, Jimin! —Se soltó bruscamente de mí y salió casi a trote del salón.
La seguí sin perder tiempo y logré alcanzarla en el patio trasero de los dormitorios de chicas. Allí había una entrada para los estudiantes.
— Por favor Hye Ri, escúchame —Pedí tomando su brazo y girándola hacia mí —Sé que esto puede ser extraño pero necesito que me escuches.
— ¿Has estado dos semanas aquí y hasta ahora te veo? ¿Ah, profesor Dorian? —Dijo con sorna zafándose.
— Si me escuchas te diré todo sin poder excusas. Seré totalmente sincero conmigo pero por favor —Rogué —Dame una oportunidad. No estuviera aquí si no quisiera tenerte de vuelta.
— Tú... —Dudó unos segundos antes de hablar —¿Serás totalmente sincero? ¿Me dirás por qué hiciste lo que hiciste? —Suavizó la expresión.
— Te lo prometo —La acerqué hacia mí hasta quedar a pocos centímetros de su rostro.
— No quiero llamar la atención Jimin —Dijo ella separándose —Vamos a mi dormitorio. Allí podremos hablar con tranquilidad.
— ¿No estará Cassie allí?
— Espera un momento.
Hye Ri marcó al número de Cassie para saber a qué hora regresaría al campus.
— No hay problema. Le he dicho que estás aquí y me dijo que como es viernes no dormirá esta noche en la universidad.
— ¿Es así? Entonces...
— Vamos —Dijo jalándome del brazo.
Terminamos en su dormitorio al cual entramos sin hacer mucho ruido. Por suerte no había nadie en el pasillo cuando pasamos por ahí así que no le causaría problemas a Hye Ri por tenerme allí.
— Listo. Puedes sentarte en donde quieras —Dijo ella recostando su espalda a la puerta —Excepto en la cama de Cassie. Es obsesiva con eso de tenerla tendida.
Me senté entonces en su cama y me quedé observando un rato el espacio en donde ella había hecho vida durante un año. Mientras tanto, Hye Ri no se movía de su posición y me seguía con la mirada.
— Estás hermosa —Dije clavando mi mirada en su rostro —Tu cabello... Incluso tus mejillas ahora están más rosa.
— Debe ser el clima —Sus mejillas se tornaron más rosa —Entonces... ¿me contarás por qué estás aquí y...
— Sí. Pero quiero empezar diciendo que no hubo un solo día en el que no pensara en ti —Ella entreabrió los labios y bajó la mirada —Te pensé mientras comía, antes de dormir y cuando me levantaba, cuando estaba enojado por no poder verte, cuando tenía ganas de abrazarte en la cama, cuando miraba tu pupitre desocupado e imaginaba tu apartamento vacío.
Ella levantó de nuevo la mirada y se quedó de pie a pocos metros de la cama donde estaba sentado escuchando atentamente todo lo que tenía que decirle.
— Si me preguntaban por ti era lo mismo que me echaran sal a la herida y por un tiempo aguanté.
Recordé todas las veces que me dije a mí mismo que podía superar la distancia y que todo marcharía bien.
— Pero luego tus ausencias se hicieron cada vez más crónicas. Tu nombre en los labios de los demás me era ajeno como si ellos supiesen más de ti que yo. Empecé a dudar de mí... de ti. Tuve tanto miedo de que ya no me amarás.
— Nunca debiste... —La silencié levantando mi dedo índice.
— Me pediste que fuera honesto. Escúchame por favor —Pedí —Te veía feliz aquí como si nada te faltara. Como si ese agujero que yo tenía en el pecho por tu ausencia no te afectara a ti. Mi cerebro me hizo tantas veces dudar de lo nuestro que acabé por convencerme que ya no te hacía falta —Bajé la mirada avergonzado —Y entonces me perdí... Me cegué a mí mismo con la idea de que no me extrañabas y que lo mejor era irme de tu vida. Desaparecer poco a poco... Dejarte ser feliz.
— Jimin —Musitó ella suavemente acercándose a tomar mis mejillas con sus manos y obligarme a mirarla.
— Sé que suena a excusa pero no tengo nada más que decirte. Esa fue la razón por la que me distancié. Me volví egoísta y estaba enojado, dolido, sólo podía pensar en que estarías con alguien más pronto y que yo no encajaría en tu vida.
— Nunca debiste —Dijo ella con la voz quebrada agachándose a la altura de mi rostro —Yo tampoco dejé de pensar en ti ni un día. De hecho, aquí me tienes escuchando todo lo que te callaste durante un año —Se dibujó una sonrisa triste en sus labios.
— Toqué fondo —Desvié la mirada de sus labios —Había conseguido entrar en el taekwondo y distraerme, incluso tenía una amiga a la que le hablé mucho de ti. A veces iba a Morezt y hablaba con Nam sobre lo mucho que te extrañaba pero luego... Todo se fue al demonio y nada me quedó. Ni siquiera tú —Me mordí el labio inferior y la volví a mirar —Así que tomé una decisión.
— ¿Cuál? —Preguntó casi en un susurro.
— Venir por ti. Tú eres la persona que quiero a mi lado y donde me hallo. Podría caerse el mundo a mí alrededor pero teniéndote a ti todo es diferente. Eres tú Hye Ri... —Tomé su rostro entre mis manos acercando mis labios a los suyos —No hay nadie más, no hay nada más excepto tú.
