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Capítulo 10

Samson

Minutos después de nuestro encuentro íntimo en la habitación del avión, Declan y yo volvemos a hallarnos sentados en los asientos delanteros del jet, cerca de la zona de bar. Estoy en la barra sirviendo algunas copas de vino mientras mis ojos viajan de forma inconsciente al rubio y debo evitar sonreír ante la imagen que observan mis ojos. Su cabello continúa manteniéndose revuelto y sus mejillas sonrojadas, sus labios hinchados y rojos; lleva puesto unos pantalones de pijama poco ajustados y una camiseta de tiras que le queda bastante ancha y no es para menos dado que la prenda es mía. Si soy sincero tengo que controlar lo mucho que me calienta verle con una prenda de mi pertenencia, debo incluso moverme de forma disimulada para ocultar la nueva erección que comienza a formarse. Gracias a Dios yo también llevo pantalones sueltos o la situación sería algo problemático.

Sigo indagando su figura con mi mirada y una risa pecaminosa se forma en mis labios cuando mis ojos chocan con el tatuaje de Declan que dice mi nombre; puedo visualizarlo debido a los anchos tirantes de la camisa y he de admitir que las sensaciones que provoca en mi persona son, simplemente, maravillosas. Jamás pensé que Declan fuese capaz de hacer eso por mí, en el momento que lo vi tuve que esforzarme para no llorar debido al nudo de emociones que se formó en mi garganta. Junto a las letras en tinta también queda la evidencia de nuestras calientes actividades, no hay una sola zona del pecho de Declan que no posea mordidas y arañazos. Todo en una combinación perfecta que delatan nuestras actividades recientes. Sin embargo, lo que más gracia hace de su persona ahora mismo es el ceño fruncido entre sus ojos azules; sus mejillas infladas por la molestia y su boca formando un marcado puchero mientras que su mirada no deja de fijarse en Maddox sentado cerca de nosotros, con una risa burlona y un vaso de vodka entre sus manos.

—No entiendo porque tiene que estar él aquí— se queja Declan pasando su visión de mi amigo hasta mi persona—. Él no tiene que saber nada de esto.

Voy a abrir la boca para responder, pero Maddox, disfrutando de la situación más de lo necesario se me adelanta.

—¿Podrías dejar de hablar como si no existiera? Estoy aquí mismo.

—Y ese es exactamente el problema —el rubio recalca cada una de sus palabras—. No comprendo que haces aquí para escuchar de mi historia o que haces viajando con nosotros a enfrentar cosas de sobrenaturales cuando no eres más que un molesto humano.

Maddox se toca el pecho como si estuviera ofendido, pero el brillo en sus pupilas le desmiente por completo. Además, conozco tanto al humano que sé que si hay algo que le cause placer en este mundo es molestar al prójimo y Declan parece acabar de convertirse en su nueva víctima. Los oscuros ojos de Maddox reflejan fuego vivo y no dudo en acercarme poco a poco a ambos hombres en caso de ser necesario. Cuando Maddox responde a las quejar de Declan me doy cuenta que mi decisión fue la más aceptada.

—En primer lugar —inicia el asesino—. Si hace unos instantes te escuche jadear el nombre de Samson como perra en celo no veo motivos por el que no pueda oír esto. —Declan se sonroja, pero el problema no termina ahí—. Y, en segundo lugar, mi gatito me pidió que viniera y estuviera con él y a mí me gusta ser complaciente con él; quizás por eso haya pasado más noches a su lado que tú.

En estos instantes doy gracias a todos los cielos por ser un cambiaformas leopardo y poderme mover rápidamente, dado que en menos de cinco segundos Declan se lanza sobre Maddox con la intención de tomarle por cuello para dejarlo sin aire; sin embargo, logro detenerle antes que los dedos del rubio lleguen a encontrarse con la piel del trigueño. Mis brazos rodean la cintura de Declan apegándole contra mi cuerpo, al mismo tiempo, el Dios continúa pataleando para zafarse del agarre. Tengo que admitir que una parte de mí siente un enorme regocijo y no puedo evitar que las comisuras de mis labios se curven en una sonrisa.

Declan siempre se ha caracterizado por ser un hombre pacífico y no muy fácil de enojar. Verle enfurecido y loco de rabia debido a los celos, he de admitir, es un punto a favor de mi ego. Sentir que cada una de las palabras que me ha dicho en los últimos días es cierta es más de lo que me hubiese atrevido a imaginar nunca por miedo a que fuera pasajero, pero, por primera vez en mucho tiempo, siento que si sobrepasamos el problema de su mortalidad las probabilidades pueden estar a nuestro favor.

Alzo la mirada para encontrarme el rostro sonriente y divertido de Maddox y, cuando sus ojos chocan con los míos, su sonrisa se amplia de tal forma que es evidente que se ha percatado de mi propio disfrute debido a sus acciones. Intentando volver a mi postura seria entre ambos hombres carraspeo mi garganta con la esperanza de que Declan se calme un poco y, como no paraba de forcejear, me siento en uno de los asientos del avión con el pequeño rubio revoltoso sobre mis piernas. Casi de manera inmediata Declan se gira hacia mi figura para envolverme con sus brazos. Puedo ver que cada uno de los músculos de su espalda continúa tenso y dejo suaves besos su mejilla rezando para distraerle. Por suerte para mí, esto parece surtir efecto y Declan tan solo se acurruca a mi cuerpo con un puchero, ha dejado de luchar para matar a Maddox de momento.

—No lo quiero aquí —susurra contra mi cuello.

Miro a Maddox directamente a los ojos para encontrarle sonriendo y le hago una señal de que se calle por unos segundos, este solo se encoje de hombros en señal de aceptación y doy un agradecimiento silencioso a los dioses. No vamos a llegar a ningún punto de esta discusión si Declan tan solo está centrado en matar a Maddox debido a los celos.

Vuelvo a besar su sonrojada mejilla e intento hablar en voz baja de forma que solo podamos escucharnos entre nosotros.

—Quise de Maddox viniese con nosotros porque puede sernos de utilidad; aunque es solo un humano conoce el mundo de los sobrenaturales y sabe buscar información sin levantar sospechas. Ha trabajado de esa manera durante años y es bueno en lo que hace.

—¿Y qué hace supuestamente él? —interroga Declan aun con incredulidad.

—Maddox antes era militar, ahora es un asesino a sueldo; es discreto y rápido y lo más importante, todo lo que haga será efectivo.

—¿Qué quieres decir?

—Digamos que en tu pequeño grupo de sobrenaturales la única otra persona con tan pocos escrúpulos y que haría lo mismo que Madddox es Reyes.

Declan alza su cabeza y puedo ver la sorpresa en sus ojos. Esa afirmación es obvio que llamaría su atención, después de todo Reyes, el ex líder de los híbridos es conocido por ser un completo psicópata y cada una de sus acciones suele terminar con muchas muertes y olas y olas de sangre a su paso. La única diferencia entre Maddox y Reyes es que este último suele actuar por placer y solo parece tener corazón cuando se trata de su pareja y su familia; Maddox, por el contrario, tiene el dinero como una razón válida para sus actos y son muy pocos aquellos que le importan.

—Sigue sin gustarme que esté tan cerca de ti.

Eso me hace sacar una sonrisa.

—Maddox es heterosexual.

—¡Heterosexual mi culo! No deja de hablar de ti.

—Solo hace eso para molestarte.

—Pues tiene efecto.

Suspiro exasperado, esto no nos está llevando a ningún punto. Así que intento por otra vía y muerdo suavemente el lóbulo de la oreja de Declan lo que le hace gemir.

—Hazlo por mi bebé —susurro divertido—. De todos modos, tendrás que contarle la verdad a todos los implicados en este asunto cuando lleguemos, pero yo quiero enterarme ahora.

Declan muerde su labio mirando a Maddox quien parece cansado de esperar por nosotros y le dedica una sonrisa burlona al de rizos rubios moviendo sus dedos a modo de saludo. Declan gruñe, pero soy capaz de ver la aceptación en sus ojos.

—Necesitaré algo de beber, esto será largo...

—Iba a buscarte un vino... —inicio, pero Declan niega con la cabeza antes de que logre terminar la frase.

