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Capítulo 12

Caer está permitido, mandar a la mierda a quien te hizo caer, es obligatorio.
Mi adorable, Doctor, papasito, House♡

Presente.
Narra Gideón.

—Sigo queriendo saber a dónde vamos —se queja por tercera vez desde que llegamos. Ruedo los ojos.

Sigo huyendo de mis problemas y también estoy huyendo de los suyos propios, pero ella lo dijo, se irá de nuevo en unos días, quiero convencerla de que quiera regresar. Todavía debo lidiar con Gabriela y José que está furioso conmigo por como estoy actuando con Candy, ignorando todo lo mal que estuve los meses pasados, sin embargo, estoy con ella.

Solo eso me importa.

—Te prometo que va a gustarte. —Bufa. Abro la puerta, verifico que aún no pueda ver nada con la tela que le puse en los ojos. Perfecto. Cuando ya estamos frente a lo que quiero mostrarle, se la quito. Parpadea varias veces, acostumbrándose a la luz.

—¿Aún tienes el lugar rentado? —La traigo para que vea bien la colección que tengo con sus fotos y ella piensa en la renta. Está loca.

—Es mío por una semana entera —respondo a su pregunta—. Quiero que veas cada una de las fotografías y me digas que ves en común entre todas. —Sonríe altanera.

—A mí, por supuesto. —Río.

—A parte de ti, Caramelo. —Suspira. Comienza a caminar por toda la estancia, viendo detenidamente cada cuadro.

—¿Puedes ayudarme con una pista? —cuestiona, a mitad de camino. Sonrío.

—No está difícil, Caperucita, míralas bien —insisto.

—Solo para que sepas, nunca he servido para ese juego de encontrar diferencias en las fotos, así que tampoco soy buena para encontrar similitudes. —Hace puchero, tirando sus manos hacia abajo desanimada. Sonrío.

—Voy a enseñarte —sentencio. Me acerco hasta ella y señalo la fotografía frente a nosotros. En esta, ella está sentada en el sofá de mi apartamento con la cabeza echada hacia atrás, después de que llegó al orgasmo, luego de que le había hecho sexo oral—. Acá, acabas de tener un orgasmo —le cuento—. En esta. —Señalo la que está al lado de esa—. Acababas de darme un orgasmo a mí y estabas claramente satisfecha con eso. Mira tu sonrisa. —La escucho suspirar a mi lado.

—¿Y en está me habías dado otro orgasmo? —cuestiona burlona, apuntando con su dedo la que está en la esquina. Niego con la cabeza.

—En esa ambos habíamos llegado al orgasmo juntos —aclaro. Traga saliva.

—¿Todas las tomaste después de un orgasmo? —Río por su pregunta. Vuelvo a negar.

—Todas las tomé en el momento en que habías sido o eras mía. —Camino hasta una de las primeras—. Aquí, aún estaba dentro de ti, tú acababas de tener el primer orgasmo, de tres que tuviste ese día. —Se acerca a mí.

—¿Recuerdas el momento de todas las fotos? —inquiere. Asiento. —Ya sé cuál es la similitud en todas las fotos —asegura. Asiento, alentándola a que lo diga—. En todas las fotos, eres tú el protagonista sin estar presente. No yo. 

Bien, eso no era lo que esperaba escuchar.

—En todas estaba satisfecha, agradecida, todo gracias a ti. Desde que te conocí, me llenaste los espacios que no sabía que estaban vacíos, me dejabas satisfecha con todo, y aún así, siempre quería que me dieras más. Más orgasmos, más de ti. —Sus brazos están enrollados alrededor de mi cuello. La abrazo por la cintura.

—Te daré más orgasmos —repito lo que le dije la primera noche que estuvo en mi apartamento.  Sonríe recordándolo.

—¿Podrías darme uno aquí y ahora? —Veo la cámara que está en una de las esquinas.

—¿Por qué no? Le daríamos algo interesante que ver al que esté viendo las cámaras. —Ríe feliz. El mal rato de ayer quedó en el olvido.

—Deberá ser un buen espectáculo, entonces. 

El hecho de que ahora está más suelta, me excita a niveles inimaginables. La beso desesperado. Como no quiero que vean su rostro mientras le hago el amor, la alzo pegándome yo contra la pared, dejando su rostro fuera del alcance de la cámara.

Enrolla sus piernas en mi cintura, enseguida su vestido se ha subido, lo que me permite acariciar con libertad ese culo que me vuelve loco. Jadea en mis labios.

Usa sus manos para sacar mi miembro y ella misma se hace un lado la tanga para luego introducirlo en su interior. Gruño. Regresa sus manos a mis hombros, apoyándose así, subiendo y bajando. Dejo una de mis manos en sus nalgas, la otra la subo a su cabeza presionándola contra mi boca.

Siento como presiona mi sexo con fuerza, por lo que sé que está apunto de correrse. Me concentro en llegar al mismo tiempo que ella. Jadea mi nombre al llegar, siendo eso el detonante para el mío. La beso una vez más antes de dejarla en el piso. Guardo mi miembro, mientras ella se acomoda el vestido.

—Tendré que pedirle al encargado de las cámaras, que me de una toma de este momento —comento, haciendo reír a Candy.

—Estás loco —asegura, divertida.

Salimos del edificio tomado de las manos.

Me gustaría decir que estoy loco por ella, pero la verdad, es que ella es lo único cuerdo en mi vida.

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