Capítulo 3
Pero sucede también,
que sin saber cómo ni cuándo, algo te eriza la piel y te rescata del naufragio.
-Ismael Serrano.
Presente.
De todas las personas que hay en el mundo, justo tenía que verlo a él.
Gideón sigue viéndose igual de sexy, atrevido y sigue llevando la palabra PECADO guindando en el pecho.
Afortunadamente es muy difícil que él note mi presencia estando tan lejos, pero en cambio yo, apenas atravesé las puertas del supermercado, toda mi piel se erizó, advirtiéndole aún sin verlo, su presencia. Es ese el poder que Gideón ejerce sobre mí, domina mi cuerpo a su antojo..., y mi cuerpo reacciona encantado a eso. Lo veo en el pasillo de artículos personales, está de espaldas a mí, pero lo reconocería a kilómetros, sus brazos cubiertos de tatuajes me excitan solo de recordar como me sujetaba con fuerza contra la pared mientras me embestía con un ritmo bestial, pero condenadamente explosivo, que me llevaba a correrme, no solo una vez, sino hasta tres o cuatro veces seguidas.
Aquí donde estoy, mi feminidad está nadando en un lago y eso que ni siquiera centra su mirada en mí, creo que si lo hiciera podría correrme sin siquiera tocarme. Sacudo la cabeza recordando que fui yo quien decidió poner fin y que ya no puedo dar marcha atrás, debo alejarme de él y seguir con mi vida. Aunque posiblemente —Y es lo más probable— no encuentre a nadie que me vuelva a hacer lo que él me hacía, tengo que vivir con eso. Suspiro y doy vuelta dispuesta a marcharme.
—¿Caperucita?
Mira si es grande el destino y esta ciudad es chica...
¿Por qué tenía que voltear? ¿No podía seguir concentrado viendo lo que sea que estuviera viendo?
—Sí, eres tú, reconocería tu olor en donde fuera. —Aspiro mi perfume como por inercia y me planteo dos opciones; la primera que sería la más sensata y madura: Dar vuelta, saludar y demostrar que no me afecta ni me moja las bragas solo de verlo. Eso no me siento capaz de hacerlo. La segunda es la que más me veo tentada a hacer y es salir corriendo.
¿Qué tan mal se verá ver corriendo a una mujer en tacones, con un carrito en un supermercado? Sí, saldría en los noticieros como: LOCA INTENTA HUIR CON EL CARRITO DE LAS COMPRAS. Horrible. Cojo aire y me armo de valor para dar vuelta, me sorprende la cercanía que tenemos y doy un paso atrás, para no sentir su aliento chocar contra el mío.
—Hola —respondo, intentando sonar serena. Me escanea todo el cuerpo tal y como hacía cada vez que nos veíamos en su departamento y después decía con su voz ronca: DESNÚDATE. Joder, pensar en eso no ayuda a que mi libido baje.
—Me encanta el cuero, en tu cuerpo luce aún mejor, pero sigo prefiriendo verte sin ropa. —Santa madre de los calzoncillos chinos, ¿por qué no puede ser una persona normal? No puede ir por la vida diciendo ese tipo de cosas, me calientan. Sonrío al mismo tiempo que paseo mi lengua por mi labio inferior para provocarlo, funciona y lo cacho observando el sutil movimiento de mi lengua—. Tan traviesa como siempre. ¿Acaso quieres despertar al lobo y que te devore aquí mismo? —Controlo el jadeo que intenta salir de mi boca y nos imagino a ambos, en algún lugar oscuro de este supermercado cogiendo como locos. Vuelvo a sonreír, esta vez más inocente.
—Ya quisieras que eso volviera a suceder, pero ya te lo dije —digo, haciendo una pausa notando como sus ojos se oscurecen en varios tonos—: Me aburro rápido, ya te probé, ya me aburrí. —Utilizo las mismas palabras que le dije cuando decidí no verlo más, esta vez no veo el dolor en sus ojos, solo hay burla.
—El problema, Caramelo, es que aún no has probado ni la cuarta parte que tengo para mostrar. Te seduje con mis tácticas de principiante y caíste rendida. ¿Imaginas cómo estarías ahora si te hubiera enseñado el nivel experto? No podrías ni caminar estando a mi lado sin que te corrieras cada dos por tres. —Abro la boca en busca de aire y hago presión en mi feminidad para que no logre lo que quiere. Sonrío lobuna. El que utilizara el apodo que me puso por mis ojos, no hizo más que excitarme, ya con el resto de sus palabras, tuve un orgasmo en silencio.
