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Capítulo 24

"No puedo dejar de ser quien soy y no quiero que tú lo hagas tampoco. Sólo quiero que seamos lo que somos... juntos."

— Sylvia Day.

Narra Candy.

Hemos pasado el día pintando todo, pero no es como ayer. Hoy él no hace payasadas y yo no lo he buscado para jugar. Algo pasa y la verdad, me aterra ponerme a pensar qué es lo que sucede. ¿Qué puede ser tan grave para que nos haga separarnos? Creo que todo lo que yo le dicho es grave, no entiendo cómo lo suyo puede ser peor.

—Amor. —Dejo de hacer lo que estaba haciendo y lo miro—. ¿Estás bien? —Parpadeo—. Eso no va de rojo. —Veo nuevamente la pared. Es cierto.

—Lo siento. Estaba distraída —confieso.

—Salgamos a pasear. —Asiento. 

Prefiero mil veces estar rodeada de personas y así saber, si esta soledad que siento estando con él es normal o no. Me bajo de la escalera con su ayuda, los dos caminamos silenciosos hasta la habitación. Loba se vuelve loca al vernos. Gideón se queda jugando con ella, mientras yo sigo mi camino al baño. 

No tengo pintura en el cuerpo, pero requiero un baño para quitar todo el estrés. Espero que funcione.

—Caramelo. —Escucho a Gideón hablarme, ya estando en la ducha. Hago un sonido con la boca para indicarle que lo estoy oyendo—. Te amo. Solo eso importa, ¿cierto? —Sonrío, tranquilizándolo.

—Y yo te amo a ti, tú me perdonaste mi pasado sin juzgarme, Lobo. Yo haré lo mismo con el tuyo —prometo. Entra a la ducha conmigo, no me había percatado de que ya está desnudo. No me cansaré nunca de verlo como vino al mundo. Aunque bueno, no vino con tatuajes, pero eso es un gran plus.

Nos duchamos sin dejar de acariciarnos, pero sin llegar al acto del sexo. Solo disfrutamos de un momento que merecíamos luego de un día como el de hoy.

Salimos sonriendo. Nos vestimos entre miradas furtivas. Todo está como ayer antes de saber lo de Gabriela. Ese es otro tema que quiero olvidar.

—Llevemos a Loba —pido. Gideón asiente, sonriendo.

Los tres salimos caminando del apartamento. Decidimos no llevar auto, así que dudo que vayamos lejos. Caminamos por la calle tomados de la mano. Loba está feliz de poder salir de la habitación, ya mañana empezaremos con eso, así que podrá estar libre en el resto del apartamento. 

—¿Pudiste encontrar algún contrato para mí? —inquiero a mitad de camino. 

—La verdad aún no te busco ninguno. Creí que primero terminaríamos el apartamento —confiesa. Asiento.

—Vale, me parece una buena idea. —Nos detenemos en una heladería. Una vez nos entregan nuestros helados, seguimos caminando hasta el parque más cercano. 

—No quiero volver a verte triste por mi culpa —confiesa Gideón, de pronto.

—No estoy triste —le aseguro. 

—Primero lo de Gabriela y ahora esto, no tenía planeado nada de lo que está pasando, Caramelo. Solo quiero hacerte feliz. —Se ve afectado.

—Y lo haces, me haces muy feliz Gideón, no te imaginas cuanto. No podemos vivir siempre en una bola de cristal para que nada nos afecte. —Termino mi helado para continuar—. Con respecto a lo de Gabriela, no voy a decir que no me dolió, pero está bien, deseo de corazón que sus hijos nazca sanos y fuertes. Tú me aseguraste que nosotros tendremos los nuestros, así que no importa que tus primeros hijo te lo dé ella —digo lo que él necesita oír, más no lo que realmente siento. 

Me destroza saber que será padre de sus primeros hijos y no seré yo la madre. La vida se empeña en darnos golpes bajos. 

—Ahora, lo de José me tiene preocupada, no sé que puede ser tan grave como para que creas que yo voy a dejarte. Ni siquiera me importa si es que han asesinado antes o algo así, es tu pasado, Gideón, tú perdonaste el mío, yo haré lo mismo con el tuyo —prometo, decidida.

—Te amo. —Sonrío idiota—. Nunca antes había sentido que amara a alguien que no fuera parte de mi familia, incluso no recuerdo habérselo dicho a alguno. Cuando te digo que te amo es porque realmente lo siento. Solo espero de verdad que mantengas tus palabras una vez que sepas lo que debo decirte. —Eso me asusta, pero no dejo que lo note.

—Lo mantendré, nada me hará dejar de amarte. Nada —sentencio. 

—Vayamos a la casa para hablar sobre eso. —Mi corazón palpita acelerado. 

¿Quiero de verdad escuchar lo que va a decirme? 

¿Estoy preparada para saber su pasado? 

¡Mierda!, creo que no lo estoy.

—¿Seguro que quieres contarme hoy? No es necesario, de verdad. —Sostengo su mano con la mía. Sonríe forzado.

—Quiero hacerlo, no quiero que tengamos secretos. —Tomo aire. Nos levantamos. Él lleva a Loba, mientras yo me la paso todo el camino pensando en lo que sucederá. 

No importa lo que escuche, voy a mantenerme firme en mi decisión de permanecer a su lado.

—Nuestro primer encuentro fue planeado. —Frunzo el ceño sin comprender. Acabamos de llegar al apartamento, estamos sentados en la terraza con una botella de vino y dos copas. No vamos a celebrar nada, pero es mejor escuchar las verdades con alcohol en el organismo... Al menos, eso es lo que dice Moni.

—No entiendo, Gideón —confieso.

—José fue quien planeó que yo estuviera en esa entrevista, incluso, fue él quien organizó dicha entrevista —explica, dejándome igual o más confundida que antes. 

—¿Por qué querías conocerme? —inquiero.

—Quería que fueras mía. Nuestra —rectifica. Paso saliva. 

¿Qué?

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