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24


Hye Ri.

Mi madre entró a la cafetería junto a Lucas quien no dejaba de sonreír al verme, la verdad aunque me fastidiara infinitamente la presencia de mi mamá por lo menos ver al pequeño aminoraba la desagradable sensación que tenía en el estómago cada vez que la veía.

— ¿Estás aquí sola, Hye Ri? —Preguntó mi madre mientras se sentaba en el puesto de la mesa frente a mí, justo donde iba Tae —Lucas ven y siéntate a mi lado —Le ordenó.

Lucas negó con la cabeza y siguió sentado en mis piernas.

— No —Dije dubitativa y con miedo. Mi madre era de las que siempre juzgaba a mis amigos y a mí me llamaba perra cuando me veía con un chico. Aún no terminaba de perder ese terror de decirle que estaba con alguien —Estoy con un compañero de la universidad —Comiendo helado, lógico que va a pensar que es mi novio.

Noté que desvió la mirada hacia la copa de helado que había frente a ella y suspiró pensativa antes de hablar.

— Es bueno que te distraigas de vez en cuando de los estudios —Fue lo que dijo volviendo el rostro hacia mí.

— Vaya —Solté sin pensar —Creí que me insultarías o algo parecido —Dije con vergüenza mientras acomodaba a Lucas en mis piernas.

Ella no dijo nada y sólo empezó a jugar con la cucharilla que había usado Tae para comer su helado. Lucas por su parte no dejaba de mirar los restos de mi helado y pedirle a mamá que le comprara uno.

— No hay helado, Lucas —Dijo ella haciendo que el pequeño pataleara.

— ¡Jiri! ¡Yo quiero helado! —Lloriqueaba.

Sabía que mi mamá no era de las típicas madres que sacan a pasear a sus hijos a comer helado o una hamburguesa, si no lo había hecho conmigo mucho menos lo iba a hacer con Lucas, así que decidí comprarle un helado al niño.

— Yo se lo compro, mamá —Dije sacando mi billetera.

— ¡Sí! —Gritó Lucas con los puños al aire irradiando felicidad.

— ¿Lista para irnos? —Escuché la voz de Tae alzarse entre nosotras.

Levanté la mirada y ahí estaba Tae sonriente.

— Tae —Musité y dirigí mi mirada hasta mi madre que tenía la suya clavada en mi amigo.

— Tú debes ser el amigo de mi hija —Se atrevió a decir mi madre levantándose de la mesa para saludarlo.

Tae ahora no sonreía y sólo me miraba con el ceño fruncido confundido por lo que estaba pasando.

— Soy Kim Taehyung —Se presentó educadamente aún sin quitarme la mirada de encima.

— Kim Taehyung... —Repitió ella pensativa.

Hubiese deseado que Tae inventara un nombre o que ella no supiera de su existencia, lo único que podía pensar en que esa mujer podía dañarlo de alguna forma y eso era lo menos que quería.

Hasta ese punto mi mamá había logrado que la detestara, hasta el punto en el que no quisiera que supiera nada de mi vida, nada. Que no supiera el nombre de mis amigos, de mis mascotas, de mi novio, de mis futuros hijos. La quería fuera de mi vida.

— Tae, ¿puedes llevar a este pequeño a comprarse un helado? Es mi hermanito y se llama Lucas –Pedí mientras frotaba el cabello del pequeño —Elige tu favorito —Le dije cerca de la mejilla y le di un beso.

Lucas asintió emocionado y tomó la mano de Tae.

— Muy bien amigo, vamos por ese helado —Tae le sonrió ampliamente y siguieron hasta el mostrador.

Gracias Tae.

— Parece un buen chico —Dijo mi madre mientras se sentaba de nuevo. Escucharla decir eso fue lo que colmó mi paciencia.

— Mamá, deja las tonterías y dime de una vez qué quieres —Su actitud de buena madre ahora después de tantos años no me gustaba para nada, sobre todo porque sabía que todo era una farsa.

— ¿A qué te refieres, Hye Ri?

— ¿A qué me refiero? —Pregunté tratando de contener mi enojo y mordiéndome la mejilla por dentro para no gritarle —¿De cuándo acá tú diciendo eso de alguno de mis amigos? ¿Desde cuándo me preparas el almuerzo y me lo llevas a la universidad? —Preguntas, preguntas y más preguntas —¿Eric te hizo algo y por eso ahora actúas así conmigo? Porque la verdad me cuesta creer que luego de 19 años empieces a actuar como una madre.

