Capítulo 5.-
Dedicado a PicSunset.
¿Te quedarás a mi lado? ¿Me lo prometes?
Tengo miedo, miedo de perderte.
Taehyung siempre creyó que cambiaría el mundo.
Desde pequeño se ilusionó con la idea de salvar a miles de personas, de que sus sonrisas fuesen el bálsamo para el sufrimiento de los demás en las situaciones más tristes que un niño podía imaginar. Creció creyendo que lo haría, que había algo en él que podía conseguirlo, sin embargo, seis años atrás aquellos sueños infantiles se quebraron en millones de trozos, reducidos a polvo con una sola llamada. ¿Cómo podría salvar el mundo sí fue incapaz de salvar a Jeon Jungkook?
La muerte de Jungkook lo cambió todo y lo empujó a buscar consuelo, a encontrar respuestas y hallar un sentido que le había sido arrebatado tan de golpe que Taehyung nunca más se sintió completo. Habían sido seis años enteros de dedicarse a ayudar, de brindar sonrisas, de sostener abrazos en medio del llanto y de regalar palabras de consuelo a personas que imaginaba, se sentían como un día se sintió Jungkook antes de morir.
Se unió a grupos de apoyo como orador, contando la experiencia de la pérdida y la superación de ella, aunque sin mencionar nunca en voz alta el nombre de Jungkook. Hizo parte de cuánta brigada encontró sobre salud mental y prevención del suicidio, acompañando a estudiantes de su universidad a su primera cita por depresión o en sus momentos de crisis. Se unió e hizo todo lo que pudo, todo lo que le dijese que no habría otro Jungkook en el mundo. Que no habría otro triste y desprotegido Kim Taehyung que no pudiese llorar debido al dolor.
Había tratado de expiar sus culpas con ellos, pero la realidad es que nunca se fueron.
Lo sabe mientras avanza con incomodidad por el pasillo, siguiendo la falda floreada de una mujer que luce cercana a los cincuenta y se ríe de los chistes de un hombre mucho mayor, con arrugas en su rostro y su cabello ya canoso. Los sigue a pasos lentos, temeroso de lo que va a encontrarse tras la puerta de color negro que reza "Grupo", donde se realiza una reunión obligatoria a la que Jungkook le ordenó que debía asistir sí quería empezar con la primera de las dichosas tareas.
Sabe, sin ninguna duda, que se trata de un grupo de apoyo. Taehyung los conoce después de años asistiendo a ellos, sin embargo, es distinto asistir como orador que busca brindar consuelo a ser aquel que necesita consuelo. Además, ¿qué pueden decirle que Taehyung no haya repasado en su mente durante el tiempo que lleva en ese lugar? Ha pensado en cada una de las personas que ama, en la forma en cómo los ha herido con su partida, en todo lo que dejó pendiente por hacer y decir.
Su mente no deja de divagar en aquellas conversaciones sin terminar, en los besos sin dar y en los abrazos que fueron demasiado flojos como para decir cuánto quería a quien abrazó. Nada de lo que digan en ese grupo va a devolverle esas oportunidades que se ha perdido, nada borrará que su historia se acabó con un punto definitivo en vez de seguir escribiéndose con puntos suspensivos.
Van a decirme que estoy muerto, cómo sí no lo supiese ya.
.- Pasen, pasen, ya es hora de empezar...
Reconoce la amigable voz como la de Namjoon, el curioso hombre de gafas que es el encargado de la puerta del tiempo. No le ha visto desde ese momento, varios días atrás o bueno, lo que él cree que son días porque la realidad es que el tiempo no existe, no hay día ni noche y todo parece encontrarse siempre fluyendo. Sabe que ha pasado bastante tiempo porque, así como no ha visto a Namjoon, tampoco ha tenido oportunidad de ver a Jungkook.
