Ocho: El extraño rubio, Choi Yeonjun
一Soobin, dame una habitación.
El ruego de un rubio llenó el silencio de la casa junto a los pasos que daba en sincronía con un muchacho mucho más alto. Ambos se dirigían a la cocina, podía escucharlos acercarse por el pasillo angosto a mi derecha y junto a las escaleras a pesar de estar concentrado en mis propios asuntos.
一¿De qué demonios hablas? 一Preguntó el de cabello morado con confusión一 te acabas de mudar.
No hubo respuesta al momento, ambos cruzaron en el pasillo y entraron a la cocina, al verme guardaron completo silencio.
一¿Beomgyu? ¿Qué haces despierto? 一Inquirió el rubio que iba detrás del dueño de la gran casa luego de dos segundos máximo.
Eran a lo mucho las seis y algo de la mañana, la luz brillante del sol aún no se aparecía del todo desde el horizonte de la ciudad y a penas se alcanzaba a ver una lejana estela de luz decorando el borde disparejo de las grandes colinas que rodeaban el paisaje. El frío de la madrugada continuaba sobre el ambiente, imponente como de costumbre, obligando aún a los ciudadanos a usar la calefacción. Solo los trabajadores más responsables estaban despertando, o quizás recién iban a dormir, muchos se preparaban para iniciar su día, pero desde otros contextos la hora de trabajo estaba acabando. La ciudad aún no parecía despertar lejos del corazón de la misma y con mis sentidos inundados con olor a café recién hecho me puse más filósofo de lo normal, como un drogadicto recitando poesías en pleno terminal de autobuses destinados a viajes cortos.
Días como esos eran mis favoritos. Empezaban tranquilos y continuaban así por la mayoría del día, no importaba si el cielo estaba coloreado de gris con una mancha brillante simulando el sol o de azul moteado entre algodones blancos que harían de nubes, en mi memoria habían vagos vestigios de días frescos y tranquilos que conservaba con cariño.
Por un segundo me perdí dentro de mi cabeza de la forma más estúpida, me di cuenta de ello cuando al enfocar mi vista de nuevo me encontré con las miradas intrigadas de Soobin y Yeonjun.
Alcé mis comisuras en una sonrisa dedicada al alto pelimorado de semblante confuso.
一Es importante despertar temprano en casa ajena 一respondí para después concentrarme de nuevo en mi labor inicial, cocinar.
El más alto de los tres se limitó a soltar una floja onomatopeya como respuesta a la vez que dejaba que su mirada cayera sobre el desayuno que estaba preparando, rollos de huevo junto a algo de caldo, la bebida aún no había sido seleccionada, a Yeonjun lo escuché suspirar al mismo tiempo.
一Hablamos de eso luego ¿Está bien?
一Sabes que mi respuesta sigue siendo "no" y de todas formas insistes 一murmuró el dueño de la vivienda que ocultaba su cansancio tras sus lentes redondos de pasta delgada.
El rubio ignoró por completo las palabras del menor y dejó una palmada sobre su hombro antes de marcharse de regreso a las habitaciones como si tuviera polvo pica-pica entre su zona de expulsión de desechos, dejándonos al pelimorado y a mí solos en la cocina.
Soobin me miró al no encontrar otra cosa que hacer.
一¿Qué estás haciendo?
La típica pregunta para socializar nació como era esperado.
一Algo para desayunar 一respondí sin mirarlo, concentrado en la preparación一. No sabía cuántos huéspedes además de mí había 一confesé con una sonrisa tímida y revisando qué tal iba todo con el caldo, el cual parecía estar saliendo aún mejor que en otras ocasiones一, así que he preparado desayuno para usted, Yeonjun y yo.
El más alto hizo un ademán con su mano para que no me preocupara, segundos después tomó asiento en uno de los bancos tras el mesón desde donde podía observarme con claridad.
