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13


Hye Ri.

Este día era particular. Tenía casa nueva, libros nuevos y me había encontrado con Jimin siendo dos personas distintas o por lo menos físicamente.

— Anda, ve a ver qué quiere —Tami me empujó por la espalda.

Tragué duro y de repente me puse nerviosa sin motivo alguno.

Jimin y Mary Lee sólo se habían encontrado una sola vez pero en cambio Hye Ri y él se veían en la universidad y comían crepes en la playa. Jimin sabía que Hye Ri tenía un moretón en la mejilla y se había colado en su casa unos días atrás para buscarla y se encontró con su hermanastro quien le dio algunos detalles de su vida privada.

Él sabía mucho de Hye Ri pero no sabía nada de Mary Lee.

¿Cómo podía fingir no conocerlo? ¿Cómo?

— Anda ya, sin miedo. Ese chico es muy amable y gracioso —Tami me llevó del brazo hasta la barra en donde Jimin estaba sentado pidiendo el primer trago de la noche.

— Buenas noches pelo anaranjado —Le dijo Tami con toda la confianza del mundo desde atrás.

— Buenas no son todavía —Se giró sobre el asiento y dejó de hablar en cuanto me vio.

— Tengo mucho que hacer hoy, así que no te voy a poder atender ¿vale? Pero mi amiga aquí me hará ese favor —Dijo ella dejándome a solas con Jimin.

Me quedé con la mirada fija en un punto detrás de Jimin mientras que él tenía la suya clavada en mi rostro. Así nos mantuvimos por segundos hasta que él abrió la boca.

— Hola. Hoy no estás metida en problemas —Dijo él sonriendo —Y tienes otra vez tu peluca, Mary Lee.

— Hola Jimin —Agudicé un poco la voz —¿Qué haces aquí? —Me aclaré la voz y me senté a su lado sin mirarlo fijamente.

— Vine por las alitas de pollo, creo que son deliciosas y tu amiga es muy divertida —Sonrió.

— Tiene novio.

— Ya lo sé, lo conozco. Nam Joon no me cobra los tragos desde que te ayudé —Se llevó su bebida a la boca y arrugó la cara como si no le gustara.

Así que la única que no estaba al tanto de la reciente amistad entre estos tres era yo.

Él se quedó aún de la misma manera que antes buscando alguna señal en mi rostro que le diera pie para seguir conversando pero yo seguía mirando el punto fijo que se trataba de la pared detrás de la barra.

— ¿Trabajas aquí también, no? —Preguntó descontinuando el silencio.

— Sólo ayudo de vez en cuando, como hoy —Me encogí de hombros.

Estaba siendo muy indiferente, tal como suelo ser. El miedo de que me descubriera empezó a apoderarse de mí pero no sabía cómo actuar delante de él más que hacerlo como Hye Ri.

— ¿Me puedes decir tu horario? Así nos encontramos más a menudo —Bromeó mostrando sus perfectos dientes.

— ¿Y eso para qué? —Esta vez me giré y por primera vez en toda la noche confronté su mirada.

No dijo nada y sólo entreabrió los labios.

Vamos Hye Ri, actúa diferente o va a espantarse cuando descubra que eres su obstinada alumna.

— Me voy a quedar un rato contigo, así pruebo las alitas —Fue lo primero que se me ocurrió.

No podía siempre estar a la defensiva y menos con Jimin cuando él sólo intenta ser una persona amable.

— ¿En serio? Están muy picantes —Dijo emocionado pidiendo una ración.

— Hola de nuevo, Jimin —Dijo Nam Joon detrás de la barra luego posó su mirada en mí —Hasta las once, ya sabes.

Hoy le tocaba a Nam Joon la barra junto a otro de sus empleados por lo que estaría muy cerca de nosotros.

— Tengo un ojo en ustedes —Dijo.

— Las alitas, por favor —Repitió Jimin guiñándome un ojo y una media sonrisa.

Qué costumbre la de este profesor peli anaranjado de sonreírle a todo haciendo que todo se opaque a su alrededor y te obligue a mirar sus ojos perdidos en su rostro a causa de sus pronunciados mofletes.

No sé porque empiezo a fijarme en estas tonterías.

Mientras tanto Nam-Joon desapareció detrás del mostrador luego de rodar los ojos. Me daba la impresión de que Jimin no le caía tan mal aunque le obstinara un poco sino le hubiese respondido a mala gana desde el principio.

— Entonces, ¿te gusta el picante?