Y no me dolía decirlo, me había dolido en el pasado todo lo que ella me había hecho pero lo que más me hería a medida que crecía era su indiferencia, su ausencia incluso aunque viviéramos en la misma casa.

— Si estás buscando algo en particular dímelo de una buena vez y deja de jugar conmigo —Culminé mirándola directamente a los ojos aunque sentía que las manos me temblaban y las mejillas me ardían.

Ella no respondió inmediatamente y sólo le miró con cierta decepción en sus ojos, decepción que me hacía preguntarme si de verdad estaba jugando conmigo o quería recuperarme.

— Ay, Hye Ri... —Se llevó las manos a la cara —Sé que te hice tanto daño pero aún así soy tu madre, ¿no? No me trates así, hija —Estiró su brazo por la mesa hasta tomar mi mano.

Yo seguí con la mirada lo que hacía y noté como sobaba mis dedos.

— La verdad es que —Me miraba con tristeza —Hay algo que debo decirte —Sus ojos parecían a punto de derramar lágrimas —Pero no sé cómo hacerlo y siento que sólo te lastimaría más y no quiero verte mal ahora que estás tan... Bien —Dijo calmadamente.

Retiré mi mano de su agarre y la coloqué entre mis piernas.

— Dímelo. He pasado por cosas mucho peores, seguramente podré lidiar con esto —Dije decidida aunque nerviosa.

Me miró mientras se mordía el labio inferior dubitativa y luego suspiró.

— Te lo diré otro día, sólo te pido que me dejes verte un poco. Ahora que no estás en casa y Adam tampoco las cosas han cambiado mucho. Todo es tan... —Desvió la mirada hacia la ventana —Frío.

— Siempre lo fue —Respondí de mala gana. Ella se giró y clavó la mirada en mí sorprendida —La única vez que hubo calidez en esa casa fue cuando estaba mi padre. Eric es un maldito iceberg y tú sólo eres un barco que se estrelló contra él por gusto hundiéndonos a mí y a Adam —Apreté los puños y me levanté de la mesa —Y posiblemente a Lucas.

Tae y Lucas ya venían de regreso a la mesa.

— Pero sobre todo a mí —La miré con tristeza y tomé mi bolso —Nos vemos mamá.

Ella tenía los labios entre abiertos y cuando notó que Tae se aproximaba a la mesa se aclaró la garganta.

— Cuando quieras decirme lo que tengas que decirme llámame y hablaremos. Del resto, no te quiero volver a ver —Me acerqué hasta Lucas que estaba muy concentrado en su barquilla de chocolate y le di un beso en la frente —Nos vemos, campeón.

— ¿Ya te vas? —Lloriqueó con su voz de bebé —¿Cuándo vienes a casa Jiri?

Miré rápidamente a mi madre y luego volví a concentrar la mirada en el pequeño.

— Pronto —Mentí —Le diré a mamá para vernos aquí y te compraré otro helado.

Él sonrió aceptando mi tregua y corrió hasta la mesa.

— Adiós, mamá.

Tae me siguió hasta la salida luego de despedirse educadamente de mi madre con una reverencia.

— ¡Hye Ri! —Llamó a mis espaldas.

Yo caminaba rápido sin hacerle caso.

No quería que viera lo mal que estaba por culpa de ella y también por lo culpable que me sentía al haber dejado a Lucas en esa casa de locos.

Cuando eres niño lo menos que quieres es tener unos padres que se pelean a cada rato, sólo quieres tranquilidad y no tener que despertarte a cualquier hora de la madrugada por los gritos y los golpes. Yo había tenido que ver eso dos años enteros pero ya estaba grande, podía lidiar mejor con ello. Pero Lucas era muy pequeño, él no podía escaparse como yo, sólo podía gritar y llorar para ganarse una buena nalgada por parte de Eric si estaba muy obstinado.

Yo quisiera sacarlo de allí pero eso no era posible, al menos no por ahora. Si apenas había empezado a vivir yo, a tratar de llevar una vida normal como estudiante universitaria, ¿cómo pretendía hacerlo con un niño? Aunque demás está decir que Eric nunca me lo dejaría a mí.

— ¡Hye Ri! —Tae me alcanzó por el hombro y me dio vuelta quedando cara a cara —¿Qué fue eso de hace un minuto?

No me atrevía a mirarlo a la cara.

— Por favor Tae, no preguntes y vámonos —Pedí suavemente como un niño que acaba de ser regañado.

Tae quiso preguntar algo más pero en lugar de eso me hizo caso y asintió.

— Está bien —Dijo desordenando mi cabello —Pero cuando quieras hablarlo, no dudes en hacerlo conmigo.

Levanté la mirada y le dediqué una sonrisa ladeada.

— ¿Lo prometes? —Preguntó levantando el meñique al aire —¿Aunque Jimin se ponga celoso de vernos hablando?

— ¿Por qué nombras a... —Refunfuñé.

— Hye Ri —Carraspeó y movió su dedo insistentemente.

— ¡Ah! —Entrelacé mi meñique con el suyo —Está bien, lo prometo.

Gracias a Tae lo que pudo terminar con una escena de llanto por mi parte, acabó en una promesa. Una promesa y muchas, muchísimas risas.

***


Jimin.

Llegué a la casa dando un portazo y con la única intención de hablar seriamente con mi madre. Jin estaba en la sala leyendo un cómic acostado en el mueble y al verme de tan mal humor se levantó de prisa.

— ¿Qué te pasa, Jimin? —Me siguió hasta la cocina mientras yo buscaba enfáticamente a mi madre.

— ¿Dónde está mamá? —Pregunté caminando hacia las escaleras —¡Mamá! —Grité.

— Está en su cuarto, pero ¿por qué estás así? —Preguntó Jin preocupado siguiéndome.

Krystal se asomó desde la baranda de las escaleras.

— ¡Mamá! —Volví a llamar —Tengo algo que hablar con mamá.

— ¿Qué pasa Jimin? —Mi madre se asomó desde el piso de arriba mientras se acomodaba la bata que traía puesta —Estaba viendo la novela.

Yo me quede a medio caminar en la escalera.

— Baja, tenemos que hablar —Dije con la voz neutral —Es urgente.

— ¿Qué pasa? ¿Qué tienes? —Se alarmó ella bajando rápidamente las escaleras.

Jin me miró confundido y me tomó por el hombro.

— ¿Qué estás haciendo?

— No te metas, hyung —Me senté en el mueble de la sala mientras veía bajar a mi madre por las escaleras con el rostro preocupado.

— Hijo, ¿pasó algo? —Se acercó hasta mí y tomó mi rostro con sus manos.

Yo la miré con el ceño fruncido y tomé sus manos quitándolas suavemente.

— Hyung, por favor déjanos solos —Pedí —Y tú también —Me dirigí a Krystal que estaba en la base de las escaleras.

Ambos hicieron como pedí y se retiraron dejándonos solos a mi madre y a mí.

— Jimin, ¿qué tienes? —Se sentó en el otro mueble.

La miré con el ceño fruncido unos segundos antes de empezar a hablar.

— Mamá, hace poco cuando estuviste en la universidad no me dijiste que habías hablado tanto con el profesor Stevens —Comencé lentamente.

— ¿Por qué quieres hablar de eso? —Preguntó ella incómoda —No te dije porque no me pareció importante.

— Ya veo —Musité por lo bajo —Tienes razón, eso no es importante pero... —Que hayas hablado con Hye Ri sí lo es —No me dijiste tampoco que hablaste con mi alumna.

Mi madre se incorporó en el asiento sin mirarme a los ojos.

— ¿Qué alumna?

— Mamá... —Llamé suavemente buscando su mirada —No me mientas. La alumna de la que te hablé hace un tiempo, la de las tutorías —Ella rodó los ojos.

— Ya te fue con el chisme, ¿no? —Estaba a la defensiva —¿Sabías que esa niña se escapó de su casa, Jimin? Ella no es buena influencia para ti, su propio padre fue a buscarla a la universidad —Dijo enojada levantándose del mueble.

¿Qué el padrastro de Hye Ri qué?

— Detente mamá —Yo también me levanté del sillón mientras intentaba que me escuchara.

— ¡No Park Jimin! ¡Esa mocosa no es buena influencia, no le vas a dar clases!

— Así que sí sabías de quién estaba hablando —Dije un poco molesto porque me mintió.

Ella guardó silencio y me miró con recelo.

— ¿Viniste con ese escándalo sólo para hablarme de esa... —Arrugó la cara —Vagabunda.

— ¡Mamá! —Grité severamente —No la llames así.

Me miró sorprendida y se llevó una mano al pecho. Jin corrió escaleras abajo y mi madre se aferró a su brazo.

— ¿Por qué le gritas a mamá, Jimin? —Preguntó hyung enojado —¿Qué les pasa a ustedes dos?

— Esa chica no es buena para ti, hijo —Empezó a sollozar mi madre —No quiero que pase lo mismo otra vez.

Sentía que mi sangre hervía al ver que mi madre nunca me dejaba explicarme, que sólo se escondía en el pasado y sólo recordaba al Jimin que yo quería borrar de mi memoria por completo.

— Mamá, Hye Ri no es ninguna vagabunda —Dije calmadamente —Y también sé por qué se escapó de su casa...

— Un momento, ¿tú lo sabías? —Recriminó ella.

Asentí.

— Ese hombre que fue a la universidad es su padrastro y es un desgraciado —Apreté la mandíbula con tanta rabia que podía partirme los dientes —Pero tú le creíste, ¿no?

— Ay Jimin, para los hijos los padrastros siempre son unos desgraciados —Dijo intentando restarle importancia al asunto —¿Qué cuento te metió en la cabeza?

Me sentí frustrado y herido. ¿Por qué ese hombre había ido justo cuando mi madre estaba en la universidad? ¿Por qué la buscaba luego de lo que le había hecho?

— No son cuentos mamá —Aún apretaba la mandíbula y tragaba con dificultad de la rabia que tenía —¿Sabes por qué Hye Ri se fue de esa casa? No, no lo sabes, ¿no es así? Conociéndote, seguramente ni siquiera dejaste que hablara.

— Jimin, respeta a mamá —Dijo Jin.

— No, hyung. Necesito que mamá entienda por qué la estoy defendiendo —Alegué desesperadamente —Ese bastardo... esa escoria de hombre, ¿sabes lo que le hizo? —Estaba a punto de quebrarme, mi voz era casi un hilo.

Pensar en lo que ella tuvo que pasar me dolía, tanto como si me abrieran con un bisturí el pecho. Seguramente las demás personas eran como mi madre, no la escuchaban, no oían lo que Hye Ri tenía que decirles y por eso no había podido pedir auxilio mientras estuvo en esa casa.

— La golpeó, la golpeó justo aquí —Me señalé el rostro donde Hye Ri había sido golpeada, donde le había visto el hematoma —Con sus propias manos la golpeó y le dejó un hematoma que yo mismo vi.

Mi madre se llevó las manos a la boca y Jin entreabrió los labios igual de sorprendido.

— Piénsalo mamá —Noté mis ojos empañados —Una chica de 19 años siendo golpeada por su padrastro y a quien nadie le cree, a la cual nadie la ayuda —Sentí la primera lágrima resbalar por mi mejilla derecha —Y aún así esa chica va a la universidad y es una de las mejores de la clase, intenta dar lo mejor de sí en nuestras tutorías —La segunda y la tercera lágrima rodaron —Esa chica intenta sonreír todos los días...

Y luce tan hermosa cuando lo hace que me parte el alma verla de otra forma.

— Imagínate lo horrible que debió ser que tuvo que huir de allí. Incluso el profesor Stevens notaba que algo raro le sucedía y me envió a su casa a buscarla —Me limpié el rostro con una mano —Y ese hombre me botó a patadas de la casa diciéndome que ella se había escapado.

Y me siento tan culpable de haber pensado en ese momento que Hye Ri era una chica desastrosa.

— Y pensé lo mismo que tú, que chica tan irresponsable —Me costaba decirlo —Pero luego de conocerla, luego de darme cuenta en qué clase de mundo vivía fue que... —Desvié la mirada. Mi madre no había dicho nada hasta ahora, sólo lloraba en silencio —Por eso es que no puedo dejarla sola —Dije mirándola con una tenue sonrisa ladeada —Y no quiero dejarla sola... Porque esa chica es increíble.