—Trae algo más fuerte y también para ti...porque no te gustarán algunas de las cosas que diré Samson, esta es mi historia...

***

Muchos humanos eligen contar sus historias desde que nació el universo, algunos incluso no abarcan tanto y solo narran desde que inició la vida en el planeta, desde que las plantas eran las reinantes del planeta y, luego de diversos sucesos a los que la ciencia puede darle respuestas exactas, surgieron los animales y los primeros humanos. Sin embargo, son pocos los que se preguntan que había antes...

¿Qué existía antes de la vida, de las estrellas y los cosmos? ¿Qué había antes de que los pueblos narraran sobre los diversos inicios de la creación según sus propias leyendas? ¿Qué sucedió antes de que Dios crease la sombra y la luz, el día y la noche, los mares y el suelo? ¿Qué pasaba antes de que Cronos reinara en cada milímetro del mundo y que Zeus lo destronara; o que una loba adoptase a un par de bebés y uno de ellos fuera el fundador de una de las civilizaciones antiguas más famosa? Quizás muchos sean los que piensen en estas interrogantes, pero casi nadie sabe la respuesta...

Existía la nada y la anti vida.

Al comienzo no poseía forma propia pues, al igual que su significado, no tenía un cuerpo material. Era solo eso, un completo nada, una sensación de inmenso vacío. Uno de los primeros... Ni siquiera los dioses más antiguos pueden explicar su surgimiento, pero cuando el resto nació ya la anti vida llevaba muchos siglos recorriendo todo. No obstante, hay ocasiones en las que, para definir algo, debemos hallar su opuesto, es así que, sin importar cuales sean las leyendas en las que las personas justifiquen sus historias, nació la vida. Nací yo...

Y es así como el universo tomó un equilibrio lógico, después de todo, que es más normal y en sintonía que la vida o la muerte propia. Ambos conformamos el ciclo de la existencia. Es así que con mi nacimiento la nada adquirió un cuerpo propio. Sus cabellos eran oscuros como el vació en el que tanto tiempo habitó solo, era perfecto y hermoso, nos complementábamos como el ying y el yang. Éramos los polos opuestos, en los que uno no puede sobrevivir sin el otro, dado que incluso para nosotros nuestros poderes carecen de sentidos sin el del ajeno. Todo elemento que posee una vida puede llegar a morir y las personas comprenden sobre la muerte porque viven; así ha de ser...

Y para eso estábamos Christian y yo; tan diferentes y a la vez tan iguales. Nuestro punto común se matizó en el color de los ojos, ambos de un azul especial. Christian me complementaba y, por mucho tiempo, fue mi todo...

***

—¡Espera! —gruño a la par que observo a Declan bajar su mirada hacia el suelo con el rostro completamente sonrojado. Siento que mi garganta se reseca y una ola de ira pura invade mi cuerpo. Debo de ponerme en pie y caminar por el apretado pasillo del avión en un vano intento de relajarme e intentar que mis neuronas reaccionen—. ¿Me estás queriendo decir que ese mocoso es un Dios más antiguo y poderoso que tú?

Declan asiente, pero continúa sim mirarme a los ojos. Tomo el vaso de vodka más cercano que encuentro en la barra y bebo; el rubio tenía razón cuando dijo que lo necesitaría, necesito algo fuerte para realizar mi siguiente pregunta porque, aunque Declan aún no lo confirma, sus palabras no me dejaron ninguna duda de mi suposición.

—Me acabas de decir que él era tu todo, que eran uno. —Me acerco y le agarro del mentón para que alce su mirada hacia mí—. ¿Christian era tu pareja?

Declan moja sus labios, nervioso, para luego asentir con lentitud.

—Te dije que no te gustaría toda la historia.

—Pues a mí me está encantando —se burla Maddox divertido y esta vez soy yo quien le responde al humano con un sonoro gruñido. Mi cambiaformas no está para nada contento con este giro de los acontecimientos; sin embargo, a mi viejo amigo no parece importarle dado que solo suspira y me observa como si yo fuera idiota—. Samson, tu novio te supera en edad por eras, ¿en serio pensaste que lo tomarías virgen? ¡No seas capullo y deja que el hombre hable!

