Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 20

Cuando logras el equilibrio de amar a otro y amarte a ti, empiezas a ser más feliz y menos tonto, porque sabes lo que mereces.

Aixa de Alsina.

Narra Gideón.

Después de que José se fuera y comiéramos lo que Candy preparó, nos hemos acostado. La tarde se ha pasado entre ver una película tras otra. Ninguno ha dicho nada que no sea referente a las películas. Ambos tenemos cosas que pensar. Sé que tal vez me excedí con José, pero no puedo mentirle.

Jamás pondré lo que siento por Candy, por debajo de cualquiera. Jamás.

—Me gustaría tener un hijo contigo —suelto de repente. Candy deja de ver el Tv, para verme a mí.

—¿Qué? —Sus ojos brillan, no sé si sea de alegría o va a llorar en cualquier momento. Saboreo mis labios antes de repetirlo.

—Quiero que tengamos un hijo —digo firme. Agacha la cabeza. Veo su espalda subir y bajar, está llorando. Tomo aire—. No quiero que llores, amor, debería ser una buena noticia. —Candy alza la cabeza de a poco.

—Es una mezcla. —Arrugo el rostro sin entender—. Por un lado estoy contenta de que quieras tener un hijo conmigo, por el otro... —su voz se quiebra. Sé que está recordando lo sucedido, además de Gabriela. Sé que debo buscarla, porque los primeros dos días llenó mi celular de mensajes de todo tipo. Luego de eso, la bloqueé.

Mi celular suena. Candy seca sus lágrimas, estiro el brazo para alcanzar el teléfono.

—Es de la clínica. —Candy abre los ojos atenta—. Diga. —Respondo a la llamada.

—Sr. Gideón, esperamos que tenga una buena tarde, se le llama para informarle que ya Loba, se encuentra mucho mejor. Ha superado las 48 horas de revisiones y ha presentado muchos signos de mejorías. —Candy sonríe. El celular está en altavoz.

—Nos alegra mucho escuchar eso, ¿cuándo podríamos ir por ella? —inquiero.

—Mañana a las 10:00 hrs será dada de alta. —Un alivio invade mi cuerpo. Le agradezco y termino la llamada.

—Ya quiero tenerla aquí —confiesa Candy. Sonrío.

—Hace mucha falta, solo creo que deberíamos llevarla a una guardería mientras tú haces las remodelaciones acá. No quiero que vuelva a pasarle algo. —Quiero usar palabras que no la hagan sentir culpable, porque sé que se culpa de que Loba haya ingerido detergente.

—Acá estará bien, lo prometo, estaré pendiente de todo lo que haya a su alcance. —Sus ojos se cristalizan.

—Perfecto, entonces debemos encargarnos de hacer eso hoy, ¿quieres? —Apenas termino de proponérselo, se levanta. Viste la camisa que yo llevaba puesta.

Sale de la habitación dando brinquitos. Me gusta su energía.

Al salir de la habitación, la encuentro dándome una gran vista de su culo perfecto. Suspiro. Está agachada sacando todo lo que hay en la parte de abajo de las gavetas de la cocina.

—¿En qué te ayudo? —inquiero, llegando hasta ella. Intento no verle el culo, pero es imposible, estoy tentado a tomarla en esa misma posición.

—Puedes ir a la sala y recoger todo lo que esté a su alcance —responde sin mirarme. Asiento. La dejo sola, aguantándome las ganas. Hago lo que me dice.

Dos horas después, ya el apartamento está impecable. Candy luce radiante con una sonrisa de oreja a oreja. Está orgullosa, lo sé. La abrazo, besando su frente.

—¿Estás seguro que quieres un hijo? —susurra bajito, contra mi pecho. Asiento.

—Sí. Quiero que tengamos un hijo, Caperucita. —Me abraza más fuerte. La imito. Quiero que entienda que la amo, que nada me importa todo lo sucedido, que solo quiero que empecemos de nuevo y que la vida nos devuelva tantos hijos como pueda, por el que nos quitó.

