30
Hye Ri.
Tres rosas blancas había traído para él.
— ¿Estás lista? —Preguntó Nam Joon antes de bajarnos del auto mientras me miraba con serenidad, dándome a entender que él estaba ahí para apoyarme.
El lugar al que me había pedido ir con él antes de ir al supermercado con Tae era el cementerio, venimos a visitar la tumba de mi padre.
Nam había localizado al hermano de mi papá para que le diera la dirección de donde se encontraban sus restos –tal y como había mencionado que haría seis días antes-, Tae y Tami se habían quedado en Moretz mientras que nosotros habíamos venido a dar el último adiós.
— Estoy lista —Dije tomando la perilla de la puerta.
Nunca creí que tan joven tendría que enfrentarme a la muerte de una de las personas más importantes en mi vida, ese tipo de cosas se supone que las tienes que vivir cuando eres adulto y ya tienes una familia, sólo así podrías estar un poco "preparado" para decirle adiós a tu papá, por ejemplo.
Pues no ocurre así en muchos casos.
Todo el día había estado lloviendo y por eso la hierba del cementerio estaba húmeda y el ambiente tenía un particular olor a tierra mojada.
— Si ésta dirección es correcta debería ser por aquí —Dijo Nam leyendo el pequeño pedazo de papel donde tenía anotado el número de la urna.
Ambos nos habíamos vestido para la ocasión. Él vestía un pantalón negro y una camisa blanca con corbata mientras que yo tenía un vestido negro bastante rectangular, y aunque luciera de negro en el exterior estaba segura que por dentro mi sangre se había vuelto azul de tanto llorar y sentirme triste.
— Es por aquí —Nam me ayudó a no pisar un pequeño charco de agua que se nos interponía.
Caminamos unos pasos más hasta que dimos con una pared llena de diferentes urnas pequeñas donde reposaban los restos de decenas de personas. En esa ala, allí quedaba lo último de mi papá.
Me acerqué lentamente hasta la vitrina que me señaló Nam, repasé el lugar con la mirada mientras me acercaba hasta que por fin quedé frente a frente con nuestra vitrina.
— ¿Quieres que te deje a solas? —Susurró Nam mientras miraba por encima de su hombro y se rascaba la nariz.
Nos habíamos cruzado a otras personas visitando a sus familiares mientras transitábamos por el cementerio pero en esa área sólo estaba yo, quizás porque era una de las más alejadas.
— Unos minutos, por favor —Pedí mientras sostenía las rosas delante de mí y las colocaba con cuidado cerca de la urna de color cobre, allí donde estaban sus cenizas.
Al lado de la urna había una fotografía de mi papá sonriendo sentado en nuestro comedor. Recordaba esa foto, la había tomado mi mamá una navidad.
— Estaré cerca, llámame cuando hayas terminado —Dijo Nam Joon retirándose y dejándome sola.
Me quedé de pie mirando la fotografía fijamente, pensando en lo triste que era ahora verla como el último recuerdo de mi papá, aquel recuerdo ahora en lugar de hacerme sonreír me haría entristecer.
— Ha pasado un tiempo papá —Musité suavemente como si temiera que alguien me fuera a escuchar.
La verdad es que yo nunca había sido de las que le tomaban mucha importancia a los funerales y a los cementerios, de hecho, hasta ahora que me toca enfrentarme con esta realidad siempre creí que era tonto tener que llevar flores a una tumba, a una urna, después de todo no había nada allí salvo huesos o cenizas.
Pero ahora...
Pero ahora, incluso si mi papá no me escucha, esta sería la única oportunidad que tendría para decirle todo aquello que durante dos años guardé.
— Te he extrañado mucho, ¿sabes? —Dije con una leve sonrisa que esbocé con tristeza —Después de que te fuiste ese día creí que volverías para la noche, incluso te quería mostrar que me habían aceptado en la universidad —Bajé la mirada mientras jugaba con la tela de mi vestido —Pero no llegaste.
"Hye Ri, ¿por qué tienes miedo? Eres la mejor estudiante que conozco" –Me había dicho el día que iba a presentar el examen de admisión.
"Porque tengo miedo, soy miedosa papá".
"Pero muy inteligente y el miedo no supera a la inteligencia si no lo dejas".
Él había confiado en mí desde el principio y por eso cuando me enviaron el correo con la noticia de que me admitían lo primero que deseé fue mostrárselo.
Pero nunca se enteró de que entré o de lo buena que era o que soy... Ni se enterará.
— Cuando entendí que te habías ido y que nos habías abandonado a mamá y a mí, me enojé mucho. Estuve varias semanas enojada contigo pero luego toda esa rabia se transformó en tristeza —Volví a clavar la mirada en su fotografía —Y en lugar de maldecirte entonces empecé a llorar por ti.
Sólo que en ese entonces lloraba con la esperanza de que volvieras, ahora lloro porque sé que no lo harás.
— Pero nunca volviste y te culpé porque mi mamá empezó a odiarme con todas sus fuerzas. Te culpé... —Mi voz ya empezaba a quebrarse notablemente —Porque no me defendías de Eric, te culpé tantas veces que pensé —La primera lágrima rodó —Que te arderían los oídos de lo mucho que te nombraba —Me reí con ironía.
Y aún así, si lo culpaba o lo lloraba no había ni un solo día que no pensara en él.
