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Capítulo 5

El sexo es más excitante en la pantalla y entre las páginas, que entre las sábanas.
-Andy Warhol.

Flashback.

Diciembre 15/2017

—Nos vemos el viernes, cariño. Está pendiente del teléfono, te llamaré cuando aterrice. —Asiento y me acerco a Sebastián para besar sus labios. 

—No me gusta cuando te marchas por tanto tiempo —confieso, aunque aún sigo disgustada por todas las mentiras que dijo ayer en la entrevista, es cierto, no me gusta estar sola tanto tiempo y mucho menos me gusta visitar a su familia. 

—Cuando menos te des cuenta, ya estaré de regreso —promete, acariciando mi rostro. Suspiro cerrando los ojos con su tacto. 

—Eso espero. Te esperaré con tu tarta favorita. —Sebastián sonríe de oreja a oreja. 

—Te amo, pequeña.

—Y yo te amo a ti —aseguro, beso sus labios con dulzura y ahora me siento un poco mal por no haber pasado la noche con él por mi molestia.

—Debo irme —dice cuando nos separamos por la voz de Chrysler; su hermano. Asiento y lo despido con la mano cuando sube al auto de mi cuñado para ir al aeropuerto. Cuando ya no los veo en el camino, regreso a la casa. 

Fin del Flashback.

Ese día pasó normal, en casa, sin nada importante que resaltar, hasta que un correo electrónico me llegó, la emoción no cabía en mi cuerpo, los nervios ligados con la adrenalina del momento me daban ganas de salir corriendo a la calle y contarle a todo el mundo. Pero, antes de siquiera celebrar algo, debía contarle a Sebastián y preguntarle si estaba de acuerdo. 

Añoraba desde entonces que su respuesta fuera positiva y así fue. Cuando le conté a Sebastián que querían que participara en un pequeño casting para modelar la ropa de un nuevo modista, su respuesta fue: Pequeña, si a ti te hace feliz hacerlo, a mí también.

¿Cómo no amar a ese hombre? Lastima que en ese momento no sabía las consecuencias que traería ese "pequeño casting", tampoco puedo arrepentirme ahora, porque sí que lo disfruté, y sigo disfrutando. Veo a Gideón dormir plácidamente a mi lado y suspiro. Me centro de nuevo en lo que estoy escribiendo en el portátil y continúo.

Flashback.

Diciembre 16/2017

—¿Qué debería ponerme? —me pregunto a mí misma viendo sobre la cama varios conjuntos que podrían funcionar. 

El primero es una falda tubo, pero lo descarto enseguida. No me gustan las faldas tubo. El segundo es un vestido color piel entallado al cuerpo, tiene solo una pequeña apertura en la pierna izquierda desde el muslo hasta abajo de la rodilla. Ese me gusta, es muy sexy. El tercero es otro vestido, este es amarillo mostaza y tiene un escote en los senos que llega hasta el ombligo, al final del vestido, tiene un bordado negro que me convence y justo ese decido colocarme.

Lo combino con unos zapatos de tacón punta fina negros y un bolso a juego. Mi cabello lo dejo suelto de un solo lado de mi rostro y listo. No exagero con el maquillaje, por lo que solo me coloco lo de siempre: levantador de pestañas y un labial fuerte en tono rojo. Lista. Salgo de casa y ya James; el chófer, me espera dentro del auto. Subo y lo saludo. Le digo para dónde vamos y me distraigo masajeando mis manos, estoy nerviosa.

¿Hace cuánto que no soy el centro de atención? Ya perdí la cuenta. Me aterra llegar y hacer alguna estupidez. Sé que no seré la única, que habrán más mujeres que también serán el centro de atención, pero no me importa. En mi mundo, yo seré el centro de atención, lo más seguro es que cada una de las mujeres que estén hoy en ese lugar, también sientan lo mismo en su interior. James me indica que ya llegamos y agradezco a no sé quién, no haberme desplomado al bajar del auto.

Camino decidida al interior del pequeño edificio y una vez dentro, me dirijo a la recepción. La chica me indica educadamente a dónde debo ir y después de agradecerle, camino para allá. Me sorprende ver solo a dos personas más esperando afuera.

—Buenas —saludo educada, tomando asiento junto a una chica castaña de ojos verdes. Hermosa. Ninguna dice nada, muy bonitas, pero maleducadas. Me concentro en mi móvil hasta que escucho una voz.

—Siguiente. —Levanto la cabeza comprobando que la siguiente soy yo y que no hay nadie más aparte de mí. Le sonrío segura y camino hasta ella, cierra la puerta a mis espaldas y me guía hasta una pequeña sala llena de reflectores, cámaras y en una pared al fondo hay una tela blanca tanto en la pared, como en el suelo.

Respiro hondo, armándome de valor. Le agradezco a la chica cuando me indica que espere allí. No pasa mucho tiempo y una mujer elegante se me acerca.

—Dame tu nombre, cariño. —Su voz contrasta con su aspecto. Luce fuerte, pero su voz es tan suave como los pétalos de una rosa.

—Alejandra Cortés. —Utilizo mi apellido de soltera ¿Por qué? Si quedo elegida, quiero estar segura de que fue por mí y no por con quién estoy casada.

—Sígueme, por favor —pide, asiento y la sigo como un perrito faldero. Atravesamos una puerta y dentro hay miles y miles de diferentes conjuntos de ropa—. Ella se encargará de probarte diferentes atuendos y serás fotografiada. ¿Te incomoda o no estás de acuerdo? —pregunta, niego. Sonríe y quita la mano del hombro de la otra chica que me mira con una cinta métrica en sus manos—. Perfecto, las dejo entonces —dicho eso, sale por la misma puerta por la que entramos.