—Te amo, mi amor, mi lobo, mi dueño. —Río bajito. El tono que empleó para pronunciar cada apodo, me ha puesto cachondo. O creo que ya lo estaba desde antes.

—¿Soy tu dueño? —me burlo. Candy se separa un poco para verme a la cara. Está sonrojada. Son muy pocas las veces que la veo así.

—Solo si yo soy tu dueña. —Sonrío. Acuno su rostro con mis manos.

—Soy tuyo, Caperucita, ¿acaso no ves como me tienes a tu merced? —La beso. Ella coloca sus manos sobre las mías, haciendo que el beso sea suave, nada violento, nada sexual, es un beso lleno de amor y gratitud.

***

Candy está agarrando todo lo que le gusta para Loba. Ya escogió una nueva cama, mucho más grande que la que tiene, esperemos que en esa si quede cómoda. Seleccionó varios juguetes, huesos e incluso, cadenas. Solo puedo pensar en que si es así con nuestra mascota, es imposible que vaya a ser una mala madre. Es imposible.

Anoche despues de besarnos, hicimos la cena entre los dos. Al llegar la hora de dormir, le hice el amor y le recordé lo de ser padres. Luego de derramar algunas lágrimas, dijo que fuéramos hoy al médico para revertir su anticonceptivo.

Venimos de allá, el doctor ha dicho muchas cosas. Primero nos explicó que el tiempo en el que ella vuelva a ovular, puede depender de su organismo. Puede ser un ciclo normal, como puede demorarse meses, por ende, es cuestión de suerte el quedar embarazada pronto. Igual Candy está emocionada y eso se le nota.

Yo estoy más asustado que emocionado. No sé cómo sea de padre. Nunca me he preguntado eso hasta ahora, y resulta que está sucediendo. Seré padre de un bebé que no es de mi caperucita, pero que igual quiero tener conmigo y el no saber qué hacer con Gabriela me está volviendo loco.

—Vamos por Loba —sentencia después de cancelar todo. Asiento. Paso mi brazo por su cintura, pegándola a mi cuerpo. Dejamos las bolsas en la parte de atrás del auto y subimos adelante.

—¿Te parece si comenzamos con la remodelación hoy? —propongo. Candy me mira sonriente.

—Pero tenemos que tener cuidado de la pintura que esté en el piso. Creo que sería bueno dejar a Loba en cualquier otro lugar que no estemos pintando. —Sonrío alegre.

—Por supuesto. Ella puede estar en la habitación mientras pintamos la sala y así. —Candy asiente.

—¿Cuándo volverás a trabajar? —Frunzo el ceño.

—No estoy dejando de trabajar, Caramelo —aclaro.

—Ya no viajas, no vas al estudio, no quiero que dejes de hacer lo que te gusta por estar todo el día conmigo. Además de que te aburrirás de mí. —Rio.

—Créeme, sigo trabajando. Yo no soy el fotógrafo del estudio, Caramelo, lo era en aquel momento por ti. Yo me encargo de la publicidad, de buscar revistas que quieran nuestras modelos. José se encarga de la parte administrativa. Los números me dan dolor de cabeza, así que él mensual, me da un resumen detallado de todo lo que entró, salió y quedó —explico. Ella abre los ojos sorprendida.

—Están muy bien organizados —admite. Asiento. Nos costó un poco acoplarnos, pero lo logramos.

—Quiero que estés tranquila en cuanto a mi trabajo, si quieres trabajar, tampoco te diré que no, Caramelo, aunque me gustaría que hagamos lo que te planteé aquella vez de buscarte contratos pequeños como modelo. —La escucho suspirar.

-—Me gustaría poder trabajar, sentirme útil. Así que si puedes hacer eso por mí, sería genial. —Sonrío. Estaciono en la clínica. Beso su mano antes de bajar.

—Me encantaría, amor, pero créeme que ya eres útil. Gracias a tu presencia en mi vida es que puedo decir que tengo una vida. —Sonríe.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro