Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 9

Si mis grandes expectativas te ofenden, deberías dejar de aspirar a lo pequeño.

Aixa de Alsina

Presente

Narra Candy.

Despertar en los brazos de Gideón es algo de lo que no creo acostumbrarme nunca, porque sus brazos nunca se sienten como los de alguien más. Sin embargo, es algo que extrañé tanto que no quiero terminar de despertar y reconocer que no volverá a suceder.

Ahora yo soy la amante.

Pero más que la amante, él ya no es mío y nunca lo será.

Tendrá un hijo con otra mujer que no soy yo.

Lo peor es que ella nunca va a llevarlo tan presente como yo.

Sin ganas de que me vuelva a ver llorar, me levanto con cuidado de no despertarlo y me siento en la cama. Doy un brinco en el mismo sitio al sentir los dedos de Gideón acariciar mi espalda. Mejor dicho, acariciar mi tatuaje.

—Un lobo —susurra ronco. Respirar de pronto se me ha vuelto imposible.

—Tiene tus ojos —digo de pronto. Ya de nada sirve ocultarlo. Planeaba hacerlo anoche cuando me enteré de su paternidad. Pero olvidé cubrirlo hoy. Era lógico que lo vería en algún momento. Estamos desnudos.

—También tengo un nuevo tatuaje —comenta. Giro mi cabeza para verlo sobre mi hombro. Se ha levantado y ahora está sentado junto a mí. La manta se ha corrido y puedo ver el inicio de su sexo. Levanto la mirada deseosa. Él ríe feliz—. Me lo hice cuando dejé de buscarte —confiesa. Asiento lento porque no sé lo que va a mostrarme.

—¡Ay, por Dios, Gideón, soy yo! —chillo sorprendida mientras observo con detalle el tatuaje que se ha hecho en la parte de atrás de la pierna.

—Nunca habrá otra para mí, Candy, me has jodido bien jodido —declara. Yo no puedo dejar de observar mi rostro dentro de la cabeza del lobo.

—Nos hemos jodido mutuamente, Gideón. Para mí tampoco habrá otro que no seas tú —prometo. Vuelve a enredarse, esta vez ya la manta ha desaparecido y puedo admirarlo desnudo por completo.

—Estamos jodidos, entonces, pero sigo queriendo seguir jodido. ¿Tiene eso sentido? Quiero que me sigas jodiendo, Candy. Porque sé de antemano que me joderás el doble cuando vuelvas a irte porque te amo el doble que aquella vez. —Suspiro.

—No podemos estar juntos, Gideón. ¿Aún no lo has comprendido? Tú ahora tendrás un hijo con otra que no soy yo. Formarás una linda familia con ella y yo tendré que intentar formar una con alguien que jamás se comparará a ti, lo sé, pero deberé intentarlo al menos —digo. Ambos suspiramos.

—¿Y si no? ¿Y si por primera vez en estos tres intentos, nos elegimos a nosotros antes que a los demás? —cuestiona. Niego con la cabeza.

—Puedo elegirte sobre todos porque no hay nadie en mi vida, Gideón, pero ahora hay un bebé que lleva tu sangre. Jamás estaré por encima de él. Jamás le haría eso —zanjo. Gideón hace que me gire y me sienta sobre él.

—Estamos en el siglo XXI, Candy, no voy a casarme con Gabriela por estar esperando un hijo mío —aclara.

—Es que no lo entiendes, Gideón. Es horrible crecer sin uno de los padres. Yo crecí sin mi madre y fue horrible —confieso. Gideón mantiene mi rostro en su lugar cuando intento girarlo. No me gusta hablar de mi madre—. Mi padre murió hace un mes y no vine a verlo —suelto. Ni siquiera sé porqué lo he dicho, solo quise hacerlo.

—¿Por qué no lo hiciste? —cuestiona. Muerdo mi labio. No puedo confesarle la verdad. Eso sí no puedo hacerlo—. Sin mentiras y secretos, Candy. No voy a juzgarte si dices que porque no querías verme —aclara. Niego con la cabeza, ojalá fuese eso.

—Estaba en un hospital —explico.