— Pero ahora me culpo a mí, papá —Una lágrima se sumaba a otra más, hasta que sin darme cuenta hablaba entre balbuceos inentendibles y el pecho me dolía, me oprimía casi hasta dejarme sin aire —Me culpo por no haberte buscado y quedarme lamentándome de mí misma —Me sequé el rostro con el dorso de mi mano —Tuviste que pasar por todo eso tú solo.
Seguramente había pensado en mí, había llorado por mí y me había extrañado mucho. Estoy segura de que hasta en su último suspiro, mi papá, el mejor súper héroe de todos había pensado en mí.
— Y ahora no te puedo traer de vuelta —Dije enojada llevándome las manos a la cara conteniendo la rabia de gritar con todas mis fuerzas —¡No puedo traerte de vuelta para decirte lo mucho que lo siento! –Grité con ira dejándome caer sobre mis rodillas —¡No puedo! ¡No puedo! No pue...—
La mano de Nam Joon cayó sobre mis hombros, estaba a mi lado agachado en el suelo palmeándome con suavidad.
— No me merecía a alguien como tú —Sollocé aún con el rostro entre mis manos —Y tú necesitabas que yo te acompañara hasta que no pudieras más... Seguramente estabas asustado y lloraste mucho, mientras que yo te culpaba —Clavé mis uñas contra mi piel en un intento por disipar de alguna forma la ira que sentía pero Nam tomó mis manos y me abrazó.
— No tienes que hacer eso —Dijo acariciando mi cabeza —No le va a gustar que te lastimes.
— Soy lo peor —Musité suavemente mientras él negaba con la cabeza.
— Eres la mejor, tu papá siempre lo supo y siempre lo sabrá Hye Ri —Dijo ayudándome a levantarme —Ahora sólo debes hacerlo sentir orgulloso con las cosas que hagas —Miró la vitrina —Promete que lo harás —Tomó mis manos entre las suyas y las subió hasta la altura de su rostro —Promételo Hye Ri.
Volví a mirar la fotografía grabando cada pedazo de ella para tenerla por siempre guardada en mi memoria y recordarla en los momentos en los que sintiera que no puedo seguir. La miré una y otra vez hasta que me sentí un poco más tranquila y menos triste, como si aquella sonrisa me dijera que todo iba a estar bien.
— ¿Lo prometes? —Preguntó Nam Joon buscando mi mirada.
— Lo prometo —Miré la foto —Lo prometo —Y ahora a Nam.
— Entonces es hora de que vuelvas a casa y te prepares para todo lo que tienes que hacer, yo voy a estar contigo ¿sí? Y Tami y el desastroso también.
Asentí.
— Y Jimin. Él también —Dijo con una leve sonrisa.
— Y Jimin... —Repetí suavemente.
— Entonces vamos —Dijo pasando su brazo por mis hombros —Antes de que llueva aún más.
— ¿Hye Ri?
Mi madre estaba de pie en el camino de vuelta cerca del ala donde estaba la urna de mi padre, vestía un impermeable negro, la sonrisa cansada y un par de rosas blancas en las manos.
— ¿Hye Ri? ¡Hye Ri! —Dijo abriendo los ojos y caminando rápidamente hacia mí.
— ¿Mamá? —No me dio tiempo de reaccionar porque se abalanzó a mis brazos.
Nam Joon se separó bruscamente de ambas.
— Te espero en el auto —Caminó de vuelta con las manos en los bolsillos sin siquiera girarse.
— Viniste también —Dijo ella tomando mi rostro entre sus manos y noté que tenía los ojos llorosos.
— Ya me iba mamá —Aún me dolían los ojos por llorar —Ya me iba...
— ¡No! No puedo hacer esto sola Hye Ri, acompáñame por favor.
— Mamá...
— Vamos —Intentó tirar de mi brazo de regreso pero me opuse.
— Lo siento mamá, pero lo que vayas a decirle a papá que quede entre ustedes —Le retiré el agarre con suavidad —Sea que le vayas a pedir perdón o que vayas a llorar por él —Dije finalmente y me giré sobre mis talones.
— Hye Ri, por favor —Pidió ella tomándome de nuevo —Por favor... —Me miraba con ojos suplicantes —Regresa a casa.
Me quedé paralizada aún con su mirada clavada en mí.
La palabra casa había perdido significado hacía dos años y lo había ganado nuevamente ahora que estoy junto a Nam Joon y los demás.
— Regresa conmigo, por favor... Te necesito. Regresa a casa —Volvió a pedir aún sosteniendo las rosas en su mano.
— Eso estoy haciendo, mamá —Le sonreí delicadamente —Estoy regresando a casa —Miré por encima de mi hombro y señalé en dirección a donde había caminado Nam —Él y otros más se han encargado de hacerme sentir como en casa —Solté de nuevo su agarre y empecé a caminar en dirección contraria.
— ¡Hye Ri! —Mi madre se había quedado con la expresión pasmada —¡Hye Ri, por lo menos prométeme que irás a visitarme! ¡Hye Ri! —Gritaba.
Haré el intento —Quise decirle.
O quizás no...
Después de todo, no tenía nada que me hiciera feliz allí.
***
Jimin.
Perder a Hye Ri no había hecho nada más a parte de mantenerme en zozobra, continuamente despertándome en la madrugada pensando en ella sin poder dormir tranquilo. Pero además de que ella se había esfumado como la espuma ahora estaba sin trabajo temporalmente.
— ¿Por qué no has ido a trabajar hoy, Jimin? —Preguntó mi madre llevándome el desayuno a la habitación —¿Te sientes mal hijo? Llevas días muy decaído y pálido —Tocó mi frente —¿Quieres que vayamos al médico?
— No —Tomé su mano y le di un beso —Estoy bien mamá, sólo me estoy tomando unos días de descanso.
Ella me miró sin creerse aquello pero no me arriesgaría a contarle todo lo que estaba pasando en mi vida en estos momentos.
— Está bien —Suspiró pesadamente y se sentó en la cama.
Yo estaba en mi escritorio ocupado escribiendo algunas cosas que se me habían ocurrido debido a lo que estaba experimentando estos días.
— ¿Has vuelto a escribir? —Preguntó curiosa con un atisbo de emoción en su voz.
— Digamos que sí —Dije reclinándome en la silla y girándome hacia ella.
Estar sin Hye Ri me ha llevado a refugiarme en el papel.
Porque en estos momentos no puedo refugiarme entre sus brazos como quisiera.
— ¡Eso es maravilloso Jimin! —Dijo casi aplaudiendo —¿Y a que se debe esta buena noticia? ¿La universidad te ha ayudado? ¿Son tus alumnos? ¿Es el...
— Hye Ri –Dije bajando la mirada —Es sobre ella —Tomé el escrito que había hecho la noche anterior y lo levanté —Esto es por ella.
— Ah... ¿Es así? —Se acomodó en la cama —¿Puedo leerlo?
— Quisiera pero no quiero que tal vez llores —Bromeé con la voz cansada volviendo a poner la hoja sobre mi escritorio.
— ¿Esa chica te está haciendo llorar?
— No, esa chica sólo me hace sonreír —Recordé la última vez que la había visto, menuda en el pasillo de la universidad mientras le daba mi suéter para que no tuviera frío y besaba su nariz helada por la lluvia —Pero las historias de amor siempre nos hacen llorar por más que te hagan sonreír.
— Estás muy enamorado de esa chica, ¿no es así? —Dijo lejos de sermonearme. En lugar de ello, de verdad estaba intentando apoyarme.
— Tanto como para hacer muchas locuras —Reí suavemente —Incluso le he escrito notas de amor, ¿no te parece infantil de mi parte?
— ¿Qué dices? —Preguntó soltando una carcajada —Si esos detalles son los que nos mantienen enamoradas a nosotras las chicas.
— Pero tú no eres una chica, eres una ahjumma —Bromeé haciendo que mi mamá se levantara y me pellizcara una mejilla.
— Incluso siendo una ahjumma sé que eres un buen chico y que esa niña se ha ganado el corazón de mi hijo y por lo tanto nadie le va a dar un amor más sincero que el tuyo —Dijo abrazándome y dándome un beso en la cabeza —Cuando estés listo puedes traerla a casa, yo estoy lista para pedirle disculpas.
— Gracias mamá —Dije sonriendo mientras ella me advertía que saldría a ver a una amiga.
Me quedé de nuevo pensando entre las cuatro paredes de mi cuarto qué iba a ser de mí sí seguía de esta forma. Esta mañana ni siquiera me había quitado la pijama o probado el desayuno.
Desde que me había levantado había estado escribiendo y tras romper una decena de hojas por fin di con algo que expresara lo que sentía.
Quiero respirar, odio esta noche,
quiero despertar, odio esta pesadilla.
Estoy atrapado dentro de mí y siento que muero.
No quiero estar solo,
solo quiero ser tuyo
¿Por qué está tan oscuro cuando no estás aquí?
Es peligroso lo mucho que estoy destrozado.
Sálvame porque no puedo controlar lo que siento,
escucha el latido de mi corazón, te llama cuando quiera
porque dentro de ésta negra oscuridad
estás brillando tan vivamente.
Dame tu mano, sálvame...
Necesito tu amor antes de caer.
Tienes 1 mensaje nuevo.
Me sobresalté y tomé el móvil pero pronto mi desánimo volvió a reinar.
De: Prof. Stevens
¿Puedes venir a la universidad? Ya me enteré.
Recibido 8:35 am ✓✓
***
Manejé hasta la universidad y aunque sabía que no debería estar allí hice caso omiso a la advertencia de la junta disciplinaria y fui directo hasta la oficina del profesor Stevens.
— Buenos días —Dije tocando suavemente la puerta, el profesor estaba delante de la fotocopiadora revisando unos papeles.
— Pasa Jimin, pasa y cierra la puerta —Me hizo señas con la mano para que entrara mientras él se sentaba en su escritorio —Siéntate, por favor.
Hice como me pidió y me senté en silencio.
— Dos cosas Jimin —Comenzó él viendo que yo no tenía ánimos de iniciar la conversación —Y las dos se tratan de Hye Ri, bueno más o menos.
— ¿Hye Ri? —Me recliné del asiento —¿Sabe dónde...
— Espera —Levantó la mano para que guardara silencio —No, no sé donde está esa chiquilla. Justamente esa es una de las razones por las que te cité. No sé en donde está, no la he visto en una semana y supongo que tú tampoco.
Negué con la cabeza y clavé la mirada en mis manos que jugaban con el cierre de mi suéter.
— Dios mío —Suspiró —Estoy muy preocupado, no sé donde podría estar y llamé a la casa de su madre pero nadie me responde aunque ella ya no vive allí pero...
— La he buscado en todos los lugares posibles pero no la encuentro.
— Sólo espero que esté bien —Suspiró de nuevo con tristeza —Ni siquiera se ha enterado que ha ganado el concurso a nivel de la universidad.
Seguí jugando con el cierre sin mirarlo a la cara.
— Jimin, mírame —Demandó.
Yo obedecí.
— La otra cosa por la que te llamé y que también tiene que ver con Hye Ri.
— La junta disciplinaria...
— La junta disciplinaria, así es. Me ha costado un montón convencerlos de que eres uno de los mejores profesores que esta cátedra puede tener y uno de los mejores alumnos que he tenido yo, sólo de esa forma sé que lograré que no se les pase por la cabeza echarte.
— Gracias profesor pero todo ha sido mi culpa.
— Jimin, escúchame. No estoy diciendo que no tengas la culpa, al contrario, debiste mantener lo suyo fuera de los pasillos y vaya que me tomó por sorpresa enterarme de que tú y Hye Ri tienen algo.
— Lo siento.
— Ya, ya. Lo que digo es... Yo no estoy en contra de si ustedes tienen o no algo, al contrario, me parece excelente, lo que te digo es que debiste tener cuidado. Ahora bien, no creo que te echen pero ya sabes que luego del período de evaluación tienes que mantenerte alerta —Se acomodó en su asiento y se arregló las gafas —Si Hye Ri aparece debes hacer lo posible por mantenerte en una relación estrictamente profesional, ¿vale? —Levantó una ceja dándome a entender que hablaba en serio.
— Lo haré profesor. Si es que aparece —Musité débilmente.
— Si es que aparece —Repitió él dejando las palabras en el aire.
En ese momento la puerta de la oficina se abrió, Kang entró con la intención de enseñarle unos papeles a profesor pero al verme se quedó paralizada con el ceño fruncido.
— Profesor Park pensé que estaba al tanto que...—
— Está al tanto, profesora Kang —Intervino el profesor Stevens —Yo lo mandé a llamar y le pedí permiso a la junta disciplinaria para que Jimin me ayude con un proyecto mientras está en su período de evaluación.
— Sí pero no puede estar aquí profesor, la junta fue clara...
— Fue clara al decir que usted lo supliría mientras lo evalúan pero nadie dijo que no podía pisar la institución y ya le dije que yo pedí un permiso especial para él, ¿eso aclara sus inquietudes? —Dijo severo.
— Uhm, pues... —Ella balbuceaba mientras me miraba con el ceño fruncido —Con permiso —Dijo girando sobre sus talones.
— ¡Profesora! —Llamó Stevens haciendo que se girara —La próxima vez toque la puerta y espere a que yo le indique que puede pasar.
Y con aquellas palabras por primera vez sentí que había logrado una pequeña victoria sobre Kang y su maldita prepotencia.
— Esta mujer cree que puede convertir esta cátedra en su terreno —Espetó con molestia —Pues se equivocó, si creía que te iba a perjudicar a ti o a cualquier otro está equivocada.
— Ya debe saber que fue ella quien...—
— Sí, la muy descarada no tuvo ni la decencia de ocultarlo. Dio tu nombre y el de Lee Hye Ri sin vergüenza alguna. Sólo deseo que vuelvas a tu puesto en dos semanas para ser yo mismo quien se haga cargo de su evaluación.
— ¿Usted la evaluará?
— Después de esto yo mismo quiero hacerlo. No puedo creer que entre colegas pasen estas cosas, no es ético ni moral. Sólo es una caprichosa.
Yo medité unos segundos y me sentí regocijado de repente porque alguien estaba de mi lado. Y no era cualquier persona, el profesor Stevens era muy querido y reconocido en la universidad desde hacía muchos años.
— ¿De verdad pidió un permiso?
— Ah, se me olvidó esa parte. Sí lo pedí —Se levantó a buscar una de las copias de la fotocopiadora —Aquí tienes, guarda la copia.
— ¿Y qué proyecto es ese? —Pregunté curioso.
— ¡Ajá! Uno muy interesante —Sonrió sentándose de vuelta —Tengo a mi cargo a un grupo de chicos de intercambio en el último año que están haciendo pasantías acá por ocho meses, son todos extranjeros.
— He escuchado algo de eso.
— Pues me vas a ayudar a corregir sus proyectos finales, tan sólo les restan dos meses aquí y necesito una mano y qué mejor ayuda que tú.
— Profesor me halaga pero eso es una responsabilidad muy grande.
— Sí, lo sé pero tienes que mantener la cabeza ocupada, no quiero que malgastes tus neuronas en la casa sin hacer nada. ¿Me vas a ayudar?
— Pues...
— Deja de dudarlo, chico. Puedes con eso y más, además así pensarás en otra cosa que no sea la chiquilla de Lee Hye Ri mientras tanto. No me vas a decir que esas ojeras que cargas son porque te quedas viendo dramas hasta la madrugada.
— Oh... —Me pasé la mano por la cara y sonreí apenado —Está bien profesor, cuente conmigo —Me levanté de la silla con la intención de retirarme —Lo haré lo mejor posible.
— ¡Así se habla! —Dijo con entusiasmo —Mañana te quiero aquí a las nueve como siempre —Yo asentí —Y Jimin... En caso de que Hye Ri aparezca...
— Lo sé.
Cautela.
***
Hye Ri.
— ¡Ven y dame un abrazo! —Gritó Tae cuando me vio cruzar la puerta de Morezt.
Él estaba enterado de dónde iríamos Nam Joon y yo así que supuse que pensaba que estaba triste y que dándome un abrazo iba a hacerme sentir mejor.
— Alguien dele un somnífero a este mocoso inquieto —Dijo Nam Joon alejándolo con un brazo de mí haciéndome reír.
— ¡Adivinen quién preparó el almuerzo de hoy! —Dijo Tami acercando la comida hacia la mesa —Siéntense antes de que se enfríe.
— Por la pinta, seguro fuiste tú cariño —Nam le dio un beso en la mejilla y se sentó.
— ¡Fui yo, hyung! —Se quejó Tae haciendo puchero.
— ¿Cocinas Tae? —Pregunté sorprendida.
— Bueno yo le di la idea a la noona y ella hizo la mayoría de las cosas —Confesó —Pero yo la ayudé, lo juro.
— Yo te creo —Dije palmeándole un hombro.
Cuando terminamos de comer Tami avisó que iría a hacer unas compras así que nos quedamos nosotros tres en Moretz.
Tae insistía en jugar con la consola de Nam pero éste último le advirtió que se la iba a esconder si no se ponía al día con la materia de la universidad.
— Después de que entregues todo lo que debes te dejaré jugar de nuevo, del resto ni siquiera sueñes con ella —Lo regañó cual hermano mayor.
—Hyung eres muy cruel —Chilló él haciendo puchero con cara de niño malcriado.
Yo me reí al ver a esos dos discutir de esa forma.
— ¿Y tú de qué te ríes señorita? —Nam se giró hacia mí. Era mi turno de ser regañada —Mañana te quiero en la universidad, es más, hoy deberías ir a tu apartamento a ordenar tus cosas.
— Y a buscar ropa limpia —Intervino Tae ganándose la aprobación de Nam.
— Exacto, a lucir como un humano decente —Nam se cruzó de brazos.
— Vale, vale hoy me iré —Dije rindiéndome.
— Yo también debería irme a mi casa —Dijo Tae —Ya tengo el bolso hecho, en un rato me voy.
— Al fin podré tener paz de nuevo —Suspiró Nam.
— Pero Hye Ri no —Se burló él —Me tiene que aguantar todos los días —Rió ampliamente mostrando los dientes.
— No me lo recuerdes —Dije yo —Pero... —Recordé que quería hacer algo antes de irme —Hay algo que quiero hacer antes de irme.
— ¿Y eso qué es? —Preguntó Nam Joon curioso.
— Quiero ver si... —Me mordí el labio por dentro —Si Jimin está con Suga.
— ¿El hyung cool? ¿El del pelo verde? —Preguntó Tae.
— Sí —Asentí —Sólo quiero pasar.
— Pero si lo vas a ver mañana seguramente Hye Ri —Replicó Tae.
— Pero... —Pero estaba buscando una excusa para verlo antes. Sentía que se lo debía.
De hecho se lo debes y mucho...
— Pues si tú crees que podría estar con su amigo ve, nadie te detiene —Dijo Nam encogiéndose de hombros.
— ¿Está bien si voy ya? —Pregunté dudosa.
Si por cosas del destino lo encontraba allí, ¿con qué cara le iba a pedir perdón?
— Está bien si vas cuando quieras, pequeña tonta —Dijo Tae desbaratándome el cabello.
— Entonces iré ya.
***
Llevaba un rato tocando la puerta de la casa de Suga pero nadie salía a recibirme.
— ¡Park Jimin! —Grité ahora tocando el timbre que recién descubrí escondido detrás de una planta alta que Suga tenía en la entrada —¿Hola? ¿Jimin? ¿Suga? ¡Jimin! —Llamé hasta que abrieron la puerta de golpe.
— ¡Ya, ya, ya! Pequeña insolente —Un Suga muy enojado se asomaba por la puerta —¿¡Por qué llamas a Jimin!? ¿No ves que el letrero dice Min Yoon Gi? —Dijo deletreando su nombre —¡Min Yoon Gi!
— ¿Jimin está aquí? —Dije pasando de largo hacia su casa.
— ¡Ya! ¡Ya Lee Hye Ri! —Gritó él desde el porche —¡Son tal para cual, entrando a mi casa sin permiso!
— ¿Estabas de viaje? —Pregunté haciendo caso omiso a su regaño mirando la maleta que estaba a un lado de su sofá.
— ¿Primero irrumpes en mi casa y ahora me espías? —Se cruzó de brazos.
— Bueno en realidad vine por Jimin.
— ¿No te acabo de decir que aquí vive Min Yoon Gi? ¡No sé en qué andan ustedes dos pero si están peleados o algo no creo que sea conveniente venir a acosar a su mejor amigo! —Levantó una ceja y se fue a buscar una cerveza en su refrigerador.
— De hecho...
— No te ofrezco cerveza porque te puedes emborrachar, ¿quieres agua? —Dejó de hablar cuando notó que yo estaba con la mirada gacha —¿Peleaste con Jimin? ¿Le dijiste que no querías ser su novia? —Se acercó hasta mí y me jaló por el brazo para que me sentara en la mesa de la cocina.
— No es eso.
— ¿Entonces? ¿Qué puede ser tan grave para que vengas así aquí? ¡Eh, mírame! —Dijo dándome un golpe leve en la frente con sus dedos —¿Y qué es eso que tienes en las manos?
Había traído el libro de Puuung forrado en una caja de regalo lila por si lo encontraba. Quería dárselo y decirle que quería hacer todas esas cosas con él.