— Jimin —Susurró ella con la voz rasposa haciendo que mi cuerpo se estremeciera.
— Eres tú con esos ojos tan bonitos, tus mejillas ahora más rosadas, tu cabello negro... Tus labios —Me acerqué hasta quedar a pocos centímetros de besarla. Ella no hacía nada para impedirlo —Tu sonrisa, la manera en la que me haces perderme por completo. Me estaba volviendo loco —Fui bajando gradualmente la voz —Me estoy volviendo loco... —Mi aliento chocó contra el suyo y seguidamente nuestros labios se unieron en un beso.
Hye Ri se levantó del suelo y pasó sus piernas por encima de mi cadera quedando sentada sobre mí. Aferré mis brazos a su espalda mientras la besaba y ella enredaba sus dedos en mi cabello.
Por un rato aquellos besos desesperados estuvieron bien pero luego sus manos buscaron mi franela, las mías su pantalón. Estar un año sin poder tocarla no era más que un castigo de los peores; mientras que tenerla ahora sobre mí me hacía olvidar cualquier momento triste de mi vida.
— Te amo Park Jimin —Repetía ella una y otra vez con la voz casi desvanecida mientras que yo correspondía a todas sus caricias con delicadeza.
Su cabello negro bañaba mi pecho y su oído estaba pegado a mí escuchando los latidos de mi corazón que no se calmaban desde el momento en que la vi. Yo jugaba con un mechón de ella mientras que con la otra mano hacía dibujos imaginarios en su hombro desnudo, blanco como las nubes.
— ¿Por cuánto tiempo vas a quedarte aquí? —Preguntó ella levantándose un poco para poder mirarme a la cara.
— No he comprado ticket de regreso. Estaré aquí hasta que tú lo estés —Dije mirando cada rincón de su rostro —Estás hermosa —Musité haciéndola sonreír.
— No dejes de decirlo. Extrañé mucho escucharte —Se acurrucó de nuevo a mi pecho y la abracé con suavidad por miedo a romperla.
Nos quedamos un rato en silencio en esa posición. Ambos contemplando la compañía del otro sin esbozar ni una sola palabra.
No fue hasta que su celular empezó a sonar que nuestra burbuja se rompió y ella se levantó de la cama y respondió la llamada tras colocarse mi camisa a medio abotonar.
— No, no regreses —Dijo entre risas —Duerme fuera hoy y... Tráeme algo para desayunar mañana. Para dos personas —Pidió.
— ¿Era Cassie? —Pregunté recostándome sobre un brazo mientras la miraba. Se veía increíble vistiendo mi camisa nada más.
— Sí. Hoy tenemos el dormitorio para los dos —Dijo ella con timidez mientras se recogía el cabello.
— ¿Le has pedido desayuno incluso para mí?
— No, te equivocas. Son dos raciones para mí —Dijo sentándose en la cama y pellizcando levemente mi nariz —Obviamente es para ti, tonto.
— Gracias —Sonreí tan ampliamente que casi me empezaron a doler las mejillas.
Hablamos de todo mientras ella acariciaba mi mejilla. Le conté que Cassie y Jackson me habían ayudado, que durante varios meses estuve a prueba para entrar a trabajar en Oxford y que ahora vivía a unos treinta minutos de la universidad en un apartamento que había rentado. El sueldo era bueno y con los ahorros que había traído me alcanzaría.
Hye Ri me preguntó por Lobito pero le mentí diciéndole que se había quedado en Corea. Ya le daría la sorpresa.
— Quisiera verlo —Dijo haciendo puchero —Pero será cuando regrese a Corea.
— Todos te extrañan. Incluso Suga.
— Sí, me lo hace saber cada semana por un mensaje o una llamada. No puedo creer que se vaya a casar.
— Al fin alguien domó a la bestia. Deberíamos darle un premio a Sunhari —Bromeé ganándome unas cosquillas de su parte por llamar bestia a Suga.
— Te he extrañado tanto —Murmuró ella luego de unos segundos —Gracias por volver.
Yo acaricié su mejilla y me levanté de la cama, ella me miraba extrañada mientras yo hurgaba algo en mi pantalón.
— ¿Qué es eso? —Preguntó curiosa cuando le extendí la nota —No puede ser.
Era la nota que ella me había dejado antes de irse. La misma que tenía la inscripción de spring day y la misma que me pidió abrir cuando estuviera dispuesto a dejarla ir.
— Nunca la abriste.
— Dije que nunca lo haría. Nunca tuve intenciones de dejarte ir —Comenté volviendo a la cama sentándome detrás de ella enredándola entre mis piernas y recostando mi mentón sobre su hombro.
— Gracias —Repitió pasando los dedos sobre la escritura —Ten, ábrela ahora —Pidió pasándomela.
— ¿Qué? ¡No! —Dije alarmado —Ni se te ocurra.
— Por favor –Insistió —Luego de eso podremos tirarla si quieres.
La miré dubitativo y luego de verla suplicarme con la mirada tomé la nota. La abrí con muchos nervios y finalmente leí lo que durante un año estuvo escondido bajo aquella inscripción.
Spring day
No me dejes ir.
No te rindas, por favor.
Espera allí un poco más...
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