—Soy Tatiana. ¿Te importa si tomo tus medidas? —inquiere, alzando la cinta métrica. Niego con la cabeza.

—Un gusto, yo soy Alejandra. —Tatiana me sonríe y me pide que quite el bolso de mano para comenzar a tomar mis medidas. Miro a todas partes mientras ella hace su trabajo, minutos después, se aleja unos pasos y me mira.

—Ya regreso. ¿Tienes algún tono en específico que sepas que te realza? —Su pregunta me pilla de sorpresa, por lo que demoro unos segundos en responder.

—Azul marino, rojo sangre, gris brillante —hablo sin respirar. Ella me sonríe tranquila y asiente. La pierdo de vista cuando entra en otro lugar.

Admiro todas las prendas de ropa —las que alcanzo a ver sin moverme de mi lugar—, noto varias cosas. La primera, que al diseñador le gusta el brillo. La segunda, que también le gusta las figuras abstractas, y la tercera, que no veo nada que yo usaría. Suspiro, espero que Tatiana encuentre algo bonito para mí. Regresa con varios vestidos sobre su brazo.

—Creo que esto te quedará bien. —Deja la ropa sobre una mesa que está a un costado y alza un vestido rojo sangre con varias incrustaciones de perlas muy brillantes, es largo y es de corte sirena. Admito que me encanta. Nunca he usado un vestido largo, ni siquiera cuando me casé—. El probador está por ahí. —Sigo con la mirada el dedo que Tatiana utiliza para señalar un pequeño pasillo, me entrega el vestido y me encamino hasta allá.

Me cuesta un poco subir el cierre del vestido ya que está en la parte de atrás, pero lo consigo y al verme en el espejo, no me reconozco. La manera en que el corte de vestido hace resaltar cada una de mis curvas —que no son muchas, pero lo poco que tengo, lo hace notar—. Sonrío al darme cuenta de que hice bien en dejar mi cabello suelto, me veo más alta de lo que en realidad soy y muy sexy. Muy, muy sexy. Salgo del baño tomando mi antiguo vestido y regreso con Tatiana que me mira de pies a cabeza con una sonrisa enorme.

—Sabía que te quedaría hermoso, pero no creí que tanto —halaga, le sonrío agradecida y le entrego el vestido cuando me lo pide antes de salir. Caminamos un poco y de lejos veo al hombre que nos fotografió a Sebastián y a mí hace unos días. Trago saliva al ver como sus tatuajes brillan con el foco reflector. Tengo tantas ganas de pasar mis uñas por sus tatuajes y ver que se siente. Sacudo la cabeza alejando esos pensamientos—. Hola Gideón, ella es...

—Alejandra —termina él por Tatiana, vuelvo a tragar saliva, recuerda mi nombre. Tatiana sonríe encantada.

—Que bueno que ya se conocen, ella ya es la última chica. Lucete —dicho eso, Tatiana se va dejándome sola con él. Veo a los lados incómoda, nunca me siento incómoda de ser vista, pero su mirada tiene algo que hace que mi piel arda por donde pasa. 

—Te queda muy bien ese color. —Su voz se ha puesto más ronca, abro la boca para coger más aire. Tengo mucho calor—. ¿Te comieron la lengua, Caramelo? —Arrugo el entrecejo y volteo a verlo al mismo tiempo que saborea sus labios con su lengua. No pierdo de vista el movimiento, sonríe.

—Gracias, ¿podemos empezar? —pregunto, queriendo ya salir de ahí. Gideón sonríe y asiente señalando la pared blanca. Camino hasta ella y vuelvo a verlo. 

¿Qué debo hacer? Se supone que era un casting para participar en el desfile de un nuevo diseñador. No veo personas que quieran verme desfilar, solo Gideón, aunque creo que a él le gustaría que no desfilara nada de ropa. Suspiro y avergonzada me obligo a hablar.

—No sé que debo hacer —confieso. Gideón me mira por encima de su cámara y camina hasta llegar a mi lado.

—Solo sonríe, deja que fotografié ese hermoso cuerpo y estoy seguro que te veré mañana para cuando te digan que estás dentro. —Se agacha un poco para susurrar en mi oído—. Eres hermosa. —Me alejo como si quemara, no por sus palabras, más bien por cómo mordió levemente el lóbulo de mi oreja y el efecto que eso tuvo en mi feminidad.

—Estoy casada —aclaro con el corazón acelerado. Ladea la cabeza a un lado y sonríe.

—Lo sé. Te vi con tu esposo, pero creo que eres hermosa, no dejaré de creerlo o decirlo solo porque estés casada. —Su sinceridad es abrumante. ¿Cómo puede ser tan descarado?

—Quiero hacer esto, así que te pido que me respetes. —Me sorprende lo firme que sale mi voz, siendo sincera, a una parte de mí le encanta su descaro, sus tatuajes, su cuerpo y esa carnosa boca que se ve muy apetitosa. 

¿Qué rayos estoy pensando?

—Está bien —acepta. Eso fue fácil. 

Gideón se va, dándome espacio para respirar. Cierro los ojos, al abrirlos ya él está acomodado detrás de su cámara. Me concentro en el casting y utilizo lo que las chicas del club llamaban "la mirada atrapa hombres", que no es más que entrecerrar los ojos un poco, abrir la boca otro tanto y mirar a la cámara entre seria y misteriosa. Sexy. Escucho el sonido de la cámara y cambio de posición echando mi cuerpo hacia un lado. El tiempo pasa volando.

—Terminamos —anuncia Gideón, cojo aire. Tengo ganas de preguntarle qué tal cree que me fue, pero aún retumban sus palabras en mi mente. No le importa que esté casada, ¿qué sucede con él?

Fin del FlashBack.

Que te quiere dar y no consejos, jajajaja.

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