— Es un regalo para Jimin, creí que si lo encontraba aquí podría dárselo y...
— Hye Ri, ¿qué pasó entre ustedes? —Suga no hablaba con la severidad de siempre, parecía uno de esos amigos dispuestos a escucharte cuando estás borracho.
— Pues, verás...
Escupí todo.
Desde el día que Jimin me había dejado en casa y me había pedido que fuera su novia hasta el día de hoy que había ido a visitar la tumba de mi padre.
— Seis días enteros sin saber nada de ti, eres una genio —Dijo frotándose las sienes —Siempre creí que Jimin sería quien se ganaría mi patada en el culo pero le estás haciendo competencia, mocosa.
— ¡Hey! —Repliqué.
— Hey nada, es decir, entiendo lo de tu papá pero Hye Ri esas cosas no se hacen. Jimin es alguien que se preocupa mucho y estoy seguro que ahorita ya se debió haber ahorcado en su cuarto —Dijo volviendo a golpearme en la frente.
— ¿Y tú dónde estabas?
— Estaba de viaje por eso no sabía nada. Si lo hubiese sabido probablemente lo habrías encontrado aquí en pijama comiendo helado y llorando viendo telenovelas mientras pensaba en ti.
Bajé la cabeza apenada y entristecida de pensar en lo que le hice pasar esos días.
— Créeme sé que necesitamos tiempo a solas de vez en cuando pero no nos desaparecemos de la faz de la tierra. La gente se preocupa, sobretodo si te llamas Park Jimin y en lugar de un corazón tienes un malvavisco en el pecho.
— ¿Tú crees que... que Jimin haya llorado?
— ¿Por ti? ¿Por qué no sabía nada? Sí, estoy muy seguro de eso.
— Dios mío —Musité suavemente llevándome las manos a la cara.
— Tranquila, también ha llorado por mí cuando me enfermé y estuve hospitalizado una semana –Se encogió de hombros —Sólo que a diferencia de ti, él no se ha enamorado de mí así que debe dolerle más lo tuyo.
— No me ayudas... —Musité en voz baja.
Nunca hubiera querido hacerle algún daño a Jimin pero sumida en mi propia tristeza no me detuve a pensar en la de él.
— ¿Cuándo pretendes buscarlo?
— Mañana iré a la universidad.
— ¿Y crees que vaya a ir? No lo sé, quizás no vaya o quien sabe.
— No sabría entonces como encontrarlo Suga, vendría llorando a tu casa pidiéndote que me ayudes.
— Y seguramente yo te ayudaría —Musitó con amargura —Porque no soporto verlos a ustedes dos, ¡par de idiotas! —Fue subiendo la voz gradualmente —Llorando el uno por el otro por gusto, ¡cielos! —Se alborotó el cabello.
— Suga...
— ¿Qué? —Él estaba cruzado de brazos —No vayas a llorar que yo no sé cómo consolarte.
— No es eso —Repliqué —¿Recuerdas aquella vez que me pediste que te prometiera que iba a cuidarlo?
Suga dejó de cruzar los brazos y ahora me miraba seriamente.
— Lo recuerdo.
— Pues lo prometo —Dije segura —Si aquella vez lo dudé era porque no sabía que Jimin me quería tanto como yo a él pero ahora... Estoy segura.
— ¿De qué?
— De que estoy enamorada de él y que haría cualquier cosa por verlo sonreír.
No dijo nada de inmediato y se quedó mirándome pensativo hasta que finalmente se levantó del asiento y fue hacia una pequeña estantería con libros que tiene en su sala y regresó de vuelta con un libro.
— ¿Park Jimin? —Pregunté curiosa al ver las iniciales de la portada del libro.
— No sé si lo sabías pero él escribe increíble. Hace años escribió ese poemario y aunque desde hace un tiempo no lo hace, me gustaría que si vas a cuidarlo como prometiste conozcas cada parte de él —Dijo abriendo el libro a la mitad y pasándome un papel que estaba escondido entre las páginas.
— ¿Qué es?
— Antes de irme de viaje se quedó a dormir aquí, justamente el día que te pidió ser su novia, llegó gritando y brincando como un niño. Lo vi esconder esta nota antes de irse a dormir y como curioso que soy...
— Chismoso.
— ¡Ya! —Se quejó —Como curioso que soy la leí. Es para ti.
¿Es así el amor? ¿Tan bonito como ella?
¿Sin nubes grises, sin truenos ni lluvia?
Si es así, quiero quedarme en su sonrisa
y si es posible para siempre...
La apreté contra mi pecho como si fuera a clavarla en mi corazón.
— Ahora vete a tu casa Hye Ri, vete a tu casa y léela muchas veces. La nota, el poemario. Ve mañana a clases y si lo encuentras pídele disculpas, dile que lo quieres y que sí quieres ser su novia.
Yo asentí lentamente.
— Ahora eres de mi equipo —Dijo con una sonrisa ladeada —Así que vete y mañana hazlo sonreír.
***
Nam Joon.
— ¿No te sientes un poco solo? —Preguntó Tami cuando estábamos en la barra atendiendo a los clientes.
Hye Ri y Taehyung ya se habían ido, esta noche estábamos sólos Tami y yo haciéndonos cargo del bar.
— Ni lo menciones cariño —Respondí dándole un beso en la mejilla.
— ¿Qué tal el asunto del cementerio?
— Como lo pensé. Hye Ri era una bomba que necesitaba estallar o se iba a morir de tristeza.
— Ya veo. Menos mal la llevaste —Dijo ella limpiando algunos vasos de cristal.
— Sí, el problema es que se consiguió a su madre allá.
— ¿Y qué pasó? —Detuvo su labor y me miró preocupada.
— No sé de que hablaron, seguí de largo. Sabes que no puedo ver a esa mujer más de dos segundos porque quiero empujarla al Río Han para que se ahogue.
— ¡Nam Joon! ¡No digas esas cosas! —Dijo pegándome en el hombro.
— ¡Está bien! ¡Está bien! ¡Ouch!
Tami se fue a atender una de las mesas mientras que yo me quedé en la barra haciéndome cargo de algunos pedidos y hablando con el bartender nuevo que habíamos contratado recientemente porque necesitábamos ayuda extra.
— ¿Me enseñas luego a preparar ese trago?
— Claro Nam, cuando quieras —Respondió —Mira, ahí te llegó uno... —Señaló con la barbilla hacia detrás de mí.
— Me tienes que estar jodiendo —Dije al mirar que en el último asiento de la barra estaba ese pelinaranja —Esto debe ser una broma, ¡Dios! ¿Por qué me metes tanta presión? —Miré hacia el techo buscando una respuesta divina.
— Cariño, ¿viste quién... —Tami vino casi corriendo cuando notó que Jimin estaba saludándonos desde su asiento.
— Sí —Dije sirviendo un Jack Daniels, el trago que Jimin siempre pide —Ahora con permiso, tengo un papel de hermano mayor que cumplir con ese mocoso.
Sabía que Jimin venía a hablar.
A hablar de Hye Ri.
— ¿No te piensas cambiar el color de cabello? —Le pasé el trago y él lo recibió brindando.
— Hoy venía dispuesto a no beber pero ya que me insistes.
— Tú no bebes, sólo te tomas un Jack Daniels y con eso pasas la noche.
— Hombre precavido —Bromeó —Y no, aún no he pensado en un color mejor.
— El negro no te vendría mal, pareces un incendio forestal.
— Estoy que quemo Morezt.
— Ja ja, recuérdame no contar con tus chistes nunca.
Él sonrió en silencio y probó su trago.
— ¿Qué te trae por aquí Jimin? Te noto decaído, ¿estás buscando a Mary Lee? —Dije intentando subirle el ánimo.
Negó con la cabeza.
— Estoy bien y no, no la estoy buscando aunque te confieso que ella es muy divertida pero hoy sólo la haría enojar con mis chistes malos.
— Posiblemente.
— ¿Seguro que estás bien? Hombre, yo no te creo.
— ¿Sabes qué? Tienes razón —Suspiró —Estoy hecho una mierda.
Y aquí entra en juego Hye Ri.
— ¿Te animas a contarme? —Le hice señas al bartender que me sirviera un trago a mí y me pasé hasta el asiento al lado del de Jimin.
— Pues mira Nam... Estoy así por una chica, ¿cliché, no?
— Sólo es cliché si me dices que estás en un triángulo amoroso.
— No, no —Sonrió él levemente —Nada de eso, sólo estoy enamorado de ella y de nadie más.
— ¿Y...
— El problema es que llevo casi siete días sin saber de ella. Bueno, no sé si lo sabes pero soy profesor en una universidad y la chica es mi alumna.
— Wow —Dije fingiendo sorprenderme —Qué osado Jimin.
— Sí bueno, no nos llevamos mucha diferencia de edad realmente.
— Así que... ¿no sabes nada de nada sobre ella desde hace días?
— No —Dijo con tristeza —Y justamente un día antes de que desapareciera le pedí que fuera mi novia. Yo creo que se arrepintió y decidió huir de mí. Después de todo mírame, soy un desastre ¿no? -Sonrió ladino.
Le di un trago a mi bebida y me mordí el labio por dentro.
— Pues yo creo que aparecerá pronto, seguro pasó algo en su casa o tuvo algún problema y tuvo que solucionarlo por sí sola, ¿no crees? —Repliqué —Y no eres un desastre como crees.
— No lo sé. A estas alturas no sé nada –Se encogió de hombros mientras se afincaba del mesón —Sólo espero que no se haya arrepentido de decirme que sí.
— Ya —Le palmeé el hombro —Si es una buena chica no se va a arrepentir. Después de todo, nadie rechaza a las personas que de verdad valen la pena.
— ¿Te refieres a mí? —Bromeó —Gracias, no sabía que me estimabas.
— Idiota, yo intentando animarte y tú bromeando.
— Sí bueno... —Suspiró —Pero mis problemas no se acaban con ella.
— ¿Ah no? ¿Qué más te ha pasado?
— Pues... Una profesora nueva en la universidad que me odia con toda su alma nos vio...
— ¿Haciendo qué?
Te voy a matar si me entero que la toqueteaste Park Jimin.
— Nada, sólo la abracé y...
— Ah —Suspiré aliviado y él me miró confundido —Continúa, lo siento.
— Y le contó a la junta disciplinaria sobre eso. Estoy suspendido unas semanas hasta que decidan si echarme o no por relacionarme con una alumna.
Hye Ri no sabe nada de esto y estoy seguro de que se va a sentir más culpable de las desgracias de Jimin cuando se entere.
— Joder pero que profesora tan hija de puta.
— Ni me lo digas —Brindó él —Es una mujer muy mala.