Vuelvo a gruñir, sé que no tengo porque estar celoso por algo que ocurrió hace siglos atrás como dice Maddox, pero me incomoda, mucho. Me pone demasiado celoso saber que alguien más, en algún momento, fue el centro del universo de Declan. Solo yo quiero ser ese puesto. ¡Es loco y tóxico, pero yo lo quiero!

Siento que Declan toma mi mano y la mueve desde su mentón hasta su mejilla para acurrucar su piel ahí y cuando me observa, me percato que sus ojos están llenos de lágrimas. Esta historia no es fácil para él.

—¿Puedo seguir? —interroga y siento todos sus miedos, por lo que me inclino hacia delante y atrapo sus labios con los míos en un efímero, pero pasional beso.

—No importa lo que digas a partir de ahora, tú sigues siendo mío, eso no cambia.

Vuelvo a besarlo y me alejo para sentarme en una silla cerca de la barra. Si estoy demasiado cerca de él sé que no querré que cuente esta historia, aunque es necesario. Necesito escuchar esto y no solo para saber a qué nos enfrentamos todos, sino también para saber cuáles son los demonios que acechan a Declan y le hacen sentir tan culpable.

—Continúa...

Declan mira de Maddox a mí con inseguridad, luego suspira y vuelve a hablar...

***

La vida y la anti vida son unos solos, éramos como los dioses principales. Nos veneraban en distintas partes del mundo; llamándonos de distintos nombres según la religión en la que creyeran. Sin embargo, Christian siempre pareció disfrutar más de lo necesario de la devoción que se le dedicaba. Mientras un mayor número de culturas le veneraban casi con la misma intensidad que a la propia vida y creían en algo naciente de él más aumentaba su poder. Le gustaba ser el centro, el dominio...

Incluso conmigo, Christian disfrutó ser el centro de mi atención. Necesitaba ser el todo y sentirse venerado y, no voy a mentir, durante mucho tiempo me pareció caliente y atractivo que quisiera ocupar todo mi campo de visión todas las horas del día. Compartíamos los poderes y nuestra unión superaba a la del propio destino en ocasiones, pero todo cambió...

Cambió el día que quise más...

El día que nació Castiel...

***

Declan guardó silencio unos segundos y puedo notar como su cuerpo comienza a temblar. Sube sus piernas sobre el asiento y las rodea con sus manos en un intento por abrazarse a él mismo.

—¿Qué quieres decir? —pregunté con suavidad—. ¿No le gustó compartirte?

Declan soltó una risa que se sintió fría y desgarrada.

—Al inicio yo también pensé así y me gustó que fuera un poco celoso, pensé que no quería compartir mi atención; pero ese ego y esa creencia no me permitieron ver lo que en verdad ocurrían.

—¿Qué ocurrió Declan? —es Maddox quien interroga ahora y, para mi sorpresa, es la primera vez que le veo dirigiste de forma tan seria a Declan.

El rubio alza su mirada y puedo ver una lágrima deslizarse por su mejilla, sus ojos carentes de cualquier emoción hacen que mi pecho duela.

—¿Saben algo? —susurra el rubio tan bajo que por unos segundos me preocupa que Maddox no le escuchara con su oído humano, sin embargo, el hombre está igual de tenso que yo demostrando que sigue pendiente a cada una de las palabras del Dios—. Christian es un excelente Dios de la nada y la anti vida, porque está vacío...

***

Pensé que Christian estaba celoso, pero que, poco a poco, amaría tener con nosotros a Castiel. Yo quería al dragón como mi propio hijo y esperaba que mi pareja pensara igual. No obstante, Christian no está diseñado para pensar en nada que no sea él y, lo que en un inicio consideré celos, a medida que continuaban naciendo nuevos sobrenaturales me percate que no era así.

El Dios se mostraba distante de cada uno de ellos, no los consideraba para nada, incluso pensé que les tenía asco, pero Christian me demostró la verdad. No era asco, sino miedo.

Y como no podía destruir a los sobrenaturales sin ser condenado por los dioses del destino ideó el plan más elaborado para que se mataran entre ellos mismos...y me utilizó a mí como conejillo de indias...