— Claro que me gusta —Respondí —Bastante, de hecho.

Él se recostó sobre un brazo y me miraba sonriente, cualquiera pensaría que así miran los chicos a las chicas que les gustan.

— Hoy tienes más maquillaje que aquella vez, ¿por qué no intentas llevarlo natural?

— ¿No te gusta el carmesí? —Levanté una ceja —No hablemos de mi maquillaje, por favor. No soy tan buena pero hago el intento.

— Lo siento, no quise molestarte —Se incorporó en la silla.

Nam Joon nos trajo las alitas y un refresco de uva para mí.

— Nada de alcohol para ella, ni se te ocurra —Nam Joon se dirigió a Jimin con tono amenazante señalándolo con un dedo —Ni una gota o te empiezo a cobrar los tragos.

Este último asintió obediente y Nam Joon nos volvió a dejar a solas.

— Entonces... —Empezó él —¿Es una normativa eso de las pelucas y los cabellos de colores?

— ¿Qué? —Levanté una ceja otra vez con ganas de reír —Claro que no, es cuestión de gustos. Si fuera una norma tú ya estarías contratado, ¿no crees? —Probé la primera alita y se me incendió la lengua.

Jimin se partió de la risa y eso hizo que yo también me riera. Su risa definitivamente era contagiosa.

— No lo había pensado pero puede que deje mi trabajo y le diga a Nam Joon que me contrate.

— ¿Y de qué trabajas?

Me miró con diversión, sacó sus lentes de pasta rosa del bolsillo y se los puso.

— A que no adivinas. Te doy tres intentos y si no, tendrás que decirme tu horario.

— No me gusta esa idea pero acepto —Dije con seguridad encogiendo los hombros —Tienes pinta de que te gustan las cosas locas —Fue lo primero que se me ocurrió decir —Y no creo que alguien como tú se vaya por la ciencia.

Arrugó la cara.

— ¿Ciencia no? Entonces... A ver, artes —Pestañeó —¿artes? ¡artes!

— No vayas tan rápido —Dijo comiendo una alita —Hoy están más picantes de lo habitual —Dijo mirando la alita con indignación.

— Ya sé que es artes pero ¿cuál rama de las artes? No te ves cómo alguien que le guste pintar o quizás sí, pero me arriesgaré. ¿Pintor?

— No —Se rió y tomó otra alita.

No podía decir de buenas a primeras su profesión, eso lo haría aún más sospechoso así que decidí jugar un poco antes de atinar.

— ¿No eres pintor? Bueno, entonces si no es una es la otra.

— ¿Y cuál es la otra? —Preguntó curioso —No me digas que ya adivinaste tan rápido.

Estaba tomando otra alita pero la dejó caer en el plato cuando hablé.

— Escritor.

— Aguarda, ¿Qué? ¿Cómo adivinaste? ¿Eres una adivina o algo así? —Estaba sorprendido y su rostro me lo decía.

— No, pero tú cara me dijo que te gustaba el arte y si no pintas entonces escribes porque dudo mucho que te ganes la vida haciendo artesanía.

— ¿Por qué lo dudas? —Se quitó los lentes.

— Porque mira tus manos, son muy lisas y bonitas —Comenté mirando sus pequeñas manos.

De hecho me sorprendí por lo pequeñas que eran para un hombre.

— No es un halago que le digas a un hombre que tiene las manos bonitas.

— Entonces ¿quieres que te diga que las tienes sucias, asquerosas y feas? —Me crucé de brazos. Eso había sonado un poco fuerte.

Jimin se rió otra vez pero esta vez con cierta timidez.

— Eres un poco rara pero tienes razón, aceptaré que mis manos son lindas si tú aceptas que tienes una sonrisa muy bonita.

— No sé de qué hablas, no he sonreído en todo el rato —Fingí indiferencia y seguí con las alitas.

— Eso crees tú pero yo te vi.

Sentí que el corazón empezaba a palpitar con fuerza y el nerviosismo me llevó a tomarme el refresco de uva de casi un golpe.

— ¿Por qué no te puedes quedar más allá de las once? —Preguntó con cierta insatisfacción en el rostro.

Porque mañana tengo clases y de hecho tú eres mi profesor.

— Porque a Nam Joon no le gusta que amanezca cansada por culpa del bar.

— Ya veo pero la verdad estoy dispuesto a pedirle a tu hermano mayor que te deje un rato más.

— ¿Por qué? —Crucé las piernas.

— Porque me gusta tu compañía.

¿Qué te pasa Hye Ri? O mejor dicho, ¿qué les pasa a mis ventrículos? No me vengan a decir que se ponen nerviosos cuando Jimin dice algo dulce.

— Es la primera vez que hablamos, ¿cómo te pude gustar mi compañía? —Dije con cierta incomodidad que intenté disimular.

— No tiene nada que ver, a veces conectamos en cuestión de segundos con personas desconocidas y, sin embargo, podemos vivir con alguien toda una vida y no ser capaces de hablar por más de diez minutos con ella —Volvía a sonreír.

¿Por qué me gusta verlo sonreír?

— Vaya, sí que sabes hablar. ¿Así conquistas a las chicas?

Vamos Hye Ri, utiliza tu habilidad para evitar a toda costa que te halaguen.

— Sólo a las románticas. Me ha tocado hacer chistes groseros a las que son más salvajes.

— Por favor, no me tengo que enterar de eso —Dije rodando los ojos.

— Pero no sé si tú seas romántica o salvaje, ¿te echo un chiste? —Se burló.

— Hablas mucho, ¿siempre eres así?

— Dicen que tomo confianza rápido, ¿tú que piensas?

— Pienso que te caigo bien sin razón alguna, sólo nos hemos visto dos veces y ya quieres conectar —Hice el signo de las comillas con los dedos.

Se quedó en silencio mirando el plato de alitas con una sonrisa tenue.

— Tienes razón —Dijo con menos energía que antes —Me dejé llevar, lo siento —Se comió la última alita —Creo que me gusta hablar de más con extraños —Se levantó de la barra —Nos vemos, Mary Lee.

— ¿Ah? Espe...

Mucho había durado esta conversación sin que alguna frase mía terminara derrumbando el ambiente por completo.

Por alguna extraña razón me desesperé cuando vi la decepción en el rostro de Jimin. Caminó rápido hacia la puerta y tuve las intenciones de detenerlo pero lo perdí de vista.

— ¿Qué pasó? —Se acercó Tami preocupada —¿Le dijiste algo malo?

Fruncí el ceño sintiéndome culpable.

— No lo sé, creo que sí.

Si había algo que sabía de Jimin es que es una persona amable y simpática y por eso le gusta hablar y hacer bromas pero mi carácter obstinado decidió frenarlo y aunque sabía que no había hecho algo del todo malo me sentí culpable.

Tan culpable que lo seguí hasta la calle que colinda con Morezt.

— ¡Hey, Jimin! —Grité llamando su atención.

Él sólo me miró por encima del hombro.

— ¡El viernes en la noche! Ese día vendré.

Mostró sorpresa en su rostro y se giró por completo hasta acercarse hasta donde estaba yo.

— ¿No estás molesta? Lo siento, de verdad soy así, si quieres pregúntale a Suga, siempre me regaña por eso.

Yo no entendía todo aquello, ¿por qué Jimin quería conocerme o bueno, conocer a la Hye Ri que usaba una peluca? ¿Qué buscaba en aquel bar casi todas las noches, era a Mary Lee o simplemente alguien con quien hablar y hacer bromas?

Todo era confuso pero al mismo tiempo no me molestaba tener a un chico engorroso que me hacía reír de vez en cuando.

Pero, ¿y qué pasaría cuando descubriera que Mary Lee no era otra que su obstinada alumna de tutorías? ¿Empezaría a caerle mal? ¿Dejaría de decir que mi sonrisa bonita? ¿Y por qué me importa que le guste mi sonrisa?

— Quédate quieto —Le dije a un muy preocupado Jimin —Yo no te voy a regañar por eso pero por favor —Pedí —Habla más lento y no hagas chistes groseros para intentar conquistarme.

Me miró con los labios entreabiertos.

— Y otra cosa —Le pedí a mi yo interno que dejara de decir tonterías pero fue imposible —Vuelve conmigo a Morezt.

Fue así como Jimin me siguió de vuelta al bar donde volvimos a sentarnos en la barra a conectar como decía él.

No sabía si él había conectado conmigo pero lo que sí sabía es que cuando se despidió a las once de la noche con la promesa de que el viernes volvería para verme me sentí feliz y yo no sé si eso es a lo que le llaman conectar.

Pero me alegraba aún más que no tenía que esperar a ningún viernes porque lo vería mañana.

¿Y por qué estaba feliz? ¿Acaso me atrae Jimin?

***


Jimin.

A diferencia de todas las mañanas en las que me tengo que parar temprano hoy no amanecí de mal humor y sé que la razón es porque anoche estuve con la chica de la peluca rosa.

Nunca creí que pudiera llegar a conocer a una chica tan extraña y con la que me sintiera tan bien al hablar a pesar de que algunas veces sentía que intentaba frenar mis insistentes ganas de sonsacarla.

No me refiero a que quiero provocarla con alguna mala intención, al contrario, siendo una chica tan particular sólo me dan ganas de que me dé permiso para conocerla.

Estaba sentado en el escritorio del salón donde doy clases pensando en lo que había pasado anoche.

Levanté la mirada y la paseé por encima de las cabezas de todos mis estudiantes que estaban concentrados haciendo una revisión que les había mandado para la hora de clase hasta que mis ojos por inercia se detuvieron en el cabello de Hye Ri.

Anoche después de haber llegado de Morezt había leído su escrito. Tenía que reconocerlo, esta chica escribe increíble y hoy se lo haría saber en la tarde cuando acordáramos el nuevo sitio para nuestras tutorías.

Sí, se me había ocurrido algo increíblemente divertido para las clases con ella sólo esperaba que Hye Ri aceptara y no me pateara en el proceso o me clavara esos ojos obstinados que de vez en cuando tenía.

— Hoy les voy a mandar una asignación por sus respectivos correos —Les dije a todos.

Los estudiantes levantaron la mirada centrándose en mí, incluyendo la de Hye Ri que parecía que no había dormido bien anoche por las bolsas que tenía bajo los ojos.

Me fijé que aún tenía el moretón en el rostro y otra vez mi cerebro quiso saber qué le había pasado.

— Es para la semana que viene pero quiero que la vayan haciendo.

Se escuchó una afirmación al unísono.

Terminada la clase me quedé sentado esperando hasta que todos salieran excepto Hye Ri que se quedó en su asiento mirando al igual que yo como todos los demás se despedían.

— ¿No vas a ir a desayunar? —Le pregunté acercándome hasta ella —Te ves cansada, ¿te quedaste viendo pornografía anoche?

Quise morderme la lengua cuando me di cuenta que había dicho eso. Hye Ri no es Mary Lee, con ella puedo ganarme una patada.

— Qué desagradable eres —Dijo abriendo su morral y sacando su desayuno —Tú también tienes ojeras.

Me reí nervioso.

— No creas que me quedé viendo porno.

Ella rodó los ojos. A pesar de que era una cascarrabias la verdad es que más que inspirarme molestia me causa gracia.

Acerqué una silla de otro pupitre hasta el de ella y me senté delante de su mesa recostado en mis brazos.

— ¿Por qué me miras así? —Preguntó mientras se llevaba un bocado a la boca.

— Aún quiero que me digas qué te pasó en la cara, ¿no me dirás?

— Ya te dije que me caí —Reafirmó.

— No te creo.

— Y yo no te creo que no hayas visto porno anoche.

¿Qué? ¿Hye Ri bromeando?

— Empiezas a tomar confianza —Le quité un poco de su comida.

— No tanta como para robarle el desayuno a los demás. No toques —Me dio un golpecito en la mano con los palillos.

Nos quedamos en silencio.

— ¿Sabes que es incómodo que te vean mientras comes? —Preguntó mirando su plato.

Noté que estaba algo tímida.

— No te estoy viendo, estoy pensando en qué clase de tubo fue el que te golpeó la cara. ¿Era de acero o de plástico?

— No te rindes.

— No —Le quité algo de su plato otra vez.

— ¿Leíste mi escrito?

— No te diré si no me dices el material del tubo.

— De plástico, creo.

La miré como quien no puede creer que de verdad mienta de esa forma.

— Sí lo leí. Está increíble —Le dije —¿Cocinaste esto tú? Está buenísimo.

— ¿Está bien para usarlo para el concurso de la universidad?

— Yo creo que sí. No tengo nada que corregirle.

Ella se quedó pensativa unos segundos y luego abrió su bolso nuevamente para sacar otro par de palillos con los que dividió su desayuno a la mitad dejando menos porción de un lado que del otro.

— Toma. Siempre cargo extras porque los pierdo —Dijo entregándome el par de palillos.

— ¿En serio?

Hye Ri me estaba ofreciendo la parte que más tenía comida.

— Sí. Seguramente no desayunaste así que cómetelo todo antes de que me arrepienta.

La miré sorprendido y luego recordé que todavía existen personas excesivamente particulares en el mundo, una es Mary Lee pero la otra sin lugar a dudas es Lee Hye Ri. 

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