— Bueno ya sabes que no puedes andar abrazando chicas por los pasillos.
— Sí —Rió —Debo andar con cautela —Se terminó el Jack Daniels y se levantó para sacar su billetera.
— Oh no, nada de eso. Va por la casa.
— ¿Cuándo empezarás a cobrarme los tragos?
— Nunca, ahora anda vete a tu casa a dormir y a pensar en qué le dirás a esa chica cuando la veas.
— Sí, bueno con respecto a eso yo...
— Jimin —Llamé mirándolo fijamente —Escúchala antes de juzgarla, ¿vale?
Él entreabrió los labios sorprendido.
— Vale —Asintió y se despidió.
— ¿Y bien? —Preguntó Tami.
Le sonreí y le di un corto beso en los labios.
Espero haberte sido de ayuda Hye Ri.
***
Hye Ri.
— ¡Corre, corre! —Me iba diciendo a mí misma mientras entraba a la facultad.
Iba un poco tarde porque el despertador no sonó esta mañana, así que cuando por gracia divina me desperté eran las ocho y cuarenta.
Me puse un vestido amarillo con unas converse negras porque era lo más rápido y sencillo que encontré, me recogí el cabello con un prendedor de un lado y salí lo más rápido posible con dirección a la universidad.
A las 9 me tocaba clases con Jimin, lo iba a ver pero no sabría que decirle.
No importa, lo importante es que lo vas a ver.
— ¡Lee Hye Ri! —Llamó Tae cuando me vio en el pasillo —¿Te has revisado la cartelera del concurso? ¿¡Y por qué vas tan de prisa!?
— ¿Qué? —Hizo que retrocediera hasta donde estaba él —¡El concurso! —Recordé acercándome hasta la cartelera que estaba al comienzo del pasillo.
Tae me siguió.
— ¿¡Qué!? ¡Tae, gané! —Grité brincando de felicidad.
— ¡Eres la mejor! —Dijo él abrazándome y brincando conmigo —Ahora tienes que darle duro a las otras universidades.
— Bueno eso va a estar un poco difícil —Dije rascándome la nuca —Pero daré lo mejor —Intenté darme ánimos.
Papá donde quiera que estés, espero estés orgulloso.
— ¡Joder Hye Ri! Ya son las nueve, vamos —Dijo tomándome de un brazo y jalándome hasta el pasillo -Todos están en el salón menos nosotros.
— Tae, espera —Me detuve en seco cuando vi que Jimin estaba saliendo de la oficina del profesor Stevens.
— Hye Ri pero no tienes tiem... —Tae se detuvo gradualmente cuando notó que Jimin nos miraba, específicamente que la mano de Tae sostenía mi brazo.
Luego paseó su mirada hasta mí y no sabría decir si estaba a punto de llorar, a punto de gritar o simplemente de asesinarme con la mirada. Sólo permanecía allí, con sus ojos confundidos recorriendo mi rostro y brincando de mis ojos y mi boca hasta mis pies.
— Ji...
Sin siquiera acercarse a mí Jimin bajó la mirada y se dio media vuelta para caminar en dirección contraria.
— ¿Qué le pasa? —Dejé con la pregunta en la boca a Tae y empecé a correr tras Jimin.
— ¡Jimin! —Grité intentando captar su atención pero él no se giraba.
Estábamos cerca de mi salón cuando vi que la profesora Kang lo saludó y reanudó la marcha hacia el salón.
— ¡Jimin! —Yo lo volví a llamar y capté la atención de Kang.
— ¡Señorita Lee Hye Ri, a clases por favor! —Dijo ella desde la puerta pero yo la ignoré.
Alcancé a Jimin y lo tomé por la manga de la franela que llevaba puesta haciendo que se girara hacia mí.
— Jimin —Dije recobrando el aliento —¿Por qué me ignoras? ¡Perdón! ¡Perdóname! Lo siento mucho, de verdad, yo tengo que... Tengo que explicarte tantas cosas.
Pero lo primero que quisiera decirte es que te quiero más que a mi vida y que te extrañé.
Miró mi mano sobre su brazo y la retiró hacia un lado mientras miraba por encima de mi hombro, quizás a la profesora Kang, quizás a los que estaban allí para presenciar mi lamentable disculpa.
— Lo siento Hye Ri, no tengo tiempo para ti ahora mismo. Deberías ir con Taehyung, quizás él si lo tenga.
— ¿Qué? ¿Por qué... —Entreabrí los labios mirándolo con miedo.
Sabía el por qué de su actitud y de hecho no tenía nada que reprocharle.
— Nos vemos —Dijo caminando lejos de mí.
No te vayas Jimin.
Yo estaba de pie en medio del pasillo, mirando al suelo pensando en que me merecía esto y más. Queriendo decirle tantas cosas pero sabía que no podía, él tenía razón y yo no.
Mínimo merecía que me maldijera por ser tan egoísta y dejarlo así. Máximo debió haberme dicho que no me quería más y romperme el corazón en pedacitos.
Pero en lugar de quedarme cabizbaja y aceptar que lo había arruinado grité. Grité lo que desde hacía días quería decirle y no pude.
— ¡Mi respuesta es sí! —Apreté los puños y grité con todas mis fuerzas para que me escuchara, para que le quedara claro y nunca lo olvidara.
Él se detuvo unos segundos sin mover un sólo músculo.
Yo sentía el corazón en la boca.
— ¡Sí quiero, Park Jimin!
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