—Quizás estés sobre valorando mucho tus habilidades en la cama, quizás y no causaste nada en mí y solo fingí. ¿Has pensado eso? —Cambio mi peso de un pié a otro y le sonrío de lado. Veo el infierno arder en los ojos de Gideón y estoy deseando quemarme en él una vez más.
—Quizás, pero el rubor en tus mejillas, la manera en como tensas tu cuerpo y como me miras con deseo, te contradice. Recuerda que antes de desnudar tu piel, me adentre en ti y te desnude completa, tanto por dentro como por fuera. —Suspiro lento y lo miro altanera, alzando mi barbilla.
—No te tengo tiempo, Gideón. No tengo tiempo para tus juegos de palabras ni para tus insinuaciones sin fundamento —dicho eso, doy vuelta y coloco mis manos sobre mi carrito, su mano ahueca una de mis nalgas y yo doy un respingo, él no puede ser una persona normal que detenga a uno sujetándolo por el brazo, no, él necesita ser diferente.
—Caramelo, siempre hay tiempo para divertirse. Te espero esta noche en mi apartamento, no faltes o iré por ti a tu casa —advierte, susurrando sobre mi oído, muerde levemente el lóbulo de mi oreja y yo me aguanto otro jadeo.
—Eso no sucederá, Gideón, no iré a tu departamento y tú tampoco me encontrarás en mi casa, ya no vivo allí. —Lo encaro, sigue con su mano sobre mi nalga y su cuerpo pegado al mío, nuestros alientos chocan y nuestras miradas se encuentran en una lucha. Saborea sus labios, pero me controlo manteniendo mi mirada en sus ojos. Sonríe por eso.
—¿Te separaste? —De todo lo que dije, él solo pregunta eso. Cojo aire y lo suelto con brusquedad, necesito respirar aire puro.
—No te importa. Ahora debo irme —digo firme. Gideón aprieta más su agarre en mi nalga haciendo que haga una mueca de dolor, lo nota y lo disminuye.
—Lo siento, me calienta tenerte tan cerca —confiesa. Sonrío coqueta.
—Tú a mí no —miento. Estoy temblando.
—Tu temblor dice lo contrario —argumenta. Chasqueo la lengua con burla.
—Piensa lo que quieras, suéltame —ordeno. Gideón lo hace, pero solo para colocar su mano ahora sobre mi rostro y la otra sobre el carrito. Estoy pensando seriamente en dejar la compra aquí y largarme de una vez, pero su cuerpo tiene algo que me impide moverme, aún y cuando solo tengo que dar varios pasos en retroceso para liberarme de su agarre.
—Voy a besarte —avisa. Niego con la cabeza repetidas veces, pero no me alejo. Estoy deseando que lo haga y eso hace, sus labios chocan contra los míos en un beso urgido, necesitado, extasiado. Me quedo quieta sin hacer ningún movimiento, sin corresponderle el beso aún y cuando me muero por hacerlo, no lo hago. Gideón gruñe contra mi boca—. ¿Por qué no me besas? —cuestiona ronco. Sonrío victoriosa.
—No te deseo —miento. Gideón se separa negando.
—Mientes, tus palabras no concuerdan con tus gestos —habla más alto de lo necesario, algunas personas voltean a vernos. Gideón lo nota y se calma. Se acerca de nuevo a mí, guardando más distancia entre ambos—. ¿Por qué quieres alejarte? Sabes bien lo maravilloso que lo pasamos juntos, como hago que te corras a cada rato y como disfruto ver mi polla entrando y saliendo de tu boca de esa manera tan deliciosa que solo tú puedes hacerlo. —Presiono con más fuerza mi feminidad, necesito que deje de palpitar de la manera tan desesperada como lo hace. Doy un paso más cerca de él y alzo mi cabeza dejando mi boca justo en su oído.
—Nada dura para siempre, Gideón. Lo disfrutamos el tiempo suficiente, ya no más. Se acabó —sentencio y vuelvo a verlo a los ojos. Los suyos están encendidos, pero ahora desconozco si están así, por el deseo o por el coraje.
—No se le da fin a lo que no queremos soltar y, Caramelo, yo aún no planeo soltar tu lindo cuerpo. Es más, quiero tenerlo esposado a mi cama mientras me encargo de hacerlo gritar, gemir y estremecerse con mi tacto.
¡Por todos los dioses del sexo, creo que se pasaron con Gideón, le dieron mucho de todo! Nada sale de mi boca, por mas que quiero replicar y seguir manteniéndome firme, mis defensas empiezan a flaquear y estoy deseando de verdad que haga todo eso, que me vuelva a arrastrar al infierno y quedarme ahí con él hasta que nos cansemos de arder.
Con Gideón, cualquiera quiere eso, jajajaja.
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