Mamá se llevó una mano a la cara y negó con la cabeza suavemente.

— Mamá —Llamó Jin —Tienes que escuchar a Jimin —Pidió mientras se acercaba hasta mí y me abrazaba.

El abrazo de hyung hizo que el resto de las lágrimas que tenía retenidas se resbalaran de mis ojos.

— No puedo dejarla aunque me pidas que no le de clases —Continué —Incluso ella no fue la que me contó que ustedes hablaron, fue el profesor Stevens quien lo hizo.

Mi madre se limpiaba las lágrimas lentamente con el dorso de sus manos.

— ¿Qué quieres que te diga, Jimin? —Preguntó —¿Cómo iba a saber todo esto? —Se acercó hasta mí mientras me tomaba ambas manos —¿Tú crees que es fácil pensar en que vuelvas a caer por una chica dañada? ¿Ah?

Yo seguía llorando.

— No puedo imaginármelo —Dijo besando mis manos.

Jin nos miraba en silencio.

— Todo este tiempo he intentado olvidarme de ese Jimin, mamá —Me pesaba el alma, odiaba que ella me lo recordara, que me abriera siquiera una posibilidad de que podía volver a pasar —Pero tú sólo lo sacas a relucir cada vez que puedes, cada vez que hablamos veo esa mirada en ti —Arrugué la nariz —Esa mirada que no confía en mí y que teme que vuelva a ser un adicto a la heroína.

De reojo noté que Krystal abrió los labios sorprendida desde el pie de la escalera. Ella también se había asomado desde hacía rato a causa de los gritos.

— No hijo, no es así, yo...

— Mamá —La detuve —Estoy cansado, estoy harto de recordar lo que pasó y me siento culpable por todo lo que te hice pasar a ti, a hyung y a Suga pero es algo que no podré revertir nunca. Pasó y no se puede hacer nada.

Ella había vuelto a llorar en silencio mientras me miraba con suma tristeza y negaba con la cabeza.

— Pero lo que sí puedo hacer es pasar la página y sólo puedo lograrlo si tú confías en mí —Tomé sus manos y las llevé a mi mejilla humedecida —Y con personas que me quieran a mi alrededor —Miré de reojo a Jin —Y con personas a las que yo quiera a mi lado... —Pensé en ella, irremediablemente pensé en Hye Ri.

— Jimin —Mi madre me abrazó fuerte.

— Y lo quieras o no una de esas personas es ella, mamá —Esbocé una sonrisa leve —Es Lee Hye Ri.

***


Hye Ri.

El martes en la mañana no había podido ir a la universidad porque estaba enferma, tenía mucho dolor de cabeza hasta el punto que no quería salir de la cama a menos que hubiese un terremoto.

La noche anterior me había quedado en Morezt con Nam Joon y Tami para poder contarles de la sorpresa que mi madre me había dado en la universidad y luego en la heladería. Esperé hasta hoy para poder decirles todo ya que anoche había caído como muerta del sueño.

— ¿Dos veces en un solo día? Eso está como raro, ¿no, cariño? —Le preguntó a Tami mientras me llevaba el desayuno a la cama.

Nam Joon no decía nada, estaba de pie cerca del mueble meditando con cara de pocos amigos.

— ¿Nam Joon? —Insistió Tami.

— Ah, sí —Se espabiló —Hye Ri, no me gusta nada que tu madre ande merodeándote. Algo quiere, de eso estoy seguro —Se cruzó de brazos —La próxima vez asegúrate de estar acompañada como hiciste en la heladería, no podemos confiar en que no ande con Eric y estén planeando algo raro.

— Así es, Hyeri. Que Tae te acompañe siempre, ¿sí? —Tami me acarició el rostro —Ahora desayuna y tómate esto para que te mejore ese dolor de cabeza —Me dejó el desayuno encima de las piernas.

— También puedes decirle a Jimin que te acompañe cuando Taehyung no pueda —Dijo Nam Joon intentando averiguar si habíamos arreglado las cosas —¿Ya te arreglaste con él?

De hecho, estamos mejor que nunca.

— Ajá —Me metí un bocado a la boca —Sí, yo le digo —Asentí con seriedad disipando cualquier sonrojo que pudiera asomarse en mis mejillas.

— Ya veo —Respondió él levantando una ceja.