El menor tan sólo le dejó en la puerta de la que sería su habitación y sin decir palabra se alejó, lo dejó sólo con sus pensamientos y lamentos, preguntándose tantas cosas que, por largos momentos, Taehyung sintió que iba a enloquecer. ¿Cómo el dolor podía habitar tanto tiempo en silencio, aguardando para aparecer y destruir todo? ¿Cómo es posible que aquellas heridas tan antiguas podían seguir sangrando en el fondo de su alma?
Sin nadie a quién preguntarle, Taehyung dejó que su mente divagase, que rellanase los vacíos y entonces Jungkook le abordó en un pasillo, un momento atrás, para indicar que debía asistir a la reunión. Se trataba de un orden, Tae lo descubrió sin tener que preguntárselo cuando los ojos serios e intimidantes del menor le indicaron a dónde ir. No hubo más palabras, no hubo nada de aquello que años atrás, le hablaba a Taehyung del brillo que habitaba en Jungkook.
.- Tomen asiento dónde se sientan más cómodos – Namjoon cierra la puerta justo cuando ha dado unos pasos adentro, la sonrisa de hoyuelos es casi escalofriante para Tae – Vamos, sin miedo. Hoy será una gran sesión.
Las voces y risas van apagándose a medida que cada uno de los asistentes toma asiento, Taehyung decidiéndose por sentarse junto a la mujer de falda floreada que sonríe a todos con una amabilidad casi excesiva. Sus ojos repasan los rostros de todos los hombres y mujeres, buscando infructuosamente alguien que luzca menor que él, alguien que le diga que no es él único que ha dejado todo incluso sin haber empezado a vivir.
Namjoon también toma asiento, su sonrisa aún en su rostro: .- Me alegra tenerlos a todos aquí hoy, sobra decir que luego de nuestra sesión tendremos ¡Malteadas!
Los jueves de malteadas son la sensación en el lugar a juzgar por la reacción de la gran mayoría de los presentes que, viéndolo bien, tampoco son tantos. Taehyung estima que no son más de treinta, contándose a sí mismo y a Namjoon en el grupo. El espacio es lo suficientemente amplio para que el círculo de sillas esté bien armado, incluso con las sillas lo bastante cerca entre sí como para tener la sensación del cuerpo del otro a un lado.
.- Saben que amo las malteadas – continúa hablando Namjoon, acomodándose las gafas en el rostro – Así que más vale que empecemos para poder ir por ellas al terminar. Como bien sabe la mayoría, asistir a este grupo es obligatorio para quiénes están en el proceso de cumplir sus tareas; desde la primera hasta la última. Es por eso que hoy tenemos algunas personas nuevas que se integran con nosotros, pero ya iremos conociéndolos.
Taehyung se remueve incómodo, siendo consciente de la mirada de Namjoon sobre él. Una parte de su mente le recuerda el interés que el hombre mostró en él desde el principio, alegando que Jungkook había contado cosas sobre él: qué habría podido decir el menor, qué historias habría contado cuando la mayoría de ellas Taehyung las había desterrado al olvido.
.- Para quiénes están con nosotros hoy por primera vez, mi nombre es Namjoon y soy el encargado de las reuniones del grupo porque llevo muchos años aquí, aunque esa historia es para otro día – su sonrisa parece flaquear un segundo, aunque se recompone casi de inmediato tras sus palabras – No se abrumen con las diferencias de edades, todos aquí fallecimos siendo adultos. Los niños y adolescentes siempre están en un grupo diferente, a cargo de mi amigo Jungkook, porque sus procesos son distintos.
Aquella revelación le lleva le sorprende.
Es inevitable para él imaginar a aquel Jungkook sonriente, siempre con una risa burbujeante y muchas ideas de travesuras que sólo conseguían castigos y regaños de parte de los adultos. Aquel Jungkook que apaciguó todos los malos momentos con un chiste o con un gesto dulce, el mismo que solía regalarle pequeños detalles para conseguir una sonrisa o para hacerle sentir querido de su parte. Se lo imagino como lo vio ser por años, un dolor nostálgico instalándose en su pecho cuando descubre que aquella sonrisa se ha comenzado a hacer borrosa producto del tiempo que la relego al olvido.