—¿Moni? —Niego con la cabeza ante su pregunta—. ¿Tú? —insiste. Tomo aire y asiento lentamente.

—No soy la misma Alejandra que conociste, Gideón. Ya no soy tan fuerte —confieso. Gideón acaricia mi rostro con ternura.

—No me importa que seas igual, Candy, porque me gustas como seas. Seas Alejandra o Candy, sigues volviéndome loco —admite. Sonrío débilmente—. ¿Esto tiene algo que ver? —pregunta ahora, sujetando mis manos y girándolas. Por instinto se las arrebato y comienzo a frotar mis muñecas con mis manos entre sí.

—No quiero hablar de eso, por favor —suplico. La mirada que Gideón me dedica no me gusta. Es la misma con la que me miraban los doctores, Moni y Stevie. No la quiero. Es lástima—. No me mires así —pido ya sintiendo las lágrimas en mis ojos.

—Ven aquí, Caramelo —dice y me toma por la espalda, abrazándome contra su pecho. Me permito llorar contra él sin poder impedirlo.

—Creía que hacía lo correcto. Desde que perdí a nuestro hijo no volví a trabajar, me convertí en una carga para Moni y Stevie. No sabía cómo salir del hoyo en el que sola me metí —confieso después de un rato de solo llorar. Gideón no ha parado de acariciar mi tatuaje y cabello—. Pensaba también en ti, en lo que podía ser de tu vida sin mí. Te imaginé feliz con una linda chica. Fíjate que no estaba equivocada. No quería seguir, Gideón —explico a lo último.

—No puedes hacerlo, Candy. No puedes volver a tomar decisiones así de egoísta. No puedes repetirlo —declara con un claro tono de molestia en su voz. Suspiro lento y él me levanta. Seca mis lágrimas antes de dejar un suave beso sobre mis labios—. ¿Por qué un lobo? —pregunta de repente. Arrugo el rostro. Ese fue un brusco cambio, pero lo agradezco.

—No tengo fotografías tuyas. En internet apareces, pero ninguna es para mí, sin embargo, siempre serás mi Lobo —explico. Mi estómago ruge y ambos reímos antes de que Gideón hable.

—Yo si tengo muchas fotografías tuyas. —Río, eso lo sé. Me fotografió muchas veces—. Pero quería que tuviera algo más simbólico para nosotros, por eso pedí que te hicieran la cara del lobo encima y el lobo debajo. Tú eres mi Loba y mi Caperucita —Hace énfasis en la palabra mi. Sonrío como idiota.

—Soy tu Caperucita —declaro. Beso su labios dulcemente y de pronto, todo el hambre que tenía hace un momento, se transforma en deseo de comerlo a él. O que me coma a mí, da igual el orden. Siempre y cuando nos comamos juntos, el resto no importa.

Gideón me gira rápido, dejándome debajo suyo mientras que se inclina con la intención de atender mis senos.

—Lamento interrumpir tu tarea, pero ahora me toca a mí encargarme de ti. —Alza una ceja, retador. Sonrío altanera—. Hagamos una apuesta —propongo. Gideón ríe.

—Creo que el vivir en Las Vegas, hizo que te gusten las apuestas. —Sonrío.

—Me gustaban desde antes —confieso. Vuelve a reír. Coloca sus manos a cada lado de mi rostro, sin hacer ningún otro movimiento—. Si logro hacer que te vengas en mi boca, vamos y nos tatuamos algo ya mismo. —Lo sorprendí, porque ahora alza las dos cejas—. ¿Aceptas? —cuestiona. Como respuesta, se inclina aún más sobre mi rostro. Puedo respirar su aliento y él el mío.

—Incluso si yo gano, quiero que hagamos eso. —Rio. Para hacer que pierda más rápido, lo empujo y me doy la vuelta dejando mi trasero justo frente a su cara. Lo escucho gruñir—. Esto es un golpe bajo, Caramelo. —Rio bajito.

—En las mejores apuestas, siempre se debe tener un As bajo la manga —zanjo y tomo su miembro con mi mano derecha. Ese solo movimiento le arranca un gruñido salvaje. Extrañé tanto provocarlos.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro