17
Jimin.
— ¿Ya terminaste de lavar tu alma? —Preguntó Suga cuando me vio salir de la ducha con la toalla amarrada a la cintura.
— No fue exactamente mi alma lo que lavé, ¿te muestro? —Dije fingiendo que me iba a quitar la toalla.
— ¡Ya, ya, ya, ya! —Él cerro los ojos y se levantó de la cama —Ni se te ocurra hacer eso o te juro que te lo corto, Park —Caminó rápidamente hasta la cocina.
Yo me quedé un rato más en su habitación poniéndome ropa limpia mientras pensaba en que hasta hace horas me encontraba tan borracho que no podía ni levantarme y que fue Hye Ri quien se hizo cargo de mí.
Qué vergüenza que la chica que me gusta me haya visto en esas condiciones... Y peor aún si supiera la razón.
— Jimin, ¿¡será que te apuras y me cuentas!? No creas que se me ha olvidado —Gritó Suga desde la cocina.
— ¡Voy, voy! —Le respondí entre gritos también y me apresuraba en subirme los jeans negros con las rodillas rajadas.
No sabía cómo me sentía con respecto a que Hye Ri me hubiese cuidado, por un lado estaba feliz de que anoche ella se hubiese encargado de mí y no me hubiese abandonado pero por otro... ¿Ya no confiará en mí por verme así? ¿Le causaré repulsión? Mil preguntas me invadieron de repente.
Pero había una en particular que me estaba cocinando el cerebro.
— ¡Hyung! —Corrí hasta el mesón de la cocina donde estaba Suga.
— Casi me haces botar el agua del café —Se sobresaltó —¿Qué quieres y por qué tienes esa cara? —Preguntó obstinado.
— Me dijiste que Hye Ri estuvo aquí, ¿no?
— Sí —Respondió sin muchas ganas —Y ya te dije que te cuidó y que los conseguí con los dedos entrelazados como un par de tontos y que me gritó como una salvaje porque yo no estaba ahí para cuidarte —Dijo con amargura mientras me servía una taza de café.
— Sí, ella puede tener cierto carácter... —Solté una sonrisita.
— Dios mío Park, ¿es así de salvaje todo el tiempo? ¿Te ha golpeado y te ha averiado algo para que tengas esa cara de tonto cuando la nombras? —Suga me miraba con su típica expresión de hermano mayor.
— ¿Qué dices hyung? —Respondí con una carcajada —¿Cómo se te ocurre? Lee Hye Ri no es violenta, sólo es un poco malhumorada, así como tú.
— Por favor, no me compares con ese pequeño ratón enjaulado, gracias —Pidió dándole un sorbo al café —Y bien, aparte de que te gusta y todo eso, ¿por qué me preguntas por ella?
— Ah... hyung, quería saber si te dijo como es que me encontró.
¿Cómo es que Lee Hye Ri me había hallado? Lo último que recordaba es que había llegado a Morezt y luego de allí todo se vuelve confuso.
— Deberías revisar tu teléfono, Park —Respondió él encogiendo los hombros —Esa chica dijo que le enviaste un mensaje equivocado.
— Equivo... ¿¡EQUIVOCADO!?
Rápidamente corrí hasta la habitación en donde estaba el pantalón que había usado el día anterior y donde estaba mi teléfono.
— No, no, no, no. ¡Joder! —Dije cuando abrí el último mensaje que había enviado.
— ¿Qué pasa, qué estupidez hiciste? —Preguntó Suga recostado del marco de la puerta.
Le pasé el teléfono para que leyera el mensaje.
— Joder Jimin, ¿de verdad? —Dijo él lanzándome el teléfono —¿Mary Lee? ¿Cómo es que tienes un don para joder las cosas así?
— ¿Ahora qué voy a hacer?
— La verdad, decirle que eres un idiota.
Rodé los ojos y me senté en la cama con la cabeza entre las manos.
— No sé por qué demonios escribí eso, ¿¡estaba tan loco anoche!? Ni siquiera tengo el número de Mary Lee. Además Hye Ri va a pensar que tengo novia o algo así... —Me tiré en la cama boca arriba —Sí, definitivamente soy un idiota.
— Llevo más de ocho años diciéndotelo.
— No me ayudas, hyung —Refunfuñé.
Él se acercó hasta mí y se sentó a mi lado.
— ¿Entonces te gusta Mary Lee a.k.a la loca de la peluca rosa o Hye Ri a.k.a el pequeño ratón enjaulado?
— Qué creativo eres, hyung —Dije girando la cabeza hacia él —Me gusta Hye Ri, punto.
Suga abrió los ojos como platos.
— Ni siquiera vacilaste, ¿estás seguro que no te golpeó en la cabeza?
Me reincorporé en la cama.
— Estoy seguro de que no me golpeó.
— ¿Y te seguiste viendo con la chica de la peluca? —Retomó él —Porque para escribirle eso...
— ¡Hyung! Ya te dije que no sé por qué lo escribí —Respondí ofendido —Y sí, la vi una vez más y es muy linda pero con ella no siento esto... —Me llevé una mano al pecho sintiendo mi corazón latir con rapidez —Es decir, me gusta hablar con ella y quisiera conocerla un poco más porque me parece interesante pero te juro que no hay más nada, en serio, hyung.
Suga me miró como intentando descifrar si le estaba siendo sincero.
— Yo te creo, ahora tendrás que hacer que Hye Ri lo haga —Terminó.
— ¡Dios! —Me volví a echar boca arriba —Con tantas cosas que tiene en la cabeza y ahora tiene que lidiar con mis idioteces.
— Te lo digo, que eres idiota...
— ¿Tú crees que le gusto? —Pregunté con cierto desespero.
Hasta ahora nunca lo había pensado pero, ¿yo, gustarle a Hye Ri? Por favor.
— ¿Por qué me lo preguntas a mí? —Preguntó Suga un poco alterado —Pregúntale a ella, Dios, que no soy tu cupido.
— Sí, tienes razón, ¿por qué habrías tú de saberlo? —Dije con cierta decepción —Hyung, creo que a estas alturas debo contarte algo.
— ¿La razón por la que bebiste así anoche? —Me miró con severidad.
— Eh... eso te lo contaré en un rato, pero primero siento que debo decirte esto.
Suga me miró con atención y asintió.
— Hye Ri es una chica muy inteligente.
— Eso ya me lo has dicho.
— ¿Ah, sí?
— Como una docena de veces.
— Ah... Bueno, la verdad es que ella... —¿Le decía o no le decía? —Ella tiene problemas en su casa, hyung.
Suga se levantó de la cama y se cruzó de brazos clavando su mirada en mí.
— No, no, no. No tiene problemas como Eunhi, lo prometo —Negué con las manos.
— ¿Entonces qué clases de problemas tiene, Park?
— Es su padrastro que es un abusivo y la maltrata —Solté con tanta amargura que podría jurar que mi lengua sabía a limón.
— ¿Pero qué... —Suga frunció el ceño con horror y su cara se congestionó enseguida —¿Pero qué cojones, Jimin? ¿¡Y tú no has hecho nada!? ¿¡Cómo vas a dejar que siga viviendo en esa casa!?
El tema del maltrato a la mujer era algo delicado para Suga pues su madre había sido víctima de eso en el pasado.
— Ya, espera —Dije haciéndole señas de que se calmara —No había hecho nada porque no estaba seguro hasta que... El otro día vino con un golpe en su cara.
— Qué cojones, no puede ser, dime cuándo le vas a partir la cara que yo voy contigo —Dijo sumamente afectado, lo notaba en su rostro y en su forma de hablar tan amenazante.
— Obviamente intenté hacer que me dijera la verdad pero esa mocosa no soltó nada y asumí que era por el miedo que tenía.
— ¡Es más que obvio que no te iba a decir! ¿Sabes lo que sujetos así le hacen a las mujeres por abrir la boca?
— Hyung, cálmate. Lee Hye Ri ya no está viviendo en esa casa —Dije para intentar tranquilizarlo. —Ella misma me dijo que se mudó y que ahora está bien.
— ¿Estás seguro de eso, Jimin? ¿Cómo lo sabes, conoces su nueva casa o algo así? ¿Alguien puede dar fe de eso?
La respuesta es no.
— Yo confío en su palabra, Suga —Lo miré directamente a los ojos —Y te juro que voy a asegurarme que esté bien, sólo necesito acercarme más a ella, Hye Ri no es alguien que te abra su vida de buenas a primeras.
— Puedo entender el por qué —Refunfuñó.
— Además mi madre, Jin y tú no querían que me entrometiera con chicas problemáticas, ¿no? Por eso tampoco te había contado.
— ¡Park Jimin! —Llamó severamente —Una cosa es una puta que se droga porque le da la gana y la otra es una chica cuyo padrastro la golpea en la cara.
Por supuesto que son dos cosas diferentes, por supuesto que...
— ¿Jimin? —Llamó preocupado al ver que bajé mi rostro y me llevé las manos a él intentando ocultar mis lágrimas —¿Qué carajo, por qué lloras? —Se acercó y me descubrió la cara —¿Qué pasa?
— Esa puta, hyung... —Dije sollozando —Esa puta de Eunhi —Era la razón por la que había bebido anoche —Está muerta.
Anoche cuando volvía a mi casa recibí un mensaje de uno de los amigos de Eunhi diciéndome que la habían encontrado en su casa muerta por una sobredosis. Pese a que mi pasado con ella no había sido exactamente el mejor, tenía la esperanza que al igual que yo ella hubiese salido de ese infierno, de los tentáculos de las drogas, de la miseria de la heroína, pero no.
En lugar de ello había muerto sola, en medio de su propio vómito con una jeringa clavada en el brazo. Así era como aquella chica que una vez me sonrió tan dulcemente y me enamoró había muerto y con ella también murió mi pasado y parte de mí.
— Jimin... —Llamó Suga suavemente palmeando mi espalda —Lo siento tanto.
— De verdad que no voy a volver a caer, hyung —Dije aún entre el llanto —Te juro que no pero anoche no supe qué hacer, tú no estabas y no tenía con quien hablarlo —Me sequé los mocos y las lágrimas —Y no encontré otra salida, quería quitarme esa imagen de Eunhi muerta de mi cerebro, ¡Dios!... ¿cómo podría aguantar eso, hyung? ¿Cómo? —Dije sollozando con el corazón herido y la garganta en llamas —¿Cómo...? —Solté con la voz más aguda que salió de mis cuerdas vocales y con la tristeza más grande que albergaba en mi corazón.
Yo había podido salvarme pero por desgracia ella no.
***
Hye Ri.
Iba camino a la universidad con la sensación de que había perdido algo cuando salí de casa de Suga.
Seguramente a Jimin.
Estaba tan sumida en mis pensamientos que mientras caminaba por el estacionamiento de la universidad para llegar a la facultad no me di cuenta que había un coche aparcado justo en frente de mí por lo que me choqué de lleno con la maletera.
— ¡Urgh! —Me quejé cuando la punta del maletero me golpeó el estómago —¿Quién habrá sido el estúpido que aparcó esto aquí? —Pregunté al aire mirando hacia los lados.
No conté con que el auto estaba encendido y su dueño estaba en el asiento del piloto.
— ¡Hey! ¿Estás bien? —Preguntó el chico del auto quien se bajó rápidamente y corrió hasta a mí.
— ¿Qué? ¿Todo este tiempo estuviste allí? —Pregunté con vergüenza —Lo siento mucho, lo siento de verdad, no vi por donde venía —Dije repetidas veces mientras hacía una reverencia —Lo siento...
— Ya, ya, no es para tanto. La que se quitó medio estómago con mi auto fuiste tú —Dijo y enseguida largó la risa.
Este chico tiene una risa muy particular, parece un limpia vidrios...
Aquel pensamiento lo guardé para mí mientras lo miraba de arriba hacia abajo.
— ¿Oh? —Se frotó la nariz e hizo una reverencia —Me llamo Jin, ¿y tú?
— Soy Hye Ri —Respondí educadamente.
— ¿Por casualidad eres miope, Hye Ri? —Bromeó y volvió a reír como parabrisas.
— No... —No sé qué debería responder.
— ¡Es broma, Hye Ri! Además yo soy un poco miope así que no me burlo de los defectos de la gente —Rió —¿Estudias aquí?
— Así es, estudio letras... Y no, no soy miope, Jin —Respondí cruzándome de brazos.
— Ah... ¿letras? Mi hermano da clases aquí, traje a mi madre para que le dejara el desayuno porque anoche no durmió en casa —Dijo un poco preocupado frotándose la barbilla y mirando hacia arriba —Pero de seguro está con su mejor amigo, siempre hace eso y...
— Eh, disculpa Jin —Interrumpí —Voy a llegar tarde —Me disculpé.
— Ah, sí, sí, la universidad, las clases, los exámenes —Para ser tan joven sentía que hablaba como si fuera un señor —Lo siento si te quité mucho tiempo, ya olvidé lo que es la vida en la universidad —Se llevó las manos a la espalda y sonrió apenado —Nos vemos.
Me despedí agitando mi mano mientras trotaba hacia la facultad.
La verdad era que sí iba a llegar tarde si no me apuraba y la otra verdad es que mientras hablaba con Jin no sé por qué me dieron ganas de llorar.
***
Mis pies iban tan rápido como podían mientras subía las escaleras, temía llegar tarde y ganarme un buen regaño del profesor Stevens.
— Aún quedan tres minutos —Dije para mí misma con el aliento entrecortado.
Cuando giré en la esquina del piso dos y llegué al pasillo donde se encontraba la oficina del profesor Stevens sentí que podía respirar con tranquilidad y el nivel de estrés que mi cuerpo cargaba disminuyó.
El profesor Stevens estaba de pie en la puerta de su oficina hablando con una señora que podría tener la edad de mi madre. Él miró por encima del hombro y me llamó con la palma de la mano.
Me pregunto qué...
— Lee Hye Ri, ¿podrías aguardar un minuto a que termine de hablar con la señora Park? Necesito hablar contigo —Dijo el profesor.
Hice una reverencia saludando a la señora y me presenté.
— ¿Ella es...? —Preguntó la señora al profesor.
— Sí, discúlpeme por lo de hace un momento señora Park, justamente hablaré de eso con mi alumna para aclarar el malentendido.
¿Malentendido, de qué hablan?
Sentía que ellos dos sabían algo de mí que yo no sabía y la mirada de aquella señora no me gustaba para nada, me observaba con detenimiento como buscando algún defecto en mi rostro, alguna cadencia en mi mirada.
— Profesor, ¿podría hablar con Lee Hye Ri antes de irme? Por favor —Pidió ella.
¿Qué tenía que hablar esa señora desconocida conmigo?
El profesor alternó su mirada entre el rostro de la señora y el mío y luego asintió con pesadez en su rostro.
— Adelante, señora Park —Hizo una reverencia —Hye Ri, cuando termines de hablar por favor ven a mi oficina.
Yo fruncí el ceño con cierta preocupación.
— Y no te preocupes por la clase, llamé a Jimin para que me supliera —Dijo intentando aligerar mi preocupación.
Pero que nombrara a Jimin sólo hacía que mis venas se tensaran y que mi corazón se tambaleara.
***
La señora Park me guió hasta el cafetín de la universidad sin mediar una sola palabra o dirigirme la mirada y eso me hacía sentir un poco inferior, no tenía ni idea por qué una desconocida quería hablar conmigo pero me daba la impresión de que no sería de nada bueno.
— Toma asiento, por favor —Dijo interrumpiendo mis pensamientos. Yo hice justo como ordenó y me senté con mucha timidez en la mesa. Ella se sentó frente a mí y acomodó su cartera en sus piernas.
La mirada de esa señora no me gustaba.
— Así que tú eres Lee Hye Ri —Comenzó. Yo sólo asentí —Muy bien, seré clara y directa, Hye Ri. Yo soy Park In Ha, la madre de Jimin... Tú tutor.
¿Park... la madre de... Jimin?
Como si me hubiese pasado un huracán por la garganta sentí que hasta la más mínima gota de saliva se me secó desde la boca hasta el esófago.
— ¿Sorprendida? —Preguntó levantando una ceja —¡Pues más sorprendida estoy yo de haber encontrado con que semejante vagabunda es la alumna de mi hijo! —Soltó inmediatamente sin dejarme reaccionar. Su voz estaba llena de ira y sus ojos me decían que esa señora me quería ver hundida.
— ¿Vagabunda? —Respondí temblorosa —No entiendo por qué me llama así, señora —Dije lo más educada posible mordiendo mi lengua.
— ¡Ja! —Sonrió con ironía —¿Con que no sabes? Pues te lo voy a explicar para que te quede bastante claro —Se afincó sobre la mesa en actitud desafiante —Tu padrastro estuvo hace un rato aquí preguntando por ti porque tu madre está muy preocupada.
Un momento, ¿Eric aquí? Eso no podía significar nada bueno.
— Estaba hablando con el profesor Stevens cuando ese señor llegó muy preocupado porque resulta que tú, Hye Ri te escapaste de casa y tu familia no sabe nada de ti desde hace días, ¿no es así?
— Señora Park... -No tenía nada que explicarle a esa señora pero tenía la necesidad de por lo menos intentar defenderme.
— No, cállate y escucha —Me silenció —¿Cómo es posible que seas tan irresponsable con tu familia? ¿Ah? ¿Tú crees que no están preocupados? Como si quiera te atreves a hacerle eso a tu propia familia que ha velado por ti todos estos años —Continuó de forma agresiva.
¿Preocuparse por mí? Por supuesto...
Sonreí con ironía.
— ¿¡Y todavía tienes el descaro de reírte, sin vergüenza!? —Levantó tanto la voz que llamó la atención de algunas personas —No puedo creer que existan chicas como tú —Dijo de forma hiriente —Pero lo que no puedo tolerar es que por tu culpa mi hijo haya sido relacionado contigo.
Mi cara debió llamar su atención porque inmediatamente sonrió.
— Ah, así que es verdad —Se reclinó sobre el asiento —Tu padrastro dijo que un profesor la había ido a buscar y que ese profesor tenía el cabello naranja por lo que pensó que mentías y que era tu novio. Por supuesto que yo le dejé claro que mi hijo es muy responsable y que seguramente quería saber la razón por la que no habías asistido a su clase —Dijo con aires de superioridad —Pero le dejé bien claro que nunca, escucha bien, nunca iba a tener algún tipo de romance con una vagabunda como tú.
Palabra tras palabra, expresión tras expresión, la madre de Jimin no hacía más que hacerme sentir como una cucaracha, como un virus que podía infectar a Jimin con sólo mirarlo a los ojos.
— Menos mal que entendió y ambos llegamos a la conclusión de que el problema eres tú, muchachita —Siguió.
Y cada vez que me insultaba, mi cerebro no dejaba de preguntarse cómo es que un ser tan cálido como Jimin había salido de una mujer que ni siquiera dudó un instante para juzgarme.
Pero lo que más impotencia me dio fue que mis ojos, traicioneros y pusilánimes que desde hacía rato querían llorar estaban a punto de hacerlo delante de aquella señora que sólo quería que admitiera que era una vagabunda.
— En fin, no me interesa tu vida pero no puedo permitir, como madre de Jimin que semejante chica ande cerca de él. Así que vine a pedirte o más bien, a ordenarte que renuncies a sus tutorías —Dijo demandante sin derecho a réplica —No quiero que te acerques a mi hijo, Lee Hye Ri.
Si pudiera describir el dolor que aquellas palabras me causaron sería como si una bala de cañón me hubiese aplastado de pies a cabeza una y otra vez, como si en alguna parte de mí se hubiese perforado mi alma y me hubiese quebrado al igual que un espejo.
— Espero que esto quede entre nosotras y que no le digas nada a él, sé casual y simplemente dile que ya no quieres ver sus clases —Dijo levantándose de la mesa —Eso es todo, espero no tener que verte de nuevo —Dicho esto caminó en dirección a la salida.
Aquella señora había destrozado cualquier esperanza, cualquier oportunidad que mi corazón hubiese tomado para aferrarme de nuevo a Jimin. Ahora sí que no había cabida para una historia juntos o para un romance que mi cabeza tonta y vulgar se hubiese inventado.
Ahora, bajo órdenes directas de su madre tenía prohibido acercarme al chico que me gustaba.
Me levanté con mucha pesadez, mis huesos se habían vuelto de pronto muy gruesos y pesados, mis párpados ardían, mi garganta tenía un nudo que ni el mismo Houdini hubiese podido soltar. Caminé entonces en dirección a la oficina del profesor Stevens con la cabeza hecha un desastre y ni hablar de lo que sentía en el pecho.
— ¿Hye Ri? —Llamó el profesor cuando me vio cruzar la puerta —Cierra la puerta y siéntate Hye Ri, tenemos que hablar —Dijo calmadamente con la mirada serena.
Pero yo no quería hablar, yo sólo quería llorar y llorar.
Y fue justamente lo que hice delante de aquel profesor, llorar por lo que había perdido, llorar porque estaba enamorada de Park Jimin y no me había dado cuenta hasta hoy cuando me habían ordenado por la fuerza apartarlo para siempre de mi vida.
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