Piensa también en lo mucho que Jungkook disfrutaba de jugar, de bailar y de reírse de los juegos de sus hermanos menores cada vez que iba a visitarlo a su casa. ¿Es así cómo se comporta con los niños en aquel lugar? Taehyung no comprende cómo es la muerte para alguien tan pequeño, cómo se carga con la idea de una vida tan breve y poco memorable o, acaso, aquellos pequeños seres no cargaban con la necesidad persistente de no haber hecho lo suficiente para no ser olvidados.
.- Para nuestros nuevos rostros por aquí, les informó que tras esta reunión seré yo quien les diga cuál será su primera tarea, pero antes hay algo que quiero que tengan siempre muy presente – Namjoon ahora luce serio, su sonrisa desaparecida por completo – En muchas ocasiones creeremos que nuestras tareas no tienen sentido, que no son trascendentes. Lo que no debemos olvidar es que no se trata de que sean trascendentes para nosotros, sino para la historia que no concluimos cuando estábamos vivos. Sus tareas son lo que ustedes le dejan a quiénes siguen sin ustedes.
Una mano se alza desde el otro lado del círculo, es de una chica joven como él, de cabello negro y rostro pálido, va con un vestido azul precioso: .- ¿Veremos de nuevo a nuestra familia? ¿Es lo que quiere decir?
.- Depende de la historia de cada uno, se trata de lo que hay en sus corazones y en los corazones de las personas que quedaron atrás. Sí ellos... sí ellos sienten que ya han cerrado ese doloroso momento, entonces no harán parte de sus tareas – la respuesta va para la joven, pero Namjoon repasa a todos con la vista – Una vez estuvo aquí una chica joven, murió en un accidente terrible en el que habían muerto también sus padres. Ella deseaba despedirse de ellos, pero como ya no estaban con vida, no tuvo oportunidad. Aunque estoy seguro que se encontró con ellos después.
Taehyung no es consciente de que tiene la mano alzada hasta que Namjoon se gira mirarlo fijamente: .- ¿Nos... nos reencontraremos con quiénes ya murieron?
.- Sí esa persona trascendió, claro – es una respuesta corta, pero que alivia algo en él que lleva el rostro de su abuela tatuado – Pero bien, sí no hay más dudas, empecemos... - los ojos de Namjoon repasan a cada uno de ellos, casi cómo si los evaluase de alguna manera – Yang min, ¿te gustaría empezar la sesión de hoy? Escuché que te fue muy bien en la tarea número ocho y creo que tu experiencia será magnífica para todos.
Taehyung no sabe de quién habla, sin embargo, sus ojos siguen a los de la mujer de falda floreada en dirección a una joven sentada en el extremo contrario, su rostro pálido está enmarcado en un corte de cabello corto que la hace lucir casi como una adolescente, aunque Taehyung adivina con cierta tristeza que es cercana a su edad. Ella viste por completo de blanco y su cabello lleva una rosa eterna enlazada sobre su oreja derecha.
.- Está bien... – su voz brota baja, pero todos parecen escucharla con claridad – Mi octava tarea fue visitar a mi hija – hay un murmullo bajo casi generalizado tras sus palabras, uno que Taehyung no logra captar, pero que parece lleno de sorpresa por lo que la joven mujer ha dicho – Yo... nunca la había visto porque fallecí en el parto.
El silencio es absoluto y Taehyung siente un dolor casi real instalándose en la boca de su estomago mientras observa el rostro de la chica transformarse por las lágrimas que comienzan a resbalar por sus mejillas, la ausencia de color en ellas siendo un recordatorio más de que no hay vida en ellas. Sus propios ojos se inundan en lágrimas, bajando la mirada a sus manos sobre sus rodillas, incapaz de seguir observándola.
.- ¿Y cómo fue verla? – no sabe quién hace la pregunta, pero reconoce que no es Namjoon porque su voz es mucho menos firme - ¿Es bonita tu niña?
.- Es preciosa... tiene... tiene los ojos de su papá, pero se parece a mí – su voz suena estable, aunque hay un hipido poco disimulado al final de su oración – No sabía que ya estaba en el jardín, tiene... dos años. Dos años y es la primera vez que la veo. Estaban haciendo un dibujo de sus familias y ella... ella me dibujó a mí, aunque sólo me ha visto en fotos. M-mi niña...
.- Las tareas no tienen tiempo para nosotros, pero es inevitable que para ellos el tiempo siga transcurriendo – Namjoon habla entonces, consiguiendo con sus palabras que alce la mirada para fijarla en él – Sé que no es fácil de entenderlo y sé que será doloroso cuando tengan que enfrentarse a sus tareas y descubran que el mundo continúo sin ustedes, que puede ser que sus seres amados estén con otras personas o que sus amigos son felices sin ustedes ahí... Para Yang min significó la oportunidad de conocer a su hija más grande, de ver que está presente en su vida y que permanecerá de esa forma. Ahora, cuéntanos qué debías hacer.
Hay un largo silencio durante el cual Taehyung fue incapaz de despegar su mirada de Namjoon, sintiéndose demasiado vulnerable de ver aquella joven mujer hablar de una niña que nunca pudo sostener en sus brazos, que debió abandonar antes de tiempo y de la cual se perdería los momentos importantes, las fechas especiales. Es entonces que comprende el objetivo del grupo, de escuchar a otros hablar de sus tareas: dejar que el dolor de cada tarea fluya entre ellos, que comprendan qué incluso tras cumplirlas, lo que significaron sigue ahí.
.- En el momento de la siesta... mi tarea era acostarme a su lado y abrazarla – su voz resuena fuerte, cargada de un sentimiento mucho más allá de la tristeza – Y-yo pensé que ella no lo sentiría, pero al momento en que la abracé contra mi pecho, ella sacudió su cabeza contra mí y susurró... mamá.
.- ¿Ella te vio? – las palabras escapan de su boca sin que pueda detenerlas o ponerse a pensar en qué está hablando de uno de los momentos más importantes de alguien que no conoce en absoluto. Sólo es consciente de ello cuando los ojos de todos giran en su dirección – Yo... lo lamento, es que...
.- No la vio, Taehyung – Namjoon le dedica una sonrisa amable, mirándolo con la comprensión de alguien que lleva mucho tiempo escuchando historias así – Pero la sintió. Su tarea consistió en brindarle a su hija un momento con el calor de su cuerpo, un momento que le recordase en lo más profundo de su ser lo que es ser amada por su madre. Yang min, a cambio, pudo ver y sostener a su hija por primera vez – sus ojos se giran entonces hacia la mujer, que seca sus lágrimas con una sonrisa – Y estoy seguro que no será la última, ya llegará el momento de volverse a ver.
Una suave ronda de aplausos se extiende por todos, la sonrisa de la joven ensanchándose en sus labios y su rostro casi sonrojándose de forma imposible ante el apoyo y el soporte que ha recibido en ese instante. Taehyung no duda que está pensando en el rostro de su hija y en lo importante qué fue sostenerla entre sus brazos después de mucho tiempo.
.- Señor Lee, ¿quiere contarnos cómo le fue con su última tarea? – los ojos de Namjoon giran entonces hacia un hombre anciano, cuyo cabello es por completo de un tono blanco y cuyas arrugas alrededor de sus ojos hablan de miles de sonrisas dadas - ¿Qué número era...?
.- La quinta, muchacho – responde con efusividad el hombre, riendo a la vez que gira su rostro hacia todos – Fui a visitar a mi mujer al hospital, ha estado algo enferma durante las últimas semanas. No la había visto desde hace mucho tiempo, pero sigue igual de bella que siempre – hay una sonrisa en su rostro, enorme y feliz, casi radiante de amor – Quería decirle que estaba bien que dejase de luchar, que nuestros hijos ya están grandes y nuestros nietos ya la tendrán siempre en sus recuerdos. Cuando estuve en el hospital, muchas semanas, ella me lo decía acariciándome la mano, repitiendo que estaba bien sí quería descansar. Así que fui a decirle que ella también podía hacerlo ahora.
Namjoon asiente, dedicándole una sonrisa antes de volver a enfocar su mirada en los demás, sin borrar la sonrisa: .- Ella, como con Yang min, no le ha visto, pero le ha escuchado. Porque nuestra voz vive en sus mentes, el sonido de nuestra risa o de nuestros sollozos es algo que los acompaña en sus recuerdos, incluso luego de mucho tiempo. Ella, en medio de su sueño, ha escuchado a su esposo volver a hablarle, a darle consuelo. Ese es el regalo que él le ha dado y ella, en cambio y sin saberlo, le ha permitido sonreír como lo ha hecho aquí. ¿Más en paz, señor Lee?
.- Por supuesto, muchacho. Ella siempre me traerá paz.
Es entonces que Taehyung lo comprende, comprende lo qué sucedió aquella tarde.
El sol quema sobre sus mejillas mientras avanza con pasos lentos por el sendero, las flores están en pleno apogeo, sus brillantes colores adornando los diferentes senderos que se desprenden del principal y los rayos del sol rebotan en las blancas placas de mármol de cada una de las tumbas. Taehyung evita mirarlas, sintiéndose incapaz de leer los nombres grabados en negro sobre ellas y que son el recordatorio permanente de que ninguna vida es eterna.
Es la primera vez que está en ese lugar, cuatro años después de aquella fecha que nunca se ha atrevido a marcar en un calendario. Sus pies se mueven automáticamente, como sí supiese a la perfección a dónde debe dirigirse, incluso cuando nunca fue lo suficientemente valiente como para enfrentarlo por completo.
Está en la sección de niños, en la letra J por su apellido y Taehyung es capaz de visualizar la lápida incluso a varios metros de ella, cuando sus ojos captan bajo la luz del potente sol el rostro que en un pasado lo significó todo en el mundo: hay una foto justo debajo de las letras que rezan su nombre, una fotografía que Taehyung tomó una tarde de otoño cuando no había culpa, ni miedo, ni rabia.
Sabe que no puede hacerlo, que nunca podrá.
Su cuerpo se gira lo más rápido que puede, queriendo huir de ese lugar al que no sabe por qué ha ido. No quiere pensar en que esa mañana se levantó con la innegable realidad de que se cumplía un año más y que él había sido incapaz de decirle adiós, que los recuerdos del último momento juntos ya no estaban en su mente y que se lo debía, se lo debía por todo lo que fue en su vida. Había manejado por horas, sin avisarle a nadie de su marcha, con el único propósito de llegar hasta a él una vez más, una última vez.
.- No puedo hacer esto... – susurra para sí mismo, cerrando los ojos con evidente cansancio mientras se aleja con paso veloz, tan sólo queriendo huir.
El sonido de su risa lo detiene de golpe.
La escucha correr en el viento, salvaje como siempre, armoniosa como la última noche. Taehyung se gira, buscando con la mirada de dónde proviene, dónde está el origen de la única risa que siempre hizo a su corazón acelerarse, pero no hay más que árboles con flores de brillantes colores y lápidas resplandecientes. Ella viaja a su alrededor, casi como sí él estuviese corriendo entre los árboles, pidiéndole que lo alcance y le atrape, como cuando eran niños y sólo pensaban en divertirse juntos.
Pero él ya no está y el sonido de su risa sólo está en su imaginación.
No hay otra explicación.
.- Ya enloqueciste, Kim – murmura, volviendo a apresurar sus pasos y tarareando en su mente con el propósito de escapar del sonido de la risa que viaja en el viento, que mece sus cabellos y acaricia sus oídos.
Lo siguiente de lo que es consciente es de su cuerpo chocando con el de alguien más, empujándolo hacia el suelo por el golpe y sus ojos cerrándose mientras evita que su rostro se golpee. Para cuando abre los ojos sólo hay un despejado cielo sobre su cabeza y las hojas de los árboles meciéndose al ritmo suave del viento primaveral que ronda por todo el lugar.
No lo ve, pero sus oídos lo escuchan a la perfección.
.- No olvides levantarte, siempre lo haces...
Es imposible, imposible...
Su rostro se gira de golpe, buscando con desesperación, pero sus ojos sólo son capaces de captar una sombra delgada que se pierde entre los árboles. El sonido de su risa volviendo a retumbar en el viento y contra su cuerpo, inundándolo de un dolor abrumante que habla del pasado, de los recuerdos que ha querido enterrar y de un rostro que ha comenzado a desdibujarse con el tiempo y su deseo de seguir sin él, sin extrañarlo.
Pero su voz, su risa... están ahí como aquella última noche.
La noche en que le dijo adiós, viéndolo perderse calle abajo mientras le saludaba con la mano, riéndose de una broma intrascendente y con su bonita sonrisa adornando su rostro. La noche en que, menos de una hora más tarde y mientras Taehyung dormía con tranquilidad entre sus sábanas, Jeon Jungkook decidiese borrar su sonrisa del mundo para siempre.
¿Había sido...?
Durante años creyó que fue su imaginación, que fue aquella parte de sí mismo que anhelaba volver a escucharlo y sentirlo a su lado, pero ahora... ¿cómo saberlo? Duda que pudiese preguntárselo, aquel Jungkook se su infancia y adolescencia parecía no existir más, él mismo quería creer que era de esa forma porque así no dolería ver su rostro, no habría reclamos por hacer ni preguntas que responder. Creer que había desaparecido no es más que permanecer en la idea de poder seguir existiendo sin él, incluso ahora.
Pero sí había sido él aquel día... ¿Qué había querido decirle? Qué significó aquel: no olvides levantarte, siempre lo haces.
.- Taehyung, ¿está todo bien? – la voz de Namjoon le trae de golpe al momento y lugar dónde está, observa a todos levantarse con calma, hablar entre ellos e incluso reírse, cuánto tiempo pasó perdido entre sus pensamientos – Te sentí muy ausente el resto de la sesión.
.- Estoy... bien.
Namjoon asiente, aunque no luce conforme con su respuesta, sin embargo, una sonrisa se posa en sus labios y deja entrever unos hoyuelos en sus morenas mejillas, justo bajo el marco de sus lentes: .- Es hora de que te entregue tu primera tarea, ¿estás listo?
Aquello provoca una emoción extraña en él, por un instante, casi se siente vivo de nuevo, como si estuviese emocionado: .- Lo estoy, ¿cuál es?
.- Tu primera tarea tiene que ver con una promesa que hiciste de niño – Namjoon le dedica un apretón en el hombro cuando su rostro se deforma en un gesto confuso, sin comprender a qué se refiere – Fue, literalmente: "volveré y me quedaré aquí, con ustedes, toda mi vida". Sabes de que hablo, ¿verdad?
Lo sabe, pero no hay palabras, no hay manera de que lo diga en voz alta.
.- Visitarás a tu abuelo.
Hola a todos,
Ya saben cómo soy, me tomo mi tiempo hasta sentirme conforme con el capítulo y admito que con este me costó debido a que es más de transición, pero me gustó cómo quedó. ¿Ustedes qué opinan?
Uh, ¿qué piensan de aquel recuerdo de Tae? ¿Qué significará?
Además, se nos viene la primera tarea y será... uff ¿Alguna idea de cómo irá?
Aunque primero tendremos el recuerdo que la enlaza, así que: ¿preparados? Espero subirla de aquí al lunes. :3
Gracias por la espera, el apoyo y el amor.
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