— Ah... Quería decirte algo —Cambié rápidamente la conversación —Sé que ya te genero suficientes molestias

— No digas eso, tonta. No lo haces —Me dio un pequeño toque en la frente con sus dedos —¿Qué necesitas?

— Eh, quiero pedirte trabajo en Morezt —No quería que todo lo que comía o vestía corriera por cuenta de él. Ya bastaba con que me pagara el apartamento donde vivía y que Tami me acompañara a hacer el mercado —Los fines de semanas si se puede, sé que es horario nocturno pero yo me las arreglaré.

— Hye Ri no necesitas trabajar, de verdad.

— Pero quiero hacerlo —Insistí decidida —Quiero pagarte de alguna forma y creo que ayudando aquí es lo mejor.

Se llevó una mano al mentón mientras lo pensaba detenidamente.

— ¿Estás segura? ¿Y qué tal que Jimin aparezca por aquí y te vea? —Preguntó algo preocupado —¿Cómo le vas a... explicar que ahora trabajar aquí y que Mary Lee desapareció?

La verdad no había pensado en eso. No había pensado en que Jimin pudiera volver a Morezt buscando a Mary Lee, sobre todo después de aquel beso.

— Pues... —Había dejado de pensar en Mary Lee estos días y se supone que la última vez que lo había hecho había llegado a la conclusión de hacerla desaparecer —Ya veremos, yo me las arreglaré —Dudaba que lo hiciera pero ahora mismo tenía otros problemas que atender.

Mi madre por ejemplo.

— Está bien, Hye Ri —Suspiró —Este sábado comienzas, harás lo mismo de siempre, ayudarme con los clientes.

Yo sonreí victoriosa y me tomé la pastilla para la migraña que me había dejado Tami.

— Seré la mejor empleada —Levanté un pulgar.

— Sí, sí. Ahora descansa un rato más antes de irte a tu casa.

Nam Joon me dejó sola porque tenía que salir con Tami a hacer algunas diligencias, yo me comí el desayuno y me acosté un rato a descansar esperando que la pastilla me hiciera efecto.

Una o dos horas después la vibración de mi teléfono me despertó de la siesta.


De: Jimin

¿Por qué no viniste?

Recibido 10:45 am ✓✓


Me senté de golpe en la cama con el corazón acelerado. Ahora Jimin me escribía a mí, preguntaba por mí.

Pensé en decirle la verdadera razón por la que no había ido pero no quería sonar como una debilucha que se saltaba las clases por un dolor de cabeza, así que no le respondí y dejé el teléfono a un lado.

Cerré los ojos de nuevo mientras me relajaba escuchando la lluvia por la ventana y sintiéndome mejor del dolor.

— Demonios —Me sobresalté cuando mi teléfono empezó a sonar —¿Jimin? —Me estaba llamando, me estaba llamando y yo odiaba hablar por teléfono.

Mis nervios al hablar eran mil veces peor sabiendo que quien me estaba llamando era él.


"¿Diga?" —Respondí nerviosa tomando una gran bocanada de aire —"¿Jimin?"


"Hye Ri, por qué no has venido hoy a clases? ¿Te ha pasado algo? ¿Te sientes mal"


"Jimin, Jimin..." —No me dejaba hablar.


"He estado escribiéndote pero no me respondes y..."


"Jimin, cállate. Sólo me duele la cabeza" —No pude evitar acurrucarme en el mueble sonrojada por lo tierno que era escucharlo preocupado por mí.


Se hizo un corto silencio entre nosotros y creí que se había molestado conmigo.


"Dame la dirección de tu casa"


"¿Qué? No, de ninguna manera Jimin. Estoy bien—


"Si no me la dices le preguntaré a tu amigo tallarín".


Rayos, no podía decirle que estaba en Morezt.


"Jimin, estoy bien. Nos vemos mañana en clases".


"Lee Hye Ri, no me vayas a colgar. No te atrevas" —Amenazó causándome risa.


"Si me atrevo" —Reí —"Adiós".


Me llevé el teléfono al pecho mientras sonreía lentamente como cualquier adolescente enamorada.

¿De verdad habría venido si le hubiese dado la dirección? Si tan sólo... Si tan sólo no hubiese estado en Morezt se la habría dado.

Y quién sabe, todo hubiese acabado con un segundo beso.


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