***

Declan me miró y a pesar de su sonrisa puedo ver sus labios temblando por las lágrimas que no paran de caer.

—Me prometió que sería lo mejor para todos, que mis creaciones estarían a salvo y que solo les enseñaría a protegerse. Me dijo que Castiel estaba en peligro de muerte y que si no lo hacía lo iba a perder porque por mi culpa Castiel jamás encontraría a su pareja; me iba a odiar...

Cuando veo que no para de llorar me acerco a él y le tomo de las manos.

—¿Qué hiciste mi amor?

Esas palabras parecen romper a Declan y rompe en llantos.

—Le conté como matar a los Dioses y a los sobrenaturales originales. —Abro los ojos asombrado—. El destino nunca le había dicho a Christian como hacerlo porque no confiaban en un Dios de la muerte, pero me lo dijeron a mí y yo lo quería; yo no quería que afectaran a nadie, pero Christian se lo dijo a los primeros híbridos e hizo que iniciaran la guerra contra los sobrenaturales.

Sus palabras surgen efecto en mi mente y entonces comprendo.

—La guerra sobrenatural..., mi mamá...

—Tu mamá estuvo en esa guerra, me pidió tenerte y cuando murió me pidió que te cuidará, yo no pude decirle que no. Christian mandó a matar a todos los originales desde las sombras, entre ellos tu mamá, no quería a nadie más poderoso que él y cuando el Destino se percató de lo que estaba pasando me condenaron por revelar el secreto; nunca supieron que fue él, solo pensaron que yo se lo dije a los híbridos y perdí mi forma y la mitad de mi poder. Me condenaron a vivir en la tierra, pero mucha gente murió por mí, prohibieron practicar las runas y amenazaron de muerte al que lo hiciera, por eso Christian no las ha podido hacer, lo estaban vigilando...Por eso no quería que tú las practicaras, por mi culpa murió tu mamá; no quiero que mueras tú.

Declan se hecha a llorar y cuando giro la cabeza para mirar a Maddox ya este está en pie alejándose de nosotros para darnos nuestro espacio. Agradezco en silencio, son muchas cosas en las que pensar y necesito estar solo con Declan. El hombre no deja de llorar y le cargo para sentarle en mi regazo y poder abrazarle hasta que escucho como solo solloza. No decimos nada, solo nos abrazamos; luego de lo que parece una eternidad es que pregunto:

—¿Por eso no querías estar conmigo?

Asiente.

—No te merecía, por mi culpa murió tu mamá; yo no te merecía. No tenía derecho a enamorarme de ti.

Le separo un poco de mi cuerpo y paso mis dedos por su mejilla para limpiar el rastro de lágrimas mientras que la imagen de mi mamá viene a mi mente. Alta y hermosa, con oscuros cabellos y ojos verdes; siempre alegre y con una sonrisa.

—Mi mamá nunca te culpo y siempre te estuvo agradecida por darle la oportunidad de tenerme; su muerte no fue su culpa, tu...

—Yo le conté a todos como matarlos.

—¡No!, tú confiaste en alguien que amabas para proteger a tu hijo y que te engañó dejándote solo con las consecuencias, él te traicionó e inició una guerra por su propio temor de que alguien fuera más poderoso que él. Nada de esto cambia lo que siento por ti, solo acrescente mi odio por Christian, por su culpa has vivido con muchos demonios todo este tiempo; por su culpa no pude tenerte antes...

Declan vuelve a llorar, esta vez abrazándose a mi cuello.

—Quizás estoy muriendo para pagar todas las vidas que se perdieron por mi culpa.

Sin embargo, de alguna manera no lo creo...

—Voy a averiguar que te está sucediendo y cuando lo haga voy a solucionarlo.

—¿Me odias? —Y ahí el motivo de todo, en esa pregunta están todos sus miedos expuestos.

—Te amo.

Declan me besa, su boca sabe salada por las lágrimas, pero sus labios me dejan una dulce sensación de placer.

—Yo también te amo gatito y no voy a dejar que Christian se te acerque, porque te juro que lo mato.

Y en esas palabras me di cuenta que sin importar las consecuencias...Yo era su primera opción.

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