一Hay tres huéspedes más, dos chicos y una chica 一comentó él, estirándose sobre el mesón para tomar un sobre de café instantáneo, vertirlo dentro de una taza que había tomado quién sabe cuándo y agregarle agua caliente de un termo eléctrico que estaba cerca一. La chica es estadounidense, se llama Lea, aún no domina muy bien el coreano así que ten cuidado cuando le hables.
Aún sin estar viéndolo asentí, Soobin tomó un largo sorbo de café antes de suspirar satisfecho.
一De los chicos uno se llama Felix, es estudiante de música en una universidad cerca de aquí, y el otro es Seoho, estudiante de la academia policial 一presentó vía voz, en mi cerebro sus rostros parecían de artistas célebres, una imagen exagerada de mi parte.
一¿Y Yeonjun?
Hubo un momento de silencio que se hizo tan largo que volteé a ver al mayor, creyendo que no me había escuchado.
一¿El qué?
En definitiva no me había estado escuchando.
Era fácil de saber si se quedaba mirando la travesía de la pequeña hormiga a lo largo de su taza de café.
一Yeonjun 一repetí con más claridad cuando supe que tenía su atención一 ¿Estudia o algo?
一¿No te dijo? 一Negué con mi cabeza一 Yeonjun ha pasado por todas las carreras posibles, te lo digo yo que lo conozco de casi toda la vida 一aseguró él一. Intentó con periodismo, derecho, medicina, contabilidad, arte, diseño, arquitectura... En realidad ya ni sé por cuántas ha pasado 一murmuró al final luego de una pausa, más como una queja interna que un comentario.
El de cabello cual uva tomó un largo sorbo de café antes de continuar.
一Justo ahora está en medio de un "año sabático" 一comentó, haciendo las comillas con sus dedos一, está probando con audiovisuales, creo, no estoy seguro, quizás realmente es ingeniero petroquímico y yo solo estoy diciendo estupideces.
一Guardaré eso para mi documental.
Cuando Soobin y yo dirigimos nuestra vista hacia el mismo punto, nos encontramos con un rubio que 一con una nueva vestimenta encima一 nos grababa con una cámara digital desde su lugar en la frontera entre la cocina y la sala.
一Choi Yeonjun, ingeniero petroquímico que salvó a Seúl de los cangrejos extraterrestres.
一Apaga la cámara, es demasiado temprano para tus tonterías 一protestó Soobin como un adulto estresado, llevando su cabeza y mirada a otro lado mientras que con la palma de su mano derecha cubría su rostro en el ángulo adecuado para no tener que seguir saliendo en la grabación.
Yeonjun bajó su cámara con un gesto de niño regañado.
一Eres un aguafiestas, Soobin 一refunfuñó el rubio a la vez que tomaba asiento junto al mencionado一. Espero no se lo pegues al pobre Beomgyu.
Sin andar pendiente de lo que hacían los mayores, me volteé a buscar un cubierto, justo en ese momento escuché el fuerte golpe que Soobin le dio a Yeonjun.
Auch.
Seguido del estruendo que provocó la palma de su mano contra su espalda se escuchó como uno de los taburetes de madera se movía de forma irregular rechinando en el suelo de madera, luego un par de pasos me hicieron entender rápidamente que Yeonjun había escapado de Soobin por la derecha.
一¡Beomgyu! ¿Quieres decir algo para mi documental?
Cuando miré hacia un lado me encontré de inmediato con Yeonjun, quien alzaba en alto su cámara justo hacia mí para mantenerme dentro de la toma, la luz roja que brillaba junto al lente me daba a entender que en realidad sí me estaba grabando.
La atención me puso algo nervioso y acabé por reír.
Mi personalidad resultaba extraña hasta para mí, vivía en un borde entre la introversión y la extroversión donde cualquiera de las dos podría salir a relucir dependiendo de la situación. Por ejemplo, justo en ese momento, con la mirada brillante de niño emocionado que se cargaba el rubio y una cámara de vídeo alzada hacia mi rostro me sentí como una pequeña y tímida hormiga amenazada por una araña.
一¿Qué quieres que diga? 一Pregunté mirando al rubio detrás de la cámara en lugar del aparato en cuestión.
一Podrías decir "Choi Yeonjun está muy guapo" 一sugirió con falso egocéntrismo一 no lo sé, algo similar.
一Qué asco.
El comentario en tono asqueado que soltó Soobin junto a algunas onomatopeyas exageradas llenas de desagrado y una expresión igual me hicieron reír de nuevo, esta vez con más fuerza.
Tal vez por eso olvidé que Yeonjun me seguía grabando a pesar de tener sus ojos retadores clavados sobre el más alto de los tres que sin pena ni gloria tomaba otro sorbo de café, sosteniendo su mirada.
一¿Qué te gusta hacer, Beomgyu-ssi? 一Inquirió cuando su mirada regresó a mí.
一Cocinar 一respondí mientras apagaba el caldo ya listo y me dedicaba a buscar los recipientes para servir el desayuno一, es como una terapia.
一¿Terapia?
La interrogante de Soobin en medio me hizo asentir.
一A veces estoy tan abrumado que olvido las cosas 一confesé con confianza一, pero jamás he olvidado una receta.
Un gesto que no logré descifrar se hizo presente en el rostro de Yeonjun, lo noté de soslayo y al girarme para verlo bien este desapareció. El rubio bajó su cámara y me sonrió antes de regresar a su taburete junto a pelimorado que seguía disfrutando de las últimas gotas de su bebida caliente.
一¿Sabes hacer pan de queso? 一Preguntó nuevamente el dueño del lugar a lo que yo asentí一 oficialmente eres mi nuevo crush.
一Alto ahí vaquero.
El tono con el que Yeonjun reclamó volvió a causar risas en mí, en primera instancia por la forma en la que había hablado, poco después por la expresión cómica que decoró su rostro al ver al más alto de los tres.
Puede que no los conociera, pero de alguna manera me sentía seguro entre los dos locos de cabellos brillantes y alocados. Era extraño, pero agradable, verlos pelear como un par de hermanos y la forma en la que me hablaban resultaban cálidas, cercanas, como de una familia. De alguna manera me sentía más protegido junto a esos desconocidos que como me había sentido en mi propia casa por el último año.
一Buen provecho.
Tanto el rubio como el pelimorado repitieron gustosos mis palabras cuando me senté a comer junto a ellos.
Entonces los miré con sigilo.
Y me pude dar cuenta que se me hacían más familiares que el día anterior.
(...)
一Regla número quince de la guesthouse: no dejes entrar a Yeonjun si no estoy.
一¿No es esa también la regla cuatro?
一También la siete y la veintidós, pero necesito que comprendas lo importante que es no dejar entrar a Yeonjun a la casa mientras no estoy 一el de cabello morado hablaban sin mirarme, tirando más y más cosas en el carrito que empujaba por los pasillos del supermercado一, él es un desastroso. El otro día tiró el jarrón con la cenizas de mi abuelo, él dice que fue accidental, pero intentar lanzarlo por la ventana fue muy intencional, estoy seguro.
Retuve mi risa cuando se giró a verme.
一Debes hacerme caso.
一Sí, señor 一respondí en un tono ronco exagerado solo por intentar ser bromista.
A lo mucho serían las diez de la mañana. El día había aclarado, era brillante, hacía un poco de frío, lo suficiente para usarlo de excusa y llevar una chaqueta que combine bien con mi estilo intencionalmente desaliñado, Soobin me había encargado de empujar el carrito de supermercado mientras él tiraba en el todo lo que necesitaba para el mercado del mes. Cosas que los huéspedes le habían pedido estaban incluidas, porque dudo mucho que el alto pelimorado de porte masculino y serio necesitara un par o dos de toallas sanitarias.
Dato curioso: la gente nos miró extraño cuando tomó tres paquetes de las dichosas toallas y las puso en el carrito.
Yeonjun en un inicio insistió en acompañarnos, hizo una lista larguísima sobre los beneficios que traería para nosotros llevarnoslo como si fuera una clase de talismán que atraía las ofertas "compra uno y lleva uno gratis", pero el de cabello morado no se percibía realmente interesado por ello, entonces lo rechazó unas seis veces como mínimo. Al final lo amenazó con una escoba.
Entonces allí estábamos, Soobin y yo. Él me repetía la regla de no dejar entrar al rubio radioactivo si él no estaba presente y yo lo escuchaba cada una de esas veces mientras tachaba cosas de la lista de compras empujaba el carrito del que me recostaba cada diez pasos como mínimo.
Me cansaba fácil, mi condición física era la definición de "sedentarismo."
一Oye, Beomgyu... 一Ante la mención de mi nombre alcé mi mirada y la enfoqué en el chico más alto que caminaba frente al carro, dándome la espalda一 ¿Qué te hizo llegar a la Guesthouse? Yeonjun dice que unos narcotraficantes te inyectaron un chip y te encontró mientras huías del ejército secreto de las Bahamas.
Al escuchar tal descabellada historia, una carcajada intentó morir en mi garganta sin éxito alguno.
一¿En serio te dijo eso?
一Choi Yeonjun es un chico muy extraño, ya te dije.
Entonces me reí más fuerte que antes, llegando a llamar un poco de la atención de un par de personas que pasaban tranquilamente por el mismo pasillo que nosotros.
Para cierta cantidad de personas parecería que estaba agarrando confianza con Soobin demasiado rápido y tal vez tenían razón. Me sentía en la libertad de reírme de cosas absurdas como esa, de paso las anécdotas que contaba tan de repente no eran de ayuda para abstenerme de reaccionar de aquella manera.
No era mi culpa.
一En realidad, mi madre me botó de la casa.
Los pasos del pelimorado se hicieron más lentos por una fracción de segundo, luego volvió a la normalidad. Ignorando el hecho me permití aprovechar el momento y desahogarme un poco.
一Desde hace unos meses me había estado amenazando con eso, me recordaba lo patético que era por no tener una profesión ni un trabajo... Y voilá, Yeonjun me encontró en una parada y decidió adoptarme como si fuera un perrito.
一Ese cabeza de pollo con complejo de superhéroe...
Su murmullo en tono rústico causó una pequeña risa.
一¿Acaso no pensaste que podrían ser un ladrón? O no solo un ladrón, también pudo ser un violador, un estafador ¡Hasta un traficante de órganos! 一Exclamó al final, dando media vuelta con dramatismo mientras hablaba y deteniéndose frente al carro, obstruyendo mi camino一 pareces inteligente ¿Qué te hizo seguir a alguien como Yeonjun a un lugar desconocido?
Parpadeé lento, procesando la información como si degustara un dulce con un sabor conocido con un ligero toque de alguna esencia exótica desconocida para mi paladar. Estaba analizando mis posibles respuestas, pensando con trabajo cuál sería la más adecuada, la que me hiciera ver menos estúpido a los ojos de un pelimorado con alto desarrollo de su sentido común.
一Sentí que estaría bien si lo seguía 一respondí luego de pensarlo un rato y estando de pie frente un estante con bolsas de cereales en los que dejé mi vista mientras me perdía en mi parafraseo interno一, como si lo conociera de antes.
一Oh... 一suspiró por un segundo antes de chasquear su lengua一 créeme, si conocieras a Yeonjun de antes tendrías el cerebro quemado o la paciencia en el subsuelo.
Y con ese último comentario como cierre de la conversación, ambos caminamos hasta la caja para pagar todas las cosas que llenaban el carro hasta la mitad. Soobin hablando con confianza con la muchacha que nos atendió y yo siendo ignorante de la mirada extraña que me dedicó unos segundos antes mientras le contaba las razones de mi llegada a tierras desconocidas.
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