Capítulo 18
Samson
Abro los ojos y un profundo dolor invade mi cabeza cuando la luz de la habitación invade todo lo que me rodea. Siento como todo me da vueltas y un profundo mareo me invade. Como puedo, intento incorporarme hasta quedar sentado, recuerdos del hospital abandonado llegan a mi memoria, pero la verdad es que no puedo rememorar nada de lo que pasó luego de que le inyecté el sedante especial a Christian y le indiqué a Declan que sellara los poderes del Dios de la nada justo como mismo le hicieron a él tiempo atrás. Intento recordar algo más, pero toda mi mente está confusa y borrosa; debido al esfuerzo una fuerte migraña inicia a insertarse en mi frente y un gruñido de frustración escapa de mis labios.
—Ya era hora de que despertaras.
La cantarina voz de Declan es como música para mis oídos y alzo la mirada para verle parado en la puerta de la habitación. Está recostado al marco de madera, sus manos metidas en sus bolsillos y una alegre sonrisa en sus labios; su apariencia vuelve a ser la del mocoso de dieciocho años que tanto suele volverme loco y, ahora mismo, es lo mejor que pudo manifestarse frente a mis ojos. Declan avanza con suavidad hacia la cama sin perder su dulce sonrisa, solo se detiene cuando sus pies chocan con el colchón a mi derecha. Si estiro un poco la mano, estoy seguro de que podría tocarle, pero me contengo de momento.
—¿Cómo te sientes? —interroga sentándose en la cama y, opuesto a mis acciones, estira sus manos para acariciar con sus gráciles dedos mi mejilla; el toque es como un bálsamo para el dolor.
—Me duele la cabeza, no recuerdo demasiado.
Asiente y puedo ver la mezcla de culpa y dolor en sus ojos.
—Es natural, el veneno estaba causando fuertes fiebres en ti, por suerte Castiel logró detenerlo a tiempo —suspira— Esto es mi culpa...
—¡No lo es! —exclamo con tanta fuerza que el dolor vuelve a punzar por unos instantes en mi cabeza—. Yo decidí ir con Christian.
—Por mí, siempre por mí; te viste metido en una guerra que no era la tuya y te utilizaron para hacerme daño a mí.
Agarro la mano que acariciaba mi mejilla apretándola fuerte contra mi piel, sintiendo el miedo comenzando a emerger en mi cuerpo. Hemos tenido estas conversaciones tantas veces y, generalmente, suelen terminar en que uno de los dos debe de apartarse para protegerse. Todo mi cuerpo se tensa, solo por una vez desee que eso no culminara así. Declan parece leer el temor en mi mirada y, antes de poder hacer algún tipo de reacción, se inclina hacia delante y sus labios besan los míos con suavidad. El beso inicia de manera casta, sin embargo, poco a poco, voy abriendo mis labios para él, permitiendo que la lengua de Declan se introduzca en mi boca. Sus manos rodean mi rostro de manera posesiva y, cuando hago lo mismo con su cintura, un pequeño gemido de dolor emana de los labios del Dios. Entonces recuerdo un nuevo hecho, Declan había sido herido.
Me aparto de forma abrupta y levanto su blanca camisa para ver el vendaje cubriendo la piel de su vientre y rodeando su cintura; un nuevo mareo me invade, solo que en esta ocasión no es por mí.
—Estoy bien —sonríe—. Me curaré rápido, solo está demorando un poco porque la herida fue causada con un arma especial. —como no respondo, Declan se pega más a mi acariciando mis labios y algunos cabellos que caen sobre mi frente—. Ya basta Samson, pasamos por demasiado y no voy a permitir que el veneno que había en tu cuerpo o esta pequeña herida nos separen; por fin, ambos somos libres del pasado.
Mis ojos se abren de par en par por el asombro.
—¿Qué sucedió con Christian?
Declan hace una mueca de malestar, pero no demora en responder.
—Te hice caso y sellé sus poderes, no es algo por lo que quisiera que nadie pasara, pero el busco su destino.
—¿Dónde está?
—Encerrado, en un sitio que ya no volverá a causarle daño a nadie. El equilibrio sigue intacto en el mundo y, esta vez, Christian no puede amenazar con romperlo.
—Entonces —inicié a decir casi con voz temblorosa, sin poder creerlo—. ¿Todo termino?
Declan sonrió más ampliamente subiéndose en la cama sobre mis piernas y rodeando mi cuello a modo de abrazo.
—Todo terminó, también destruí el viejo hospital; tus amigos necesitan un poco de paz y ese sitio tiene demasiados fantasmas.
Mis manos temblaron un poco cuando le abrazaron, pero logré jalarle a mi lado abrazándolo con fuerza. Por fin, a pesar de todo, lo habíamos logrado. Aún quedaban híbridos por ahí, pero ya esos formarían parte de nuestra vida cotidiana; sin embargo, el mayor de todos los males estaba encerrado sabe solo Declan en dónde. Por primera vez en años, sentí verdadera paz y esperanza, anhelos y sueños se manifestaban ante mi sin la sombra de algún temor acechando.
—Lo siento Declan, perdóname. —El Dios pareció quedarse en blanco unos instantes, sin embargo, no dudo en devolverme el abrazo y eso me dio fuerzas para continuar—. No debí drogarte y engañarte, lo siento, solo necesitaba protegerte.
El cuerpo de Declan se tensó por unos instantes, no obstante, sus dedos, poco a poco se enredaron con mis cabellos jalando sin demasiada presión para alzar mis ojos a la altura de los suyos.
—Quise enojarme, pero no pude —confiesa—. Yo habría hecho lo mismo por ti, sin dudarlo, porque así somos tu y yo; hacemos lo que creamos necesario para salvar la vida del otro. —Sus labios vuelven a rozar los míos—. Solo no vuelvas a dejarme; este enfrentamiento con Christian me demostró que puedo renunciar a mi magia y a la inmortalidad, pero nunca a ti. Ni la vida eterna ni todos los poderes del mundo tendrían sentido si alguna vez te pierdo, preferiría morir.
No puedo evitarlo; antes de que el Dios logre decir algo más, mis labios vuelven a tomar los suyos. Solo que esta ocasión no es de forma suave y delicada como la primera vez; sino que una fiera hambre y necesidad guían mis actos.
—No más negaciones, no más engaños— susurro en su boca—. A partir de ahora, somos eternos.
Y sé que es verdad, no hay retorno cuando coloco mis manos bajo la camisa de Declan. Primero acariciando la suave tela del vendaje y, poco a poco, ascendiendo a su desnuda piel. Mis labios abandonan su boca y descienden hacia su mentón y luego a su cuello, llenos de hambre y necesidad. Ansias de tenerle cerca.
—Necesitas recuperarte primero— dice Declan con voz entrecortada, sin embargo, puedo ver como sus ojos se vuelven cristalinos de la lujuria. Él también me desea.
—Necesito tenerte dentro, solo eso. Si este es nuestro nuevo comienzo deseo que inicie contigo en mi cuerpo.
El poco autocontrol que poseía el Dios se desvanece con mis palabras y sus a manos comienzan a retirar mi ropa por completo. Primero la camisa, su boca recorriendo cada surco de mi piel, bajando hacia mi pecho creando un camino con su lengua. Ambos nos sumergimos en una completa ola de placer. Durante toda la noche, exploramos nuestros cuerpos de forma mutua, besándonos, acariciándonos y llenándonos de promesas llenas de vida. Declan me tomó de todas las formas posibles, diciéndome a cada segundo que pasaba lo importante que soy para su vida y cuanto me necesita. Puede que nuestra relación nunca fuese la más tradicional, puede que empezáramos peor que la mayoría de parejas que conozco. Sin embargo, Declan me hizo creer en el destino, en que quizás no era el instante o el momento, pero que nuestros caminos terminaríamos juntos. El nació para dar la vida y, quizás, sin saberlo completamente, para esperar a que llegase yo a crear un motivo de su existencia. Porque la vida sin motivos, sueños y anhelos suele terminar vacía y desolada. Es por eso que cuando susurra suaves y amorosas palabras en mi oído solo puedo sentirme lleno.
—No pienso dejarte marchar nunca más de mi vida —susurro Declan contra mi piel desnuda cuando el sol comenzó a salir a la mañana siguiente.
—Eso espero.
—Es una promesa bebé, ahora y siempre, somos eternos.
Fin.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro