Capítulo 1
Declan
Puedo sentir el tranquilizante sonido de las gotas de lluvia contra el opalino cristal de las ventanas. La fresca brisa del aire exterior se cuela por las grietas de los costados del marco, permitiendo que el aroma de la humedad impregne la estancia. Escucho las voces a mi alrededor hablando de forma feliz y sonríen ante la nueva bendición de los cielos; sin embargo, son como sordos ruidos a mis oídos, como si cada uno de estos acontecimientos ocurriesen en un universo lejano y paralelo. Tal parece que cada movimiento se realiza a cámara lenta, demasiado impersonal para mi aturdida cabeza. Tan solo puedo dedicar mi atención a los tres seres que se hallan en el centro de la habitación.
Hay una extraña mezcla de emociones en mi interior. Por un lado, la inmensa alegría de ver a Castiel feliz y sonriente junto a su pareja me corroen. Robert carga en sus brazos a un bebé recién nacido, no puedo evitar pensar que es una de las imágenes más adorables que he visto a lo largo de mi vida. No puedo evitar la ola de nostalgia que se apodera de mi cuerpo al recordar cuando Castiel llegó a este mundo hace tantos eones atrás. El primero de su especie y de todos los sobrenaturales. A pesar de ello, tal parece que fue ayer cuando le sostuve en mis brazos, cada suceso importante en su vida y como siempre se enfrentó al mundo de ser necesario. Recuerdo como la alegría le embargó hace casi un año cuando conoció a su pareja y juntos formaron su propia familia. Definitivamente un padre no puede estar más orgulloso de su hijo como yo en estos momentos.
No obstante, también siento un ligero malestar en mi pecho. Como si tuviera un vacío en mi corazón, un profundo agujero negro que solo se acrescente a la par que observo a la encantadora familia. Un ligero temblor cubre mis manos y una extraña necesidad aflora en mi cuerpo y en mi mente; como si ese hoyo necesitase algo además de deteriorar cada emoción de alegría.
Quizás, y solo quizás, esto ocurra porque ellos son la prueba viviente de lo que yo jamás tendré. Los dioses no nacieron para poseer este estilo de familias, como si fuese algo que no merecemos, como si fuese un castigo de algo más sagrado que nosotros mismos. Por unos instantes incluso siento envidia, ellos tienen lo que yo siempre he querido más que nada, pero que no merezco; simplemente no. O talvez, en lo profundo de mi mente, sé que ahora que Castiel tiene una verdadera familia volveré a estar solo.
«Por favor, quédate conmigo», susurra una suave voz en mi cabeza que roba la poca respiración que habita en mi cuerpo. O más bien, el fantasma de un recuerdo que intento olvidar. De un pensamiento al que juré no volver a regresar por el bien de todos y que, sin embargo, como un corcel rebelde se niega a alejarse de mi cabeza.
¡No!, no puedo permitirme volver a pensar en ello, es hora de retornar a mis prioridades y obligaciones. Aunque, a lo mejor, esta es la forma del destino de castigarme: Hacer retornar a mi mente mi propio fruto prohibido.
—Declan. —La voz de Castiel me trae de vuelta a la realidad como un cubo de agua fría y me percato de que llevo varios segundos mirando a la nada, un pequeño destello de culpa me invade, sobre todo con sus próximas palabras—. ¿No piensas venir a conocer a tu nieto?
Una ligera sonrisa retorna a mi rostro y vuelvo a sentir como la alegría retorna a medida que me acerco a la cama en la que se encuentra la pareja junto al recién nacido. Tomo al bebé de forma cuidadosa de las manos de Robert para sostenerle entre mis brazos. Puedo sentir la mirada del resto de la manada en mi persona ahora, pero no me importa. Mis ojos solo se dirigen al bebé a la par que deposito un beso en su frente. Sentirlo pegado a mi cuerpo es lo más cerca de la pureza que he tenido en mucho tiempo, es como si el mal del mundo desapareciera, es un consuelo y quiero protegerlo de aquello que pueda hacerle daño.
—Entonces, ¿seré el padrino? —interroga Michael divertido y no puedo evitar mirarle con una sonrisa.
Siempre consideré que el joven lobo de cabellos dorados era bastante curioso y alocado. Recuerdo que Robert me hizo su historia, antes de conocer a Castiel estuvo mucho tiempo enamorado de él, sin embargo, solo habían logrado compartir una noche pasional dado que al rubio no le gustaban las relaciones largas. Eso solo cambió cuando conoció al actual líder de los cambiaformas felinos de esta región, Dereck. Los he visto juntos un par de veces y son una pareja sin igual, con personalidades completamente opuestas, como el día y la noche; sin embargo, se compenetraban sin problema ninguno.
—¿No eras ya el padrino de los niños de Logan? —pregunta Robert provocando que Michael desvíe la mirada con una mueca y puedo entender por qué.
Cuando el joven híbrido Logan bautizó a su primer bebé, Michael tuvo variadas y divertidas peleas por el puesto con Tobías, el jefe del aquelarre de vampiros y pareja del alfa de la manada de lobos local. La más memorable fue una en la que Tobías terminó encerrado en un cuarto de limpieza y Michael en el altar de bautizo proclamándose el padrino legal de la pequeña. Aun ambos sobrenaturales suelen discutir por ese hecho, sin embargo, siempre en tonos divertidos y bromistas.
—Detalles. —Realiza movimientos despectivos con la mano para restarle importancia a las palabras de mi yerno—, Además, soy uno de tus mejores amigos, no creo que exista alguien mejor que yo para ser el padrino de tu hijo.
—La verdad... —comienza a responder Robert y debo de contener la risa que intenta posarse en mis labios al notar como la boca de Michael se va abriendo debido a la indignación y su mano se posa en su pecho a modo de drama.
—¿Has elegido a otra persona? —dice ofendido y me alegro no ser el único al que le divierte la situación dado que siento más de una risa encubierta en la habitación.
—Castiel y yo elegimos a dos personas para ser más exactos.
Michael parece pálido, casi al punto del desmayo. Es un alivio que Dereck esté en la habitación con nosotros y le ayude a mantenerse en pie.
—¡Por los Dioses! —chilla sin contenerse más—. Dime que elegiste a Ryan, a Tobías, a Marcos...dime que elegiste a cualquiera menos a la persona en la que estoy pensando.
Hay pánico en la voz de Michael y en su rostro solo aumenta el horror cuando una burlona voz irrumpe en la habitación del hospital.
—¿Dónde está mi ahijado preferido?
Todos nos giramos para ver a Reyes acercándose a nosotros junto a su pareja Dylan. Reyes fue uno de los primeros híbridos que creo el difunto hermanastro del alfa con el objetivo de iniciar una nueva especie que desataría una guerra de dimensiones colosales. El chico es un sanguinario psicópata y no le había importado el fin para el que fue creado, sin embargo, sus prioridades comenzaron a cambiar cuando su gemelo Logan encontró pareja y, tiempo después, el mismo inició su relación con Dylan, antiguo líder de los felinos y hermano menor de Dereck.
A pesar de la evidente locura de Reyes, tengo que admitir que siempre fue de mi completo agrado. Tiene inteligencia y astucia, sabe actuar en situaciones de riesgo y nunca pierde su nota sarcástica y divertida sin importar cuan peligrosa sea la situación. Sin embargo, Michael no parece de acuerdo con mi punto de vista en este instante. Ahora mismo luce como si aborreciera al híbrido y olvidase que son familia política.
—¿Has elegido al psicópata sobre mí? —No hay un verdadero enojo en la voz del rubio, no obstante, siempre ha sido muy conocido por su pasión al drama.
—Lo siento pulgoso, creo que te gano. —Reyes le guiña un ojo para luego soltar a su pareja y acercarse a mí con una bolsa llena de regalos entre sus manos—. ¿Puedo? —interroga con los brazos extendidos en mi dirección como una clara señal de que desea al bebé, observo a Castiel un breve segundo y cuando este asiente le entrego el niño a Reyes.
Casi de forma automática siento su perdida en mis brazos, pero me obligo a sonreír a la par que le observo. Hay que admitir que la pequeña criatura es adorable; su cabello es oscuro como el de Castiel y posee pequeñas alas de dragón. Sin embargo, sus grandes ojos son tan celestes como los de Robert. Un mezcla hermosa y perfecta entre la pareja. A pesar de que son especies distintas el pequeño bebé posee genética de dragón dado que cuando cree a Castiel me aseguré de que su ADN predominase en su descendencia para evitar que se extinguiesen los dragones.
Reyes saca de la bolsa de un pequeño peluche de gato y comienza a susurrarle palabras al bebé mientras yo me acerco a mi yerno. Continuaba portando la bata de hospital y algunos sueros en el brazo para hidratarle.
—Has hecho un buen trabajo lobito. —Acaricio los cabellos de Robert y, de paso, intento revitalizar un poco su fuerza otorgándole una pizca de energía con mi tacto. Aunque mis poderes ya no sean los de antaño, continúo siendo capaz de ayudarle.
—Me alegra que te hayas quedado para el nacimiento de Sloane.
—Claro que iba a estar aquí, retornar a Escocia sin ustedes sería demasiado aburrido.
Sin embargo, la declaración suena falsa incluso para mí. Ese no es el único motivo. No quiero que llegue la hora de volver a estar solo y por eso retraso el momento de regresar todo lo que me es posible, aunque también eso es una excusa, hay más...
Noto como Castiel se acerca a Robert para besar su frente con ternura y suavidad. Definitivamente la pareja necesita tiempo a solas, es como si todos estuviésemos en presencia de algo demasiado íntimo y personal. Me giro al resto de invitados en la habitación para anunciar:
—Creo que es hora de que dejemos descansar a Robert y a Castiel, podremos verlos mejor cuando le den el alta médica al lobito junto al bebé.
Entre quejidos y protestas, Reyes devuelve a Sloane con sus padres antes de que todos inicien a salir de la habitación. Si debo de adivinar diría que todos se dirigen al bar de Michael, ese parece ser el lugar de encuentro especial del diverso grupo.
Me aseguro de quedarme de último y cuando solo quedamos Castiel, Robert, el bebé y yo en el cuarto me giro para despedirme también. La verdad es que en estos instantes no deseo estar a solas con la pareja; adoro a mi hijo y a mi yerno, pero ver su interacción provoca incertidumbre en mi interior, una inquietud y anhelo que no deberían de estar ahí.
—Yo también me marcho, estaré preparando todo en casa para cuando viren.
—¿Sabes que no tienes que irte? —Logro notar la preocupación en la voz de Robert e intento bromear para quitarle peso al asunto.
—Prefiero no estar presente cuando comiencen a besarse, ya bastante con que traumen a su hijo, yo no necesito ver eso. —Comienzo a caminar a la salida con una sonrisa en los labios cuando una duda llega a mi mente—. Dijeron que eligieron a dos padrinos, si no es Michael, ¿quién es el segundo?
Noto el ligero intercambio de miradas preocupadas entre los dos hombres y un cosquilleo de preocupación recorre mi columna provocando que mis manos suden. Por algún motivo siento mi garganta secarse. Luego de pocos segundos es Castiel quien me responde.
—Samson. —Su voz es firme, pero hay un deje de preocupación en él.
—¿Vendrá Samson? —No puedo evitar el temblor en mi interior y me odio a mí mismo por sentirlo, no tengo derecho.
—En pocas semanas, será el segundo padrino.
Intento igualar mi respiración dado que se desestabilizó un poco en algún punto de los pasados segundos.
—Deberían conversar —Me dice Castiel sin pelos en la lengua—. Las cosas no terminaron bien entre ustedes la última vez y, después de todo, él salvó tu vida.
Muerdo mi labio con fuerza para que no tiemble y niego con la cabeza.
—Te equivocas, Samson solo terminó de condenarme.
Y después de eso salgo casi corriendo fuera del hospital hasta sentir la helada lluvia chocando contra mi piel y, a pesar de ser un Dios, comienzo a rezar.
A rezar para que la fría agua logre apagar el fuego que siento en mi interior. Sí, Samson me había vuelto a condenar, porque solo tenerle cerca era suficiente para romper todo en lo que creo correcto y anhelar no dejarlo alejarse.
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